II domingo de adviento
7 de diciembre de 2008 (ciclo B, año par)
Primera lectura
¡Preparad los caminos del Señor
Lectura del Profeta Isaías
Is 40, 1-5. 9-11
Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, Una voz grita: que los valles se levanten, Se revelará la gloria del Señor, Súbete a lo alto de un monte, Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza, Como un pastor apacienta el rebaño, Palabra de Dios |
Salmo responsorial
Sal 84, 9ab-10. 11-12. 13-14
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Voy a escuchas lo que dice el Señor: La misericordia y la fidelidad se encuentran, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R/ |
Segunda lectura
Nuevos cielos y nueva tierra esperamos
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro
3, 8-14
Queridos hermanos: No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperan y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos consumidos por el fuego y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con El, inmaculados e irreprochables.
Palabra del Señor |
Aleluya
Lc 3, 4-6
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
y todos verán la salvación del Señor
EVANGELIO
Allanad los senderos del Señor
+ Lectura del santo evangelio según San Marcos 1, 1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el Profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: —Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. Palabra del Señor. |
COMENTARIO
Preparadle el camino al Señor La Buena Noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios, comienza con esta llamada excelente de san Juan Bautista: ¡Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos! Cristo viene a salvar a la humanidad. Para ello exige nuestra colaboración y una actitud fundamental: la conversión, que es la vuelta sincera y total a Dios. Una gran tentación en la que puedes caer es pensar que ya estás convertido, que no necesitas la conversión, que ya eres bastante “bueno” y que, por tanto, no hay nada que cambiar en tu vida, o, por el contrario, pensar que tu vida no tiene remedio, que no vale la pena luchar porque no puedes cambiar tu vida. Esto significa dejar tu vida en las manos del Señor y orientarla según el Evangelio; aceptar ser guiado por Él y fiarte de su amor. Dios te invita a la conversión, diciéndote que abandones el mal camino y entres en Su camino, que es vivir conforme a su voluntad. Preparar el camino del Señor quiere decir convertirse, llevar una conducta digna desde lo profundo del corazón. Convertirse significa: volver a pensar, poner en discusión el propio y el común modo de vivir; dejar entrar a Dios en los criterios de la propia vida; no juzgar más simplemente según las opiniones corrientes. Convertirse significa, por lo tanto, no vivir como viven todos, no hacer como hacen todos, no sentirse justificados en acciones dudosas, ambiguas, malvadas por el hecho que otros hacen lo mismo; comenzar a ver la propia vida con los ojos de Dios; buscar, por lo tanto, el bien, aún cuando es incómodo; no hacerlo pensando en el juicio de la mayoría, de los hombres, sino en el juicio de Dios - con otras palabras: buscar un nuevo estilo de vida, una vida nueva. Todo esto no implica un moralismo, la reducción del cristianismo a la moralidad pierde de vista la esencia del mensaje de Cristo: el don de una nueva amistad, el don de la comunión con Jesús y, por lo tanto, con Dios. Quien se convierte a Cristo no entiende crearse una autarquía moral suya, no pretende reconstruir con sus propias fuerzas su propia bondad. "Conversión" significa justamente lo contrario: salir de la propia suficiencia, descubrir y aceptar la propia indigencia - indigencia de los otros y del Otro, de su perdón, de su amistad. La vida no convertida es autojustificación (yo no soy peor de los demás); la conversión es la humildad de confiarse al amor del Otro, amor que se vuelve medida y criterio de mi propia vida (cf. Joseph Ratzinger, La nueva evangelización). Convertirse significa que el Evangelio ha de transformar toda tu vida, que has de ser cristiano en todo, que no puede haber ningún rincón de tu vida cerrado a la Palabra de Dios. Convertirse significa que has de aceptar que Jesucristo es el único Maestro y el único Señor, el único modelo de vida para ti, y que tratas de hacer que tu corazón sea semejante al suyo. Convertirse significa que has de tomar en serio la vida cristiana. No confiarte en que estás bautizado o en que vas a Misa todos los domingos. ¡Es necesario, pero no es suficiente! Hay que vivir conforme a la Palabra de Dios, tratar de ser fieles a Jesucristo y a la Iglesia, y realizar obras de misericordia y caridad. Convertirse y preparar el camino al Señor significa que has de esforzarte, de luchar por ser cristiano, que, al igual que el atleta tiene que entrenarse, esforzarse y luchar para conquistar la medalla, tú también has de esforzarte mucho y trabajar en serio si quieres alcanzar la vida eterna. Convertirse significa que has de vivir en la paciencia y el amor, es decir: vivir la cruz de cada día con fortaleza y amor, apoyados en la Palabra de Dios que renueva nuestro mundo y transforma tu corazón si te dejas llenar de ella.
Compromiso semanal Revisa tu vida para tratar de descubrir cuáles son tus necesidades más urgentes en la conversión.
La Palabra del Señor, luz para cada día 1ªlectura: Isaías, 40, 1-5. 9-11. Preparadle un camino al Señor. El Señor da al pueblo un mensaje de consuelo y alegría: ha terminado el tiempo de la esclavitud. El profeta ve a Dios caminar delante de su pueblo, en marcha hacia la patria definitiva. El “consuelo” que Dios da es una ayuda eficaz para levantar nuestro ánimo y continuar, a pesar de las dificultades, la lucha contra el mal. Dios consuela cuando recuerda sus promesas y su fidelidad.
Salmo 84, 9-14. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Justicia y paz, misericordia y fidelidad se funden en la persona de Jesús: en Él “ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres”. Este salmo es una oración típica de la comunidad de los creyentes, que marcha hacia la salvación plena teniendo en cuenta los favores que ha recibido ya de Dios. Los cristianos conocemos la salvación obrada por Cristo, pero experimentamos también nuestra debilidad. Por ello, creemos en la salvación realizada, pero suspiramos por una salvación total y este deseo nos hace decir: ¡Danos, Señor, tu salvación! El Adviento es tiempo de gozo porque “la salvación está cerca de los fieles”.
2ª lectura: 2ª Pedro 3, 8-14. Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva. San Pedro exhorta a la vigilancia y a la santidad: La seguridad de la gloriosa venida de Cristo se convierte en un motivo poderoso para vigilar y obrar el bien. Además, el hombre se acerca a un mundo nuevo, comparable a una creación. Debe recibirla con una vida santa e intachable. Dios está por encima de las categorías humanas del tiempo. Lo importante para Dios es la realización de su obra salvadora. Una obra que se desarrolla en esta tierra y bajo este cielo, pero que se consumará “en los nuevos cielos y la nueva tierra”, en la vida eterna. Puedes leer Apocalipsis 21, 1-6.
Evangelio: Marcos 1, 1-8. Preparadle el camino al Señor. La vida humana es designada frecuentemente como camino. Dios invita al hombre a la conversión diciéndole que abandone el camino malo y entre en el buen camino, que es su ley. Camino del Señor es vivir conforme a su voluntad. Y preparar el camino al Señor, quiere decir convertirse, llevar una conducta digna, como la vida de Juan Bautista. Cristo señala el verdadero camino al Padre con su doctrina y su vida: él es camino; su doctrina y vida proclamada son el auténtico camino que han de seguir los hombres de todos los tiempos que quieran salvarse.
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CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 8 | Gn 3, 9-15.20 Establezco hostilidades entre ti y la mujer, Pídele a la Virgen lo que más necesites |
Martes 9 | Is 40, 1-11 Como un pastor apacienta el rebaño, su mano reúne. Reza por los alejados del |
Miércoles 10 | Is 40, 25-31 Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas. Descansa en el Señor lo que te agobia. |
Jueves 11 papa | Is 41,13-20. Yo, el Señor, tu redentor y el Santo de Israel. Pídele al Señor “oídos” para escuchar su Palabra |
Viernes 12 Señora de Guadalupe | Is 48, 17-19 Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar. Haz examen de conciencia. |
Sábado 13 virgen y mártir | Ecli 48, 1-4.9-11 Surgió Elías, un profeta como un fuego. Revisa si vives en actitud de conversión. |
Domingo 14 3º de | Is 61, 1-2.10-11 Desbordo de gozo con el Señor. Reza por tu familia y por la parroquia |
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