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27 febrero 2014

Papa Francisco, exalta en la Carta a las Familias el poder de Jesús para unir entre sí las generaciones.

Francisco exalta en la Carta a las Familias el poder de Jesús para unir entre sí las generaciones
ReL 25 de febrero de 2014

La Santa Sede ha difundido este martes la prometida Carta a las Familias, que lleva fecha del 2 de febrero, festividad de la Presentación del Señor.En ella, Francisco desgrana el intenso programa en torno a la familia que prepara la Iglesia para los próximos meses: la asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos en octubre, la asamblea ordinaria al año siguiente, y en septiembre de 2015 el Encuentro mundial de las Familias en Filadelfia (Estados Unidos).El Papa pide oraciones a las familias para el buen fin de todo este programa porque son ellas las interesadas: "[Está dedicado] de modo especial a ustedes, a su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia".

Asimismo, comentando el pasaje evangélico de la Presentación de Nuestro Señor en el Templo y el encuentro entre los ancianos Simeón y Ana y los jóvenes José y María, Francisco realza el poder unificador de Jesús: "¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús".

En la presentación del documento, el presidente del Consejo Pontificio para la Familia, Vincenzo Paglia, recordó que "la irradiación del primer cristianismo tuvo lugar por medio de la red de las familias. Esto es una gran enseñanza para este nuestro tiempo, que exige unnuevo periodo misionero de la predicación evangélica".
"El Papa", insistió monseñor Paglia, "pìde a las familias cristianas que sientan la responsabilidad de su misió en nuestro tiempo, tan confuso e inquieto. Pide su ayuda". Además, "si no fuese por las familias, la palabra de Jesús (la palabra de la Iglesia, la palabra del Papa) sobre el amor esponsal que es capaz de abrirse al ágape de Dios para todos parecería abstracta, irreal, ineficaz".

Texto íntegro de la Carta de Francisco a las Familias
Queridas familias:

Me presento a la puerta de su casa para hablarles de un acontecimiento que, como ya saben, tendrá lugar el próximo mes de octubre en el Vaticano. Se trata de la Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, convocada para tratar el tema Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización. Pues la Iglesia hoy está llamada a anunciar el Evangelio afrontando también las nuevas emergencias pastorales relacionadas con la familia.

Este señalado encuentro es importante para todo el Pueblo de Dios, Obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos de las Iglesias particulares del mundo entero, que participan activamente en su preparación con propuestas concretas y con la ayuda indispensable de la oración. El apoyo de la oración es necesario e importante especialmente de parte de ustedes, queridas familias. Esta Asamblea sinodal está dedicada de modo especial a ustedes, a su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia. Por tanto, les pido que invoquen con insistencia al Espíritu Santo, para que ilumine a los Padres sinodales y los guíe en su grave responsabilidad. Como saben, a esta Asamblea sinodal extraordinaria seguirá un año después la Asamblea ordinaria, que tratará el mismo tema de la familia. Y, en ese contexto, en septiembre de 2015, tendrá lugar el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Así pues, oremos todos juntos para que, mediante estas iniciativas, la Iglesia realice un auténtico camino de discernimiento y adopte los medios pastorales adecuados para ayudar a las familias a afrontar los retos actuales con la luz y la fuerza que vienen del Evangelio.

Les escribo esta carta el día en que se celebra la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. En el Evangelio de Lucas vemos que la Virgen y San José, según la Ley de Moisés, llevaron al Niño al templo para ofrecérselo al Señor, y dos ancianos, Simeón y Ana, impulsados por el Espíritu Santo, fueron a su encuentro y reconocieron en Jesús al Mesías (cf. Lc 2,22-38). Simeón lo tomó en brazos y dio gracias a Dios porque finalmente había "visto" la salvación; Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino; nos da el Pan de vida, que nos sostiene en las fatigas de cada día.

Queridas familias, su oración por el Sínodo de los Obispos será un precioso tesoro que enriquecerá a la Iglesia. Se lo agradezco, y les pido que recen también por mí, para que pueda servir al Pueblo de Dios en la verdad y en la caridad. Que la protección de la Bienaventurada Virgen María y de San José les acompañe siempre y les ayude a caminar unidos en el amor y en el servicio mutuo. Invoco de corazón sobre cada familia la bendición del Señor.

Vaticano, 2 de febrero de 2014
Fiesta de la Presentación del Señor

13 febrero 2014

Mesaje de Cuaresma 2014.

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2014
Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)

Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el
camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san
Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo
pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a
los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén
que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo?
¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido
evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la
riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por
vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre;
descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”,
para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la
encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia,
generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a
las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace
semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros.
Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró
con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo
verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el
pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).
La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san
Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de
una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la
lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la
salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con
aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas
del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia,
conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros,
pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para
consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga
que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza.
Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3,
8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).
¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su
modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese
hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss).
Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo
que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y
nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es
la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es
encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su
gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar
ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo,
su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando
Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica
pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a
convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).
Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir
también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de
Cristo.
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros,
que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados.
No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el
mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la
Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a
través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y
comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.
A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los
hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de
aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin
solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la
miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos
pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana:
privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la
comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de
crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para
responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad.
En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres
amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo
de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los
abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero
se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las
riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la
igualdad, a la sobriedad y al compartir.
No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del
vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a
menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía!
¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el
futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria
por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que
da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la
salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria
espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si
consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque
pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de
fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el
cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal
cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y
que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar
con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría
de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar
los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío.
Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el
pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con
valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia
dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y
espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre
misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida
en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La
Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué
podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos
que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial.
Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.
Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a
muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros
propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana,
para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi
oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el
camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os
guarde.
Vaticano, 26 de diciembre de 2013
Fiesta de San Esteban, diácono y protomártir

FRANCISCO

09 febrero 2014

Web para apoyar al Vaticano contra los ataques de la ONU

Web para apoyar al Vaticano contra los ataques de la ONU

Los intentos por echar al Vaticano de la ONU no son nuevos: a finales de los años 90 e inicios del 2000 diferentes asociaciones pro aborto y anti familia, a las que se sumaron grupos ecologistas, de izquierda y comunistas, realizaron campañas para obligar a que la Organización de las Naciones Unidas expulsara al país más pequeño del mundo como miembro observador y permanente. No lo lograron, pero los intentos vuelven con regularidad.

Desde mediados de enero de 2014 han regresado las presiones pero para mostrar que el apoyo civil es mayoritario al de ciertos lobbys la Catholic Family and Human Rights Institute (C-FAM) ha lanzado una web, Defend the Holy See [Defiende la Santa Sede] para que cualquier persona pueda apoyar la causa de la Santa Sede en la ONU.

«La Santa Sede es la conciencia de la ONU. Es la única delegación que no tiene consideraciones políticas en el modo en el que negocia. Lo hace estrictamente a partir de primeros principios. La Santa Sede no puede ser presionada por organismos como el Fondo de Población de la ONU, que a menudo amenazan a los delegados con despidos por no ser lo suficientemente proabortistas y que, además, amenazan a los países con la pérdida de subvenciones», nos dice Austin Ruse, presidente del C-FAM.

Y añade: «La Santa Sede no puede ser presionada por países donantes europeos que amenazan a las naciones pobres con la eliminación de subvenciones por no ser proabortistas o pro género o pro gay. Esto significa que la Santa Sede es defensora permanente de la vida, de la fe y de la familia en la ONU. Los gobiernos esperan que ella lidere en estos asuntos. De hecho, si por alguna razón la Santa Sede guarda silencio sobre algún tema, es posible que otros gobiernos no hablen. Ese es el motivo por el que agrupaciones perversas quieren echar a la Santa Sede de la Asamblea General o intimidarla para que guarde silencio. Callar es tan bueno como irse».

Por medio de la web Defend the Holy See (disponible en varios idiomas, a saber: inglés, francés, alemán, portugués y español) es posible firmar el texto de adhesión y apoyo, tanto como individuos como a nombre de organizaciones. Las firmas serán entregadas en Nueva York, Ginebra y Roma durante el transcurso de este año. «De vez en cuando se vuelve necesario que la gente común demuestre su apoyo por la Santa Sede en la ONU. Ese momento ha llegado nuevamente», puntualiza Austin Ruse.

Francisco a la JMJ: las Bienaventuranzas llevan una novedad revolucionaria

Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Juventud 2014 que se celebra en las diócesis
Por Rocío Lancho García
CIUDAD DEL VATICANO, 06 de febrero de 2014 (Zenit.org) - En preparación a la próxima JMJ de Cracovia 2016, el Santo Padre propuso reflexionar en los próximos tres años sobre las Bienaventuranzas. Este año, Francisco invita a los jóvenes del mundo a reflexionar sobre "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". Hoy se ha publicado el mensaje del Santo Padre para la XXIX Jornada Mundial de la Juventud que se celebra el 13 de abril, domingo de Ramos.
Francisco recuerda al inicio del Mensaje que Jesús proclamó las Bienaventuranzas en su primera gran predicación y lo hizo desde un monte. En la Biblia, indica, "el monte es el lugar donde Dios se revela, y Jesús, predicando desde el monte, se presenta como maestro divino, como un nuevo Moisés". Y Jesús, "enseña el camino de la vida, el camino que Él mismo recorre, es más, que Él mismo es, y lo propone como camino para la verdadera felicidad". En toda su vida, indica el Papa, Jesús encarnó las Bienaventuranzas. Mencionando los desafíos a los que nos enfrentamos cada día, el Papa señala que si abrimos la puerta a Jesús, "experimentaremos una paz y una alegría que sólo Dios, amor infinito, puede dar".
Asimismo, el Papa reconoce que las Bienaventuranzas de Jesús "son portadoras de una novedad revolucionaria, de un modelo de felicidad opuesto al que habitualmente nos comunican los medios de comunicación, la opinión dominante". Porque en la lógica del mundo, los que Jesús considera bienaventurados, son considerados "perdedores y débiles".
Francisco recuerda que "bienaventurados" significa "felices" y por eso pregunta a los jóvenes: "¿Buscáis de verdad la felicidad?" De este modo, observa que en esta época en que tantas apariencias de felicidad nos atraen, "corremos el riesgo de contentarnos con poco" y por ello el Pontífice exhorta a los jóvenes "¡Aspirad, en cambio, a cosas grandes! ¡Ensanchad vuestros corazones!". Del mismo modo, afirma que "es muy triste ver a una juventud 'harta', pero débil".
Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, - indica el Papa - se alimentan de su Palabra y no se "atiborran" de otras cosas. Y les invita a "ir contracorriente", a "ser capaces de buscar la verdadera felicidad", "decir no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no os considera capaces de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida".
A continuación, Francisco se detiene en la bienaventuranza que es tema para la Jornada Mundial de la Juventud de este año. Y se pregunta "¿en qué sentido podemos hablar de la pobreza como una bendición?". El Papa recuerda que el Hijo de Dios se hizo hombre, eligió un camino de pobreza, de humillación. Aquí "vemos la elección de la pobreza por parte de Dios: siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza".
Para saber cómo hacer de la pobreza de espíritu un estilo de vida, Francisco da tres puntos.
En primer lugar, "intentad ser libres en relación con las cosas", "no dejarnos llevar por la cultura del consumo", "buscar la esencial" y "poner a Jesús en primer lugar". Además, indica que "para superar la crisis económica hay que estar dispuestos a cambiar de estilo de vida, a evitar tanto derroche".
En segundo lugar, "necesitamos la conversión en relación a los pobres". Francisco invita a "preocuparnos de ellos, ser sensibles a sus necesidades espirituales y materiales". Y a los jóvenes encomienda en modo particular "la tarea de volver a poner en el centro de la cultura humana la solidaridad". Y propone "acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles. Los pobres son para nosotros una ocasión concreta de encontrar al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre".
Finalmente, el tercer punto al que el Papa hace referencia es que también los pobres "tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos. ¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres!" Y así, el Papa menciona a un santo del siglo XVIII, Benito José Labre, "que dormía en las calles de Roma y vivía de las limosnas de la gente, se convirtió en consejero espiritual de muchas personas, entre las que figuraban nobles y prelados". Los pobres nos enseñan - observa el Santo Padre - "que una persona no es valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco".
Por otro lado, el Papa indica que hay un profundo vínculo entre pobreza y evangelización, entre el tema de la pasada Jornada Mundial de la Juventud "Id y haced discípulos a todos los pueblos" y el de este año "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". Por lo que afirma que "el Señor quiere una Iglesia pobre que evangelice a los pobres" y que "la pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda". Al respecto confiesa que "las alegrías más hermosas y espontáneas que he visto en el transcurso de mi vida son las de personas pobres, que tienen poco a que aferrarse".
Francisco afirma que "los santos son los que más nos pueden ayudar a entender el significado profundo de las Bienaventuranzas" y que la canonización de Juan Pablo II es, en ese sentido, "un acontecimiento que llena nuestro corazón de alegría. Él será el gran patrono de las JMJ, de las que fue iniciador y promotor. En la comunión de los santos seguirá siendo para todos vosotros un padre y un amigo".

02 febrero 2014

A prueba de Fuego - Pelicula Completa

 La película PRUEBA DE FUEGO (Fireproof) te llevará por la vida de un joven que, a pesar de ser un héroe en su trabajo, echa a perder su matrimonio.

 
A prueba de Fuego - Pelicula Completa from luis flores on Vimeo.