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28 enero 2007

Lecturas del Domingo 28 de Enero

DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO

28 de enero de 2007 (ciclo C, año impar)


Primera lectura
Te nombré profeta de los gentiles

Lectura del libro de Jeremías 1, 4-5. 17-19

En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor:
«Antes de formarte en el vientre, te escogí;
antes de que salieras del seno materno, te consagré:
te nombré profeta de los gentiles.

Tú cíñete los lomos,
ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo,
que si no, yo te meteré miedo de ellos.

Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte,
en columna de hierro, en muralla de bronce,
frente a todo el país:
frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y la gente del campo.

Lucharán contra ti, pero no te podrán,
porque yo estoy contigo para librarte.»
Oráculo del Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17 (R/.: cf. l5ab)

R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mi tu oído, y sálvame.
R/.

Sé tu mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú,
Dios mío, líbrame de la mano perversa.
R/.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.
R/.

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.
R/.

Segunda lectura
Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31—13, 13

Hermanos:

Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.

Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.

En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.
Palabra de Dios.

Aleluya
Lc 4, 18

El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO
Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Y decían:

—«¿No es éste el hijo de José?»

Y Jesús les dijo:

—«Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.»

Y añadió:

— «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elias, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Nadie es profeta en su tierra

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos plantea cómo Dios habla al hombre a lo largo de la historia de la salvación. Con su hablar, Dios nos enseña el camino de la vida, de la felicidad, y va iluminando nuestra vida mientras caminamos por este mundo hacia la meta de la vida eterna.


Para ello, Dios suscitó profetas que en el Antiguo Testamento hablaron y guiaron al pueblo de Israel y le fueron preparando para la llegada de Jesucristo. Hablan en nombre de Dios y deben ser escuchados y obedecidos. Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios se hace hombre en Jesucristo, y Él mismo nos enseña y nos muestra el camino de la vida. Jesucristo es la Palabra que se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros. Por eso, Jesucristo desconcierta a los que le escuchan y suscita admiración: porque Jesucristo habla con autoridad.


La visita de Jesús a Nazaret –que vemos en el Evangelio– formula unos interrogantes sobre la persona de Cristo. No comprenden los de Nazaret la realidad mesiánica de Jesús ya que se quedan en la simple apariencia externa. Sus paisanos conservaban la imagen vieja del carpintero, y no comprendían sus palabras, ni la sabiduría que salía de su boca. Y desconfiaron de Él. Veían a Jesús como uno de ellos. Y la no aceptación de Jesús como Mesías impide que se realicen entre ellos los signos salvadores: los milagros presuponen la fe.


La fe aboca a una decisión a favor de Cristo y a una confesión de Cristo ante los hombres. La fe no es solamente tener unas ideas en la cabeza: la fe es vivir una historia de amor con Dios en la que la felicidad está en vivir haciendo su voluntad.


Cristo sigue desconcertando: su palabra escandaliza, su mensaje engendra oposición y su vida crea conflictos. El cristiano es el que ve lo que los otros no ven y descubre a Cristo, el Señor, el Mesías, allí donde los otros no perciben más que a un hombre.


Hoy, es la Iglesia la encargada de hablar en nombre de Dios al pueblo, la encargada de transmitir el mensaje de la vida y de iluminar a los hombres de cada época.


La Palabra de Dios te invita hoy a reflexionar en profundidad cuál es la atención que prestas a Dios que continúa hablándote. Has de descubrir que Jesús también te habla a ti con autoridad, porque sólo Él es la Luz del mundo, porque Él es el único Maestro y el único Señor. Por tanto, Cristo te invita hoy a tener una actitud de respeto y obediencia ante su enseñanza. La Palabra de Dios no es para discutirla ni para negociarla ni para manipularla: es para acogerla y tratar de vivir guiados por su luz.


Y esto es especialmente importante tenerlo claro en una sociedad que vive sumida en una tremenda crisis de valores, en una sociedad que vive confundida, mareada, desorientada. Hay que abrir el oído y el corazón a la Palabra de Dios. Porque hoy Dios sigue hablando, sigue mostrándonos cuál es el camino que nos da la felicidad y nos lleva a la vida eterna. Hoy, Dios nos habla, fundamentalmente, por medio su Palabra y por medio de la Iglesia. Ella, por mandato del Señor, transmite y actualiza su mensaje.


La Iglesia ha de transmitir hoy el mensaje de Jesucristo a los hombres. Y muchas veces es rechazada por ello. Porque es un mensaje radical (va a la raíz), exigente, comprometedor, fuerte. La luz muchas veces deslumbra, y la Iglesia sabe que no puede traicionar a su Señor, no puede anunciar sólo lo que le resulta cómodo o lo que sea popular. La Iglesia sabe que no es dueña, sino administradora de la Palabra de Dios, y, por tanto, la ha de transmitir tal y como la ha recibido, aunque esa Palabra de Dios no guste a muchos hombres, sobre todo a los poderosos, a los soberbios, a los autosuficientes.


Nosotros debemos escuchar la voz de Dios que hoy sigue hablándonos, hemos de estar agradecidos por conocer cuál es el camino de la vida, y hemos de tratar de vivir a la luz de esta Palabra, aunque no la comprendamos. En ella está la vida.

Compromiso semanal

Intenta esta semana ser una luz para los que te rodean, especialmente para aquellos que más te necesiten.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Jeremías 1, 4-5. 17-19. Te nombré profeta de los gentiles.

La vocación de Jeremías es un relato de extraordinaria sinceridad: el profeta cuenta cómo Dios le llama, cómo él se resiste y cómo el Señor le confirma en la misión y le promete su protección. Jeremías es llamado a ser mensajero de Dios; es un servicio inesperado al que estaba destinado desde el vientre materno. Consiste exclusivamente en llevar la Palabra de Dios –y no sus propias palabras– a quienes ha sido enviado. El mensajero será fuerte, porque, por medio de él, es el propio Dios quien habla a su pueblo.

Salmo 70, 1-6. 15. 17. Mi boca contará tu salvación, Señor.

Cantando este salmo después de escuchar la vocación de Jeremías, meditamos en el dolor y sufrimiento que entraña la vocación profética. En el desamparo y en los graves peligros ha de experimentar el elegido la protección de Dios. Viviendo profundamente esta experiencia es como el profeta podrá anunciar a los demás la salvación de Dios.

2ª lectura: 1 Corintios 12, 31-13, 13. Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor.

San Pablo advierte a los corintios del peligro que corren de dejarse engañar por las apariencias. Lo extraordinario del cristianismo no está en las manifestaciones prodigiosas, sino en ser capaces de amar con sencillez, humildad y perseverancia. Sin amor hasta las mejores cosas se reducen a la nada. El amor cristiano –la caridad– se manifiesta en pequeños detalles, en gestos muy concretos. Un amor que se pone en actitud de servicio, que llega hasta dar la vida. Un amor desinteresado y gratuito capaz de renunciar a sus propios derechos, y que se dirige precisamente a aquellos que no le devolverán nada: los pobres, e incluso los enemigos.

Evangelio: Lucas 4, 21-30. Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos.

Los incrédulos piden signos, el pueblo judío rechaza su predicación e intenta matarle, pero la libertad de Jesús vence a sus enemigos y la evangelización sigue su camino. Los habitantes de Nazaret no han visto en Jesús más que un aspecto de su vida, el ser hijo de José, pero no perciben en él al Mesías anunciado por Isaías. La Iglesia toma conciencia en este texto de que su misión evangelizadora se dirige preferentemente a los más alejados, como ya hicieron Elías y Eliseo. Estos dos profetas de Israel se volvieron hacia los paganos porque su propio pueblo no estaba dispuesto a escuchar su palabra.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 29
San Valero, obispo
He 11, 32-40 Por medio de la fe subyugaron reinos, Dios tiene preparado algo mejor para nosotros.
Sal 30, 20-24 Sed fuertes y valientes de corazón.
Mc 5, 1-20 Espíritu inmundo, sal de este hombre.
Reza por los enfermos
Martes 30 He 12, 1-4 Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos.
Sal 21, 26-32 Te alabarán, Señor, los que te buscan.
Mc 5, 21-43 Contigo hablo, niña, levántate.
Reza por los que no tienen fe
Miércoles 31
San Juan Bosco
He 12, 4-7.11-15 Dios reprende a los que ama.
Sal 102, 1-2.13-14.17-18 La misericordia del Señor dura siempre.
Mc 6, 1-6 No desprecian a un profeta más que en su tierra.
Reza pidiendo que se nos aumente la fe
Jueves 1 He 12, 18-19.21-24 Os habéis acercado a la ciudad del Dios vivo.
Sal 47, 2-4.9-11 Oh Dios, meditamos tu misericordia.
Mc 6, 7-13 Los fue enviando.
Da testimonio de Jesucristo
Viernes 2
La Presentación del Señor
Mal 3, 1-4 Entrará en el santuario el Señor a quien buscáis.
Sal 23, 7-10 ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor.
He 2, 14-18 Tenía que parecerse en todo a sus hermanos.
Lc 2, 22-40 Mis ojos han visto a tu Salvador.
Participa en la Eucaristía de hoy
Sábado 3
San Blas
He 13, 15-17.20-21 Que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran pastor, os ponga a punto en todo bien.
Sal 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me falta.
Mc 6, 30-34 Andaban como ovejas sin pastor.
Haz un ratito de oración
Domingo 4
5º del Tiempo Ordinario
Is 6, 1-2a.3-8 Aquí estoy, mándame.
Sal 137, 1-8 Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
1 Co 15, 1-11 Os recuerdo el evangelio que os proclamé.
Lc 5, 1-11 Ellos, dejándolo todo, lo siguieron.
Reza por tu familia y por la parroquia


16 enero 2007

Lecturas del domingo 21 de enero de 2007

DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO

21 de enero de 2007 (ciclo C, año impar)


Primera lectura
Leían el libro de la Ley, explicando el sentido

Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10

En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.

Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo —pues se hallaba en un puesto elevado— y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió:

— «Amén, amén.»

Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.

Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero:

— «Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis.»

Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron:

— «Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 18, 8. 9. 10. 15 (R/.: Jn 6, 63c)

R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R/.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío.
R/.

Segunda lectura
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-30

Hermanos:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.

Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.

Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.

El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.

Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían.

Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.

Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.

Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.

¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?

Palabra de Dios.

O bien más breve:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-14. 27

Hermanos:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.


Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.

Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

Palabra de Dios.

Aleluya
Lc 4, 18

El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO
Hoy se cumple esta Escritura

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Excelentísimo Teófilo:

Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.»

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:

—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

Palabra del Señor.

Arriba


COMENTARIO

Hoy se cumple esta Escritura

La Palabra de Dios es el centro de la liturgia de hoy. Las lecturas presentan tres personajes. Primero, Esdras, que convoca a la comunidad hebrea para que escuche la Palabra de Dios y haga fiesta. Después, Pablo explica que Cristo y nosotros formamos un solo cuerpo. Finalmente, Jesús, en la sinagoga de Nazaret, afirma que las antiguas promesas se cumplen hoy.


Dios nos habla por medio de su Palabra, que es palabra de vida, de amor, de salvación. Nosotros recibimos la Palabra en la Iglesia. Acoger confiadamente la Palabra de Dios y vivir en la Iglesia son dos pilares básicos en la vida del cristiano.


No es raro encontrar a personas que dicen que son cristianos, pero que, sin embargo, no quieren saber nada de la Iglesia. Es una contradicción. Este problema es muy viejo en la historia de la Iglesia. Ya en el siglo cuarto san Cipriano de Cartago se tuvo que enfrentar con este problema, y, por ello, dejó sentenciado que nadie puede tener a Dios por padre si no tiene a la Iglesia por madre.


Es decir: Jesús ha fundado la Iglesia como continuadora de su obra, y, no se puede ser un buen discípulo de Cristo sin vivir en comunión con la Iglesia.


Tú eres Iglesia. Y la Iglesia es como es: Santa porque está fundada por Jesús que es santo y porque todos los que formamos la Iglesia estamos llamados a ser santos; y pecadora porque los que formamos la Iglesia somos pecadores.


Por eso has de amar a la Iglesia, porque es tu familia, tu madre y tus hermanos, y, aunque esa familia tenga fallos es, al fin y al cabo, ¡tu familia! Y si tiene fallos es porque cada uno de los que formamos la familia tiene sus fallos y pecados. Sí, tú y yo también. Por eso es importante que trates de vivir siempre en comunión con la Iglesia. En comunión con su vida y su doctrina. La Iglesia es el Pueblo de Dios que camina en la historia hacia la plenitud del Reino de los Cielos. Y en ese caminar está presidida en la caridad por el Papa, que tiene encomendada por Jesucristo la misión de gobernar, enseñar y santificar la Iglesia.


En la Iglesia todos tenemos un compromiso y una tarea. Y, hoy, la Palabra de Dios te invita a tomar conciencia de tu papel en la Iglesia: tú eres importante, porque tú eres Iglesia. Todos los carismas, todos los dones que Dios te ha dado son necesarios.


¿Te has dado cuenta de ello? ¿Te has dado cuenta de que también tú tienes algo que hacer en la Iglesia? ¿Te has dado cuenta de que tus cualidades son necesarias para el bien de la Iglesia y de los hombres? ¿Te has dado cuenta de que tus cualidades no son tuyas, sino que son un don que el Señor te da para el crecimiento de la Iglesia? Además, ¿te has dado cuenta de que si tú eres santo la Iglesia será mejor, será más santa, mientras que si no lo eres se irá empobreciendo la Iglesia? ¡Animo! ¡Acepta el reto! Dios te quiere unido con amor a la Iglesia, Dios te quiere trabajando en ella y por ella. Dios quiere que seas un cristiano vivo, activo, comprometido. ¿Te animas?

Compromiso semanal

Reza por el crecimiento de la Iglesia. Revisa si estás trabajando como Dios quiere en la Iglesia.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10. Leían el libro de la Ley, explicando el sentido.

Este relato es uno de los episodios más importantes de la restauración material y espiritual del pueblo de Dios después de la cautividad. Es la primera vez que se reúne Israel para escuchar la Escritura y participar en la comida de comunión. Dios lo convocó para que escuchara su Palabra y renovara la Alianza. El pueblo, congregado en torno a Esdras, escucha con veneración la lectura del libro sagrado. La palabra de Dios es eficaz y conmueve los corazones. Toda la Biblia es Palabra de Dios, escrita para nuestra edificación y salvación.

Salmo 18, 8-10. 15. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Este salmo canta la ley de Dios. Esta ley es la voluntad de Dios, hecha palabra, para establecer la justicia y la paz entre los hombres. La hemos de recibir entrañablemente, dejando que se apodere de todo nuestro ser. La ley de Dios es luz y alegría para el corazón. Quien escucha la Palabra y la pone en práctica, ése alcanza la felicidad.

2ª lectura: 1 Corintios 12, 12-30. Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

La unidad del cuerpo de Cristo se da cuando los carismas son muchos. La variedad no sólo no destruye la unidad, sino que la asegura. Los dones del Espíritu son tan diversos y las situaciones por las que atraviesan los hombres tan distantes, que únicamente el ejercicio humilde y constante de un amor sin desmayos hace posible la formación del cuerpo de Cristo unido. El cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es la realidad del señorío concreto de Cristo, antes de su venida gloriosa. Además, no todos los carismas son iguales. Existe una jerarquía de valores. A la cabeza están los apóstoles, que hablan de parte de Dios, los encargados de enseñar.

Evangelio: Lucas 1, 1-4. 4, 14-21. Hoy se cumple esta Escritura.

El centro del evangelio está en la proclamación del cumplimiento de un texto de Isaías. En él se describe de qué manera concreta llevará a cabo su tarea el Mesías. El evangelio alcanza a la totalidad del hombre y no sólo a su dimensión “espiritual”. Esta escena es como el programa de lo que va a ser el ministerio de Jesús, y prefigura todo lo que va a ocurrir: se anuncia la salvación para todos los hombres, se insiste en que el ministerio de Jesús va dirigido preferentemente a los pobres y oprimidos.