Páginas

29 marzo 2009

Se esperan nuevos impulsos contra la Vida.

Friday Fax
27 de marzo 2009 | Volumen 12, Número 15 Estimados Amigos,

Hoy reportamos acerca de las preparaciones de la ONU para la entrante Comisión de Población y Desarrollo y el 15° aniversario de la Conferencia internacional de Población y Desarrollo (Cairo, 1994). Agencias de la ONU y ONGs pro-aborto se están preparando una vez más para impulsar el aborto como derecho humano usando frases eufemísticas como salud reproductiva. Ambos reportes de esta semana tratan este tema vitalmente importante.

Pasa la voz.

Atentamente,

Austin Ruse
Presidente

Se espera impulso por el aborto al celebrarse el aniversario de la Conferencia de Cairo en la ONU

Por: Katharina Rothweiler (NEW YORK – C-FAM)

La Comisión de Población y Desarrollo (CPD) se reunirá la próxima semana en las Naciones Unidas (ONU) a conmemorar el 15° aniversario de la Conferencia de Población y Desarrollo, una reunión fundamental celebrada en Cairo, Egipto en 1994 la cual resultó en una victoria para las naciones pro-vida y pro-familia que se defendieron ante quienes aspiraban a avanzar el derecho global al aborto. Se espera que el aborto sea una vez más un tema controvertido cuando se reuna la CPD para discutir “La contribución del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo a las metas de desarrollo acordadas mundialmente, incluyendo las Metas de Desarrollo del Milenio”. Aquellos que promueven el aborto afilaron sus armas durante los años de Bush, pues no querían perder terreno, y se espera que ahora que cuentan con el apoyo de la administración de Obama, quienes promueven el aborto monten ahora una ofensiva que busque el reconocimiento de amplios “derechos reproductivos”. La nueva administración priorizó “los derechos sexuales y de salud reproductiva” en la Comisión sobre el Estado de la Mujer, a principios de este mes, y se espera que hagan lo mismo en la CPD.

Aunque el tema de este año se enfocará a conmemorar el Programa de Acción y las amplias Metas de Desarrollo del Milenio (MDM), un esbozo del documento aspira a introducir programas de “planificación familiar y salud reproductiva” para “luchar” contra la pobreza en “los países menos desarrollados.”

Los críticos mencionan que el esbozo que está siendo circulado contiene el intento de expandir la MDM 5 que busca reducir la mortalidad materna, para incluir “acceso universal a salud reproductiva.” Cuando se adoptaron las MDM, los países debatieron y rechazaron la inclusión del aborto en sus medidas. Agencias de la ONU, como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés) y naciones donadores pro-aborto como Dinamarca han buscado volver a escribir las MDM con referencia a derechos reproductivos. Durante la administración de Bush, los Estados Unidos se manifestaron repetidamente contra tales intrigas como ilegítimas.

Organizaciones no-gubernamentales abortistas como International Planned Parenthood e Ipas han publicado declaraciones con antelación a la conferencia de la CPD llamando a tener un mayor enfoque en salud sexual y reproductiva y promoviendo “aborto seguro”, así como permitir que los abortos sean practicados por enfermeras no-médicas y comadronas en países menos desarrollados. Los críticos señalan que este empuje diverge la atención del problema de la pobreza, reflejando las predilecciones de políticas sociales de las mujeres del primer mundo en lugar de las preocupaciones económicas y sociales de mujeres del mundo menos desarrollado. La reunión del CPD del año pasado incluyó intentos de Noruega y Canadá para referirse a “servicios y cuidados de salud sexual y reproductiva,” palabras que para algunos son un eufemismo de aborto. Al mismo tiempo, la gente pro-vida estaba animada por la toma de posición pro-natalista hecha por Rusia y el reconocimiento de una demógrafa uruguaya de que su país necesita abordar problemas asociadas con una población envejecida y que se esta encogiendo. La atención también va a estar fijada este año en la delegación de México. El año pasado la representante de México en la CPD tomó posiciones inconsistentes con la política federal de México, la cual protege a los niños no nacidos. La delegada principal de México del año pasado, Elena Zúñiga Herrera, va a presidir la conferencia de CPD de este año. El 42° período de sesiones de la CPD se reúne del 30 de marzo al 3 de abril en las Oficinas de las Naciones Unidas en Nueva York. Traducción: Paola Ocejo, Katharina Rothweiler www.c-fam.org


UNFPA impulsa aborto
en la Comisón de Población

Por: Samantha Singson (NEW YORK – C-FAM)

Las Naciones Unidas (ONU) se prepara para conmemora el 15° aniversario de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (ICPD+15), organismos de las Naciones Unidas como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en Inglés) y defensores del aborto como el Centro de Derechos Reproductivos (CDR) están presionando “los derechos y la salud sexual y reproductiva”, con especial atención a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). La reciente publicación del CDR “Utilizando las metas del desarrollo del milenio para hacer realidad los derechos reproductivos de la mujer” cita la ICPD como la guía de su trabajo y se identifican los objetivos de desarrollo del Milenio como un punto de acceso para fomentar "la salud y los derechos sexuales y reproductivos". El CDR pide a los partidarios "aprovechar" la atención a los ODM como "una gran oportunidad para abogar por los derechos reproductivos y presionar a los gobiernos a cumplir con sus obligaciones de derechos humanos". Proponentes del aborto se indignaron al fracasar obtener un objetivo separado de la “salud reproductiva”, pero se ocuparon de una apertura en el 2007, cuando “el acceso universal a la salud reproductiva” apareció como un “objetivo” en el anexo de un informe del Secretario General. A pesar del consistente rechazo por parte de los países que ningún nuevo objetivo en materia de salud reproductiva ha sido aprobado por los miembros de la Asamblea General, el UNFPA y la CDR siguen afirmando que son parte de los ODM. El documento del Centro de Derechos Reproductivos adjunta “derechos reproductivos” a no menos de 5 de 8 ODM. El CDR toma el rumbo previsible de la “salud y derechos reproductivos y sexuales” en los objetivos de ODM, centrándose en la mortalidad materna para impulsar el ‘aborto seguro”. El CDR cita las recomendaciones nos vinculantes de los tratados de las Naciones Unidas que han afirmado que la “mortalidad materna es una violación de l derecho de la mujer a la vida. Sin embargo, la CDR extiende sus argumentos sobre los “derechos reproductivos”, con la ambición de “fomentar una asociación mundial para el desarrollo” y con el objetivo de cooperar con las compañías farmacéuticas para tener acceso a medicinas “asequibles y esenciales” y que en el sector privado estén disponible los beneficios de las nuevas tecnologías. CDR argumenta que el acceso a los medicamentos y a la tecnología “interviene directamente con importantes aspectos de los derechos reproductivos de la mujer, incluyendo el acceso a anticonceptivos” y “servicios de aborto seguro”.

La UNFPA también se esta centrando este año en los ODM. En una reunión preparatoria de la ICPD+15 el otoño pasado, UNFPA habló del controvertido objetivo del “acceso universal a la salud reproductiva” y afirmó que era “plenamente aceptado, pero no apreciado”. UNFPA anunció su plan para impulsar “la salud y los derechos sexuales y reproductivos” haciéndolo parte de los comentarios de los países en el progreso del ODM. El UNFPA hace hincapié en que quiere evitar cualquier posibilidad de reabrir los debates del acuerdo de la ICPD, pero que planea "aumentar la visibilidad de la ICPD y los vínculos de ICPD-ODM, y avanzar en el conocimiento y el uso del nuevo objetivo de la salud reproductiva, especialmente a nivel nacional, y enlazarlo a otras poblaciones y desarrollos y a la reducción del tema de la pobreza.” La próxima semana en la Comisión de las Naciones Unidas de Población y Desarrollo, la UNFPA, CDR y otros promotores del aborto planean promover “la salud y los derechos sexuales y reproductivos” así como en otras reuniones próximas de la ONU. Las cuales incluyen la Asamblea Mundial de la Salud y la próxima Asamblea General, así como en diversas reuniones regionales y técnicas que tienen lugar en los próximos meses.

Traducción: Paola Ocejo, Katharina Rothweiler
[Photo]
Jefe de redacción – Austin Ruse
Gerente de redacción – Piero Tozzi
Gerente adjunto de redacció – Hannah Russo
Informadora jefe – Samantha Singson
Colaboradoras – Susan Yoshihara / Katharina Rothweiler

© Copyright 2009. Permiso autorizado para el uso ilimitado. Crédito requerido.

28 marzo 2009

CARTA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA


sobre la remisión de la excomunión

de los cuatro Obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre




Queridos Hermanos en el ministerio episcopal

La remisión de la excomunión a los cuatro Obispos consagrados en el año 1988 por el Arzobispo Lefebvre sin mandato de la Santa Sede, ha suscitado por múltiples razones dentro y fuera de la Iglesia católica una discusión de una vehemencia como no se había visto desde hace mucho tiempo. Muchos Obispos se han sentido perplejos ante un acontecimiento sucedido inesperadamente y difícil de encuadrar positivamente en las cuestiones y tareas de la Iglesia de hoy. A pesar de que muchos Obispos y fieles estaban dispuestos en principio a considerar favorablemente la disposición del Papa a la reconciliación, a ello se contraponía sin embargo la cuestión sobre la conveniencia de dicho gesto ante las verdaderas urgencias de una vida de fe en nuestro tiempo. Algunos grupos, en cambio, acusaban abiertamente al Papa de querer volver atrás, hasta antes del Concilio. Se desencadenó así una avalancha de protestas, cuya amargura mostraba heridas que se remontaban más allá de este momento. Por eso, me siento impulsado a dirigiros a vosotros, queridos Hermanos, una palabra clarificadora, que debe ayudar a comprender las intenciones que me han guiado en esta iniciativa, a mí y a los organismos competentes de la Santa Sede. Espero contribuir de este modo a la paz en la Iglesia.

Una contrariedad para mí imprevisible fue el hecho de que el caso Williamson se sobrepusiera a la remisión de la excomunión. El gesto discreto de misericordia hacia los cuatro Obispos, ordenados válidamente pero no legítimamente, apareció de manera inesperada como algo totalmente diverso: como la negación de la reconciliación entre cristianos y judíos y, por tanto, como la revocación de lo que en esta materia el Concilio había aclarado para el camino de la Iglesia. Una invitación a la reconciliación con un grupo eclesial implicado en un proceso de separación, se transformó así en su contrario: un aparente volver atrás respecto a todos los pasos de reconciliación entre los cristianos y judíos que se han dado a partir del Concilio, pasos compartidos y promovidos desde el inicio como un objetivo de mi trabajo personal teológico. Que esta superposición de dos procesos contrapuestos haya sucedido y, durante un tiempo haya enturbiado la paz entre cristianos y judíos, así como también la paz dentro de la Iglesia, es algo que sólo puedo lamentar profundamente. Me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente el problema. De ello saco la lección de que, en el futuro, en la Santa Sede deberemos prestar más atención a esta fuente de noticias. Me ha entristecido el hecho de que también los católicos, que en el fondo hubieran podido saber mejor cómo están las cosas, hayan pensado deberme herir con una hostilidad dispuesta al ataque. Justamente por esto doy gracias a los amigos judíos que han ayudado a deshacer rápidamente el malentendido y a restablecer la atmósfera de amistad y confianza que, como en el tiempo del Papa Juan Pablo II, también ha habido durante todo el período de mi Pontificado y, gracias a Dios, sigue habiendo.

Otro desacierto, del cual me lamento sinceramente, consiste en el hecho de que el alcance y los límites de la iniciativa del 21 de enero de 2009 no se hayan ilustrado de modo suficientemente claro en el momento de su publicación. La excomunión afecta a las personas, no a las instituciones. Una ordenación episcopal sin el mandato pontificio significa el peligro de un cisma, porque cuestiona la unidad del colegio episcopal con el Papa. Por esto, la Iglesia debe reaccionar con la sanción más dura, la excomunión, con el fin de llamar a las personas sancionadas de este modo al arrepentimiento y a la vuelta a la unidad. Por desgracia, veinte años después de la ordenación, este objetivo no se ha alcanzado todavía. La remisión de la excomunión tiende al mismo fin al que sirve la sanción: invitar una vez más a los cuatro Obispos al retorno. Este gesto era posible después de que los interesados reconocieran en línea de principio al Papa y su potestad de Pastor, a pesar de las reservas sobre la obediencia a su autoridad doctrinal y a la del Concilio. Con esto vuelvo a la distinción entre persona e institución. La remisión de la excomunión ha sido un procedimiento en el ámbito de la disciplina eclesiástica: las personas venían liberadas del peso de conciencia provocado por la sanción eclesiástica más grave. Hay que distinguir este ámbito disciplinar del ámbito doctrinal. El hecho de que la Fraternidad San Pío X no posea una posición canónica en la Iglesia, no se basa al fin y al cabo en razones disciplinares sino doctrinales. Hasta que la Fraternidad non tenga una posición canónica en la Iglesia, tampoco sus ministros ejercen ministerios legítimos en la Iglesia. Por tanto, es preciso distinguir entre el plano disciplinar, que concierne a las personas en cuanto tales, y el plano doctrinal, en el que entran en juego el ministerio y la institución. Para precisarlo una vez más: hasta que las cuestiones relativas a la doctrina no se aclaren, la Fraternidad no tiene ningún estado canónico en la Iglesia, y sus ministros, no obstante hayan sido liberados de la sanción eclesiástica, no ejercen legítimamente ministerio alguno en la Iglesia.

A la luz de esta situación, tengo la intención de asociar próximamente la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, institución competente desde 1988 para esas comunidades y personas que, proviniendo de la Fraternidad San Pío X o de agrupaciones similares, quieren regresar a la plena comunión con el Papa, con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Con esto se aclara que los problemas que deben ser tratados ahora son de naturaleza esencialmente doctrinal, y se refieren sobre todo a la aceptación del Concilio Vaticano II y del magisterio postconciliar de los Papas. Los organismos colegiales con los cuales la Congregación estudia las cuestiones que se presentan (especialmente la habitual reunión de los Cardenales el miércoles y la Plenaria anual o bienal) garantizan la implicación de los Prefectos de varias Congregaciones romanas y de los representantes del Episcopado mundial en las decisiones que se hayan de tomar. No se puede congelar la autoridad magisterial de la Iglesia al año 1962, lo cual debe quedar bien claro a la Fraternidad. Pero a algunos de los que se muestran como grandes defensores del Concilio se les debe recordar también que el Vaticano II lleva consigo toda la historia doctrinal de la Iglesia. Quien quiere ser obediente al Concilio, debe aceptar la fe profesada en el curso de los siglos y no puede cortar las raíces de las que el árbol vive.

Espero, queridos Hermanos, que con esto quede claro el significado positivo, como también sus límites, de la iniciativa del 21 de enero de 2009. Sin embargo, queda ahora la cuestión: ¿Era necesaria tal iniciativa? ¿Constituía realmente una prioridad? ¿No hay cosas mucho más importantes? Ciertamente hay cosas más importantes y urgentes. Creo haber señalado las prioridades de mi Pontificado en los discursos que pronuncié en sus comienzos. Lo que dije entonces sigue siendo de manera inalterable mi línea directiva. La primera prioridad para el Sucesor de Pedro fue fijada por el Señor en el Cenáculo de manera inequívoca: “Tú… confirma a tus hermanos” (Lc 22,32). El mismo Pedro formuló de modo nuevo esta prioridad en su primera Carta: “Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere” (1 Pe 3,15). En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado. El auténtico problema en este momento actual de la historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el apagarse de la luz que proviene de Dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto.

Conducir a los hombres hacia Dios, hacia el Dios que habla en la Biblia: Ésta es la prioridad suprema y fundamental de la Iglesia y del Sucesor de Pedro en este tiempo. De esto se deriva, como consecuencia lógica, que debemos tener muy presente la unidad de los creyentes. En efecto, su discordia, su contraposición interna, pone en duda la credibilidad de su hablar de Dios. Por eso, el esfuerzo con miras al testimonio común de fe de los cristianos –al ecumenismo- está incluido en la prioridad suprema. A esto se añade la necesidad de que todos los que creen en Dios busquen juntos la paz, intenten acercarse unos a otros, para caminar juntos, incluso en la diversidad de su imagen de Dios, hacia la fuente de la Luz. En esto consiste el diálogo interreligioso. Quien anuncia a Dios como Amor “hasta el extremo” debe dar testimonio del amor. Dedicarse con amor a los que sufren, rechazar el odio y la enemistad, es la dimensión social de la fe cristiana, de la que hablé en la Encíclica Deus caritas est.

Por tanto, si el compromiso laborioso por la fe, por la esperanza y el amor en el mundo es en estos momentos (y, de modos diversos, siempre) la auténtica prioridad para la Iglesia, entonces también forman parte de ella las reconciliaciones pequeñas y medianas. Que el humilde gesto de una mano tendida haya dado lugar a un revuelo tan grande, convirtiéndose precisamente así en lo contrario de una reconciliación, es un hecho del que debemos tomar nota. Pero ahora me pregunto: ¿Era y es realmente una equivocación, también en este caso, salir al encuentro del hermano que “tiene quejas contra ti” (cf. Mt 5,23s) y buscar la reconciliación? ¿Acaso la sociedad civil no debe intentar también prevenir las radicalizaciones y reintegrar a sus eventuales partidarios –en la medida de lo posible- en las grandes fuerzas que plasman la vida social, para evitar su segregación con todas sus consecuencias? ¿Puede ser totalmente desacertado el comprometerse en la disolución de las rigideces y restricciones, para dar espacio a lo que haya de positivo y recuperable para el conjunto? Yo mismo he visto en los años posteriores a 1988 cómo, mediante el regreso de comunidades separadas anteriormente de Roma, ha cambiado su clima interior; cómo el regreso a la gran y amplia Iglesia común ha hecho superar posiciones unilaterales y ablandado rigideces, de modo que luego han surgido fuerzas positivas para el conjunto. ¿Puede dejarnos totalmente indiferentes una comunidad en la cual hay 491 sacerdotes, 215 seminaristas, 6 seminarios, 88 escuelas, 2 institutos universitarios, 117 hermanos, 164 hermanas y millares de fieles? ¿Debemos realmente dejarlos tranquilamente ir a la deriva lejos de la Iglesia? Pienso por ejemplo en los 491 sacerdotes. No podemos conocer la trama de sus motivaciones. Sin embargo, creo que no se hubieran decidido por el sacerdocio si, junto a varios elementos distorsionados y enfermos, no existiera el amor por Cristo y la voluntad de anunciarlo y, con Él, al Dios vivo. ¿Podemos simplemente excluirlos, como representantes de un grupo marginal radical, de la búsqueda de la reconciliación y de la unidad? ¿Qué será de ellos luego?

Ciertamente, desde hace mucho tiempo y después una y otra vez, en esta ocasión concreta hemos escuchado de representantes de esa comunidad muchas cosas fuera de tono: soberbia y presunción, obcecaciones sobre unilateralismos, etc. Por amor a la verdad, debo añadir que he recibido también una serie de impresionantes testimonios de gratitud, en los cuales se percibía una apertura de los corazones. ¿Acaso no debe la gran Iglesia permitirse ser también generosa, siendo consciente de la envergadura que posee; en la certeza de la promesa que le ha sido confiada? ¿No debemos como buenos educadores ser capaces también de dejar de fijarnos en diversas cosas no buenas y apresurarnos a salir fuera de las estrecheces? ¿Y acaso no debemos admitir que también en el ámbito eclesial se ha dado alguna salida de tono? A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el cual no tener tolerancia alguna; contra el cual pueda tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele –en este caso el Papa- también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio, sin temor ni reservas.

Queridos Hermanos, por circunstancias fortuitas, en los días en que me vino a la mente escribir esta carta, tuve que interpretar y comentar en el Seminario Romano el texto de Ga 5,13-15. Percibí con sorpresa la inmediatez con que estas frases nos hablan del momento actual: «No una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se concentra en esta frase: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente». Siempre fui propenso a considerar esta frase como una de las exageraciones retóricas que a menudo se encuentran en San Pablo. Bajo ciertos aspectos puede ser también así. Pero desgraciadamente este “morder y devorar” existe también hoy en la Iglesia como expresión de una libertad mal interpretada. ¿Sorprende acaso que tampoco nosotros seamos mejores que los Gálatas? Que ¿quizás estemos amenazados por las mismas tentaciones? ¿Que debamos aprender nuevamente el justo uso de la libertad? ¿Y que una y otra vez debamos aprender la prioridad suprema: el amor? En el día en que hablé de esto en el Seminario Mayor, en Roma se celebraba la fiesta de la Virgen de la Confianza. En efecto, María nos enseña la confianza. Ella nos conduce al Hijo, del cual todos nosotros podemos fiarnos. Él nos guiará, incluso en tiempos turbulentos. De este modo, quisiera dar las gracias de corazón a todos los numerosos Obispos que en este tiempo me han dado pruebas conmovedoras de confianza y de afecto y, sobre todo, me han asegurado sus oraciones. Este agradecimiento sirve también para todos los fieles que en este tiempo me han dado prueba de su fidelidad intacta al Sucesor de San Pedro. El Señor nos proteja a todos nosotros y nos conduzca por la vía de la paz. Es un deseo que me brota espontáneo del corazón al comienzo de esta Cuaresma, que es un tiempo litúrgico particularmente favorable a la purificación interior y que nos invita a todos a mirar con esperanza renovada al horizonte luminoso de la Pascua.

Con una especial Bendición Apostólica me confirmo

Vuestro en el Señor

[Benedictus PP. XVI]

Vaticano, 10 de marzo de 2009.

27 marzo 2009

Domingo 29 de marzo

DOMINGO V DE CUARESMA
29 de marzo de 2009 (ciclo B, año impar)



Primera lectura
Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados

Lectura del libro de Jeremías (31, 31-34)

«Mirad que llegan días — oráculo del Señor—
en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá
una alianza nueva.

No como la alianza que hice con sus padres,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto:
ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor
— oráculo del Señor—.

Sino que así será la alianza que haré con ellos,
después de aquellos días — oráculo del Señor—:
Meteré mi ley en su pecho,
la escribiré en sus corazones;
yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.

Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo,
el otro a su hermano, diciendo:
'Reconoce al Señor'.
Porque todos me conocerán,
desde el pequeño al grande
—oráculo del Señor—,
cuando perdone sus crímenes
y no recuerde sus pecados.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 50, 3-4. 12-13. 14-15 (R/.: 12a)

R/. Oh Dios, crea en mi un corazón puro.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

Segunda lectura
Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna

Lectura de la carta a los Hebreos (5, 7-9)

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.

Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto

+ Lectura del santo evangelio según san Juan (12, 20-33)

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: — «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contesto: — «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.

Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a si mismo se pierde, y el que se aborrece a si mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.

Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»

Entonces vino una voz del cielo: — «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»

La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

Jesús tomó la palabra y dijo: — «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Si el grano de trigo cae en tierra y muere da mucho fruto

La Palabra de Dios que proclamamos en este quinto Domingo de Cuaresma, nos presenta al profeta Jeremías que anuncia el futuro y nos prepara para el momento que será el cumplimiento de la historia de la salvación: el Misterio Pascual, la pasión, muerte y resurrección del Señor. Habla de la reconstrucción del país, y fundamenta tal reconstrucción en una nueva alianza.

¿En qué consiste esa nueva alianza? No es que Dios nos mandará preceptos nuevos, diferentes de los de la alianza con Moisés. La nueva alianza se caracterizará porque Dios se dirigirá al corazón de todos, y cambiará el corazón de aquellos que deseen ser cambiados. Este anuncio del profeta Jeremías se cumple en la obra de Jesucristo. Jesucristo, con su muerte y resurrección, sellará con la humanidad una alianza nueva, definitiva y eterna.

La lectura de la carta a los Hebreos nos proclama cuáles son los pilares de esa nueva alianza: el amor y la obediencia a Dios Padre. Así ha vivido Jesucristo y así ha de vivir todo aquel que quiera participar en esa alianza de Dios con los hombres. El cristiano es aquel que ama a Dios sobre todas las cosas, porque lo ama le sigue y se fía de Él, y en ese seguimiento y con esa confianza que da el amor, le obedece en todo, porque reconoce que Cristo es el único Maestro.

Además, Jesucristo nos recuerda que ese amor es incondicional, absoluto, entregado, generoso, sacrificado. ¿Tiene sentido el amor “a medias”? Por eso no podemos amar a Dios sólo en lo que nos conviene y cuando nos conviene: nos hemos de entregar del todo, y asumir que ese amor pasa por negarnos a nosotros mismos y cargar con la cruz.

Por eso, hemos de amar como Jesús: ser fieles y obedientes hasta la muerte, y una muerte de cruz. La cruz es el “control de calidad” de nuestro amor. El que ama saca fuerzas del amor para cargar con la cruz; y la cruz, aunque pese, se convierte para el que ama en el árbol de la salvación que le hace crecer en el amor y ser plenamente feliz porque ha sido capaz de vencer el egoísmo y la comodidad.

Por ello, Jesucristo nos invita a entrar en esta Nueva Alianza, nos invita a que nuestra vida esté centrada en Dios: el que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que centra su vida en sí mismo, buscando la comodidad y el egoísmo, buscando lo que le interesa, lo que le conviene, lo fácil... está abocado a la insatisfacción y al vacío.

En cambio, el que ama de verdad no busca su interés sino el del otro, no busca su felicidad sino la del otro. Es más: el que ama de verdad es feliz haciendo feliz al otro. Esta es la clave de la fe cristiana: el que ama de verdad a Dios no se preocupa tanto por sí mismo, no se mira a sí mismo, sino que es feliz en la medida en que se entrega a Dios y al prójimo, en la medida en que se siente lleno de Dios y le sigue incondicionalmente, porque está viviendo una historia de amor.

El que ama de verdad a Dios, se fía de Él, le obedece y está dispuesto a entregarse en la cruz está preparado para recibir la salvación que nos trae Jesucristo y que celebramos en el misterio Pascual. ¿Cómo está tu amor?

Compromiso semanal

Revisa tu vida, mira si te estás preparando bien para la celebración de la Pascua que ya se acerca.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Jeremías 31, 31-34. Haré una alianza nueva y no recordaré el pecado.

Yahvé e Israel se reúnen en una Nueva Alianza después de recorrido un largo camino. Israel ha sido un “no” a Yahvé. Dios ha permanecido fiel a pesar de la lejanía de su pueblo. El pueblo debe volver, convertirse a su Dios. Esta vuelta no la hace el pueblo solo: Dios le toma de la mano y le presta ayuda y protección. Dios se interioriza, se mete dentro del corazón. Dios muestra el camino a seguir y da la fuerza para recorrerlo. El pueblo reconocerá a Dios; no se trata de un saber humano, sino de la vida que brota de esta intimidad con Él.

Salmo 50, 3-4.12-19. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Este salmo nos invita a descubrir dos sentimientos profundos: la confesión de nuestros pecados ante Dios, y el deseo y la seguridad de ser renovados por su Espíritu en lo más íntimo de nuestro ser. Por eso, reconocemos sinceramente ante nuestro Dios nuestras culpas y le pedimos que las borre y nos deje limpios. Pero sobre todo le pedimos que, por el don de su Espíritu, nos devuelva el gozo de la salvación y nos infunda un espíritu generoso.

2ª lectura: Hebreos 5, 7-9. Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna.

Aprendió, sufriendo, a obedecer. Con esta extraordinaria expresión, se pone de relieve que ser Hijo de Dios no dispensó a Jesús de experimentar de lleno las sujeciones, debilidades y tentaciones inherentes a la condición humana. Cristo es el sumo sacerdote perfecto, puesto que no fue Él quien se dio esta dignidad, sino Dios que lo llamó. Además adquirió, gracias al sufrimiento, la posibilidad de conocer la debilidad y miseria de sus hermanos. Cumplió su misión salvadora en el sufrimiento y, gracias a su obediencia, es ahora proclamado salvador y Sumo Sacerdote.

Evangelio: Juan 12, 20-33. Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.

La “Hora de Jesús” es el momento elegido por Dios para revelar a los hombres el resplandor eterno del Hijo. Estos van a conocer la humillación de la cruz hermanada con la gloria de la resurrección. Un solo misterio, una sola revelación, un único designio del amor de Dios. Ahora “morir” no sólo es “caer” en tierra y “pudrirse”, sino, además, multiplicarse en un fruto mayor. Si, como Cristo y en Él, los cristianos supiésemos asumir con generosidad los abandonos, las penas, los fracasos, la persecución, los sufrimientos de nuestras limitaciones, enfermedades y de la muerte misma, veríamos florecer alrededor nuestro una luz, una esperanza y una vida sin término. La resurrección estaría ya presente entre nosotros. La fe cristiana así lo confiesa.




CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 30Dn 13, 1-9.15-17.33-62 Oh Dios eterno, que lo conoces todo
Sal 22, 1-6 Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Jn 8, 1-11 Tampoco yo te condeno. Puedes irte y no vuelvas a pecar.
Revisa si estás juzgando o condenando a alguien.
Martes 31Nm 21, 4-9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en alto.
Sal 101, 2,3.16-21 Señor, escucha mi oración.
Jn 8, 21-30 Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.
Haz una obra de caridad.
Miércoles 1Dn 3, 14-20.91-92.95 Nabucodonosor exclamó: ¡Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que ha salvado a sus siervos!
Sal Dn 3, 52-56 A ti la gloria y alabanza por los siglos.
Jn 8, 31-42 La verdad os hará libres.
Reza por los que rechazan a Cristo.
Jueves 2Gn 17, 3-9 Y el Señor añadió: Guardaréis mi alianza de generación en generación.
Sal 104, 4-9 El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Jn 8, 51-59 El que acepta mi palabra no morirá nunca.
Reza por los cristianos perseguidos.
Viernes 3Jr 20, 10-13 Cantad, alabad al Señor, que libró al inocente.
Sal 17, 2-7 En el peligro invoqué al Señor y me escuchó.
Jn 10, 31-42 El Padre y yo somos uno.
Visita a algún enfermo.
Sábado 3Ez 37, 21-28 Haré con ellos una alianza de paz.
Sal Jr 31, 10-13 El Señor nos guardará como pastor a su rebaño.
Jn 11, 45-56 Al ver lo que Jesús había hecho, muchos de los judíos, que habían ido a visitar a María, creyeron el Él.
Da testimonio de Jesucristo
Domingo 4
DOMINGO DE RAMOS
Is 50, 4-7 No oculté el rostro a insultos y sé que no quedaré avergonzado.
Sal 21, 8-9.17-20.23-24 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Flp 2, 6-11 Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo.
Mc 14, 1-15,47 Realmente este hombre era Hijo de Dios.
Haz oración por tu familia y por la parroquia


Aborto y Semana Santa


Autor: Mons. José Ignacio Munilla Aguirre  

 

 

¿Qué tiene que ver el aborto con la Semana Santa? La respuesta a esta pregunta requiere la matización de un “depende”…  Si por Semana Santa entendemos unas escenificaciones callejeras de interés turístico nacional, entonces, ciertamente, no tiene nada que ver. Pero, si la Semana Santa es la memoria viva de la Muerte y Resurrección de Jesucristo, entonces, no lo dudemos, es absolutamente imposible separarlos. El aborto está íntimamente unido a la Pasión de Cristo, de la misma manera que lo están la guerra, el hambre y tantas otras injusticias, consecuencia de nuestro pecado, por cuya redención Jesucristo entregó su vida en la Cruz.

A quienes han afirmado que no hay conexión entre el aborto y esta festividad religiosa, les aconsejaría la lectura de un libro que nos marcó a muchos en nuestra juventud, con un título bien significativo: Dios llora en la Tierra. 

        Aunque duela, la libertad “libera”

 Jesús nos enseñó que “la verdad nos hace libres” (cfr. Jn 8,32); pero mientras llega ese momento, ¡escuece bastante! Lo hemos podido comprobar a propósito de la campaña de la Conferencia Episcopal Española en defensa de la vida.

El lince está dando mucho que hablar, y confiemos en que también nos ayude a “reconsiderar”. Lo cierto es que hay verdades incuestionables: un huevo de águila tiene más protección jurídica en España que un ser humano en el seno de su madre. No se trata de una afirmación agresiva desde la trinchera, como algunos pretenden vender, sino de una simple constatación de la realidad.

La comparación entre el animal y el ser humano no “devalúa al lince” –como afirma algún político, en el colmo del despropósito- sino que, en todo caso, enaltece la causa ecologista. Lo increíble es que tengamos que recurrir al lince para dignificar al ser humano. En el fondo, estamos ante una constatación de que cuando nuestra cultura da la espalda a Dios, el hombre es destronado de su condición de “rey de la creación”, hasta el punto de ser rebajado a la suerte del esclavo. 

La mujer, santuario de la vida 

Pienso sinceramente que la Iglesia está haciendo lo que Dios espera de ella en este momento clave de la historia: desgastar su prestigio y sus energías en la defensa de la vida de los más inocentes. La cultura de la muerte pretende distorsionar la realidad, contraponiendo la defensa de la vida del hijo, al supuesto derecho de la mujer a una “maternidad a la carta”. Pero lo cierto es que apostar por el hijo, es apostar por la madre. Al decir esto, no estoy pensando exclusivamente en las heridas traumáticas que se manifiestan en el “Síndrome Post-Aborto”… Los males derivados del aborto para la mujer son muchos y devastadores:

¿Cómo se puede hablar del aborto como de un derecho de la mujer a “decidir en libertad”, cuando sabemos de sobra que tras la mayoría de las interrupciones violentas del embarazo, se esconde la presión e incluso el chantaje del varón? ¿Cómo se puede reivindicar el aborto en el contexto de la promoción de la mujer, cuando en numerosos países se está produciendo un grave desequilibrio entre la población masculina y la femenina, por motivo del recurso al aborto para la selección del sexo? El caso de China es paradigmático: por cada 119 niños, nacen tan solo 100 niñas. Se calcula que en el año 2020 habrá en ese país 300 millones más de hombres que de mujeres.

La reivindicación del feminismo radical, que ha ligado la promoción de la mujer a la liberación de su maternidad, ha resultado ser su propia tumba. Por el contrario, una de las dimensiones que más dignifica a la mujer, es su condición de ser “santuario de la vida”. 

El sacrificio del inocente 

Si queremos vivir en verdad y en intensidad nuestra Semana Santa, no podemos dejar en el olvido la acción de gracias por el don de la vida; la llamada a la responsabilidad en su cuidado; ni tampoco la denuncia profética ante el sacrificio de los inocentes. También Jesucristo fue el “inocente” sobre el que descargamos las culpas los pecadores. El diálogo del buen ladrón con su compañero de suplicio, es bien significativo: «¿Ni siquiera temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido; en cambio, éste nada malo ha hecho» (Lc 23, 41).

Lo cierto es que, mientras discutimos, el aborto ha llegado a ser la primera causa de mortalidad en España. En toda nuestra dilatada historia, si excluimos la peste negra en la Edad Media, ninguna guerra, enfermedad o catástrofe, ha acabado con tantas vidas humanas. Lo que está en juego es algo tan básico, como nuestra capacidad de conmovernos por la suerte del inocente. ¡Es cuestión de humanidad, de solidaridad y de misericordia!

 

20 marzo 2009

LA IGLESIA ES «EL PUEBLO DE LA VIDA Y PARA LA VIDA

 

1. La Iglesia es «el pueblo de la vida y para la vida»[1]

La vida de cada persona, con toda su integridad y dignidad, está en el corazón del ser y de la misión de la Iglesia, ya que hemos sido creados por el amor de Dios: «antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes de que nacieses, te tenía consagrado» (Jr 1, 5), y hemos sido redimidos por la sangre de Aquel que es, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6). Jesucristo ha venido a nuestro encuentro para que los hombres «tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). Aquí radica el núcleo principal de la misión pastoral de la Iglesia orientada a que la vida terrena de todo hombre alcance su plenitud, participando en la comunión con Dios Padre, acogiendo la vida nueva otorgada por Jesucristo en virtud del don del Espíritu Santo. De esta manera, somos el pueblo llamado a custodiar, anunciar y celebrar el Evangelio de la vida.

Son muchos los esposos que, con generosa responsabilidad, reciben los hijos como el don más precioso del matrimonio. Muchas familias que en virtud de una clara opción por la vida, acogen a niños abandonados, a muchachos y jóvenes con dificultades, a discapacitados y a ancianos que viven solos. Numerosos grupos de voluntarios se dedican a dar hospitalidad a quienes no tienen familia. La Iglesia, siguiendo el ejemplo de Jesús, buen samaritano, siempre ha estado en la vanguardia de la caridad efectiva.

Junto a estos hechos esperanzadores, constatamos la negación de la dignidad propia de la persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural, por parte de aquellos que defienden la despenalización del aborto o de la eutanasia. Tenemos que afirmar una vez más que «toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe»[2].

En este sentido, con profundo dolor, contemplamos cómo esta amenaza a la vida se intensifica en nuestro país ante la anunciada reforma de la ley del aborto, y por eso nos urge «hacer llegar el Evangelio de la vida al corazón de cada hombre y mujer e introducirlo en lo más recóndito de toda la sociedad»[3].



2. La verdadera justicia: proteger la vida
de quienes van a nacer y ayudar a las madres

En nuestra sociedad se va asumiendo una grave deformación de la verdad en lo que respecta al aborto, que es presentado como una elección justa de la mujer destinada a solucionar un grave problema que le afecta de manera dramática. Se llega incluso a incluir el aborto dentro de los llamados «derechos a la salud reproductiva». Sin embargo, la auténtica justicia pasa por la custodia del niño que va a nacer y el apoyo integral a la mujer para que pueda superar las dificultades y dar a luz a su hijo.

Esta situación va a acompañada de una evidente paradoja: cada vez es mayor la sensibilidad en nuestra sociedad sobre la necesidad de proteger los embriones de distintas especies animales. Existen leyes que tutelan la vida de estas especies en sus primeras fases de desarrollo. Sin embargo, la vida de la persona humana que va a nacer es objeto de una desprotección cada vez mayor.


a). El derecho del niño

El derecho primero y más fundamental es el derecho a la vida. La mal llamada interrupción voluntaria de la vida del niño en sus primeras fases de desarrollo supone una clara injusticia y una grave violación de los derechos fundamentales de la persona[4].

Esta violación del derecho fundamental del niño a la vida está revestida de un especial dramatismo ante el hecho de que los que atentan contra el ser más indefenso e inocente o lo dejan desamparado «son precisamente aquellos que tienen el encargo sagrado de su protección: la madre, el médico y el Estado»[5]. En este sentido, la ley positiva que deja desprotegido un derecho fundamental de la persona es una ley injusta[6].


b). Defensa de la mujer y de la sociedad

Son muchas las personas que han asumido las falsedades divulgadas sobre el aborto hasta el punto de interpretarlo no como una acción intrínsecamente mala, sino como un bien que hay que defender o, a lo sumo, como un mal menor que hay que aceptar.

A este engaño contribuye no sólo la manipulación del lenguaje, sino, de una manera muy directa, la presentación del aborto como solución liberadora ante una situación dramática.

La realidad no es así. El hecho cierto, que casi siempre se oculta, es que el aborto produce una grave herida en la madre, sobre todo de carácter psicológico y moral, de tal manera que la mujer se constituye en víctima directa del aborto.

La defensa de la mujer no pasa por ofrecerle ayudas técnicas y económicas para abortar, ya que lejos de aliviar su situación, el aborto la agrava de una manera enormemente dolorosa: acaso «¿se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas?» (Is 49, 15). Por eso, la verdadera justicia pasa por la ayuda eficaz e integral a la mujer embarazada para que pueda acoger la vida de su hijo.

En esta tarea está comprometida toda la sociedad, afectada en sus mismas raíces por el drama del aborto, siendo necesario un compromiso político y legislativo para prevenir las causas del aborto y ofrecer a las mujeres todas las ayudas necesarias para llevar adelante su embarazo[7].



3. Una misión urgente: anunciar el Evangelio de la Vida

Toda persona humana «es mucho más que una singular coincidencia de informaciones genéticas que le son transmitidas por sus padres. La procreación de un hombre no podrá reducirse nunca a una mera reproducción de un nuevo individuo de la especie humana, como sucede con un animal. Cada vez que aparece una persona se trata siempre de una nueva creación»[8]. Estamos ante verdades que están iluminadas por la fe pero que son accesibles a la recta razón: «todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término»[9].

Sin embargo, en no pocos de nuestros contemporáneos, esta luz de la razón se halla debilitada en un tema tan fundamental como el aborto. Por eso a quienes formamos el pueblo de la vida y para la vida nos urge la misión de iluminar las conciencias con la verdad, en todo su esplendor.

Esta es la razón por la que hemos dedicado el año 2009 a elevar una gran oración de súplica al Señor de la Vida a través de los materiales que se han enviado a las parroquias, monasterios de vida contemplativa, movimientos de apostolado seglar, etc.

Además queremos invitar a los miembros de la Iglesia a intensificar el trabajo de formación de las conciencias en lo que respecta al drama del aborto. Para facilitar esta labor formativa se han elaborado también unos materiales de ayuda a los que conviene dar la mayor difusión posible.

Por último, deseamos pedir a los creyentes un compromiso activo con todas las asociaciones eclesiales que tienen como fin la defensa de la familia y de la vida y que, gracias a Dios, cada vez son más numerosas en nuestro país. La causa de la vida humana nos pide colaborar también con todos los que trabajan en su defensa, que son también cada vez más. Con nuestro testimonio y apoyo queremos dar esperanza a las madres y a los padres que tienen dificultades para acoger a sus hijos. En la Iglesia han de encontrar el hogar en el que se descubren cuidados y donde pueden recibir las ayudas que necesitan.

Confiamos a nuestra Señora, Madre de los vivientes, los frutos de este año dedicado a la oración y a un mayor trabajo de formación y de compromiso activo en favor de las vidas humanas que van a nacer. Que ella nos ayude a vivir como «hijos de la luz» (Ef 5, 8) siendo constructores de una auténtica cultura de la vida.

Con nuestra bendición y afecto:

 

+ Mons. Julián Barrio Barrio
Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar

+ Mons. Juan Antonio Reig Pla,
Presidente de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida

+ Mons. Francisco Gil Hellín

+ Mons. Vicente Juan Segura

+ Mons. Manuel Sánchez Monge

+ Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa

+ Mons. Gerardo Melgar Viciosa



[1] Evangelium vitae, 78.

[2] Ibíd, 3.

[3] Ibíd, 80.

[4] Cf. Card. T. Bertone, Los derechos humanos en el magisterio de Benedicto XVI. Discurso en la Conferencia Episcopal Española (5-02-2009): «No puede existir un orden social o estatal justo si no se respeta la justicia, y la justicia sólo puede alcanzarse con un previo respeto a los Derechos Humanos y a la dignidad natural de cada hombre, de cada persona humana, con independencia de la fase de su vida en que se encuentre».

[5] Cf. Conferencia Episcopal Española, «La vida y el aborto. Declaración de la Comisión Permanente» (5-02-1983) en Conferencia Episcopal Española, La vida humana, don precioso de Dios. Documentos sobre la vida (1974-2006), EDICE, Madrid, 2006, 79.

[6] En la conferencia antes citada, el Cardenal Bertone subrayaba el hecho de que «los derechos humanos son anteriores y superiores a todos los derechos positivos». Están «“por encima” de la política y también por encima del “Estado-nación”. Son verdaderamente supranacionales. Ninguna minoría ni mayoría política puede cambiar los derechos de quienes son más vulnerables en nuestra sociedad»: Card. T. Bertone, Los derechos humanos en el magisterio de Benedicto XVI. Discurso en la Conferencia Episcopal Española, (5-02-2009).

[7] La prevención de las causas sociales y personales del aborto, y la insistencia en las ayudas a la mujer embarazada, ha sido un tema recurrente en el magisterio de los obispos españoles. Cf. Conferencia Episcopal Española, La vida humana, don precioso de Dios. Documentos sobre la vida (1974-2006), EDICE, Madrid, 2006, 82-83; 94-99.

[8] Benedicto XVI, Discurso a la Academia Pontificia para la Vida, 23-02-2009.

[9] Evangelium vitae, 2.