DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
6 de septiembre de 2009 (ciclo B, año par)
Primera lectura
Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará
Lectura del libro de Isaías (35, 4-7a)
Decid a los cobardes de corazón: Palabra de Dios |
Salmo responsorial
Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R/.: 1)
R/. Alaba, alma mía, al Señor. |
Segunda lectura
¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres
para hacerlos herederos del reino?
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 1-5)
Hermanos míos: Palabra de Dios |
Aleluya
Mt 4, 23
Jesús proclamaba el Evangelio del reino,
curando las dolencias del pueblo.
EVANGELIO
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (7, 31-37)
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Palabra del Señor |
COMENTARIO
Todo lo ha hecho bien La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos presenta la situación en que se encuentra el hombre después del pecado: La vida del hombre se halla bajo el signo de la opresión, bajo el signo del pecado. El hombre está herido por el pecado, necesita la salvación de Dios. El miedo esclaviza los corazones. En la primera lectura, el profeta Isaías anuncia que Dios nos ama tanto que no puede permanecer impasible ante esta situación del hombre y va a intervenir personalmente para salvarnos. La fortaleza libera a los corazones angustiados. Los cuerpos enfermos son sanados. En el desierto, signo de la muerte, brota el agua abundante, surge la vida. Esta maravillosa salvación se hace presente de una manera absoluta y definitiva en Jesucristo, el Mesías, el Señor. La palabra de Jesucristo se muestra poderosa, eficaz para realizar la curación que anuncia. Ante la limitación humana simbolizada en el sordomudo del Evangelio, Jesús se muestra como el Mesías, como el Señor. Los milagros que realiza no son solamente un acto de su compasión o bondad, sino que son signo de la llegada del Mesías, de la llegada de la salvación. Jesús cura y salva. En el bautismo se abrieron nuestros oídos para escuchar la Palabra de Dios y se soltó nuestra lengua para confesar la fe y alabar al Señor. Se realizó un nuevo milagro, el milagro de la salvación. Desde entonces, debemos tener los oídos atentos a la escucha de su Palabra. Así seremos felices y alcanzaremos la salvación, la vida eterna: Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. El que no quiere escuchar a Dios cierra sus oídos y su corazón a la verdad y da creencia a otras voces seductoras y engañosas. Quien escucha y alaba a Dios es signo de vida, signo de la salvación. Pero la escucha de la Palabra de Dios ha de transformar nuestra vida, porque nos debemos dejar iluminar por ella, y debemos dejar que sus criterios y valores sean los que guíen nuestra vida. El mundo en que vivimos es egoísta, hedonista, adulador, materialista, hipócrita. Sus valores son el dinero, el poder, el prestigio, el placer, el éxito, la fuerza..., y conforme a ellos se juzga la grandeza de un hombre. Pero Dios juzga según otros valores muy distintos y, por eso, a lo largo de la historia de la salvación ha elegido siempre a los humildes, a los pobres, a los ignorantes, a los débiles, a los sencillos, a los indefensos. La Palabra de Dios nos invita hoy a rechazar esta mentalidad hipócrita del mundo y ajustar nuestros caminos y nuestros criterios a los caminos y criterios de Dios. Compromiso semanal Revisa tu vida para descubrir cuáles son los signos del pecado que hay en ella. Pídele a Dios que te sane, que te libere de la esclavitud del pecado y te haga vivir como criatura nueva confiando siempre en su amor. La Palabra del Señor, luz para cada día 1ªlectura: Isaías 35, 4-7. Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará. La vida del hombre se halla bajo el signo de la opresión. El miedo esclaviza los corazones. Las enfermedades oprimen los cuerpos. El profeta Isaías anuncia una intervención de Dios en persona para salvar a lo hombres de esta situación. La fortaleza libera a los corazones angustiados. Los enfermos son sanados. En el desierto, signo de la muerte, brota el agua abundante, signo de la vida. Esta maravillosa salvación se hace presente en la actividad de Jesús que vemos en el Evangelio. Salmo 145, 7-10. Alaba, alma mía, al Señor. Este salmo es un canto a Dios creador, fiel, justo y misericordioso. El salmista hermana la decisión de alabar a Dios con el deseo de comunicar a los hombres su experiencia del mismo. Por eso nos muestra la cercanía del Dios misericordioso que acude en ayuda de los más necesitados. Cuando Jesús abre los ojos al ciego, alimenta a los hambrientos, defiende a los oprimidos..., y, sobre todo, cuando perdona los pecados, enseña a los hombres quién es Dios y su inagotable misericordia. 2ª lectura: Santiago 2, 1-5. La acepción de personas en virtud de su riqueza es incompatible con la fe en Cristo. Según la ley nueva del amor, la misericordia será el criterio último de valoración de la conducta cristiana.Debemos hablar y actuar en coherencia con la fe, es decir, con entrañas de misericordia. Evangelio: Marcos 7, 31-37. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos. La curación del sordomudo resalta la participación de los paganos en el banquete de la salvación que Jesús ofrece. El sordomudo es el mejor representante del paganismo: sordo respecto a Dios e incapaz de alabarlo. No obstante, también sobre él recae el poder liberador de la palabra de Jesús, que rompe la sordera espiritual y suelta la lengua para la alabanza divina. La exclamación asombrada de la multitud expresa el reconocimiento de Jesús como aquel que, luchando contra el mal y el sufrimiento, devuelve a la creación su esplendor original e inaugura el tiempo de salvación anunciado por los profetas. Ello es un motivo de esperanza. Dios llevará a término la obra que en Jesús ha comenzado. |
CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 7 | Col 1,24-2,3. Dios me ha nombrado ministro de la Iglesia para anunciaros a vosotros el misterio escondido desde siglos. Sal 61. De Dios viene mi salvación y mi gloria. Lc 6, 6-11 Levántate y ponte ahí en medio. Reza por los enfermos y moribundos. |
Martes 8 | Mi 5,1-4a. El tiempo en que la madre dé a luz. o Rm 8,28-30. A los que había escogido, Dios los predestinó. Sal 12. Desbordo de gozo con el Señor. Mt 1,1-16.18-23. La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Pídele a la Virgen lo que más necesites |
Miércoles 9 Claver, presbítero | Col 3,1-11. Habéis muerto con Cristo; en consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros. Sal 144. El Señor es bueno con todos. Lc 6, 20-26 Dichosos los pobres. ¡Ay de vosotros los ricos! Medita el evangelio de hoy |
Jueves 10 | Col 3,12-17. Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Sal 150. Todo ser que alienta alabe al Señor. Lc 6,27-38. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. Haz una obra de misericordia |
Viernes 11 | 1Tm 1,1-2.12-14. Yo antes era un blasfemo, pero Dios tuvo compasión de mí. Sal 15. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad. Lc 6,39-42. ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? Dale gracias a Dios por el don de la fe |
Sábado 12 | 1Tm 1,15-17. Vino al mundo para salvar a los pecadores. Sal 112. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. Lc 6, 43-49 ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor” y no hacéis lo que os digo? Revisa si estás das el fruto que Dios espera de ti. |
Domingo 13 | Is 50, 5-10 Ofrecí la espalda a los que me golpeaban. Sal 114, 1-9 Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida. Sant 2, 14-18 Si no tiene obras, la fe está muerta. Mc 8, 27-35 El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho. Reza por tu familia y por la parroquia |
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