DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO
17 de agosto de 2008 (ciclo A, año par)
Primera lectura
A los extranjeros los traeré a mi monte santo
Lectura del primer libro de los Isaías 56, 1. 6-7
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Salmo responsorial
Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. |
Segunda lectura
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32
Hermanos: |
Aleluya
Mt 4, 23
Jesús proclamaba el Evangelio del reino,
curando las dolencias del pueblo.
EVANGELIO
Mujer, qué grande es tu fe
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. |
COMENTARIO
Mujer, qué grande es tu fe La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos anuncia la salvación de Dios, que Él ofrece a todos los hombres. La salvación no es exclusiva del pueblo de Israel, sino que es universal, es para todos los pueblos. La salvación sobrepasa las fronteras del pueblo de Dios y se abre a la universalidad. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Ningún extranjero queda excluido de la salvación, ninguno queda excluido de dar culto a Dios, porque la casa de Dios es casa de oración para todos los pueblos: en ella caben todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran encontrarse con Él. La salvación es un regalo, un don, de Dios a la humanidad. El Evangelio es Buena Noticia, don, gracia, alegría, gozo, esperanza... Sin embargo, hay quien rechaza la salvación. Este es el drama del pueblo de Israel que ha rechazado a Jesucristo, como comenta San Pablo en la segunda lectura. Dios ofrece su salvación a todos, pero respeta la libertad de cada uno. Todo hombre es libre para aceptar o rechazar esa salvación que Dios le ofrece. San Agustín decía que Dios que te creó sin tí, no te salvará sin tí. Esta es la grandeza de la libertad humana. Y este es hoy también el drama de muchos que siguen rechazando a Jesucristo, que prefieren vivir en la idolatría del dinero y de las cosas de este mundo y se cierran a la Buena Noticia del Evangelio. Este es el drama de tanta gente que no es feliz. Y no lo es porque no puede serlo, porque sólo Dios puede darnos la verdadera felicidad. El Evangelio nos plantea el tema de la fe como condición necesaria para seguir a Jesucristo y aceptar su salvación. Tener fe es reconocer que Jesucristo es el único Señor, es reconocer su poder y aceptar con humildad la propia pobreza y sentirse necesitados de Dios, de su salvación. Tener fe es aceptar que sólo Dios puede salvarnos, que sólo Él puede darnos la vida, la paz, la felicidad, y, por tanto, acudir a Él con la misma fe y la misma insistencia que lo hace la cananea. La mujer cananea se convierte así en un ejemplo de perseverancia en la oración. Jesús en un principio no le hace caso precisamente porque sabía lo que le tenía reservado: no para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera ella con su perseverancia. Deseaba las migajas que caían de la mesa, pero por su fe y por su perseverancia en la oración, inmediatamente se encontró sentada a la mesa. Jesús señala a esta humilde mujer como ejemplo de fe firme. Su insistencia en invocar la intervención de Cristo es para nosotros un estímulo a no desalentarnos jamás y a no desesperar ni siquiera en medio de las pruebas más duras de la vida. El Señor no cierra los ojos ante las necesidades de sus hijos y, si a veces parece insensible a sus peticiones, es sólo para ponerlos a prueba y templar su fe (cf. Benedicto XVI, Ángelus 14-8-2005). ¿Cómo está tu fe? ¿Te sientes necesitado de la salvación de Dios? ¿O te sientes fuerte y crees que tú lo puedes todo? ¡Acércate al Señor en la oración! ¡Pídele con insistencia aquello que más necesites en tu vida de fe para alcanzar la vida eterna! ¡Y no te preocupes si el Señor tarda! ¡Descansa en Él! ¡Él te ama más que nadie! ¡Él cuida de tí! Compromiso semanal
Haz un rato de oración y dialoga con el Señor sobre la situación de tu fe. La Palabra del Señor, luz para cada día 1ªlectura: Isaías 56, 1. 6-7. A los extranjeros los traeré a mi monte santo. Los extranjeros estaban excluidos del pueblo de Dios. El profeta se hace eco del plan salvífico de Dios y anuncia que los extranjeros que adoren al verdadero Dios, se dedicarán a servirlo y a observar sus preceptos. Todo el que practique el derecho, haga justicia, reconozca y se someta a Yahvé, se entregue a él y le ame cumpliendo la ley, participará de la alianza hecha con Israel, será pueblo de Dios, hijo de Abrahán. Salmo 66, 2-8. El salmo nos invita a bendecir a Señor por la vocación de todos los pueblos a formar parte del reino definitivo de Dios. 2ª lectura: Romanos 11, 13-15. 29-32. Pablo comprueba que los gentiles aceptan la salvación y quiere despertar los celos en los judíos para que ellos también la acepten. La incredulidad de una parte de Israel entra en los planes providenciales de Dios; y, además, no es definitiva, sino solamente temporal. El objeto final es siempre la salvación de todo el pueblo israelita y, en última instancia, de toda la humanidad. Por encima de todas las infidelidades del pueblo israelita Dios permanece fiel a sus promesas. Evangelio: Mateo 15, 21-28 |
CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 18 | Ez 24, 15-24 Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho. Dt 32, 28-21 Despreciaste a la roca que te engendró. Mt 19, 16-22 Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes y da el dinero a los pobres. Medita el Evangelio de hoy |
Martes 19 | Ez 28,1-10. Eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses. Sal: Dt 32,26-28.30.35-36. Yo doy la muerte y la vida. Mt 19,23-30. Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Haz limosna |
Miércoles 20 | Ez 34, 1-11 Libraré a mis ovejas de sus fauces para que no sean su manjar. Sal 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me falta. Mt 20, 1-16a ¿Vas a tener tú envidia porque soy yo bueno? Da testimonio de Jesucristo |
Jueves 21 | Ez 36,23-28. Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi espíritu. Sal 50. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias. Mt 22,1-14. A todos los que encontréis, convidadlos a la boda. Pídele al Señor que te de un corazón nuevo |
Viernes 22 | Mi 7,14-15.18-20. Arrojaré a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Sal 84. Muéstranos, Señor, tu misericordia. Mt 12,46-50. Señalando con la mano a los discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos". Pídele a la Virgen lo que más necesites |
Sábado 23 | Ez 43, 1-7a La gloria del Señor entró en el templo. Sal 84, 9-14 La gloria del Señor habitará en nuestra tierra. Mt 23, 1-12 No hacen lo que dicen. Pídele al Señor el don de la humildad |
Domingo 24, | Is 22, 19-23. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David. Sal 137, 1-3.6.8. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones tu obra. Rm 11, 33-36. Él es origen, guía y meta del universo. Mt 16, 13-20. Tú eres Pedro y te daré las llaves del reino de los cielos. Reza por tu familia y por la parroquia |
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