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28 febrero 2009

Domingo 1 de marzo

Domingo I de cuaresma
1 de marzo de 2009 (ciclo B, año impar)




Primera lectura
El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio

Lectura del libro del Génesis (9, 8-15)

Dios dijo a Noé y a sus hijos:

— «Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.»

Y Dios añadió:

«Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9 (R/.: cf. 10)

R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad
para los que guardan tu alianza.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas.
Acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Segunda lectura
Actualmente os salva el bautismo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (3, 18-22)

Queridos hermanos:

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios.

Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.

Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos — ocho personas —se salvaron cruzando las aguas.

Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (1, 12-15)

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.

Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: — «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Era tentado por Satanás y los ángeles le servían

El miércoles pasado iniciamos la Cuaresma, y hoy celebramos el primer domingo de este tiempo litúrgico, que estimula a los cristianos a comprometerse en un camino de preparación para la Pascua. Hoy el evangelio nos recuerda que Jesús, después de haber sido bautizado en el río Jordán, impulsado por el Espíritu Santo, que se había posado sobre él revelándolo como el Cristo, se retiró durante cuarenta días al desierto de Judá, donde superó las tentaciones de Satanás (cf. Mc 1, 12-13). Siguiendo a su Maestro y Señor, también los cristianos entran espiritualmente en el desierto cuaresmal para afrontar junto con él "el combate contra el espíritu del mal".

La imagen del desierto es una metáfora muy elocuente de la condición humana. A lo largo del desierto el pueblo de Israel experimentó toda la fuerza y la insistencia del tentador, que los inducía a perder la confianza en el Señor y a volver atrás; pero, al mismo tiempo, gracias a la mediación de Moisés, aprendieron a escuchar la voz de Dios, que los invitaba a convertirse en su pueblo santo.

Para realizar plenamente la vida en la libertad, es preciso superar la prueba que la misma libertad implica, es decir, la tentación. Sólo liberada de la esclavitud de la mentira y del pecado, la persona humana, gracias a la obediencia de la fe, que la abre a la verdad, encuentra el sentido pleno de su existencia y alcanza la paz, el amor y la alegría.

Precisamente por eso, la Cuaresma constituye un tiempo favorable para una atenta revisión de vida en el recogimiento, la oración y la penitencia” (cf. Benedicto XVI, Angelus, 5-III-2006).

La Cuaresma es un tiempo que nos invita a tomar en serio nuestra conversión, nuestra renovación. Renovarse es aceptar la alianza, como Noé. Renovarse es convertirse a Jesucristo, dejando que Él sea el único Señor de tu vida.

El Evangelio de hoy nos presenta una realidad constante en la vida del hombre: la realidad de la tentación. Jesús fue tentado, y también nosotros pasamos por esa realidad. La tentación es la invitación a hacer el mal, a apartarnos del plan de Dios sobre nuestra vida. Ser tentado no es malo, es poner a prueba la fortaleza de nuestra fe; lo malo es caer en la tentación.

En los demás evangelios se nos concreta que Jesucristo es tentado tres veces: las tentaciones que se le hacen a Jesucristo son el dinero, el poder y la manipulación de Dios. También nosotros tenemos estas tentaciones delante, tratando de apartarnos de Dios.

Hoy se nos tienta haciéndonos creer que el dinero es lo que da la vida. Se nos invita a ser materialistas, a olvidarnos de Dios y a poner nuestra confianza en las cosas materiales.

También se nos tienta haciéndonos buscar el poder como una fuente de satisfacción y de dominio sobre los demás, como vemos hoy tantas veces en nuestra sociedad. Se nos quiere hacer creer que la vida está en dominar, cuando la vida está en servir, en entregarse.

La tercera tentación es querer manipular a Dios, o a la Iglesia, querer utilizarlos para nuestros intereses, "fabricándonos" una religión a nuestra manera, utilizando la religión para justificar nuestra conducta, o atacando a la Iglesia cuando su predicación nos resulta incómoda.

La respuesta de Jesús es clara: no tentarás al Señor, tu Dios. ¿Cuáles son las tentaciones de tu vida? ¿Cómo luchas contra ellas?

Compromiso semanal

Revisa tu vida tratando de descubrir cuáles son tus tentaciones y cómo has de luchar contra ellas. Haz un plan de vida espiritual para esta Cuaresma.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Génesis 9, 8-15. Pacto de Dios con Noé, liberado de las aguas del diluvio.

El pacto con Noé inaugura la cadena de alianzas que culminarán en Cristo, por el que Dios tuvo a bien reconciliar todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos” (Col 1, 20). La alianza con Noé se fija en la restauración de la armonía entre el hombre y la creación. El arco iris es la señal de este pacto que Dios hace con el hombre. Tras la tormenta todo se serena. Parece como si todo comenzase otra vez. Como si nada hubiera ocurrido. Dios perdona. Dios bendice y el alma siente una paz alegre y reposada.

Salmo 24, 4-9. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad, para los que guardan tu alianza.

Este salmo nos invita –al comienzo de la cuaresma– a la reflexión y a la súplica: Señor, haz que camine con lealtad a través de estos días de renovación, tú que enseñas el camino a los pecadores. Ya que Dios ha ofrecido una alianza universal para todos los hombres, el salmo nos invita a reconocer cómo en verdad las sendas del Señor son misericordia y lealtad, para toda la humanidad.

2ª lectura: 1 Pedro 3, 18-22. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva.

San Pedro nos recuerda la eficacia salvadora del sufrimiento. Una eficacia salvadora que alcanza tanto a la persona que sufre como a la comunidad en medio de la que sufre. Como suprema garantía está Cristo que sufriendo y muriendo ha salvado al pueblo de Dios y a la vez ha conquistado para sí un nuevo modo de vivir: la gloria del cuerpo resucitado frente a la limitación y debilidad del cuerpo mortal.

Evangelio: Marcos 1, 12-15. Era tentado por Satanás y los ángeles le servían.

El evangelio nos muestra a Jesús llevado al desierto por el Espíritu Santo y dejándose tentar por Satanás. Jesús, como verdadero hombre, tiene que vivir el desierto de la prueba y recorrer el duro camino que conduce a la salvación. Presenta a Cristo como vencedor de las fuerzas del mal que pesan sobre los hombres. La alegre noticia de Jesús, el Mesías Hijo de Dios, no va a seguir el esquema ya gastado de los honores, el esplendor y la gloria. Va a asumir los rasgos insólitos de la debilidad, la prueba y el sufrimiento.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 2 Lv 19, 1-2.11-18 Sed santos, porque yo, vuestro Dios, soy santo.
Sal 18, 8-10.15 Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Mt 25, 31-46 Venid, benditos de mi Padre; heredad el Reino preparado para vosotros.
Revisa si vives las obras de misericordia
Martes 3 Is 55, 10-11 Mi palabra no volverá a mí de vacío.
Sal 33, 4-7.16-19 Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.
Mt 6, 7-15 Cuando recéis, no uséis muchas palabras…
Reza despacio el Padre Nuestro y medítalo
Miércoles 4 Jon 3, 1-10 Dios se arrepintió y no llevó a cabo el castigo.
Sal 50, 3-4.12-13.18-19 Un corazón quebrantado y humillado, tu no lo desprecias.
Lc 11, 29-32 Aquí hay uno que es más que Salomón y más que Jonás.
Reza por la nueva evangelización
Jueves 5 Est 4, 1. 3-5. 12-14. A nosotros líbranos con tu mano.
Sal 137, 1-3.7-8 Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
Mt 7, 7-12 Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.
Pídele a Dios lo que más necesites
Viernes 6 Ez 18, 21-28 ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?
Sal 129, 1-8 Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Mt 5, 20-26 Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
¿Estás pelado con alguien? Intenta poner paz
Sábado 7
Santas Perpetuas y Felicidad, márt
Dt 26, 16-19 Serás un pueblo consagrado al Señor tu Dios.
Sal 118, 1-8 Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
Mt 5, 43-48 Yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
¿Guardas rencor? Pon paz en tu corazón
Domingo 8
2º de CUARESMA
Gn 22, 1-2.9a.15-18 Sacrificio del patriarca Abrahán.
Sal 115, 10.15.16-19 Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
Rom 8, 31b-34 Dios entregó a su propio Hijo a la muerte por nosotros.
Mc 9, 2-10 Éste es mi Hijo amado; escuchadlo
Reza por tu familia y por la parroquia


23 febrero 2009

Testimonio - Orar con los niños

El P. Gonzalo Carbo, escolapio nos presenta una experiencia de oración con niños.

Haz clic sobre la imagen:

22 febrero 2009

Domingo 22 de febrero

Domingo ViI del tiempo ordinario
22 de febrero de 2009 (ciclo B, año impar)

Miércoles de Ceniza
25 febrero 2009



Primera lectura
Por mi cuenta borraba tus crímenes

Lectura del libro de Isaías (43, 18-19. 21-22. 24b-25)

Así dice el Señor:
—«No recordéis lo de antaño,
no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?

Abriré un camino por el desierto,
ríos en el yermo,
para apagar la sed
del pueblo que yo formé,
para que proclamara mi alabanza.

Pero tú no me invocabas, Jacob,
ni te esforzabas por mí, Israel;
me avasallabas con tus pecados
y me cansabas con tus culpas.

Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes
y no me acordaba de tus pecados.»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 40, 2-3. 4-3. 13-14 (R/.: 5b)

R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. R/.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: « Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.» R/.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén. Amén. R/.

Segunda lectura
Jesús no fue primero «sí» y luego «no»;
en él todo se ha convertido en un «sí»

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios (1,18-22)

Hermanos:

¡Dios me es testigo!

La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego no».

Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya.

Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros.

Él nos ha ungido, él nos Ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

Palabra de Dios

Aleluya
Lc 4, 18

El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
Para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO
El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra
para perdonar pecados

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (2, 1-12)

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.

Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra.

Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.

Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:

— «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

— «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:

— «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.»

Entonces le dijo al paralítico:

— «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»

Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

— «Nunca hemos visto una cosa igual.»

Palabra del Señor



COMENTARIO

El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.

En estos domingos la liturgia presenta en el Evangelio el relato de varias curaciones realizadas por Cristo. El domingo pasado, el leproso; hoy un paralítico, al que cuatro personas llevan en una camilla a la presencia de Jesús, que, al ver su fe, dice al paralítico: "Hijo, tus pecados quedan perdonados" (Mc 2, 5). Al obrar así, muestra que quiere sanar, ante todo, el espíritu. El paralítico es imagen de todo ser humano al que el pecado impide moverse libremente, caminar por la senda del bien, dar lo mejor de sí.

En efecto, el mal, anidando en el alma, ata al hombre con los lazos de la mentira, la ira, la envidia y los demás pecados, y poco a poco lo paraliza. Por eso Jesús, suscitando el escándalo de los escribas presentes, dice primero: "Tus pecados quedan perdonados", y sólo después, para demostrar la autoridad que le confirió Dios de perdonar los pecados, añade: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa" (Mc 2, 11), y lo sana completamente. El mensaje es claro: el hombre, paralizado por el pecado, necesita la misericordia de Dios, que Cristo vino a darle, para que, sanado en el corazón, toda su existencia pueda renovarse (cf. Benedicto XVI, Ángelus, 19-II-2006).

El pecado es una ofensa a Dios. El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros corazones. El pecado es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal. Por esta exaltación orgullosa de uno mismo, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf. Catecismo, 1850).

En la primera lectura Isaías nos muestra como Dios conoce y está molesto por el pecado de su pueblo. Pero no acepta que la historia de Israel sea historia del pecado. Por ello, decide renovar el espíritu de su pueblo, formar un pueblo nuevo que, purificado, “cantará las alabanzas de Dios”.

En la segunda lectura, San Pablo presenta a Jesús como el cumplimiento de todas las promesas. Jesús es el amén, el sí definitivo de la reconciliación universal entre los hombres y Dios.

En el evangelio podemos contemplar la escena de la curación del paralítico. En este milagro se unen perfectamente la curación con el perdón de los pecados. Los hombres resaltan siempre en primer lugar el dolor, pero para Jesús lo más importante es el pecado.

Jesús se arroga el poder divino de perdonar los pecados. Los maestros de la ley se escandalizan, pensando en su interior que sólo Dios puede perdonar los pecados. Su razonamiento es perfecto, pero su conclusión es ciega y precipitada. Si Jesús puede perdonar los pecados es porque Él es Dios, es el Mesías, el Salvador. Ante su ceguera, Jesús quiere ofrecerles una prueba indiscutible: pone en pie al paralítico. El perdón y la curación revelan el poder divino de Jesús. Ambos gestos quieren ser signo de la salvación completa, en cuerpo y alma, a la que el hombre está destinado.

Nuestra naturaleza enferma, herida por el pecado, exige ser sanada; encerrados en las tinieblas, necesitamos que nos llegue la luz; estando cautivos de nuestro egoísmo, necesitamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. Por eso, confesamos en el Credo que Jesucristo “por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”.

En la persona de Jesús, Dios se ha manifestado compasivo hacia el hombre pecador y desvalido, y, reconciliándolo consigo, ha inaugurado ya el proceso de la plena curación para la humanidad y para el mundo.

Cristo ha transmitido a su Iglesia el poder de perdonar los pecados (Jn 20, 23; 1 Co 5, 18). Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios con el pecador.

¡Ánimo! ¡Acércate al Señor que te ama con locura! ¡No tengas miedo a reconocer tus pecados, tu enfermedad! ¡Ponte en las manos del único que puede curarte! ¡Deja que la luz de Cristo y su amor inunden tu corazón, y experimentarás la salvación de Dios!

Compromiso semanal

Revisa tu vida, reconociendo con humildad tus pecados, y ponte en las manos del Señor. ¡Confía en Él! ¡Acércate a la reconciliación en el sacramento de la Penitencia!

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Isaías 43, 18-19. Por mi cuenta borraba tus crímenes.

Isaías lleva el consuelo a los israelitas en el destierro. Les recuerda el Éxodo. El mismo Dios que condujo a su pueblo por el desierto volverá a realizar obras prodigiosas. Más aún: la salvación que se anuncia superará las maravillas del pasado. Dios anuncia a su pueblo una salvación desconocida, inaudita. Dios acusa al pueblo de sus pecados, para moverlo a la conversión. La salvación más maravillosa consistirá entonces en no volver a recordar el pecado del pueblo, en borrarlo definitivamente. Cristo será quien quite los pecados del mundo.

Salmo 40, 2-5. 13-14. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

El salmo nos invita a descansar siempre en la misericordia del Señor, aun cuando nos parezca que todo está ya definitivamente perdido, aun en el lecho de nuestro dolor: que Él tenga misericordia de nosotros y nos salve.

2ª lectura: 2 Corintios 1, 18-22. Jesús no fue "sí" y "no", sino "sí".

Los corintios se enfadan por el cambio de planes de Pablo y le manifiestan su disgusto. Pablo se defiende. Es cierto que modificó su proyecto inicial, pero no lo hizo con miras humanas. Él imita la fidelidad de Dios. El Señor cumplió en Cristo Jesús todas las promesas al pueblo de Israel. Jesús es el “Dios-con-nosotros” anunciado por Isaías y el Siervo de Yahvé, que cargaría con los pecados del pueblo para redimirlo. Cristo realiza las promesas del Padre al cumplir con amor su voluntad salvadora. Cristo es el “Amén”, el sí de Dios. En Él, Dios ha dicho amén a sus promesas y Él ha dicho siempre amén a la voluntad de Dios.

La Iglesia ha recibido a Jesucristo, y, a través de Él, responde también a Dios “Amén”. La “seguridad” y firmeza de la Iglesia están en Dios. Cuando un cristiano responde “amén” (final de la plegaria eucarística y al comulgar), está manifestando su fe en la solidez del amor de Dios para con todos los hombres. Está aceptando con esperanza su plan de salvación.

Evangelio: Marcos 2, 1-12. El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.

En este milagro se unen la curación con el perdón de los pecados. Es decir: se unen el signo (el milagro) con uno de sus principales significados. Los milagros, por ser las señales del comienzo de la liberación de la influencia del diablo, deben llegar a la curación de enfermedades, para probar que Jesús es el único Salvador, con poder para perdonar los pecados. Únicamente los que ven los acontecimientos de la vida con los ojos de la fe, pueden glorificar a Dios. Los fariseos tienen endurecido el corazón y, por eso, no aceptan a Jesús y lo acusan de blasfemo.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 23
San Policarpo, obispo y mártir
Ecli 1, 1-10 Antes que todo fue creada la sabiduría.
Sal 92, 1-2.5 El Señor reina, vestido de majestad.
Mc 9, 14-29 Tengo fe, pero dudo, ayúdame.
Pídele al Señor que te aumente la fe.
Martes 24
San Pedro Damián, obispo y doctor de la Iglesia
Ecli 2, 1-13 Prepárate para las pruebas.
Sal 36, 3-4.18-19.27-28.30-40 Encomienda tu camino al Señor.
Mc 9, 30-37 Quien quiera ser el primero, que sea el último.
Medita si eres humilde
Miércoles 25 de CENIZA
Comienza la CUARESMA
Jl 2, 12-18 Rasgad los corazones, no las vestiduras.
Sal 50, 3-6a.12-14.17 Misericordia, Señor: hemos pecado.
2 Co 5, 20-6,2 Dejarse reconciliar con Dios; ahora es el tiempo de gracia.
Mt 6, 1-6.16-18 Tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará.
Hazte un planteamiento serio y exigente de la Cuaresma. Hazte tres propósitos concretos.
Jueves 26 Dt 30, 15-20 Elige la vida y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor.
Sal 1, 1-3.4-6 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Lc 9, 22-25 El que pierda su vida por mí la ganará.
¿Cómo llevas tu cruz?
Viernes 27 Is 58, 1-9a ¿Es ése el ayuno que deseo?
Sal 50, 3-6a.18-19 Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.
Mt 9, 14-15 Llegará un día en que se lleven al esposo y entonces ayunarán.
Haz un sacrificio y ofrécelo por los que no creen
Sábado 28 Is 58, 9b-14 Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas.
Sal 85, 1-6 Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Lc 5, 27-32 No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.
Reza por la conversión de los que no creen
Domingo 1,
1º de CUARESMA
Gn 9, 8-15 Pacto de Dios con Noé, liberado de las aguas.
Sal 24, 4b-9 Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad, para los que aguardan tu alianza.
1 Pe 3, 18-22 Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva.
Mc 1, 12-15 Jesús era tentado por Satanás y los ángeles le servían.
Reza por tu familia y por la parroquia


17 febrero 2009

La adolescencia interminable

Javier Elzo/César Coca en El Ideal

Hace siglo y medio, la adolescencia no existía. De la niñez se pasaba directamente a la edad adulta. Hoy, la adolescencia, ese tiempo que transcurre entre la pubertad y la aceptación de que enalgún momento deberán asumirse responsabilidades y pensar en el futuro, es más larga que nunca. Tanto que en muchos casos se extiende desde los diez o los once años hasta bien pasados los veinte y no son pocos los adultos que se comportan como si aún estuvieran viviendo esa etapa.

«Hay una 'adolescentización' de nuestra sociedad, porque cada vez existe más gente que no piensa para nada en el futuro: sólo vive en el presente, haciendo lo que le apetece en cada momento y sin pensar en las consecuencias. Se vive al día en todos los sentidos. La crisis económica lo está sacando a la luz».
Lo explica el sociólogo Javier Elzo, catedrático en la Universidad de Deusto, que ha obtenido esa conclusión tras haber realizado decenas de encuestas en las últimas décadas. En su último libro, 'La voz de los adolescentes' (Editorial PPC), recoge sus opiniones para tratar de hallar los porqués de la manera de vivir de unos muchachos cuya existencia cotidiana está dominada por el consumo -con frecuencia abusivo- de alcohol, el sexo como un bien en sí mismo y un cierto distanciamiento entre la teoría de los valores que dicen asumir y la práctica de su defensa.

Elzo ha entrevistado a 272 muchachos de entre 16 y 18 años para que con sus palabras expliquen los datos fríos que aportan las encuestas. De esos testimonios se deduce, como explica el sociólogo, que la etapa de la adolescencia, que antes eran apenas tres o cuatro años, se está alargando a pasos agigantados. Elzo ve el origen de ello en el cambio familiar que se inicia con la Transición política y se acelera en la última década.

«Hay una incapacidad para manejar la situación por parte de unos padres que no están apenas en casa con sus hijos. Las leyes de dependencia que se están aprobando a nivel estatal y en las autonomías hablan de ancianos y discapacitados, pero no hablan de los niños». Un olvido que no se ha dado en otros países del entorno, donde la natalidad repuntó porque a los padres se les dio la posibilidad de estar un tiempo generoso con sus hijos, recuerda este catedrático. Ese tiempo es necesario para comunicarse con ellos y transmitirles unos valores cuya ausencia explica algunos comportamientos problemáticos de muchos jóvenes.

Uno de esos comportamientos es su propio desapego hacia la familia, un concepto que a muchos jóvenes les suena antiguo y «catolicón». Sin embargo, Elzo ha descubierto que, profundizando bajo las primeras opiniones, los muchachos que forman parte de familias que funcionan razonablemente bien están en general más satisfechos con su vida. Por eso, la proliferación de las rupturas matrimoniales está creándoles muchos problemas y termina por deteriorar entre los adolescentes la imagen de la familia como institución, explica. Y genera en ellos, añade, una notable dificultad para aceptar compromisos duraderos y asumir éxitos y fracasos, dolor y felicidad.

Sexo y afectos
Todo eso se relaciona con el sexo. Casi seis de cada diez adolescentes son partidarios de «hacer el amor siempre que apetezca», sin entrar en consideraciones sobre la fortaleza o la sinceridad de la relación. El libro recoge el testimonio de una
muchacha de 16 años, alumna de un centro religioso, que explica con crudeza su trayectoria: «Entre mis amigas y yo nos hemos follado a media ciudad. A veces competimos por ver quién es la más guarra», dice con desparpajo. Otros muchos reconocen que practican el sexo con frecuencia. No son pocos quienes consideran, pasado el tiempo, que habría sido mejor esperar. Una chica de 18 años se escandaliza de que algunos de sus compañeros hayan tenido sus primeras relaciones completas a los 12 ó 13. Unos cuantos aseguran que lo han hecho sólo cuando han estado seguros de sus sentimientos hacia la otra persona, pero sonmayoría quienes no hablan de afectos: basta con que ambos estén de acuerdo.

Esa disociación sexo-amor está relacionada también con un fenómeno que Elzo ha detectado pero que no se atreve a cuantificar: el del miedo al fracaso amoroso. «Hay quien no se empareja porque no encuentra a nadie al nivel de sus exigencias. Hemos confundido la felicidad con el placer, y eso nos lleva al fracaso».

Otro fenómeno emergente es el del muchacho con dificultades para relacionarse en la vida real que empieza a centrar sus amistades en el ámbito virtual. Son buenos estudiantes que al llegar a casa se encierran en su cuarto y dialogan con personas que no conocen a través del 'messenger' y comunidades como 'tuenti'. Paradójicamente, quienes son más reacios a quedar con sus amigos del colegio para charlar, pasear o beber en la calle, son quienes en mayor medida tienden a citarse con desconocidos. Una experiencia que muchas veces acaba en un desastre total. «Casi prefiero el botellón -con un cierto control- a esos encuentros con personas de las que en realidad no saben nada», advierte Elzo.

Alcohol y violencia
El botellón es otra de las referencias de los chicos de hoy. Muchos sostienen en el libro que beben «hasta coger un puntito», aunque en la gran mayoría de los casos reconocen que se han pasado más de una vez. Otros son más directos: «Bebemos hasta morirnos», dicen. La mayoría, sin embargo, asegura que cuando alguno se excede hay que llevarlo a casa -o al hospital- y eso les «estropea la noche».

La comparación entre el alcohol que consumen los jóvenes y el que ingiere la totalidad de la población española, en el contexto europeo, muestra, sin embargo, que estos beben proporcionalmente menos que sus padres, aunque lo hacen sólo en dos días y no repartido a lo largo de la semana.

Los adolescentes se definen como pacifistas, pero la persistencia de la violencia en la escuela no parece avalar en la práctica ese espíritu. Una violencia que se ejerce entre iguales y respecto de sus profesores, y se ha convertido en uno de los problemas más acuciantes hoy en las aulas.

«Una prueba del fracaso del sistema escolar es la dificultad de los profesores para mantener el orden. Durante años, se ha transigido con todo, y el resultado ahora es que sólo un gran profesor es capaz de hacer que sus alumnos lo respeten», dice Elzo, quien entiende que es muy difícil dar la vuelta a lo sucedido e implantar de nuevo un sistema que permita reconocer la autoridad del docente.

Lo explica con las orlas que vio en el pasillo de un colegio donde impartió una conferencia. En una de los años cincuenta, se leía: «Los alumnos del centro X a sus dignos profesores». En otra de los setenta: «Los alumnos a sus profesores». En los noventa: «Alumnos y profesores del centro X». En breve, asegura con una sonrisa, las orlas dirán: «Los profesores del centro X, a sus dignos alumnos». Así ha cambiado la escuela. Así son los adolescentes que hoy están en ella.

14 febrero 2009

Domingo 15 de febrero

Domingo Vi del tiempo ordinario
15 de febrero de 2009 (ciclo B, año impar)



Primera lectura
El leproso tendrá su morada fuera del campamento

Lectura del libro del Levítico (13, 1-2. 44-46)

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.

El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!". Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 31, 1-2. 5. 41 (R/. cf. 7)

R/. Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.

Segunda lectura
Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo
a los Corintios (10, 31—11,1.)

Hermanos:

Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.

No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien sino el de la mayoría, para que se salven.

Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

Palabra de Dios

Aleluya
Lc 7, 16

Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.

EVANGELIO
La lepra se le quitó, y quedó limpio

+ Lectura del santo evangelio según San Marcos (1, 40-45)

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

—«Si quieres, puedes limpiarme»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:

—«Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quité inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:

—«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación o que mandó

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor



COMENTARIO

Le desapareció la lepra
y quedó limpio

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos presenta a un leproso que, lleno de humildad, le pide a Jesús la curación de su terrible enfermedad. Jesús lo cura, y esta curación es un signo mesiánico, una prueba de que el Reino de Dios está presente entre los hombres. La actitud de Cristo describe su misericordia ante el dolor humano.


Hoy el pasaje evangélico narra la curación de un leproso y expresa con fuerza la intensidad de la relación entre Dios y el hombre, resumida en un estupendo diálogo: "Si quieres, puedes limpiarme", dice el leproso. "Quiero: queda limpio", le responde Jesús, tocándolo con la mano y curándolo de la lepra (Mc 1, 40-42). Vemos aquí, en cierto modo, concentrada toda la historia de la salvación: ese gesto de Jesús, que extiende la mano y toca el cuerpo llagado de la persona que lo invoca, manifiesta perfectamente la voluntad de Dios de sanar a su criatura caída, devolviéndole la vida "en abundancia" (Jn 10, 10), la vida eterna, plena, feliz.


Cristo es "la mano" de Dios tendida a la humanidad, para que pueda salir de las arenas movedizas de la enfermedad y de la muerte, apoyándose en la roca firme del amor divino (cf. Benedicto XVI, Angelus, 12-II-2006).


La vida de Jesús es una historia de rescate de los que viven en el dolor y la soledad. Jesús atiende el grito de soledad del leproso, se compadece de su situación, cura sus heridas y lo restituye a la comunidad. Jesús curó al leproso que se le acercó con fe total, confiada. Incluso como dispuesto a aceptar un "no". "Si quieres, puedes curarme...". La lepra era una enfermedad repugnante, se consideraba incurable y una maldición de Dios. Los leprosos se veían, así, sometidos a una marginación espantosa. Eran expulsados de la sociedad por contagiosos e impuros. Jesús rompe valientemente fronteras sociales y discriminatorias con su actitud ante el leproso. Jesús se encuentra con la persona, con el leproso: este encuentro con Jesús es lo que cura y salva.


Todos los tiempos tienen su "lepra" y sus enfermedades. En el nuestro están ahí y de forma bien clamorosa. ¿Quiénes son los "leprosos" de nuestros días? Las víctimas del aborto (que son ya marginados antes de nacer), los enfermos, los ancianos, los presos, los extranjeros, los drogadictos, los enfermos mentales, los que no encuentran sentido a su vida...


Frente a estas nuevas pobrezas, estamos llamados ser otros Jesús que rompamos las barreras de la marginación. Es el contraste entre Jesús cercano al que sufre y una sociedad que separa y discrimina, prescinde y condena. La sociedad que quiere olvidarse de Dios, acaba olvidándose del hombre, acaba destruyendo al mismo hombre. Jesús denuncia el pecado y atiende preferentemente a los seres marginados y los incorpora a la comunidad.


El pecado rompe la relación con Dios y es ruptura de la fraternidad humana. Luchar contra el pecado, buscar la reconciliación de todos los hombres con Dios es la mejor forma de romper los muros de la marginación. ¿Qué marginados que hay en tu entorno? ¿Qué puedes hacer tú por ellos?

Compromiso semanal

Trata de descubrir cuáles son los marginados que hay a tu alrededor. Piensa qué puedes hacer por ellos.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Levítico 13, 1-2. 44-46. El leproso vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.

En el texto la lepra no se considera desde el punto de vista sanitario, sino religioso y ritual, porque la lepra era signo del pecado. Aunque inocente, el Siervo de Yahvé presenta el aspecto de leproso al ser portador de los pecados de los hombres, que se ven curados a través de sus heridas (Is 53, 3-12). La curación de los leprosos será una de esas obras características de Jesús, que los evangelistas señalan como prueba y señal de la llegada de los tiempos mesiánicos: la curación de los leprosos indica que el Reino de Dios se ha hecho presente entre los hombres.

Salmo 31, 1-2. 5.11. Tú eres mi refugio: me rodeas de cantos de liberación.

El salmista ha experimentado la salvación con el perdón de sus propios pecados. La misericordia rodea a quien confía en el Señor. Él es el refugio que libra del peligro, Él quien nos rodea de cantos de liberación: a Él, pues, como los leprosos, confesaremos nuestra culpa y el perdonará nuestro pecado.

2ª lectura: 1 Corintios 10, 31-11, 1. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

San Pablo nos invita a dar a toda la existencia un valor sagrado practicando las acciones más triviales (comer, beber, trabajar) en el más alto nivel de preocupación religiosa (la gloria de Dios). Luego, la preocupación porque la vida cristiana sea un testimonio para los demás, y un precepto de caridad: procurar agradar a todos evitando el egoísmo, con la finalidad última de procurar la salvación de todos.

Evangelio: Marcos 1, 40-45. Le desapareció la lepra y quedó limpio.

Jesús curando al leproso revela al mundo que Dios está cerca de todos, incluso de los marginados y excluidos de la sociedad. Destaca el testimonio del enfermo curado y el efecto salvador producido en él: la acción de gracias. La acción de gracias del leproso, que consiste en dar a conocer el beneficio recibido, es un modo de vivir en el Reino y alabar al Padre.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 16Gn 4, 1-15.25 Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.
Sal 49, 1.8.16-17.20-21 Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza.
Mc 8, 11-13 ¿Por qué esta generación reclama un signo?
Revisa si "discutes" con Jesús
Martes 17
Fundadores de la orden de los Siervos de María
Gn 6, 5-8; 7,1-5.10 Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado.
Sal 28, 1-3.9-10 El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Mc 8, 14-21 Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.
Revisa si tienes actitudes hipócritas
Miércoles 18
San Pedro Damiani
Gn 8, 6-13.20-22 Miró Noé y vio que la superficie estaba seca.
Sal 115, 12-19 Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Mc 8, 22-26 El ciego quedó curado, y veía con toda claridad.
Intenta ser hoy una luz para los demás
Jueves 19Gn 9, 1-13 Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra.
Sal 101, 16-23.29 El Señor, desde el cielo, se ha fijado en la tierra.
Mc 8, 27-33 Tú eres el Mesías.
Medita, ¿quién es Jesús para ti?
Viernes 20Gn 11, 1-9 Voy a bajar y a confundir su lengua.
Sal 32, 10-15 Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Mc 8, 34-38 El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
Medita, ¿qué actitud tienes ante la cruz?
Sábado 21He 11, 1-7 Por la fe sabemos que la palabra de Dios configuró el universo.
Sal 144, 2-5.10-11 Bendeciré tu nombre, Señor, por siempre.
Mc 9, 2-12 Se transfiguró delante de ellos.
Haz oración de confianza desde tu cruz
Domingo 22
7º del Tiempo Ordinario
Is 43, 18-19.21-22.24b-25 Yo, por mi cuenta, borraba tus crímenes.
Sal 40, 2-5.13-14 Sáname, Señor, porque he pecado contra tí.
2 Co 1, 18-22 En Jesús todo se ha convertido en un “sí”.
Mc 2, 1-12 El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.
Reza por tu familia y por la parroquia


11 febrero 2009

Las que cuidaron de Eluana


 Antes de que Eluana Englaro se convirtiera en un caso de encarnizamiento mediático y de choque político, antes de que fuera una bandera de unos o de otros sobre el fin de la vida, hubo personas que sin hacer declaraciones la cuidaron durante 14 años. Y ahora que se acusa a la Iglesia católica en Italia de querer “imponer” sus convicciones sobre el derecho a morir, no está de más recordar que durante todos estos años ha estado al cuidado de unas religiosas, las Hermanas de la Misericordia, en la clínica Beato Luigi Talamoni, en Lecco.

Por eso, entre la barahúnda de pronunciamientos de estos días, me ha parecido especialmente valioso el testimonio de sor Albina Corti, directora de la clínica donde vivió, antes de ser llevada a la clínica de Udine donde la dejaron morir. Sor Albina no habla de ideas ni de derechos, sino de una persona. “Eluana no es un caso, es una persona viva”, declaraba a la agencia ANSA el día después de que su padre se la llevase.

“Nos hemos quedado muy doloridas”, confesaba, al no poder atender ya a Eluana, a la que consideraban “de nuestra familia”. “No necesitaba nada, solo nuestro amor”. Solo con la alimentación, la hidratación y los cuidados de las religiosas se ha mantenido en vida durante esos 14 años.

Unos piensan que eso no es vida. Pero, como quien la ha visto de cerca tantos años, sor Albina Corti quería transmitir a los médicos de la clínica de Udine su impresión: “Quisiera decirles que la acaricien, que observen su respiración, que escuchen los latidos de su corazón, son tres elementos que les llevarán a amarla”. No tuvieron tiempo.

Las relaciones de las religiosas con el padre de Eluana han sido siempre de “respeto y cortesía” recíprocos. Pero el desenlace les ha dejado un mal sabor de boca. Varias veces las hermanas de la Misericordia le habían dicho: “si considera que su hija está muerta, déjenosla a nosotras”.

Ellas se ocuparon de Eluana con la dedicación que se presta a alguien de la familia. “En Navidad la llevamos a la capilla para la Misa”, recuerda sor Albina, sin pensar que pueden acusarla de “imponer” sus creencias. “La he saludado con un beso y le he dicho: no tengas miedo de lo que te sucederá. Estamos a tu lado. Y sobre todo está cerca de ti un Padre, que te acogerá en sus brazos y un día nos reencontraremos para compartir la alegría de estar juntas”.

Su padre de la tierra tenia otra idea sobre lo que era mejor para su hija, y hay que comprender también su dolor y su dura carga de 17 años con una hija en estado vegetativo. Casos tan extremos y prolongados como éste nunca son fáciles ni nítidos.

Pero lo que hace avanzar la civilización es el cuidado y el afecto que dispensan a los enfermos más débiles personas como las Hermanas de la Misericordia. Quizá porque les impulsa la misericordia, no solo los derechos.

Las instituciones sanitarias de la Iglesia católica proporcionan a muchos de estos pacientes el apoyo necesario para que vivan con dignidad y ánimo su enfermedad. Los “liquidadores”, que llegan al final para utilizar el caso como bandera del “derecho a la muerte digna”, serían más creíbles si hicieran algo positivo por estos enfermos en vida.

Firmado por Ignacio Aréchaga

Convenio Cáritas Ayuntamiento de Gandia



Visita la web de televisión de Gandia:


09 febrero 2009

Mensaje de Cuaresma 2009

Mensaje de Cuaresma 2009: Benedicto XVI invita a la práctica penitencial del ayuno, “que nos ayuda a superar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo''


Martes, 3 feb (RV).- Esta mañana ha tenido lugar en la oficina de prensa de la Santa Sede la presentación del mensaje del Santo Padre para la Cuaresma de este año 2009. Han intervenido en la misma el presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, cardenal Paul Joseph Cordes y Josette Sheeran, directora ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas.

El Papa indica que este año, en su acostumbrado Mensaje cuaresmal, desea reflexionar especialmente, sobre el valor y el sentido del ayuno. Y en efecto subraya que la Cuaresma nos recuerda “los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública”. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar.

Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura, escribe Benedicto XVI, “el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido”. San Basilio observa que “el ayuno ya existía en el paraíso”. Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Es lo que hizo Esdras antes de su viaje de vuelta desde el exilio a la Tierra Prometida. Lo mismo hicieron los habitantes de Nínive que, sensibles al llamamiento de Jonás a que se arrepintieran, proclamaron un ayuno, como testimonio de su sinceridad.

También en el Nuevo Testamento, recuerda el Papa, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones, que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial. Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre. También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno. El ayuno es, además, una práctica recurrente y recomendada por los santos de todas las épocas.

“En nuestros días, -explica el Pontífice- parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. La Cuaresma -afirma el Santo Padre- podría ser una buena ocasión para retomar estas normas, valorizando el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo.

Privarse del alimento material facilita una disposición interior a escuchar a Cristo. Con el ayuno y la oración permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios. Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos, dice el Papa. Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre. Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño.

Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los hermanos, el Papa anima a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales, y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido. También hoy hay que redescubrir esta práctica y promoverla, especialmente durante el tiempo litúrgico cuaresmal.

El ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. El ayuno tiene como último fin -señala el Papa-, ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios. Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo.

MENSAJE COMPLETO
¡Queridos hermanos y hermanas!


Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor - la oración, el ayuno y la limosna - para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, hacer experiencia del poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, “ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos” (Pregón pascual). En mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexionar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública.


Leemos en el Evangelio: “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre” (Mt 4,1-2). Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (cfr. Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (cfr. 1R 19,8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador.


Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gn 2, 16-17). Comentando la orden divina, San Basilio observa que “el ayuno ya existía en el paraíso”, y “la primera orden en este sentido fue dada a Adán”. Por lo tanto, concluye: “El ‘no debes comer’ es, pues, la ley del ayuno y de la abstinencia” (cfr. Sermo de jejunio: PG 31, 163, 98). Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Es lo que hizo Esdras antes de su viaje de vuelta desde el exilio a la Tierra Prometida, invitando al pueblo reunido a ayunar “para humillarnos - dijo - delante de nuestro Dios” (8,21). El Todopoderoso escuchó su oración y aseguró su favor y su protección. Lo mismo hicieron los habitantes de Nínive que, sensibles al llamamiento de Jonás a que se arrepintieran, proclamaron, como testimonio de su sinceridad, un ayuno diciendo: “A ver si Dios se arrepiente y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecemos” (3,9). También en esa ocasión Dios vio sus obras y les perdonó.


En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo secreto y te recompensará” (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de “no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal”, con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.


La práctica del ayuno está muy presente en la primera comunidad cristiana (cfr. Hch 13,3; 14,22; 27,21; 2Co 6,5). También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del “viejo Adán” y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. El ayuno es, además, una práctica recurrente y recomendada por los santos de todas las épocas. Escribe San Pedro Crisólogo: “El ayuno es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica” (Sermo 43: PL 52, 320, 332).


En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la necesidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no “vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos” (cfr. Cap. I). La Cuaresma podría ser una buena ocasión para retomar las normas contenidas en la citada Constitución apostólica, valorizando el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio (cfr. Mt 22,34-40).


La práctica fiel del ayuno contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor. San Agustín, que conocía bien sus propias inclinaciones negativas y las definía “retorcidísima y enredadísima complicación de nudos” (Confesiones, II, 10.18), en su tratado La utilidad del ayuno, escribía: “Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura” (Sermo 400, 3, 3: PL 40, 708). Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.


Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera carta San Juan nos pone en guardia: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (3,17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (cfr. Enc. Deus caritas est, 15). Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los hermanos, animo a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales (cfr. 2Co 8-9; Rm 15, 25-27), y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido (cfr. Didascalia Ap., V, 20,18). También hoy hay que redescubrir esta práctica y promoverla, especialmente durante el tiempo litúrgico cuaresmal.


Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. Oportunamente, un antiguo himno litúrgico cuaresmal exhorta: “Utamur ergo parcius, / verbis, cibis et potibus, / somno, iocis et arctius / perstemus in custodia – Usemos de manera más sobria las palabras, los alimentos y bebidas, el sueño y los juegos, y permanezcamos vigilantes, con mayor atención”.


Queridos hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. Enc. Veritatis Splendor, 21). Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Con esta disposición interior entremos en el clima penitencial de la Cuaresma. Que nos acompañe la Beata Virgen María, Causa nostræ laetitiæ, y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en “tabernáculo viviente de Dios”. Con este deseo, asegurando mis oraciones para que cada creyente y cada comunidad eclesial recorra un provechoso itinerario cuaresmal, os imparto de corazón a todos la Bendición Apostólica.


Vaticano, 11 de diciembre de 2008

08 febrero 2009

Domingo 8 de febrero

Domingo V del tiempo ordinario
8 de febrero de 2009 (ciclo B, año impar)

LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR



Primera lectura
Mis días se consumen sin esperanza

Lectura del libro de Job (7, 1-4. 6-7)

Habló Job, diciendo:
«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio,
sus días son los de un jornalero;
Como el esclavo, suspira por la sombra,
como el jornalero, aguarda el salario.

Mi herencia son meses baldíos,
me asignan noches de fatiga;
al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré?

Se alarga la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Mis días corren más que la lanzadera,
y se consumen sin esperanza.

Recuerda que mi vida es un soplo,
y que mis ojos no verán más la dicha.»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 146, 1-2. 3-4. 5-6 (R/.: cf. 3a)

R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.

Segunda lectura
¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo
a los Corintios (9, 16-19. 22-23)

Hermanos:

El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo mas remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.

Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Palabra de Dios

Aleluya
Mt 8, 17

Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades.

EVANGELIO
Curó a muchos enfermos de diversos males

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (1, 29-39)

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó. La cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:

«Todo el mundo te busca.»

El les respondió:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor



COMENTARIO

Curó a muchos enfermos de diversos males

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos presenta a Jesucristo curando enfermos como signo mesiánico, como signo de que con Él ha llegado el Reino de Dios. Su misión, sin embargo, es la predicación y el anuncio de la Buena Noticia a todos los hombres. A esta misión se dedicará principalmente durante su vida: recorrerá Palestina anunciando el Evangelio e invitando a la gente a la conversión.

La primera lectura, del libro de Job, expone la realidad que envuelve la existencia del hombre sobre la tierra: fatiga, desesperación, nostalgia, ansiedad y brevedad. Es una imagen de la humanidad de ayer y de hoy. Sus palabras son actuales. La persona, la familia y la sociedad padecen en sí una serie de sufrimientos: enfermedad, soledad, vacío, hastío, amargura, hambre, guerra, injusticias, incertidumbre, muerte. La vida de los hombres tiene muchas veces desilusiones y dolores.

El mundo de hoy, como el de la época de Job, está enfermo, y lo está porque se ha apartado de Dios, porque quiere vivir sin Dios, y, entonces, se ve abocado a la muerte, al vacío, al “sin sentido”.

Cristo es el verdadero "médico" de la humanidad, a quien el Padre celestial envió al mundo para curar al hombre, marcado en el cuerpo y en el espíritu por el pecado y por sus consecuencias. Precisamente en estos domingos, el evangelio de san Marcos nos presenta a Jesús que, al inicio de su ministerio público, se dedica completamente a la predicación y a la curación de los enfermos en las aldeas de Galilea. Los innumerables signos prodigiosos que realiza en los enfermos confirman la "buena nueva" del reino de Dios (cf. Benedicto XVI, Angelus, 12-II-2006).

Cristo es el que viene a sanar y a vencer el mal. Sus milagros son signos de la llegada de la salvación. Cristo es el único capaz de sanarnos de todas nuestras dolencias. Cristo vino al mundo a curar, liberar y salvar a los hombres. Cristo sigue presente entre nosotros haciendo el bien, curando dolencias, secando lágrimas, dando esperanza a un mundo enfermo que llora su desesperación.

Su palabra, como ayer, sigue hoy sanando el error y la duda. Su palabra es viva y eficaz, sana y renueva, y vivifica lo que estaba perdido y muerto. El que quiera ser sanado de sus dolencias ha de ponerse en manos de Jesús, dejarse llenar por su luz y por su Palabra, recibir la fuerza de la gracia en los sacramentos. El mundo está enfermo porque le ha dado la espalda a Dios, y en la medida en que se abra de nuevo a Él, recuperará la salud.

Desde esta perspectiva, podemos comprender por qué la predicación del Evangelio es un deber para san Pablo. Es una misión que el mismo Cristo le ha encomendado. El cristiano no puede permanecer impasible ante la enfermedad del mundo: hemos recibido de Cristo la misión de ser evangelizadores, hemos de ser luz, sal y levadura de la sociedad enferma en que vivimos. Pero para ello, hemos de estar llenos de Dios, porque nadie da lo que no tiene. Y el mundo de hoy necesita el testimonio de hombres y mujeres valientes que vivan convencidos de que Jesús es el Señor.

El mundo de hoy necesita tu testimonio. Tu familia, tus amigos, tus compañeros… necesitan que tú seas un signo para ellos, necesitan que, con el testimonio de tu vida, les muestres el rostro bueno y amable de Dios, que les ama más que nadie y tiene para ellos la felicidad y la vida. ¡Ánimo! El Señor te llama y te invita a ello.

Compromiso semanal

Plantéate cuáles son tus dolencias. Pídele a Dios por ellas. Ponte en sus manos para que el te cure. Plantéate si estás siendo luz, sal y levadura de este mundo.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Job 7, 1-4. 6-7. Me harto de dar vueltas hasta el alba.

Job nos habla desde su tremenda experiencia del dolor. Se siente angustiado por la fatiga y la desesperación. El fin de todo es la muerte. El remedio único es la fe en Dios, a quien Job se dirige confiado. Las tinieblas de Job se convierte en luz por Jesucristo, nuestro Señor, nuevo tipo del creyente que sufre con la esperanza de la resurrección.

Salmo 146, 1-6. Alabad al Señor, que sana los corazones quebrantados.

El autor del salmo ha experimentado las duras pruebas que se cernieron sobre Israel: destrucciones, deportaciones, hambre, guerras... Pero también ha experimentado la salvación de Dios: ha reconstruido Jerusalén, ha reunido a los deportados. Por ello, el salmo nos invita a cantar la esperanza en el Señor, que sana los corazones desgarrados.

2ª lectura: 1 Corintios 9, 16-19. 22-23. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!

Para san Pablo la predicación del Evangelio es un deber impuesto por la elección de Dios, y se hace débil con los débiles y todo para todos, a fin de ganarlos para Cristo. En esta fiel entrega a la misión apostólica, la única recompensa ambicionada por Pablo es la de predicar sin recompensa. No espera ninguna recompensa humana. Puedes leer Hechos 4, 18-22 y Hechos 22, 14-21.

Evangelio: Marcos 1, 29-39. Curó a muchos enfermos de diversos males.

Jesús actúa librando y curando. El poder de Jesús se manifiesta en público y en privado, en lugares religiosos y profanos: alcanza a todo el hombre y allí donde esté. Anunciar el evangelio consistirá, hoy como siembre, en mostrar cómo Dios actúa en todos los sectores de la vida humana y cómo libera al hombre de todo mal. Jesús cura a los enfermos como signo mesiánico: acreditan que él es el Salvador y manifiestan su gloria.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 9 Gn 1, 1-19 Dijo Dios, y así fue.
Sal 103, 1-2a.5-6.10.12.24.35c El Señor goce con sus obras.
Mc 6, 53-56 Los que lo tocaban se ponían sanos.
Reza por los enfermos
Martes 10
Santa Escolástica
Gn 1, 20-2,4a Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.
Sal 8, 4-9 ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra.
Mc 7, 1-13 Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
Revisa si tienes alguna actitud hipócrita
Miércoles 11
Nuestra Señora de Lourdes
Gn 2, 4b-9.15-17 El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén.
Sal 103, 1-2a.27-30 Bendice, alma mía, al Señor.
Mc 7, 14-23 Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Revisa si hay en tu corazón algún sentimiento malo. Pídele al Señor que te dé un corazón nuevo.
Jueves 12 Gn 2, 18-25 Y serán los dos una sola carne.
Sal 127, 1-5 Dichosos los que temen al Señor.
Mc 7, 24-30 Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.
Reza por los alejados
Viernes 13 Gn 3, 1-8 Seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal.
Sal 31, 1-2.5-7 Dichoso el que está absuelto de su culpa.
Mc 7, 31-37 Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Pídele al Señor que te abra los “oídos” para escucharle
Sábado 14
Santos Cirilo y Metodio
Hch 13, 46-49 Sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Sal 116, 1-2 Alabad al Señor.
Lc 10, 1-9 La mies es abundante y los obreros pocos.
Intenta ser hoy una luz para los demás
Domingo 15
6º del Tiempo Ordinario
Lv 13, 1-2.44-46 El leproso tendrá su morada fuera del campamento.
Sal 31, 1-2.5.11 Tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación.
1 Cor 10, 31-11,1 Seguid mi ejemplo como yo sigo el de Cristo.
Mc 1, 40-45 Le desapareció la lepra y quedó limpio.
Reza por tu familia y por la parroquia