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22 febrero 2009

Domingo 22 de febrero

Domingo ViI del tiempo ordinario
22 de febrero de 2009 (ciclo B, año impar)

Miércoles de Ceniza
25 febrero 2009



Primera lectura
Por mi cuenta borraba tus crímenes

Lectura del libro de Isaías (43, 18-19. 21-22. 24b-25)

Así dice el Señor:
—«No recordéis lo de antaño,
no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?

Abriré un camino por el desierto,
ríos en el yermo,
para apagar la sed
del pueblo que yo formé,
para que proclamara mi alabanza.

Pero tú no me invocabas, Jacob,
ni te esforzabas por mí, Israel;
me avasallabas con tus pecados
y me cansabas con tus culpas.

Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes
y no me acordaba de tus pecados.»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 40, 2-3. 4-3. 13-14 (R/.: 5b)

R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. R/.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: « Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.» R/.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén. Amén. R/.

Segunda lectura
Jesús no fue primero «sí» y luego «no»;
en él todo se ha convertido en un «sí»

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios (1,18-22)

Hermanos:

¡Dios me es testigo!

La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego no».

Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya.

Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros.

Él nos ha ungido, él nos Ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

Palabra de Dios

Aleluya
Lc 4, 18

El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
Para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO
El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra
para perdonar pecados

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (2, 1-12)

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.

Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra.

Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.

Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:

— «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

— «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:

— «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.»

Entonces le dijo al paralítico:

— «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»

Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

— «Nunca hemos visto una cosa igual.»

Palabra del Señor



COMENTARIO

El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.

En estos domingos la liturgia presenta en el Evangelio el relato de varias curaciones realizadas por Cristo. El domingo pasado, el leproso; hoy un paralítico, al que cuatro personas llevan en una camilla a la presencia de Jesús, que, al ver su fe, dice al paralítico: "Hijo, tus pecados quedan perdonados" (Mc 2, 5). Al obrar así, muestra que quiere sanar, ante todo, el espíritu. El paralítico es imagen de todo ser humano al que el pecado impide moverse libremente, caminar por la senda del bien, dar lo mejor de sí.

En efecto, el mal, anidando en el alma, ata al hombre con los lazos de la mentira, la ira, la envidia y los demás pecados, y poco a poco lo paraliza. Por eso Jesús, suscitando el escándalo de los escribas presentes, dice primero: "Tus pecados quedan perdonados", y sólo después, para demostrar la autoridad que le confirió Dios de perdonar los pecados, añade: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa" (Mc 2, 11), y lo sana completamente. El mensaje es claro: el hombre, paralizado por el pecado, necesita la misericordia de Dios, que Cristo vino a darle, para que, sanado en el corazón, toda su existencia pueda renovarse (cf. Benedicto XVI, Ángelus, 19-II-2006).

El pecado es una ofensa a Dios. El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros corazones. El pecado es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal. Por esta exaltación orgullosa de uno mismo, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf. Catecismo, 1850).

En la primera lectura Isaías nos muestra como Dios conoce y está molesto por el pecado de su pueblo. Pero no acepta que la historia de Israel sea historia del pecado. Por ello, decide renovar el espíritu de su pueblo, formar un pueblo nuevo que, purificado, “cantará las alabanzas de Dios”.

En la segunda lectura, San Pablo presenta a Jesús como el cumplimiento de todas las promesas. Jesús es el amén, el sí definitivo de la reconciliación universal entre los hombres y Dios.

En el evangelio podemos contemplar la escena de la curación del paralítico. En este milagro se unen perfectamente la curación con el perdón de los pecados. Los hombres resaltan siempre en primer lugar el dolor, pero para Jesús lo más importante es el pecado.

Jesús se arroga el poder divino de perdonar los pecados. Los maestros de la ley se escandalizan, pensando en su interior que sólo Dios puede perdonar los pecados. Su razonamiento es perfecto, pero su conclusión es ciega y precipitada. Si Jesús puede perdonar los pecados es porque Él es Dios, es el Mesías, el Salvador. Ante su ceguera, Jesús quiere ofrecerles una prueba indiscutible: pone en pie al paralítico. El perdón y la curación revelan el poder divino de Jesús. Ambos gestos quieren ser signo de la salvación completa, en cuerpo y alma, a la que el hombre está destinado.

Nuestra naturaleza enferma, herida por el pecado, exige ser sanada; encerrados en las tinieblas, necesitamos que nos llegue la luz; estando cautivos de nuestro egoísmo, necesitamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. Por eso, confesamos en el Credo que Jesucristo “por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”.

En la persona de Jesús, Dios se ha manifestado compasivo hacia el hombre pecador y desvalido, y, reconciliándolo consigo, ha inaugurado ya el proceso de la plena curación para la humanidad y para el mundo.

Cristo ha transmitido a su Iglesia el poder de perdonar los pecados (Jn 20, 23; 1 Co 5, 18). Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios con el pecador.

¡Ánimo! ¡Acércate al Señor que te ama con locura! ¡No tengas miedo a reconocer tus pecados, tu enfermedad! ¡Ponte en las manos del único que puede curarte! ¡Deja que la luz de Cristo y su amor inunden tu corazón, y experimentarás la salvación de Dios!

Compromiso semanal

Revisa tu vida, reconociendo con humildad tus pecados, y ponte en las manos del Señor. ¡Confía en Él! ¡Acércate a la reconciliación en el sacramento de la Penitencia!

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Isaías 43, 18-19. Por mi cuenta borraba tus crímenes.

Isaías lleva el consuelo a los israelitas en el destierro. Les recuerda el Éxodo. El mismo Dios que condujo a su pueblo por el desierto volverá a realizar obras prodigiosas. Más aún: la salvación que se anuncia superará las maravillas del pasado. Dios anuncia a su pueblo una salvación desconocida, inaudita. Dios acusa al pueblo de sus pecados, para moverlo a la conversión. La salvación más maravillosa consistirá entonces en no volver a recordar el pecado del pueblo, en borrarlo definitivamente. Cristo será quien quite los pecados del mundo.

Salmo 40, 2-5. 13-14. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

El salmo nos invita a descansar siempre en la misericordia del Señor, aun cuando nos parezca que todo está ya definitivamente perdido, aun en el lecho de nuestro dolor: que Él tenga misericordia de nosotros y nos salve.

2ª lectura: 2 Corintios 1, 18-22. Jesús no fue "sí" y "no", sino "sí".

Los corintios se enfadan por el cambio de planes de Pablo y le manifiestan su disgusto. Pablo se defiende. Es cierto que modificó su proyecto inicial, pero no lo hizo con miras humanas. Él imita la fidelidad de Dios. El Señor cumplió en Cristo Jesús todas las promesas al pueblo de Israel. Jesús es el “Dios-con-nosotros” anunciado por Isaías y el Siervo de Yahvé, que cargaría con los pecados del pueblo para redimirlo. Cristo realiza las promesas del Padre al cumplir con amor su voluntad salvadora. Cristo es el “Amén”, el sí de Dios. En Él, Dios ha dicho amén a sus promesas y Él ha dicho siempre amén a la voluntad de Dios.

La Iglesia ha recibido a Jesucristo, y, a través de Él, responde también a Dios “Amén”. La “seguridad” y firmeza de la Iglesia están en Dios. Cuando un cristiano responde “amén” (final de la plegaria eucarística y al comulgar), está manifestando su fe en la solidez del amor de Dios para con todos los hombres. Está aceptando con esperanza su plan de salvación.

Evangelio: Marcos 2, 1-12. El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.

En este milagro se unen la curación con el perdón de los pecados. Es decir: se unen el signo (el milagro) con uno de sus principales significados. Los milagros, por ser las señales del comienzo de la liberación de la influencia del diablo, deben llegar a la curación de enfermedades, para probar que Jesús es el único Salvador, con poder para perdonar los pecados. Únicamente los que ven los acontecimientos de la vida con los ojos de la fe, pueden glorificar a Dios. Los fariseos tienen endurecido el corazón y, por eso, no aceptan a Jesús y lo acusan de blasfemo.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 23
San Policarpo, obispo y mártir
Ecli 1, 1-10 Antes que todo fue creada la sabiduría.
Sal 92, 1-2.5 El Señor reina, vestido de majestad.
Mc 9, 14-29 Tengo fe, pero dudo, ayúdame.
Pídele al Señor que te aumente la fe.
Martes 24
San Pedro Damián, obispo y doctor de la Iglesia
Ecli 2, 1-13 Prepárate para las pruebas.
Sal 36, 3-4.18-19.27-28.30-40 Encomienda tu camino al Señor.
Mc 9, 30-37 Quien quiera ser el primero, que sea el último.
Medita si eres humilde
Miércoles 25 de CENIZA
Comienza la CUARESMA
Jl 2, 12-18 Rasgad los corazones, no las vestiduras.
Sal 50, 3-6a.12-14.17 Misericordia, Señor: hemos pecado.
2 Co 5, 20-6,2 Dejarse reconciliar con Dios; ahora es el tiempo de gracia.
Mt 6, 1-6.16-18 Tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará.
Hazte un planteamiento serio y exigente de la Cuaresma. Hazte tres propósitos concretos.
Jueves 26 Dt 30, 15-20 Elige la vida y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor.
Sal 1, 1-3.4-6 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Lc 9, 22-25 El que pierda su vida por mí la ganará.
¿Cómo llevas tu cruz?
Viernes 27 Is 58, 1-9a ¿Es ése el ayuno que deseo?
Sal 50, 3-6a.18-19 Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.
Mt 9, 14-15 Llegará un día en que se lleven al esposo y entonces ayunarán.
Haz un sacrificio y ofrécelo por los que no creen
Sábado 28 Is 58, 9b-14 Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas.
Sal 85, 1-6 Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Lc 5, 27-32 No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.
Reza por la conversión de los que no creen
Domingo 1,
1º de CUARESMA
Gn 9, 8-15 Pacto de Dios con Noé, liberado de las aguas.
Sal 24, 4b-9 Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad, para los que aguardan tu alianza.
1 Pe 3, 18-22 Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva.
Mc 1, 12-15 Jesús era tentado por Satanás y los ángeles le servían.
Reza por tu familia y por la parroquia


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