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26 abril 2011

KIKO ARGÜELLO EVANGELIZA CON UNA OBRA SINFÓNICA

Un moderno Atrio de los Gentiles en Tierra Santa
JERUSALÉN, domingo, 24 abril 2011 (ZENIT.org).- Evangelizar a través de la música es la nueva forma de predicación que ha tomado forma en el Camino Neocatecumenal gracias a la composición de una obra sinfónica cuyo autor es el iniciador de este itinerario de redescubrimiento del bautismo, el español Kiko Argüello.

La Domus Galilaeae, una casa de oración y convivencias situado en el Monte de las Bienaventuranzas y dirigida por el Camino Neocatecumenal, ha sido el escenario de dos celebraciones en las que la orquesta ha interpretado la sinfonía. Esta celebración litúrgica está compuesta por una monición ambiental y la proclamación de la lectura de Ezequiel de la espada que atravesará el alma de la Virgen María, la homilía, preces y el Padrenuestro.

La primera de las celebraciones estuvo dirigida a cerca de 700 árabes cristianos de Jerusalén Tel Aviv, Haifa y toda la Galilea y fue presidida por Elías Shakkour, Arzobispo Greco Católico de Galilea. En ella participó también monseñor Giacinto Marcuzzo, obispo auxiliar del patriarcado latino de Jerusalén para Israel. Todos ellos presenciaron la obra sinfónica en un ambiente de oración en el que escucharon la explicación que Argüello realizó sobre el motivo de la obra. Para ello, contó a los presentes su experiencia en relación al sufrimiento de los inocentes y la importancia que este hecho tuvo en los orígenes del Camino Neocatecumenal.

La segunda celebración sinfónico-catequética que tuvo lugar en la Domus Galilaeae fue efectuada ante más de 800 hebreos de la zona y otras personas llegadas de todo Israel El evento contó con algunos rabinos, entre ellos el rabino Leskovie. Esta celebración histórica tuvo lugar en la tarde del Jueves Santo y llevó a término lo que Benedicto XVI señala en la reciente exhortación Verbum Domini"Deseo reiterar una vez más lo importante que es para la Iglesia el diálogo con los judíos. Conviene que donde haya oportunidad, se creen posibilidades, incluso públicas, de encuentro y de debate que favorezcan el conocimiento mutuo, la estima recíproca y la colaboración, aun en el ámbito del estudio de las Sagradas Escrituras".

Desde que la Domus Galilaeae iniciara su andadura, ha sido constante la visita de judíos de la zona y de toda Galilea que son atraídos por la belleza estética de la casa y quedan impactados por la acogida de los hermanos de la casa cuyo único interés es el de acogerlos, como "nuestros hermanos mayores", en palabras de Juan Pablo II. La Domus Galilaeae provoca además la desaparición de los prejuicios que muchos de ellos tienen por una visión distorsionada hacia la Iglesia. Los judíos son guiados durante su visita por seminaristas que, por amor a ellos, han aprendido hebreo durante un año en la Universidad de Jerusalén. Les ofrecen su experiencia de fe y quedan tan impactados que vuelven a la casa y traen a ella otras personas. Sólo en 2010 la visitaron 120 mil hebreos de todo Israel, cumpliéndose de esta forma el deseo expresado en diversas ocasiones por Juan Pablo II.

La idea de componer una sinfonía como medio de evangelización surgió tras la realización del disco en español "Paloma Incorrupta", dedicado a la Virgen María, a petición del Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid el próximo agosto.

Argüello reunió entonces a 170 músicos profesionales de toda España pertenecientes a esta realidad eclesial para comenzar a trabajar y dar forma a la composición musical en el marco de varias convivencias (España, Italia, Israel) en un clima de penitencia, oración y celebración de la eucaristía. De todo este trabajo surgió una sinfonía al "sufrimiento de los inocentes" o al sufrimiento de la Virgen María. "Hombres tirados en la calle, muertos de frío. Niños abandonados y recogidos en orfelinatos de horror, donde son violentados y abusados. Aquella mujer que conocí en aquel barrio, con Parkinson, abandonada por su marido a quien su hijo enfermo mental golpeaba con un bastón y pedía limosna. Me quedé sobrecogido ante Jesús muerto en la cruz presente en ella y en tantos otros y otros", explica Kiko Argüello sobre la inspiración de la obra. "Qué misterio el sufrimiento de tantos inocentes que cargan con el pecado de otros: incesto, violencias inauditas, aquella fila de mujeres y niños hacia la cámara de gas y el dolor profundo de uno de los guardianes que dentro de su corazón sentía una voz: `entra en la fila y ve con ellos a la muerte´ y no sabía de donde le venía", explica. "Dicen que después del horror de Auschwitz ya no se puede creer en Dios, pero no es verdad, porque Dios se ha hecho hombre para cargar Él con el sufrimiento de tantos inocentes. Él es el inocente total, el Cordero llevado al matadero sin abrir la boca, el que carga con los pecados de todos", destaca Argüello.

Esta pequeña obra traslada al espectador hasta el momento en el que la Virgen observa como su Hijo es crucificado. "Vemos a la Virgen María sometida al escándalo del sufrimiento de los inocentes en su carne y en la de su Hijo. ¡Ay, que dolor!, canta una voz mientras una espada atraviesa su alma", indica Kiko Argüello. Así, se cumple lo que dice el profeta Ezequiel sobe la espada que Dios ha preparado por los pecados de su pueblo y que atraviesa el alma de la Virgen.

Un moderno Atrio de los Gentiles

La obra sinfónica fue estrenada ante cerca de mil catequistas itinerantes del Camino Neocatecumenal en todo el mundo en una convivencia y después una pequeña parte a Benedicto XVI el pasado enero en el Aula Pablo VI. En la audiencia concedida a los miembros del Camino Neocatecumenal, en la que estuvieron presentes sus responsables a nivel internacional, Kiko Argüello, Carmen Hernández y el sacerdote Mario Pezzi, el Pontífice afirmó que esta realidad eclesial "es un don del cielo para toda la Iglesia".
Desde entonces, ha realizado la celebración sinfónico-catequética en distintos países del mundo. Ya se han desplazado hasta Italia, Israel y Francia y pronto lo harán también a España y Alemania.

Con la convicción de que la música llega allí donde la palabra muchas veces no lo hace, Argüello consigue que la composición musical toque el corazón de los alejados de la Iglesia y les conmueva profundamente. Son ya varias las personas que tras escuchar la obra sinfónica se han acercado de nuevo a ella y han reflexionado acerca de sus creencias, convirtiéndose en un atrio de los gentiles a semejanza del que ha puesto en marcha la Santa Sede a través del Pontificio Consejo para la Cultura y el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.

Los jóvenes músicos interpretan esta composición dividida en distintos movimientos: Gemido, Lamento, Espada y Perdónales. En estos días, Argüello ha compuesto nuevas partes de la obra que corresponden al momento en el que Jesús se encuentra en el Monte de los Olivos o Getsemaní y es prendido por los romanos por la traición de Judas. La parte final de la obra reflejará la resurrección de Cristo.

Por Álvaro de Juana

24 abril 2011

¡Verdaderamente ha resucitado!. Dios está aquí.

La nueva evangelización. Kiko Argüello y el sueño cumplido

JACOB BELLIDO RECODER
Sat, 02 Apr 2011 07:02:00

CAMINEO.INFO.- Desde hace más de cuarenta años, cuando el Camino Neocatecumenal era una incipiente, desconocida y minoritaria realidad eclesial, Kiko Argüello y Carmen Hernández comenzaron a hablar de secularización, crisis de fe, y nueva evangelización. Eran finales de los años 60, cuando el Concilio, recién terminado, comenzaba su proceso de asimilación en la vida eclesial.

En aquellos años donde el catolicismo era la ‘religión del Estado’, y en España todo el mundo iba a Misa, hablar de la desacralización y descristianización era poco menos que un despropósito. La predicación de Kiko y Carmen fue rechazada en algunos casos y por diversos motivos: los consideraban unos visionarios apocalípticos y catastrofistas.

Si alguno lee o escucha lo que en aquellas épocas ya lejanas decían en sus catequesis uno no puede más que constatar que en sus palabras no había nada banal. Más bien al contrario. Estaban como previendo lo que décadas después iba a asolar a toda Europa: el aborrecimiento de la fe.

Ya alertaban entonces de la necesidad de un nuevo modelo parroquial, basado en la experiencia comunitaria, que fue después defendido y promovido por el Papado. Detectaron que el modelo de pastoral, exclusivamente sacramental, estaba obsoleto y no conseguiría frenar la venidera secularización, y ya entonces buscaban implantar una nueva pastoral para los alejados: la pastoral evangelizadora.

Así lo confirmaba Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Post-sinodal ‘Iglesia en América’ en 1999 cuando indicaba: ‘la parroquia tiene que seguir siendo primariamente comunidad eucarística y lugar de la iniciación cristiana, de la educación y la celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas y servicios. La parroquia como comunidad de comunidades y movimientos. Una institución parroquial así renovada es una gran esperanza’.

Muchos los consideraron en su momento jóvenes excéntricos, reaccionarios, anticlericales, soberbios en sus proclamas, pero el tiempo les está dando la razón. Nadie, en el peor de los casos, se hubiera imaginado la crisis de fe que azota al viejo continente; el descalabro de las órdenes religiosas, al borde muchas de la extinción; los seminarios diocesanos, antaño rebosantes de vocaciones, y hoy muchos de ellos vacíos; numerosas parroquias, centros de una vida laical activa, actualmente envejecidas, sin relevo generacional, algunas incluso con amenaza de cierre, por falta de files y clero que las atiendan. Y el futuro no es más alentador…

Juan Pablo II supo intuir también lo que se avecinaba, y coincidiendo con los iniciadores del Camino se atrevió a hablar, al inicio de su Pontificado, del gran reto de la Iglesia del Tercer Milenio. El 9 de junio de 1979 habló por primera vez de una ‘nueva evangelización’. Fue en Nowa Huta, un barrio industrial de Cracovia, en Polonia, que se había hecho famoso en el período de lucha de la Iglesia contra el comunismo. Poco después volvió a proponer una Nueva Evangelización en el año 1983 en Haití, con ocasión del encuentro con los obispos de CELAM para: ‘Dar a la acción pastoral un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización, en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y en el poder de Pentecostés’ (EN 2). Pero ¿Cómo se desarrolla exactamente esta ‘nueva evangelización’? ¿Con que métodos? ¿Quiénes son los evangelizadores de hoy? ¿Qué función tienen…?

‘Ya en su nacimiento este concepto indica cómo la actividad de los bautizados en el mundo va ligada a un fuerte testimonio de la obra de salvación de Cristo’ decía el Cardenal Monseñor Paul J. Cordes, Presidente del Pontificio Consejor Cor Unum en su libro ‘Signos de esperanza’ acerca de las nuevas realidades eclesiales. Pero… ‘¿Dónde están los misioneros?’ se preguntaba…

Para ayudar a la Iglesia en esta ardua tarea Kiko Argüello propuso en su intervención en el Sínodo de Obispos para Europa de 1999 la creación de un dicasterio vaticano para tratar y promover la Nueva Evangelización: ‘Ante el peligro de la apostasía de Europa, ante la catástrofe del pecado contra la luz… quisiéramos hacer una propuesta concreta, teniendo presente el Gran Jubileo del 2000: que se constituya una pontificia comisión para la realización de la nueva evangelización, según el espíritu del Concilio Vaticano II, a fin de promover el anuncio del Kerygma y la iniciación cristiana de adultos. Esta comisión, en nombre de Pedro, podría implicar a toda la Iglesia —diócesis, religiosos, religiosas, movimientos, nuevas realidades eclesiales, etc.- en la preparación de los misioneros del Jubileo que, enviados por Pedro a las diócesis ayuden a los párrocos a hacer en las parroquias el anuncio del Kerygma, que llama a la conversión y a instaurar caminos de iniciación cristiana, donde se redescubren las riquezas del Bautismo.’

Poco más de una década después, el Vaticano ha cumplido su deseo, con la creación del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Así lo declaraba el propio Benedicto XVI el 28 de junio de 2010, en la Basílica de San Pablo Extramuros, durante las vísperas de los santos Pedro y Pablo: ‘he decidido crear un nuevo organismo, en la forma de 'Consejo Pontificio', con la tarea principal de promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una especie de 'eclipse del sentido de Dios', que constituyen un desafío a encontrar los medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo’.

Ahora solo falta aplicar el modelo previsto por los Pontífices, del que también hablaba el Cardenal español, antiguo Primado de España y actual Prefecto de la Congregación para el Culto y Disciplina de los Sacramentos, Monseñor Antonio Cañizares, en una entrevista de Zenit realizada en julio de 2007 en Querétaro (México): ‘San Benito se encontró con una sociedad totalmente destruida. Y la rehizo mediante las comunidades donde -por encima de todo- se busca a Dios’.

23 abril 2011

Predicador del Papa en Viernes Santo: La perla escondida en el sufrimiento


Homilía del padre Raniero Cantalamessa en la celebración de la Pasión

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 22 abril 2011 (ZENIT.org).- El sufrimiento no puede ser algo absurdo si Cristo, que es Dios, decidió experimentarlo, aseguró este Viernes Santo el predicador del papa durante la celebración de la Pasión del Señor.
"En el fondo del cáliz debe haber una perla", y esta perla es la resurrección, afirmó el padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., durante la homilía que pronunció ante Benedicto XVI y los fieles que llenaban la Basílica de San Pedro .
"Hay una verdad que proclamar fuertemente el Viernes Santo. Aquel a quien contemplamos en la cruz es Dios 'en persona'", afirmó el predicador
"Hasta que no se reconozca y no se tome en serio el dogma de fe fundamental de los cristianos --el primero definido dogmáticamente en el Concilio de Nicea-- que Jesucristo es el Hijo de Dios, es Dios mismo, de la misma sustancia que el Padre, el dolor humano quedará sin respuesta", reconoció el fraile capuchino.
"No se puede decir que 'la pregunta de Job todavía permanece sin respuesta', o que tampoco la fe cristiana tiene una respuesta que dar al dolor humano, si de entrada se rechaza la respuesta que ésta dice tener", añadió.
"¿Cómo se hace para demostrar a alguien que una cierta bebida no contiene veneno?", se preguntó el padre Cantalamessa. "¡Se bebe de ella antes que él, delante de él! Así ha hecho Dios con los hombres. Él bebió el cáliz amargo de la pasión. No puede estar por tanto envenenado el dolor humano, no puede ser sólo negatividad, pérdida, absurdo, si Dios mismo ha decidido saborearlo".
Por eso, "en el fondo del cáliz debe haber una perla", añadió. "El nombre de la perla lo conocemos: ¡resurrección!".
En medio del recogimiento propio del Viernes Santo, el predicador explicó que la cruz "no es el 'no' de Dios al mundo, sino su 'sí' de amor". Por la cruz, el mal ha sido "eliminado, vencido".
"La respuesta de la cruz no es sólo para nosotros los cristianos, es para todos, porque el Hijo de Dios murió por todos", precisó.
Y puso el ejemplo de los mártires, quienes "bebieron el cáliz" después de Jesús. "No podemos pasar en silencio su testimonio", dijo, citando entre los "testigos modernos de la fe" a los monjes de Tibhirine, asesinados en 1996, y más recientemente el ministro paquistaní Shahbaz Bhatti "asesinado por su fe el mes pasado", quien quería vivir y morir por Cristo, como el mártir Ignacio de Antioquía.

Por Gisèle Plantec

17 abril 2011

Evangelio del domingo: Jerusalén, final de trayecto


Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm

OVIEDO, viernes, 15 de abril de 2011 (ZENIT.org) - Publicamos el comentario al Evangelio del Domingo de Ramos (Mateo 26, 14-27,66), 17 de abril, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm arzobispo de Oviedo.


* * *
Final del trayecto. La entrada de Cristo en Jerusalén coincide con la entrada de los cristianos en la Semana Santa. La vida pública de Jesús comenzaba en el Jordán. Allí el Padre "presentó" a su Hijo a los hombres como el bienamado predilecto. Al final del camino de esa larga subida a Jerusalén, otra vez esos tres protagonistas se reúnen: el Padre bienamante, el Hijo bienamado y la humanidad tan favorecida y tan desagradecida a la vez.
Quedan atrás tantos recodos del camino en los que Jesús pasó haciendo el bien. Sus encuentros con la gente, su peculiar modo de abrazar el problema humano, unas veces brindando sus gozos como en Caná, otras llorando sus sufrimientos como en Betania; en ocasiones curando todo tipo de dolencias, o iluminando todo tipo de oscuri­dad o saciando todo tipo de hambres, y en otras airado contra los comerciantes en el templo y contra los fariseos en todas partes. Jesús que bendice, que enseña, que reza, que cura, que libera. Ahora es el momento último y final de este drama humano y divino. A él nos aso­mamos en el domingo de Ramos con el relato de la Pasión que escucharemos en el Evangelio.
El Padre pronunciará por última vez su última Palabra, la de su Hijo, y con ella nos lo dirá y nos lo dará todo. El Hijo volverá a repetir que lo esencial es el amor con esa medida sin-medida que Él nos ha manifestado en su historia, el amor que ama hasta el final y más allá de la muerte. Y el pueblo es como es. Ahí estamos nosotros. Unas veces gritando "hosanas" al Señor, y otras crucifi­cándole de mil maneras, como hizo la muchedumbre hace dos mil años; unas ve­ces cortaremos hasta la oreja del que ose tocar a nuestro Señor, y otras le ignoraremos hasta el perjuro en la fuga más cobarde junto a una fogata cualquiera, como hizo Pedro; unas ve­ces le traicionaremos con un beso envenenado como hizo Judas, o con un aséptica tole­rancia que necesita lavar la imborrable culpabilidad de sus manos cómplices como hizo Pilato; unas veces seremos fieles tristemente, haciéndonos solidarios de una causa perdida, como María Magdalena, otras lo seremos con la serenidad de una fe que cree y espera una palabra más allá de la muerte, como María la Madre.
Con la Iglesia, con todos los cristia­nos, nos disponemos a re-vivir y a no-olvidar, el memorial del amor con el que Jesús nos abrazó hasta hacernos nuevos, devolviéndonos la posibilidad de ser humanos y feli­ces, de ser hijos de Dios y hermanos de los prójimos que Él nos da. Esta es la Semana Santa cristiana, tan distinta y tan distante de la semana santa del turismo y del relax, pero en la hay algo que sabe siempre a nuevo para quien se atreve a acoger en estos días la verdadera y eterna novedad de Jesucristo muerto y resucitado.

05 abril 2011

Bienaventurados los limpios de corazón.

Por el padre S.J. Adolfo Chercoles.

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02 abril 2011

Evangelio del domingo 3 de abril. Cuando el corazón se queda ciego.

Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 1 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, cuarto de Cuaresma (Juan 9,1-41), 3 de abril, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo.
* * *
Lectura del santo evangelio según san Juan       9, 1. 6‑9. 13‑17. 34‑38

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:     ‑ «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: ‑ «¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: ‑ «El mismo. » Otros decían: ‑ «No es él, pero se le parece.» El respondía: ‑ «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que habla sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: ‑ «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: ‑ «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: ‑ «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: - «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: ‑ «Que es un profeta.»
Le replicaron: ‑ «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
‑ «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Él contestó: ‑ «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: ‑ «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.» Él dijo:
‑ «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
* * *
Decimos en el dicho popular que los ojos son las ventanas del corazón. Y el autor de El Principito (Antoine de Saint Exupery), dirá aquello célebre: que lo importante sólo se ve con el corazón. No siempre vemos bien las cosas, ni las gentes, ni la misma vida, porque no siempre amamos. Hay una especie de "miopía" del corazón. En el camino hacia la Luz pascual, la Iglesia hoy nos invita con la Palabra de Dios a comprobar la vista de nuestro corazón y el amor de nuestra mirada. Son tres los protagonistas que llenan este escenario evangélico: Jesús, el ciego de na­cimiento y los fariseos.
En primer lugar está el ciego de nacimiento que es visto por Jesús, un invidente que es alcanzado por la mirada de Jesús. No es una ceguera culpable la suya, ni tam­poco maldita, cuando su destino último será nacer a la luz. El encuentro con Jesús, sencillamente anticipa ese nacimiento luminoso. A pesar de su tara física, menos mal que su madre no lo abortó y tampoco lo "eutanasiaron" después. Para él fue posible con antelación el encuentro con Aquel después del cual ni la oscuridad, ni la ceguera, ni el mal, ni el pecado... tiene ya la última palabra.
Los fariseos tenían otra ceguera, mucho más compleja y difícil de salvar porque estaba ideologizada, tenía intereses creados, tantos que hasta les impedía reco­nocer lo evidente: que un ciego de verdad, de verdad llegó a ver. Y tendrán que en­contrar alguna razón para seguir justificándose en su posición. Ellos determinarán que Jesús no puede venir de Dios cuando hace cosas "aparentemente" prohibidas por Dios por ser en sábado -son las apariencias del mirar humano-. Se afanan en un capcioso interrogatorio: preguntan al ciego, a sus padres, al ciego de nuevo... pero no quieren oír cuando lo que escuchan no coincide con sus previsiones.
Hemos de situarnos dentro de este Evangelio: con nuestras cegueras y oscuridades ante Jesús Luz del mundo. La gran diferencia entre el ciego y los fariseos estaba en que el primero reconocía su ceguera sin más, y por eso acogió la Luz, mientras que los segundos decían que veían y por eso permanecían en su oscuridad, en su pecado. No les bastaba a ellos con estar en la si­nagoga, como no nos basta a nosotros con estar en la Iglesia, si nuestro estar no está iluminado y no es luminoso, si no caminamos como hijos de la luz buscando lo que agrada al Señor. Los fariseos sabían mu­chas cosas de Dios, pero no sabían a lo que sabe Dios; ellos pensaban que veían las co­sas en su justa medida -la suya-, pero ésta no coincidía con la de los ojos de Dios. Este es nuestro reto.
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