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26 junio 2007

Domingo 1 de julio

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

1 de julio de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
Eliseo se levantó y marchó tras Elías

Lectura del primer libro de los Reyes 19, 16b. 19-21

En aquellos días, el Señor dijo a Elías:

— «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.»

Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.

Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:

— «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.»

Elías le dijo:

— «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»

Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 15, l-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 (R/.: cf. 5a)

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

Segunda lectura
Vuestra vocación es la libertad

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 1. 13-18

Hermanos:

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado.

Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud.

Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor.

Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.»

Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente.

Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais.

En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley.

Palabra de Dios.

Aleluya
1S 3, 9; Jn 6, 68c

Habla, Señor, que tu siervo te escucha;
tú tienes palabras de vida eterna.

EVANGELIO
Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adonde vayas

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51-62

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.

De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.

Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:

—«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»

Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

Mientras iban de camino, le dijo uno: — «Te seguiré adonde vayas.»

Jesús le respondió: — «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»

A otro le dijo: — «Sígueme.»

Él respondió: — «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»

Le contestó: — «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»

Otro le dijo: — «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»

Jesús le contestó: — «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Tú eres Pedro

Celebramos hoy la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Esta fiesta es una grata memoria de los grandes testigos de Jesucristo y, a la vez, una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica.

Pedro y Pablo son columnas de la Iglesia. Ellos han transmitido la fe y sobre ellos se edifica la Iglesia. Fueron elegidos por el Señor para ser testigos de la Buena Noticia, para ser pescadores de hombres.

Siendo débiles y pecadores fueron elegidos por Dios para que en su debilidad se manifestara la fuerza y la grandeza de Dios. Ellos hicieron de Jesucristo, el Señor de su vida, el centro de su existencia, la razón y la fuerza para vivir: Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir, dirá San Pablo; Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna, dirá San Pedro.

En el Evangelio vemos como Jesucristo elige, de entre todos los apóstoles, a Pedro como cabeza de la Iglesia. Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia, y se continúa por los obispos bajo el primado del Papa (cf. Catecismo 881). El Papa ha sido puesto por Jesucristo para enseñar, santificar y gobernar la Iglesia.

San Pablo fue el apóstol de los gentiles, el que recorrió el mundo anunciando la Buena Noticia, el que fundó y visitó numerosas comunidades cristianas, el que no tuvo miedo a las dificultades: hambre, palizas, cárcel, persecución, muerte...: Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo.

La memoria de San Pedro nos invita a confesar que Jesús es el Señor, a tenerle a Él como único Maestro, a permanecer siempre fieles a las enseñanzas de Jesucristo que vive en su Iglesia.

La memoria de San Pablo nos invita a la nueva evangelización, a ser apóstoles, a no tener miedo de dar la cara por Cristo, a recorrer el mundo de hoy aprovechando todas las ocasiones para ser heraldos, apóstoles y maestros del Evangelio, sin tener miedo, no porque confiemos en nuestras fuerzas, sino porque sé de quién me he fiado y que tiene poder para asegurar hasta el final el encargo que me dio (cf 2 Tim 1, 12s).

Compromiso semanal

Reza por el Papa. Mira cómo puedes dar un buen testimonio cristiano en tu ambiente. Piensa en personas y situaciones concretas.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Hechos 12, 1-11. Era verdad: el Señor me ha librado de las manos de Herodes.

Es la hora de la prueba para la Iglesia que ora por Pedro que está encarcelado. Su liberación se sitúa en la línea de los grandes gestos salvadores de Dios. El Señor hoy, como ayer, continúa liberando y manifestando su poder.

Salmo 33, 2-9. El Señor me libró de todas mis ansias.

El salmo respira un agradecimiento cordial por el amor que Dios muestra a sus fieles. A esa alabanza anima a los humildes, a los fieles. El motivo aparece enseguida: invocó al Señor, éste lo escuchó y lo salvó.

2ª lectura: 2 Timoteo 4, 6-8. 17-18. Ahora me aguarda la corona merecida.

Pablo comprende que ha llegado la hora de su muerte y no se deja llevar por la tristeza sino que da gracias al Señor y se llena de esperanza. Ve que su vida de evangelizador ha transcurrido en fidelidad al Señor. Espera recibir la corona de gloria, reservada a los que han llegado a la meta y han mantenido la fe.

Evangelio: Mateo 16, 13-20. Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los Cielos.

En Cesarea de Filipo, Pedro reconoce que Jesús es el Mesías. Naturalmente, con la luz del Padre y no por su saber humano. A la confesión de Pedro siguen las palabras de Cristo. Eres Pedro. Hay un cambio de nombre. Cefas significa Piedra y expresa su nueva misión: ser el fundamento de la Iglesia. Edificaré mi Iglesia. La Iglesia de Jesús, será la que Jesús reúna y edifique sobre la roca, que es Pedro. Y no habrá otra que pueda llamarse "Iglesia de Dios". El poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino. El "poder de las llaves" es el mismo que Jesús tiene. Es el poder de "atar y desatar". Es decir, poder dar normas a la comunidad y poder admitir o separar de ella. En la Iglesia, es un poder espiritual y se manifiesta, sobre todo, en el poder de perdonar los pecados. Jesús da esta autoridad a Pedro, pero también a los Apóstoles.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 2 Gn 18, 16-33 ¿Es que vas a destruir el inocente con el culpable?
Sal 102, 1-4.8-11 El Señor es compasivo y misericordioso.
Mt 8, 18-22 Sígueme.
Medita el evangelio de hoy
Martes 3
Santo Tomás Apóstol
Ef 2, 19-22 Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles.
Sal 116, 1-2 Id al mundo entero y predicad el Evangelio.
Jn 20, 24-29 ¡Señor mío y Dios mío!
Medita el Evangelio de hoy
Miércoles 4
Santa Isabel de Portugal
Gn 21, 5.8-20 El hijo de la criada no va a repartir la herencia con mi hijo Isaac.
Sal 33, 7-13 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Mt 8, 28-34 ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?
Reza por los que no tienen fe
Jueves 5
San Antonio María Zaccaría
Gn 22, 1-19 El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe.
Sal 114, 1-9 Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
Mt 9, 1-8 La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Medita el Evangelio de hoy
Viernes 6
Santa María Goretti
Gn 23, 1-4.19, 24, 1-8.62-67 Isaac amó tanto a Rebeca que se consoló de la muerte de su madre.
Sal 105, 1-5 Dad gracias al Señor, porque es bueno.
Mt 9, 9-13 Misericordia quiero y no sacrificio.
Da gracias a Dios
Sábado 7

Gn 27, 1-5.15-29 Jacob echó la zancadilla a Esaú y le quitó su bendición.
Sal 134, 1-6 Alabad al Señor, porque es bueno.
Mt 9, 14-17 El vino nuevo se echa en odres nuevos.
Haz una obra de misericordia

Domingo 8
14º del TIEMPO ORDINARIO

Is 66, 10-14c Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz.
Sal 65, 1-7.16.20 Aclama al Señor, tierra entera.
Ga 6, 14-18 Ya tengo bastante con llevar en mi cuerpo las marcas de Jesús.
Lc 10, 1-12.17-20 Poneos en camino. Al entrar en una casa lo primero que tenéis que decir: “Paz a esta casa”.
Haz oración por tu familia y por la parroquia


20 junio 2007

Domingo 24 de junio

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

Semana XII del Tiempo Ordinario
24 de junio de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
Te hago luz de las naciones

Lectura del Profeta Isaías 49, 1-6

Escuchadme, islas;
atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó
en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha bruñida,
me guardó en su aljaba
y me dijo:

«Tú eres mi siervo,
de quien estoy orgulloso.»
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado,
en viento y en nada he gastado mis fuerzas»,
en realidad mi derecho lo llevaba el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.

Y ahora habla el Señor,
que desde el vientre me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel,
—tanto me honró el Señor
y mi Dios fue mi fuerza— :

«Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 138, 1 3. 13 14ab. 14c 15

R/. Te doy gracias
porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces:
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.

No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.

Segunda lectura
Juan predicó antes de que llegara Cristo

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 13, 22 26

En aquellos días, dijo Pablo:

—«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: «Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.» Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un Salvador para Israel: Jesús. Antes de que él llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias."

Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»

Palabra de Dios.

Aleluya
Lc 1, 76

A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.

EVANGELIO
El nacimiento de Juan Bautista Juan es su nombre

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57 66. 80)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.

La madre intervino diciendo: —«¡No! Se va a llamar Juan.»

Le replicaron: —«Ninguno de tus parientes se llama así.»

Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Todos se quedaron extrañados.

Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.

Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: —«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano de Dios estaba con él.

El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Juan es su nombre

Hoy celebramos a san Juan Bautista, el Precursor, el mayor de los nacidos de mujer.

A los demás santos los recordamos el día de su muerte, su verdadero día de nacimiento para la gloria. Sólo de tres personas celebramos el nacimiento: de Jesús, de la Virgen María y de san Juan Bautista, aunque de él también celebramos su martirio el 29 de agosto.

Juan Bautista es el último de los profetas del Antiguo Testamento y el precursor de Jesucristo, e inaugura el Evangelio. Da testimonio de Jesucristo mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio.

Esta fiesta nos ayuda a meditar sobre nuestra identidad como cristianos y como testigos del Evangelio en el mundo de hoy.

Dios elige a sus profetas. No se arrogan ellos la misión: Dios es quien los llama ya desde el seno materno. Por eso, no celebramos tanto la grandeza de Juan, sino cómo se mostró en él el plan salvador de Dios, correspondido por Juan con una actitud de fe.

También a nosotros nos ha elegido Dios. Estamos llamados a ser fieles a Dios dándolo a conocer y preparando el camino a Jesús, siendo heraldos, pregoneros de la Buena Noticia de Jesús.

Pero Juan no era la luz, sino testigo de la luz. No era la Palabra, sino pregonero de la Palabra. Juan era la voz, Cristo era la Palabra. Nosotros, llamados a ser profetas y testigos, no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo: Él tiene que crecer y nosotros tenemos que menguar. Hemos de superar nuestros deseos de protagonismos humanos, para dejar que brille la luz de Cristo.

Juan fue recio en su testimonio: asceta en el desierto, humilde ante la aparición del Mesías, decidido y fuerte en el anuncio del Evangelio, en la llamada a la conversión y en la denuncia del pecado. Su palabra era incómoda y fue mártir de la verdad que proclamaba.

El nacimiento de Juan fue motivo de alegría para todos: está anunciando la alegría y nos invita a nosotros a comunicar la alegría a los demás. No la alegría exterior y efímera del mundo, sino la alegría profunda, definitiva y sanadora de sabernos amados y salvados por Dios.

Compromiso semanal

¿Quién es Jesucristo para ti? ¿Qué pinta en tu vida? ¡Medítalo! Revisa como está tu testimonio de Jesucristo.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Isaías 49, 1-6. Te hago luz de las naciones.

El profeta Isaías fue elegido por Dios desde el seno materno. Su elección y su misión son dones gratuitos de Dios. El profeta debe corresponder con fidelidad a la llamada y a la misión en favor de su pueblo.

Salmo 138, 1-15. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Este salmo es la preciosa oración de un creyente para expresar su fe en Dios, que llena, sabe y puede todo, y al mismo tiempo es el Dios de la alianza. Mirada de un Padre que penetra las tinieblas y llega hasta la misteriosa gestación del hombre en el seno materno. Invadido por esta amorosa mirada de Dios que le envuelve y le supera, el salmista se abandona a Él y afirma su deseo de cumplir su voluntad.

2ª lectura: Hechos 13, 22-26. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión.

La historia del pueblo de Israel es una proclamación de la misericordia de Dios. San Pablo destaca a David, figura y anuncio de Jesús, enviado divino en quien se cumplen las promesas hechas a Abrahán. En la línea de los profetas, Juan el Bautista anuncia la próxima venida del Mesías e invita al pueblo a convertirse.

Evangelio: Lucas 1, 57-66. 80. Juan es su nombre. La mano del Señor estaba con él.

La escena del nacimiento de Juan transcurre en medio de una reunión de vecinos y parientes alegres y felices por la maternidad de Isabel. La escena se centra en la imposición del nombre. Su importancia deriva de dos realidades:

-. Lo que el nombre significa: Juan = “Dios nos ha mostrado su favor”.

-. Lo que el nombre supone para un judío. Es la persona misma. Que Dios imponga un nombre a una persona significa que le toma por completo a su servicio y le encomienda una misión. Juan será quien recuerde que Dios ha mostrado su favor al pueblo que espera.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 25 Gn 12, 1-9 Abrahán marchó como le había dicho el Señor.
Sal 32, 12-13.18-22 Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Mt 7, 1-5 No juzguéis para que Dios no os juzgue.
Revisa como estás de juicio…
Martes 26
San Pelayo
San Josemaría Escrivá
Gn 13, 2.5-18 No haya disputas entre nosotros dos, pues somos hermanos.
Sal 14, 2-5 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Mt 7, 6.12-14 Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
¿Tratas a los demás como quieres que te traten a tí?
Miércoles 27
San Cirilo de Alejandría
Gn 15, 1-12.17-18 Abrahán creyó al Señor y se le contó en su haber, y el Señor hizo alianza con él.
Sal 104, 1-9 El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Mt 7, 15-20 Por sus frutos los conoceréis.
Haz una obra de misericordia
Jueves 28
San Ireneo de Lyon
Gn 16, 1-12.15-16 Hagar dio un hijo a Abrán, y Abrán lo llamó Ismael.
Sal 105, 1-5 Dad gracias al Señor, porque es bueno.
Mt 7, 21-29 No todo el que me dice “Señor” entrará en el Reino.
Revisa como es tu sí al Señor
Viernes 29
Santos Pedro y San Pablo
Hch 12, 1-11 El Señor ha enviado a su ángel para librarme.
Sal 33, 2-9 El ángel del Señor librará a los que temen a Dios.
2 Tm 4, 6-8.17-18 He corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Mt 16, 13-19 ¿Quién decís que soy yo?
¿Quién es Jesús para ti? ¿Cómo está tu relación con Él?
Sábado 30
Santos Protomártires de Roma
Gn 18, 1-15 ¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte, Sara habrá tenido un hijo.
Sal Lc 1, 46-55 El Señor se acuerda de su misericordia.
Mt 8, 5-17 Expulsó a los espíritus con su palabra y curó a todos los enfermos.
Medita el evangelio. Pídele al Señor el don de la fe.
Domingo 1
SAN PEDRO Y SAN PABLO
Hechos 12, 1-11 Era verdad: el Señor me ha librado de las manos de Herodes
Sal 33, 2-9. El Señor me libró de todas mis ansias.
2 Timoteo 4, 6-8. 17-18 Ahora me aguarda la corona merecida.
Mateo 16, 13-20. Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los Cielos
Reza por la Iglesia, por el Papa, por tu familia y por la parroquia


17 junio 2007

Domingo 17 de Junio

DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO

17 de junio de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás

Lectura del segundo libro de Samuel 12, 7-10. 13

En aquellos días, Natán dijo a David:

—«Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí rey de Israel, te libré de las manos de Saúl, te entregué la casa de tu señor, puse sus mujeres en tus brazos, te entregué la casa de Israel y la de Judá, y, por si fuera poco, pienso darte otro tanto.

¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo que a él le parece mal? Mataste a espada a Unas, el hitita, y te quedaste con su mujer. Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Unas.”»

David respondió a Natán: —«¡ He pecado contra el Señor!»

Natán le dijo: —«El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 31, 1-2. 5. 7. 11 (R/.: cf. 5c)

R/. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.

Segunda lectura
Vivo yo. pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 16. 19-21

Segunda lectura

Hermanos:

Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús.
Por eso, hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por cumplir la Ley.

Porque el hombre no se justifica por cumplir la Ley.

Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios.

Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.

Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

Yo no anulo la gracia de Dios.

Pero, si la justificación fuera efecto de la Ley, la muerte de Cristo sería inútil.

Palabra de Dios.

Aleluya
I Jn 4, l0b

Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros pecados.

EVANGELIO
Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36—8, 3

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: —«Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»

Jesús tomó la palabra y le dijo: —«Simón, tengo algo que decirte.»

Él respondió:—«Dímelo, maestro.»

Jesús le dijo:—«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»

Simón contestó: —«Supongo que aquel a quien le perdonó más.»

Jesús le dijo: —«Has juzgado rectamente.»

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: —«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con unguento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.»

Y a ella le dijo: —«Tus pecados están perdonados.»

Los demás convidados empezaron a decir entre sí: —«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?»

Pero Jesús dijo a la mujer: — «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»

Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Tu fe te ha salvado

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos invita a descubrir a Dios rico en misericordia, que antes de que el pecador se arrepienta, se muestra dispuesto al perdón y a la reconciliación.

En la primera lectura vemos como David llega al arrepentimiento –y, por tanto al perdón– porque se ha hecho sensible y dócil a la palabra del profeta Natán, que, en definitiva, reconoce como Palabra de Dios. Esta Palabra de Dios reprueba la conducta que lleva en su vida el rey elegido y puesto por Dios al frente de su pueblo.

En la segunda lectura, san Pablo nos enseña que no es el cumplimiento servil de la ley el justifica, sino la fe; es decir, hace entrar en el orden de la salvación.

En el evangelio vemos como el fariseo –que murmura interiormente de la actitud y la actuación de Jesús ante aquella pecadora– por inclinación natural se considera bueno porque dice observar la ley con todo su rigor, pero tiene el corazón endurecido para el amor. Su actitud es tan arrogante y su seguridad tan autosuficiente que se cree con la capacidad de juzgar no sólo a aquella mujer, sino también a Jesús.

La mujer expresa el auténtico modo del estar el hombre ante Dios: sin justificación alguna y con una enorme gratitud.

Frente a la actitud del fariseo, Jesús aparece ejerciendo –una vez más– la misericordia. Jesús ve el desprecio y la frialdad del corazón de Simón, su sentirse justo y su creer que el amor de Dios se puede merecer. Su pecado esta aquí: en querer merecer el amor de Dios, que es, por esencia, pura gratuidad.

Jesús provoca un encuentro fundado en la misericordia divina, invitándonos a ver los valores que trae el verdadero arrepentimiento. Así, la mujer pecadora tiene un encuentro de amor y de perdón, de manera que en su fe encuentra la salvación, mientras que el fariseo, que se cree tan justo que hasta Dios le debe algo, se ve privado de esta oportunidad de experimentar el amor de Dios. El amor y el perdón se alimentan recíprocamente.

Para ser salvados es necesario que reconozcamos que somos pecadores y necesitados de salvación. Aceptar a Jesucristo en la vida personal es aceptar el amor gratuito de Dios que es el único que salva.

La conversión más profunda es, por tanto, sentirse necesitados del perdón.

Compromiso semanal

Pídele al Señor perdón poder “ver” tus pecados. Acércate al Señor –lleno de ternura y misericordia– y pídele perdón por tus pecados.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: 2 S 12, 7-10. 13. ¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor?

El adulterio, cometido por David, y la muerte de Urías, maquinada por él, son crímenes que entenebrecen su figura. La Palabra de Dios no los ha ocultado y son una acusación continua. El ungido de Dios ha respondido villanamente, ha demostrado que es un hombre frágil, de carne y hueso, menospreciando los preceptos del Señor, lesionando gravísimamente los derechos del prójimo y dando un pésimo ejemplo al pueblo de Dios. Pero la imagen de David se restablece gracias a su arrepentimiento profundo y sincero: “He pecado contra el Señor”. El profeta, que acusó valientemente al rey, también le anuncia el gozo del perdón.

Salmo 31, 1-11. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

El salmista ha experimentado la salvación con el perdón de sus propios pecados. Primero se calló y ocultó a Dios su falta. Una grave enfermedad le lleva a reconocer su pecado y a confesarlo. De esta experiencia gozosa saca una lección para los fieles: la misericordia rodea a quien confía en el Señor. El salmo está centrado en la confesión del pecado y en el perdón de Dios que invade el alma y la establece en su intimidad.

2ª lectura: Ga 2, 16. 19-21. Es Cristo quien vive en mí.

La justificación es una transformación radical del hombre que supone el perdón de los pecados y principalmente la comunicación de una vida nueva. La justificación no puede venir de las obras de la Ley; ni éstas influyen en la justificación. Es la muerte y resurrección de Cristo lo que justifica al hombre, si éste participa de ellas; y sólo desde esta realidad el hombre puede vivir su nueva vida.

Evangelio: Lc 7, 36-8, 3. Tu fe te ha salvado es su nombre.

El perdón de los pecados es efecto del amor de Dios, por eso la manifestación de este amor es el signo de haber obtenido el perdón. Jesús, por ser la manifestación plena del amor del Padre, es la plena comunicación del perdón de los pecados. Los actos con los que Cristo comunica el perdón son los actos supremos de su amor. Anuncia la gran alegría del Padre al perdonar, porque en el perdón expresa su amor.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 18 2Co 6, 1-10. Damos prueba de que somos ministros de Dios.
Sal 97, 1-4. El Señor da a conocer su victoria.
Mt 5, 38-42. Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia.
Revisa si tienes odio a alguien. Sé misericordioso.
Martes 19
San Romualdo
2Co 8, 1-9. Cristo se hizo pobre por vosotros.
Sal 145, 2.5-9. Alaba, alma mía, al Señor.
Mt 5, 43-48. Amad a vuestros enemigos.
¿Tratas a los demás como quieres que te traten a tí?
Miércoles 20 2Co 9, 6-11. Al que da de buena gana lo ama Dios.
Sal 111, 1-4.9. Dichoso quien teme al Señor.
Mt 6, 1.16-18. Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará
Revisa la sinceridad de tu vida.
Jueves 21
San Luís Gonzaga
2Co 11, 1-11. Os anuncié de balde el Evangelio de Dios.
Sal 110, 1-4.7-8. Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor.
Mt 6, 7-15. Vosotros rezad así.
Reza meditando el Padre Nuestro.
Viernes 22
San Juan Fisher y Santo Tomás Moro
2Co 11. 18.21b-30. Aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias.
Sal 33, 2-7. El Señor libra a los justos de sus angustias.
Mt 6, 19-23. Adonde está tu tesoro, allí está tu corazón.
Medita cuál es tu actitud ante el dinero y lo material.
Sábado 23 2Co 12, 1-10. Muy a gusto presumo de mis debilidades.
Sal 33, 8-13. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Mt 6, 24-34. No os agobiéis por el mañana.
¿Qué es lo que te agobia? ¡Díselo al Señor!
Domingo 24
Natividad de San Juan Bautista
Isaías 49, 1-6. Te hago luz de las naciones
Sal 138, 1-15. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Hch 13, 22-26. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión.
Lc 1, 57-66. 80. Juan es su nombre. La mano del Señor estaba con él.
Reza por tu familia y por tu parroquia


05 junio 2007

Domingo 10 de junio

SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Semana X del Tiempo Ordinario
10 de junio de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
Sacó pan y vino

Lectura del libro del Génesis 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:

— «Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.»

Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 109, 1. 2. 3. 4 (R/.: 4bc)

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
R/.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.» R/.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.» R/.

Segunda lectura
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:

Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:

— «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:

— «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios.

Aleluya
Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo —dice el Señor—;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

EVANGELIO
Comieron todos y se saciaron

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 11b-17

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: — «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»

El les contestó: — «Dadles vosotros de comer.»

Ellos replicaron: — «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.

Jesús dijo a sus discípulos: — «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»

Lo hicieron así, y todos se echaron.

Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Comieron todos y se saciaron

Celebramos hoy la solemnidad del Corpus Christi, del Cuerpo y Sangre de Cristo. Con esta celebración, la Iglesia quiere subrayar la necesidad y la importancia de la Eucaristía. La Eucaristía es el centro de la vida cristiana. Ella es la fuente y el culmen de toda acción cristiana. Por la Eucaristía vive y crece la Iglesia. Por la Eucaristía vivimos y crecemos los cristianos.

La Eucaristía, presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y su alimento espiritual, es de lo más precioso que la Iglesia puede tener en su caminar por la historia (cf. Ecclesia de Eucharistía nº 9).

En la Eucaristía Jesucristo está presente. En ella recibimos el pan de la Palabra de Dios como la luz que debe iluminar nuestra vida; y en ella recibimos el Pan de la Vida que es Jesucristo que se nos da en la comunión para nuestro alimento y crecimiento espiritual en el camino hacia la vida eterna, que es la meta de la fe.

Cada vez que celebramos la Eucaristía Dios renueva con nosotros su Alianza de amor.

Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, cumple el mandato de Jesús de hacer en memoria suya lo que Él hizo en la última cena; celebra el memorial del sacrificio de Jesucristo en la Cruz y también la ofrenda que Jesucristo glorioso hace de toda su vida. Este recuerdo no es una simple evocación de los acontecimientos salvadores de Jesús, sino una actualización, siempre viva y eficaz de los mismos. Por eso, la Eucaristía es el sacramento del amor: Jesucristo de nuevo se ofrece y se entrega totalmente por nosotros (cf. Catecismo, 1362s).

En cada Eucaristía es el mismo Cristo quien se hace presente. La Eucaristía nos recuerda que el Señor está con nosotros, está presente en nuestras vidas.

No podemos “pasar” de la Eucaristía. No podemos ser buenos cristianos si rechazamos la Eucaristía.

Es necesario superar la comodidad y convencernos de que necesitamos participar en la Eucaristía todos los Domingos. El precepto dominical es fuente de libertad auténtica, para poder vivir cada día según lo que han celebrado en el «día del Señor». La vida de fe peligra cuando ya no se siente el deseo de participar en la Celebración eucarística, en que se hace memoria de la victoria pascual (cf. Sacramentum Caritatis 73).

El Domingo es el Día del Señor, día que hemos de consagrar y dedicar al Señor: es el día del descanso, del encuentro con el Señor en su Palabra y en la Eucaristía, de compartir el tiempo con la familia y con los amigos, de vivir la caridad ayudando al prójimo.

En este tema es especialmente importante que nos desmarquemos del estilo con que el mundo está viviendo el Domingo y el fin de semana en general, sobre todo en la manera de divertirnos. También en la diversión hemos de tener el estilo de vida de Jesús. ¿Se divertiría Jesús como tú te diviertes?

La Eucaristía se ha de notar en la vida de cada día: el que participa en la Eucaristía ha de dar testimonio cada día de aquello que celebra el Domingo. No ha de dar testimonio de que es perfecto, sino de que trata de serlo, de que lucha y se esfuerza por ser cada día mejor cristiano. El que participa en la Eucaristía ha de vivir con un estilo diferente al estilo de vida del mundo.

Hemos de descubrir, también, la oración ante la Eucaristía, la visita a Jesucristo presente en el Sagrario (cf. Sacramentum Caritatis 68). La oración es fundamental en la vida cristiana, y la oración ante el Sagrario es un momento de especial intensidad y fuerza en la vida espiritual. ¿Qué actitud tienes ante la Eucaristía? ¿Cómo la estás viviendo? ¿Qué has de hacer para mejorarla?

Compromiso semanal

Revisa cuál es tu actitud ante la Eucaristía: ¿qué te pide el Señor que hagas para mejorarla?

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Génesis 14, 18-20. Sacó pan y vino.

Melquisedec significa “rey de justicia”. Este misterioso personaje representa al único rey de Israel. Es figura de los reyes que recibían el botín de la victoria. La fe de la Iglesia interpreta la persona del sacerdote Melquisedec (que dio pan y vino a Abrahán), como figura anticipada de Jesucristo. Jesús es el sacerdote y el rey que consagra el pan y el vino y nos da su cuerpo y su sangre para nuestra salvación.

Salmo 109, 1-4. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Este salmo es uno de los más citados en el Nuevo Testamento. Cristo es el “Hijo”, engendrado por el Padre antes de todos los siglos; Cristo resucitado es el “rey” que se sienta a la derecha de Dios; es el “ungido” o Mesías de Dios, hijo de David; y es el “sacerdote eterno”, que ofrece el sacrificio perfecto y definitivo. De sus prerrogativas y bendiciones “reales”, de su victoria plena y total sobre todos los “enemigos”, hemos tenido la suerte de haber sido hecho partícipes todos los que, por la fe, constituimos su cuerpo santo.

2ª lectura: 1 Corintios 11, 23-26. Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor.

En este texto San Pablo narra la institución de la Eucaristía por el Señor. Subraya tres aspectos:
-. Afirma la presencia real del Señor resucitado en el misterio de la Eucaristía.
-. Proclama la dimensión pascual, o actualización sacramental del misterio de la muerte y resurrección de Jesús.
-. Anuncia la dimensión escatológica, en cuanto la Eucaristía es signo y anticipo de la definitiva paz y unidad que tendrá lugar cuando se consume la historia de la salvación.

Evangelio: Lucas 9, 11b-17. Comieron todos y se saciaron.

En la multiplicación de los panes Jesús revela su condición de ser el que aporta la salvación definitiva a los hombres de todos los tiempos. El texto recuerda al alimento que Dios proporciona a su pueblo en el desierto, y también a los textos de los profetas que nos hablan de los tiempos mesiánicos con el símbolo de un gran banquete. Sobre todo el texto refleja claramente la Eucaristía celebrada por la Iglesia primitiva. Los Doce, que han predicado el evangelio del reino, se reúnen con la gente, como lo hará la Iglesia, para celebrar el banquete del Señor. En este texto podemos ver esbozada una descripción de las tareas pastorales de la comunidad creyente: predicación, servicio a los necesitados y celebración eucarística. Y todo ello sustentado por la oración.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 11
San Bernabé, Apóstol
Hch 11, 21b-26; 13, 1-3. Era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y fe.
Sal 97, 1-6. El Señor revela a las naciones su justicia.
Mt 10, 7-13. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.
Reza por la Iglesia.
Martes 12 2 Co 1, 18-22. Jesús no fue primero “sí” y luego “no”; en él todo se ha convertido en un “sí”.
Sal 118, 129-135. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Mt 5, 13-16 Vosotros sois la luz del mundo.
Da testimonio de Jesucristo
Miércoles 13
San Antonio de Padua
2 Co 3, 4-11. Nos ha hecho servidores de una alianza nueva: no basada en pura letra, sino en el Espíritu.
Sal 98, 5-9. Santo es el Señor nuestro Dios.
Mt 5, 17-19 No he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Haz una obra de misericordia
Jueves 14 2 Co 3, 15-4, 1. 3-6. Dios ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios.
Sal 84, 9-14 La gloria del Señor habitará en nuestra tierra.
Mt 5, 20-26. Todo el que esté peleado con su hermano, será procesado.
Pídele al Señor el don de poder perdonar
Viernes 15
El Sagrado Corazón de Jesús
Ez 34, 11-16 Yo mismo buscaré, apacentaré, curaré a mis ovejas.
Sal 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me falta.
Ro 5, 5-11 El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
Lc 15, 3-7 Habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Haz una obra de misericordia
Sábado 16
El Inmaculado Corazón de María
Is 61, 9-11. Desbordo de gozo con el Señor.
Sal 1S 2, 1.4-7. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.
Lc 2, 41-51. Conservaba todo esto en su corazón.
Pídele a la Virgen lo que más necesites
Domingo 17
11º del Tiempo Ordinario
2 S 12, 7-10-13 ¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor?
Sal 31, 1-11 Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Ga 2, 16. 19-21. Es Cristo quien vive en mí.
Lc 7, 36-8, 3 Tu fe te ha salvado.
Haz oración por tu familia y por la parroquia.