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21 abril 2014

El Papa Francisco: "Volved a Galilea"

Bautizó a diez catecúmenos entre 8 y 58 años de edad
El Papa invitó a todos a «volver a Galilea», la Galilea de cada uno: el primer encuentro con Jesús
ReL 19 abril 2014
La impresionante entrada del cirio pascual en la basílica de San Pedro a oscuras dio inicio a las 20.30 horas a la liturgia del Sábado Santo, la Vigilia Pascual, que bajo la presidencia del Papa Francisco se prolongó durante dos horas y media. Un tiempo colmado de ritos y simbolismos que incluyó los sacramentos del bautismo y la confirmación para diez nuevos cristianos.

Se trata de diez catecúmenos de edades comprendidas entre 8 y 58 años (dos niños, un adolescente, seis adultos en torno a la treintena y un adulto cercano a los sesenta) y procedentes de Italia (cinco), Francia, Líbano, Senegal, Vietnam y Bielorrusia, ocho hombres y dos mujeres, que se presentaron acompañados de sus padrinos y fueron investidos de la capa blanca que representa la pureza que deberán conservar hasta el momento de su muerte y con la que se acercaron a recibir también la Primera Comunión al finalizar la cuarta parte de la ceremonia, la liturgia eucarística.

"Volved a Galilea"
La breve homilía de Francisco glosó el Evangelio del día, en el que las mujeres acuden a la tumba de Jesús y la encuentran abierta. Allí el ángel les dice que acudan a Galilea, y por el camino reciben del mismo Cristo idéntica orden.

Ese "volved a Galilea" para allí le vean los apóstoles fue el leit motiv de la predicación del pontífice, quien la acompañó reiteradamente de las obras palabras del Señor en ese momento: "No temáis", "no tengáis miedo".

"Es una voz que anima a abrir el corazón para escuchar este anuncio", justo cuando "los discípulos se habían dispersado y su fe se había deshecho, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas". Entonces "el anuncio increíble se presentó como un rayo de luz en la oscuridad, porque Jesús había resucitadocomo había dicho".

Pero Francisco quiso ampliar el sentido de esa "Galilea" para cada uno de nosotros, porque "Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo se inició, donde a la orilla del lago había pasado Jesús mientras los pescadores arreglaban las redes y les había llamado".

"Volver a Galilea quiere decir releer todo a la luz de la Cruz y de la victoria, sin miedo: releer toda la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, incluso la traicion.Releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo de este acto supremo de amor", proclamó.

La Galilea de cada uno: volver al primer encuentro
Y añadió, como centro de su mensaje: "También para cada uno de nosotros hay una Galilea, el origen del camino con Jesús. Ir a Galilea significa algo muy bello, singifica para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana, significa volver a ese punto incandescente donde la gracia de Dios me tocó al principio del camino, porque con esa chispa puedo encender el hoy y llevar la luz a mis hermanos", en una "alegría humilde, buena y serena".

"En la vida del cristiano, después del bautismo hay una Galilea más existencial, la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirle y a particioar en su mision. Volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esa llamada, del momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en el que me hizo sentir que me amaba... En esta noche cada uno debe preguntarse cuál es mi Galilea, e ir atrás en el pensamiento y en el recuerdo... Es volver al primer amor para recibir el fuego que Jesucristo ha encendido en el mundo y llevarlo a los confines de la tierra", dijo el Papa.

Y concluyó con una oración: "Señor, ayúdame, dime cuál es mi Galilea. Sabes que quiero volver alli para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia".

Concluida la misa, el Papa reiteró el mensaje antes de desear a los presentes una "buena y santa Pascua" y cantar ante la imagen de la Virgen el Regina Coeli.

Texto íntegro de la homilía del Papa en la Vigilia Pascual 2014
El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no temáis», y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» . Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». No tengais miedo, no temais, no temais. Es la voz que anima a abrir el corazón para recibir este anuncia porque después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho... Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán». No temáis e id a Galilea. Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver al lugar de la primera llamada. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron.

Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Sin miedo, no temais. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.

También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.

En la vida del cristiano, después del bautismo, hay otra Galilea, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió de seguirlo; ir a Galilea significa recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.

Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? Hacer memoria, ir atrás ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? Búscala y la encontrarás, allí te espera el Señor. He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia. No tener miedo, no temer. Volved a Galilea.

El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.

«Galilea de los gentiles»: horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro... ¡Pongámonos en camino!

18 abril 2014

El lavatorio de pies es «la herencia» de Jesús

El lavatorio de pies es «la herencia» de Jesús: «Tenemos que ser siervos los unos de los otros»

ReL    17 abril 2014

En su segunda Semana Santa como Papa, Francisco celebró la Misa de la Cena del Señor en el Centro Santa María de la Providencia de la Fundación Don Gnocchi, creada por el sacerdoteCarlo Gnocchi (1902-1956), beatificado en 2009 y que se consagró tras la Segunda Guerra Mundial a la asistencia a la "inocencia doliente", esto es, a atender sobre todo a niños que sufrían las consecuencias de la contienda en forma de enfermedad, mutilación, orfandad o miseria.Antes de cumplir el gesto del lavatorio de pies, que realizan todos los sacerdotes del mundo el Jueves Santo, Francisco improvisó unas palabras para explicar que lo que hizo Jesucristo en la Última Cena es "un gesto de despedida, como la herencia que nos deja"."Él es Dios", continuó, "pero se ha hecho siervo, servidor nuestro, y ésta es la herencia: también vosotros tenéis que ser servidores los unos de los otros", pues "Él ha hecho este camino por amor, y también vosotros debéis amaros y ser servidores en el amor".Francisco explicó que el gesto de lavar los pies lo hacían los esclavos y siervos a los comensales que llegaban a una casa tras recorrer "caminos polvorientos": "Jesús hace una tarea de esclavo, de siervo, y eso lo deja como herencia para nosotros", un gesto "que nos recuerda que nosotros tenemos que ser siervos los unos de los otros", insistió.

El Papa pidió que mientras él cumple ese gesto, "todos nosotros, en nuestro corazón, pensemos en los demás y en el amor que tenemos que tener a los demás y en cómo podemos servirlos mejor, porque así lo ha querido Jesús de nosotros".

14 abril 2014

«¿Soy yo como Pilato que ante una la situación difícil, me lavo las manos?»

El Papa, por Ramos: «¿Soy yo como Pilato que ante una la situación difícil, me lavo las manos?»

Radio Vaticana    13 abril 2014.

El Papa Francisco presidió la celebración del Domingo de Ramos llevando el báculo pastoral que le donaron los presos de la cárcel italiana de San Remo.
Antes de celebrar la Eucaristía realizó la tradicional bendición de las palmas con miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, en la jornada en la también se celebra, a nivel diocesano en todo el mundo, la 29ª Jornada mundial de la Juventud, ocasión durante la cual los jóvenes brasileños entregaron la Cruz y el icono mariano de la Salus Populi Romani a sus coetáneos polacos, para que los lleven enperegrinación a Cracovia, sede de la próxima JMJ, que se celebrará en el verano europeo del año 2016 ante la presencia del Papa.
Palmas trenzadas de la región italiana de Pulla
En una Plaza de San Pedro en la que por decimoquinta vez, el adorno de los olivos fue ofrecido por la región italiana de Pulla y los tradicionales ‘parmurelli’ – es decir las palmas trenzadas – por la ciudad de San Remo, el Obispo de Roma conmemoró la entrada de Jesús en Jerusalén, el Domingo de Pasión, que abre la Semana Santa.
Preguntas del Papa en su homilía
¿Dónde está mi corazón? ¿Soy yo como Pilato que cuando veo que la situación es difícil, me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar – o condeno yo – a las personas? ¿Quién soy yo? ¿Me parezco a Judas o a María, que llora a su Jesús? ¿Quién soy yo, ante mi Señor?, son algunas de las preguntas que el Papa hizo en su homilía de este Domingo de la Pasión del Señor, que abre la Semana Santa.
Homilía completa del Santo Padre durante la Eucaristía del domingo de Ramos«Esta semana comienza con una procesión festiva con ramas de olivo: todo el pueblo acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan, alaban a Jesús. Pero esta semana va adelante en el misterio de la muerte de Jesús y de su resurrección. Hemos escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien preguntarnos ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo, delante de Jesús entrando en Jerusalén en este día de fiesta? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O tomo las distancias? ¿Quién soy yo, delante de Jesús que sufre?
»Hemos oído muchos nombres: tantos nombres. El grupo de líderes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos maestros de la ley que había decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad de apresarlo ¿Soy yo como uno de ellos? Incluso hemos oído otro nombre: Judas. 30 monedas. ¿Yo soy como Judas?
»Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se quedaron dormidos mientras el Señor sufría. ¿Mi vida está dormida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que era traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolver todo con la espada: ¿soy yo como ellos? ¿Yo soy como Judas, que finge amar y besa al Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos líderes religiosos que tienen prisa en organizar un tribunal y buscan falsos testigos: ¿Soy yo como ellos?
»Y cuando hago estas cosas, si las hago, ¿creo que con esto salvo al pueblo? ¿Soy yo como Pilato que cuando veo que la situación es difícil, me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar – o condeno yo – a las personas? ¿Soy yo como aquella muchedumbre que no sabía bien si estaba en una reunión religiosa, en un juicio o en un circo, y elije a Barrabás?
»Para ellos es lo mismo: era más divertido, para humillar a Jesús. ¿Soy yo como los soldados que golpean al Señor, le escupen, lo insultan, se divierten con la humillación del Señor? ¿Soy yo como el Cireneo que regresaba del trabajo, fatigado, pero que tuvo la buena volunta de ayudar al Señor a llevar la cruz? ¿Soy yo como aquellos que pasaban delante de la Cruz y se burlaban de Jesús?: “¡Pero... tan valeroso! ¡Que descienda de la cruz, y nosotros creeremos en Él!”.
»La burla a Jesús… ¿Soy yo como aquellas mujeres valientes, y como la mamá de Jesús, que estaba allí, y sufrían en silencio? ¿Soy yo como José, el discípulo escondido, que lleva el cuerpo de Jesús con amor, para darle sepultura? ¿Soy yo como estas dos Marías, que permanecen en la puerta del Sepulcro, llorando, rezando? ¿Soy yo como estos dirigentes que al día siguiente fueron a los de Pilato para decir: “Pero, mira que éste decía que habría resucitado; pero que no venga otro engaño”, y frenan la vida, bloquean el sepulcro para defender la doctrina, para que la vida no salga afuera? ¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de éstas personas yo me parezco? 

»Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana».