23 diciembre 2017
10 diciembre 2017
Hablar con dulzura, para preparar la venida de Cristo
Ángelus: Hablar con dulzura, para preparar la venida de Cristo dulce y humilde de corazón
“El Salvador es capaz de transformar nuestra vida por la fuerza del amor”
(ZENIT – 10 dic. 2017).- “El Salvador que estamos esperando es capaz de transformar nuestras vidas, con la fuerza del Espíritu Santo, por la fuerza del amor”, dice el Papa Francisco, que invita a la dulzura y a la humildad, en la preparación para la Navidad.
El Papa ha comentado las lecturas de la misa del día, antes del Ángelus del mediodía, en la Plaza San Pedro, este domingo 10 de diciembre de 2017, segundo domingo de Adviento.
“El Espíritu Santo difunde el amor de Dios en los corazones, fuente inagotable de purificación, de vida nueva y de libertad”, añadió el Papa.
“Ha invitado a quitar los obstáculos” a la venida de Cristo: a la falta de oración, orando más intensamente, a la falta de caridad, estando más atentos a las necesidades – materiales y espirituales – de los más necesitados, a la falta de humildad, ejerciendo la dulzura, especialmente en la manera de hablar, para “preparar la venida del Salvador que es dulce y humilde de corazón”.
Esta es la traducción de las palabras pronunciadas, en italiano, antes de la oración del Ángelus
Alocución del Papa Francisco antes del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El domingo pasado, comenzamos el Adviento con la invitación de vigilar. Hoy segundo domingo de este tiempo de preparación para la Navidad, la liturgia nos indica contenidos específicos, es un tiempo para reconocer los caminos que colmen nuestras vidas, suavizar las asperezas del orgullo y hacer espacio a Jesús que viene. El profeta Isaías se dirige al pueblo anunciando el fin del exilio en Babilonia y el retorno a Jerusalén. Profetiza: “Una voz grita: `en el desierto, preparad el camino al Señor`[…]. Que todo valle sea elevado”(40,3). Los valles elevados representan todos los vacíos de nuestro comportamiento delante de Dios, todos nuestros pecados de omisión.
Un vacío de nuestra vida puede ser el hecho de que no oremos o de que oremos poco. Entonces el adviento es el momento favorable para orar más intensamente, para reservar a la vida espiritual el lugar importante que le corresponde.
Otro vacío podría ser la falta de caridad hacía el prójimo, sobre todo hacia las personas que más necesidad tienen de ayuda, no solamente material, sino también espiritual. Estamos llamados a estar más atentos a las necesidades de los otros, de los más cercanos.
Como Juan Bautista, de esta manera podemos abrir caminos de esperanza en el desierto de los corazones áridos de tantas personas.
“Que todo monte y cerro sea rebajado” (v.4), exhorta Isaías. Las montañas y las colinas que deben de estar rebajadas son el orgullo, la soberbia, la dominación, allá donde hay orgullo, dominación y soberbia, el Señor no puede entrar porque este corazón está lleno de orgullo, de dominación, de soberbia, debemos abajar este orgullo.
Debemos asumir actitudes de dulzura y de humildad, sin grandezas: escuchar hablar con dulzura, y así preparar la venida del Salvador que es dulce y humilde de corazón (Mt. 11-29).
Y después se nos pide eliminar todos los obstáculos que ponemos en nuestra unión con el Señor “Vuélvase lo escabroso llano y las cimas en amplios valles!, entonces se revelará la Gloria del Señor, dice Isaías, y todos los hombres juntos la verán. (Is 40, 4-5). Pero estas acciones deben estar hechas con alegría, porque se enfocan a la preparación de llegada de Jesús. Cuando nosotros esperamos en casa la visita de una persona querida, nosotros preparamos todo con mucho cuidado y felicidad. De la misma manera queremos prepararnos para la venida del Señor: esperarlo cada día con solicitud, para ser llenos de su gracia cuando venga.
El Salvador que estamos esperando es capaz de transformar nuestra vida por la fuerza del Espíritu Santo, por la fuerza del amor. El Espíritu Santo difunde el amor de Dios en los corazones, una fuente inagotable de purificación, vida nueva y libertad.
La Virgen María ha vivido esta realidad en plenitud dejándose “guiar” en el Espíritu Santo que la ha inundado de su poder. Que ella, que ha preparado la venida de Cristo por la totalidad de su existencia, nos ayude a seguir su ejemplo y que guie nuestros pasos al encuentro del Señor que viene.
Angelus Domini nuntiavit Mariae…
© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo
02 diciembre 2017
La Iglesia en las periferias, como nos pide el Papa.
En las periferias del planeta, en este caso, y de la mano del propio Pontífice, en visita apostólica a un país nunca hollado por un Papa, ni siquiera por el Papa Viajero, Juan Pablo II: Myanmar, la antigua Birmania.
Infovaticana ha hecho un seguimiento exhaustivo del viaje, a cuyos puntos más señalados ha dedicado nueve noticias, y que ha estado marcado por la expectación en torno a una preocupación de Francisco que ya expresara hace meses en San Pedro: el destino de los Rohinyá (o Rohingya) una minoría musulmana perseguida y discriminada por la mayoría budista.
Hemos querido saber más de estos Rohinyá súbitamente convertidos en centro de interés mundial, topándonos con una historia bastante más compleja que la de una simple minoría inustamente maltratada. Los musulmanes de Rajín han sido, sí, víctimas, pero también verdugos de poblados budistas de la región; son atacados, es cierto, pero también atacan.
Son, en fin, una de las incontables minorías perseguidas en el mundo, de las que solo en la propia Birmania existen varias decenas, entre ellas algunas con fieles católicos como los Kachin, Karen, Chin o Shan.
Pero el Papa, si bien en su primer discurso ante la premio Nobel de la Paz y virtual primera ministra de Myanmar, Aung San Suu Kyi, optó por no citar a los Rohingya y referirse en general a las minorías perseguidas, los tuvo por verdadero eje de su viaje.
El Papa llamó a la comunidad internacional a tomar medidas ante la crisis de los rohinyás y se reunió con 16 refugiados rohingya en Bangladés; pero también pidió a líderes religiosos en Birmania construir “la paz y la unidad en la diferencia”; espresó su deseo de que el futuro de Myanmar sea la paz; les dijo a los obispos birmanos que “estamos llamados a ser una ‘Iglesia en salida” y, a un grupo de ordenandos, que“habéis sido escogidos de entre los hombres y puestos al servicio de ellos en las cosas de Dios”.
Pero Birmania no es la única periferia de la que nos hemos ocupado esta semana, igual que no todos los grupos musulmanes son minorías perseguidas, sino que hay sitios donde son todo lo contrario, perseguidores.
Lo son en Oriente Medio, por ejemplo, con comunidades cristianas que llevan allí bajo dominio musulmán desde los inicios del cristianismo, y que ahora están desapareciendo, como los caldeos. Su arzobispo de Erbil -capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí- ha celebrado esta semana en Estados Unidos una misa por las víctimas del ISIS.
El Islam, como las periferias, llegan a Occidente, y así ha sido noticia esta semana que en un colegio de Londres el temario recoge la aseveración de que “el hombre puede pegar legítimamente a su mujer”, no hay que irse al territorio dominado por el ISIS para leer cosas así. Están ya en nuestras capitales más avanzadas y emblemáticas.
Ha sido también la semana de la disputa por el tesoro de Sijena entre la Cataluña y Aragón, en un momento más que delicado, una disputa en la que apenas se le ha dado voz a una instancia que tenía y tiene mucho que decir con respecto a estas joyas culturales: la Iglesia.
Y, naturalmente, se acerca la Navidad y con ella las habituales blasfemias y provocaciones a los creyentes por parte de los niños mimados de la cultura dominante.
Tal vez, quién sabe, todo es posible, todo esto sea indicio de que el fin está cerca. No lo descarta el Cardenal Edmundo Burke en una entrevista que recoge Infovaticana y en la que repasa las divisiones en la Iglesia, el silencio de la Santa Sede ante las Dubia y la confusión doctrinal, concluyendo que quizá “hayamos llegado al Fin de los Tiempos”.
Gabriel Ariza
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25 noviembre 2017
El miedo hacia los migrantes.
“Los que fomentan el miedo hacia los migrantes, en ocasiones con fines políticos, en lugar de construir la paz siembran violencia, discriminación racial y xenofobia, que son fuente de gran preocupación para todos aquellos que se toman en serio la protección de cada ser humano”, ha dicho esta semana el Papa en su mensaje para la celebración de la LI Jornada Mundial de la Paz.
Y, bueno, claro, ¿quién puede estar a favor de quienes fomentan el miedo, mucho más hacia unos hermanos nuestros que vienen huyendo de unas condiciones peores, sino de verdaderas tragedias humanas? El Santo Padre nos recuerda esa común humanidad y esa caridad urgente que debe aplicar el cristiano hacia los más necesitados.
Pero si el Papa subraya lo que es de justicia que subraye el Vicario de Cristo, la caridad, no creo que sea irrespetuoso por nuestra parte puntualizar algunos aspectos de su mensaje. Por ejemplo, cuando dice que los inmigrantes “traen consigo la riqueza de su valentía, su capacidad, sus energías y sus aspiraciones, y por supuesto los tesoros de su propia cultura, enriqueciendo así la vida de las naciones que los acogen”.
Es seguramente cierto que muchos, quizá una mayoría, traen todo eso. Pero, quitando que a menudo en su “propia cultura” no hay solo “tesoros”, habría que suspender la fe en el Dogma del Pecado Original para pensar que solo traen eso. No creo que sea sensato, por huir de la demonización del inmigrante, caer en su idealización.
Esta semana recordábamos, por ejemplo, un ejemplo de esa “propia cultura” con la que llegan muchos de esos inmigrantes en su extremo más dramático, al anunciar la identificación de los cadáveres de los 21 cristianos degollados en Libia. El Obispo copto católico de Guiza en Egipto, Mons. Anba Antonios Aziz Mina, dijo que en el video las víctimas del ISIS “en el momento de su bárbara ejecución, repiten: ‘Señor Jesucristo”. De hecho, no pocos cristianos de Oriente Medio llegan a Occidente huyendo de una persecución que, para su horror, reencuentran en nuestras ciudades.
Ha sido semana de “otras culturas”, de encuentro y de choque. En lo primero, hemos tenido la reunión del Papa con representantes de la Iglesia Asiria en el Vaticano, quizá la confesión cristiana que más martirios está sufriendo en este momento.
Es sorprendente la entereza y vivencia extrema de la fe de esos cristianos en una persecución que, si hoy es sangrienta y violenta, ha sido también constante a lo largo de los siglos, desde la primera predicación de la fe en esas tierras. Sobre todo cuando se compara a la frivolidad doctrinal de las denominaciones europeas, como la Iglesia Sueca -luterana y oficial-, que ha prohibido referirse a Dios con los términos Él o Padre.
Suecia, es cierto, es un caso límite de inversión de valores. De hecho, nos hacíamos eco de la noticia de que se acaba de publicar allí un libro con todos los parabienes de las autoridades educativas, dirigido a los preescolares, donde se fomenta la transexualidad. Se nos ocurren pocas cosas más perversas.
Es un proyecto de deshumanización que sigue teniendo su máximo exponente en el aborto, un horrible negocio que la Cultura de la Muerte ha convertido en verdadero 'sacramento' y del que se deriva todo tipo de maldades, como revela una exempleada de Planned Parenthood: ‘No difería de una traficante de esclavos’.
Pero si el de Suecia es un caso extremo, la fe tampoco pasa por su mejor momento en nuestra propia iglesia, en nuestro propio país. Cada año, a medida que se aproxima la Navidad los cristianos tenemos que tragarnos la dosis habitual de sermoneo laico, de incitación a la increencia y de burlas de mayor o menor calibre. Bien, digamos que eso está en el guion, y tenemos la piel dura.
Lo triste es cuando uno lee que un colegio católico de Lérida suspende el Belén viviente porque “no hay nada que celebrar”. La razón es que hay dos implicados en casos de sedición por el 1-O que están en la cárcel de Soto del Real.
No entramos en la causa, no opinamos aquí de la justicia o injusticia de la detención. Pero supeditar la alegría de la Navidad, la celebración de que Dios se ha hecho hombre para salvarnos, al destino penal de quien sea, es no haber entendido nada. O haber cambiado la fe en Cristo por la fe en la Nación.
El otro caso que traemos como ejemplo de decadencia no es tan grave, pero sí significativo. Nos referimos a la 'brillante' idea de la Conferencia Episcopal de celebrar la festividad de Santa Cecilia, Patrona de la Música, colgando en redes sociales una versión orquestal de ‘Despacito’.
No es ya solo deprimente que la Iglesia haya pasado de inspirar el Réquiem de Mozart a copiarle al mundo algo tan vulgar como 'Despacito'; es que el mensaje de la canción elegida no puede ser más inadecuado para celebrar nada, y menos la música litúrgica.
No deja de ser un caso de 'colonización ideológica' de aquellas contra las que nos advierte el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el cuarto jueves de noviembre. Suprimir la libertad, borrar la memoria, adoctrinar a los jóvenes: esos son, según Su Santidad, los tres indicadores de las colonizaciones culturales e ideológicas de todos los tiempos.
Gabriel Ariza Rossy
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09 octubre 2017
18 junio 2017
Los 10 poderes de la inteligencia espiritual.
Según el filósofo Francesc Torralba Roselló
¿Se ha preguntado usted cómo está de inteligencia espiritual? En esta charla con Aleteia, detectamos junto a Francesc Torralba de qué trata la inteligencia espiritual. Este experto, consultor del Pontificio Consejo para la Cultura, los ha condensado en el libro Inteligencia espiritual publicado por Plataforma.
1 ¿Vale la pena vivir?
Sea cual sea la formulación concreta, ¿Tiene sentido la vida? ¿Qué me cabe esperar?, esta pregunta hace explícito el carácter misterioso de la persona.
El ser humano siempre está en búsqueda.
El ser humano siempre está en búsqueda.
El ser humano, en virtud de su inteligencia espiritual, es capaz de interrogarse por el sentido de su existencia, tiene el poder de preguntarse por lo qué realmente va a dotar de valor su estancia en este mundo.
En grados distintos, podemos distinguir en los mamíferos superiores formas de inteligencia lingüística, emocional, interpersonal, pero la inteligencia espiritual es una modalidad específica del ser humano.
2. El preguntar último
¿Qué tipo de interrogaciones son un producto de la inteligencia espiritual?: ¿Para qué estoy en el mundo? ¿Qué sentido tiene mi existencia? ¿Qué puedo esperar después de mi muerte? ¿Qué sentido tiene el mundo? ¿Para qué sufrir? ¿Para qué luchar? ¿Qué es lo que merece ser vivido?
No disponemos de respuestas evidentes a tales preguntas, pero el preguntar último, la búsqueda del para qué constituye un estímulo al desarrollo filosófico, científico y tecnológico de la humanidad.
La inteligencia espiritual no se satisface con el cómo, ni con el porqué. Necesita conocer el para qué.
3. La capacidad de distanciamiento
La inteligencia espiritual da el poder de tomar distancia de la realidad circundante, pero también de nosotros mismos.
Tomar distancia no debe entenderse en un sentido físico. La inteligencia espiritual nos permite separarnos del mundo, de nuestro propio cuerpo, pero tal operación es únicamente mental.
Consiste, pues, en separarse, sin dejar de ser, sin abandonar el mundo.
La distancia es, paradójicamente, el único modo de comprender realmente algo. Para poder valorar la textura y la calidad de un vínculo, de una relación, de una amistad, es esencial tomar distancia y, luego, desde la contención de las pasiones y las emociones, valorar con ecuanimidad.
4. La autotrascendencia
Trascender consiste en ir más allá, en no contentarse con lo que se es, con lo que se tiene, con lo que se sabe. El trascender expresa una carencia, pero también una esperanza.
Más allá del significado religioso de la palabra trascendencia, la capacidad de trascender no es algo que acontece sólo en personas religiosas, sino en todo ser humano, pues toda persona aspira a superar un límite.
5. El asombro
Una cosa existir. Otra cosa, muy distinta, es darse cuenta de que uno existe. La planta existe, ocupa un lugar en el espacio y dispone de tiempo de vida, pero ella no sabe que existe. No experimenta la sorpresa de existir, ni el vértigo del fluir temporal.
La admiración requiere de la distancia física. Para admirarse de una obra pictórica, de un paisaje, del cielo estrellado o de un cuerpo bello, uno debe tomar distancia física, alejarse de ello.
Cuando uno se da cuenta que existe, pudiendo no haber existido, experimenta una sorpresa y esta sorpresa le conduce a amar la vida y a gozar intensamente de ella, a convertir su estar en el mundo en un proyecto.
6. El autoconocimiento
La inteligencia espiritual nos faculta para adentrarnos por aquella infinita senda que conduce al conocimiento de uno mismo.
Los grandes maestros de la historia de la humanidad, desde Sócrates hasta Confucio, han mostrado que el primer objetivo de la educación es el conocimiento de uno mismo
Cuando una persona cultiva la inteligencia espiritual tiene capacidad para distinguir el personaje del ser, la representación de la esencia. Entonces uno puede llegar a desprenderse de lo que algunos autores denominan el ego y abrirse a la dimensión trascendente que nombran el Self.
7. La facultad de valorar
La tarea de valorar es inexcusablemente humana y convierte al ser humano en un sujeto ético. La experiencia ética halla su fundamento en la inteligencia espiritual. Somos seres capaces de tener experiencia ética, porque tenemos capacidad para tomar distancia y llevar a cabo valoraciones.
Sólo el ser humano es capaz de construir su propia pirámide de valores (pirámide axiológica) y vivir conforme a ella.
8. El gozo estético
Un ser espiritualmente sensible se deleita con la belleza natural, con las manifestaciones artísticas y con la simplicidad de las pequeñas cosas.
La experiencia estética es una vivencia específica del ser humano, una peculiaridad de su ser en el mundo que no se detecta en ningún otro ser.
El animal busca la presa y cuando la tiene a su alcance, ataca. El ser humano es capaz de tomar distancia de los impulsos primarios, de contenerlos y de canalizarlos oportunamente. Le basta con vivir, anhela la bondad, el bien, la unidad, la belleza y, ante todo, vivir una vida con sentido.
9. El sentido del misterio
Lo misterioso circunda al ser humano por todas partes. El misterio es lo insondable, lo que va más allá de lo desconocido o se conoce mal. En sentido estricto, significa lo que está oculto, lo que no se percibe con los sentidos, ni se aclara con la razón.
El ser humano, a lo largo de la historia, se siente constantemente invitado a aclarar el misterio del mundo y de la persona.
La inteligencia espiritual nos faculta para suscitar preguntas. Una persona profunda aprende a convivir con las últimas preguntas.
10. La búsqueda de una sabiduría
Al ser humano no le basta con los conocimientos científicos. Toda persona anhela una orientación que le permita aspirar a vivir una vida Los feliz.
La inteligencia espiritual faculta para la labor de síntesis, para la mirada de conjunto. El hecho de que no existan respuestas concluyentes en el plano científico, no significa que no existan respuestas inteligentes, con plenitud de sentido.
13 junio 2017
29 abril 2017
Viaje a Egipto: Encuentro del santo padre Francisco con el papa ortodoxo Tawadros II
Viaje a Egipto: Encuentro del santo padre Francisco con el papa ortodoxo Tawadros II
Texto completo del Pontífice a los ortodoxos coptos
(ZENIT – Roma, 28 Abr. 2017).- El santo padre Francisco ha llegado al patriarcado copto ortodoxo, ubicado en el viejo Cairo cristiano, parte del edificio de la catedral dedicada a San Marcos. Allí se perpetró un grave atentado el 11 de diciembre de 2016.
Le esperaba Tawadros II, papa de la Iglesia copta ortodoxa y patriarca de Alejandría de Egipto, de toda África y de la Santa Sede de San Marco.
Después de un primer abrazo y de la presentación de las delegaciones, ambos se reunieron en la oficina de Tawadros en un encuentro privado. Concluido el mismo ambos hicieron un discurso y le siguió un intercambio de dones.
Francisco regaló un Icono de la “Madre de Dios de la Ternura”, copia fiel de esta obra en Tolga, que recuerda su milagros descubrimiento en las orillas del río Volga. Tawadros II le regaló un crucifijo característico y una imagen de bronce de San Francisco de Asís.
El encuentro tuvo la firma de un documento común.
Discurso del papa FranciscoEl Señor ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. [Al Massih kam, bilhakika kam!]
Santidad, querido Hermano:
Hace poco que ha concluido la gran Solemnidad de la Pascua, centro de la vida cristiana, que este año hemos tenido la gracia de celebrar en el mismo día. Así hemos proclamado al unísono el anuncio de la Resurrección, viviendo de nuevo, en un cierto sentido, la experiencia de los primeros discípulos, que en ese día «se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20,20). Esta alegría pascual se ha incrementado hoy por el don que se nos ha concedido de adorar juntos al Resucitado en la oración y de darnos nuevamente, en su nombre, el beso santo y el abrazo de paz.
Esto me llena de alegría: llegando aquí como peregrino, estaba seguro de recibir la bendición de un Hermano que me esperaba. Era grande el deseo de encontrarnos otra vez: mantengo muy vivo el recuerdo de la visita que Vuestra Santidad realizó a Roma, poco después de mi elección, el 10 de mayo de 2013, una fecha que se ha convertido felizmente en la oportunidad para celebrar cada año la Jornada de Amistad copto-católica.
Con la alegría de continuar fraternalmente nuestro camino ecuménico, deseo recordar ante todo ese momento crucial que supuso en las relaciones entre la sede de Pedro y la de Marcos la Declaración Común, firmada por nuestros Predecesores hace más de cuarenta años, el 10 de mayo de 1973.
En ese día, después de «siglos de una historia complicada», en los que «se han manifestado diferencias teológicas, fomentadas y acentuadas por factores de carácter no teológico» y por una creciente desconfianza en las relaciones, con la ayuda de Dios hemos llegado a reconocer juntos que Cristo es «Dios perfecto en su Divinidad y hombre perfecto en su humanidad» (Declaración Común firmada por el Santo Padre Pablo VI y por Su Santidad Amba Shenouda III, 10 mayo 1973).
Pero no menos importantes y actuales son las palabras que la precedían inmediatamente, con las que hemos reconocido a «Nuestro Señor y Dios y Salvador y Rey de todos nosotros, Jesucristo». Con estas expresiones la sede de Marcos y la de Pedro han proclamado la señoría de Jesús: juntos hemos confesado que pertenecemos a Jesús y que él es nuestro todo.
Aún más, hemos comprendido que, siendo suyos, no podemos seguir pensando en ir adelante cada uno por su camino, porque traicionaríamos su voluntad: que los suyos sean «todos […] uno […] para que el mundo crea» (Jn 17,21).
Delante del Señor, que quiere que seamos «perfectos en la unidad» (v. 23) no es posible escondernos más detrás de los pretextos de divergencias interpretativas ni tampoco detrás de siglos de historia y de tradiciones que nos han convertido en extraños. Como dijo aquí Su Santidad Juan Pablo II: «A este respecto no hay tiempo que perder. Nuestra comunión en el único Señor Jesucristo, en el único Espíritu Santo y en el único bautismo, ya representa una realidad profunda y fundamental» (Discurso durante el encuentro ecuménico, 25 febrero 2000).
En este sentido, no sólo existe un ecumenismo realizado con gestos, palabras y esfuerzo, sino también una comunión ya efectiva, que crece cada día en la relación viva con el Señor Jesús, se fundamenta en la fe profesada y se basa realmente en nuestro Bautismo, en el ser «criaturas nuevas» en él (cf. 2 Co 5,17): en definitiva, «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4,5).
De aquí tenemos que comenzar siempre, para apresurar el día tan esperado en el que estaremos en comunión plena y visible junto al altar del Señor.
En este camino apasionante, que –como la vida– no es siempre fácil ni lineal, pero que el Señor nos exhorta a seguir recorriendo, no estamos solos. Nos acompaña una multitud de Santos y Mártires que, ya plenamente unidos, nos animan a que seamos aquí en la tierra una imagen viviente de la «Jerusalén celeste» (Ga 4,26).
Entre ellos, seguro que los que hoy se alegran de manera especial de nuestro encuentro son los santos Pedro y Marcos. Es grande el vínculo que los une. Basta pensar en el hecho de que san Marcos puso en el centro de su Evangelio la profesión de fe de Pedro: «Tu eres el Cristo». Fue la respuesta a la pregunta, siempre actual, de Jesús: «Y vosotros,¿quién decís que soy?» (Mc 8,29).
También hoy hay mucha gente que no sabe dar una respuesta a esta pregunta; faltan incluso personas que la propongan y sobre todo quien ofrezca como respuesta la alegría de conocer a Jesús, la misma alegría con la que tenemos la gracia de confesarlo juntos. Estamos llamados a testimoniarlo juntos, a llevar al mundo nuestra fe, sobre todo, como es proprio de la fe: viviéndola, porque la presencia de Jesús se transmite con la vida y habla el lenguaje del amor gratuito y concreto.
Coptos ortodoxos y Católicos podemos hablar cada vez más esta lengua común de la caridad: antes de comenzar un proyecto para hacer el bien, sería hermoso preguntarnos si podemos hacerlo con nuestros hermanos y hermanas que comparten la fe en Jesús. Así, edificando la comunión con el testimonio vivido en lo concreto de la vida cotidiana, el Espíritu no dejará de abrir caminos providenciales e inimaginables de unidad.
Con este espíritu apostólico constructivo, Vuestra Santidad sigue brindando una atención genuina y fraterna a la Iglesia copta católica: una cercanía que agradezco tanto y que se ha concretado en la creación del Consejo Nacional de las Iglesias Cristianas, para que los creyentes en Jesús puedan actuar siempre más unidos, en beneficio de toda la sociedad egipcia.
Además, he apreciado mucho la generosa hospitalidad con la que acogió el XIII Encuentro de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas Orientales, que tuvo lugar aquí el año pasado siguiendo vuestra invitación. Es un bonito signo que el encuentro siguiente se haya celebrado en Roma, como queriendo señalar una continuidad particular entre la sede de Marcos y la de Pedro.
En la Sagrada Escritura, Pedro corresponde en cierto modo al afecto de Marcos llamándolo «mi hijo» (1 P 5,13). Pero los vínculos fraternos del Evangelista y su actividad apostólica se extienden también a san Pablo el cual, antes de morir mártir en Roma, habla de lo útil que es Marcos para el ministerio (cf. 2 Tm 4,11) y lo menciona varias veces (cf. Flm 24; Col 4, 10).
Caridad fraterna y comunión de misión: estos son los mensajes que la Palabra divina y nuestros orígenes nos transmiten. Son las semillas evangélicas que con alegría seguimos cultivando y juntos, con la ayuda de Dios, procuramos que crezcan (cf. 1 Co 3,6-7).
Nuestro camino ecuménico crece de manera misteriosa y sin duda actual, gracias a un verdadero y propio ecumenismo de la sangre. San Juan escribe que Jesús vino «con agua y sangre» (1 Jn 5,6); quien cree en él, «vence al mundo» (1 Jn 5,5). Con agua y sangre: viviendo una vida nueva en nuestro mismo Bautismo, una vida de amor, siempre y por todos, también a costa de derramar la sangre.
Cuántos mártires en esta tierra, desde los primeros siglos del Cristianismo, han vivido la fe de manera heroica y hasta el final, prefiriendo derramar su sangre antes que renegar del Señor y ceder a las lisonjas del mal o a la tentación de responder al mal con el mal.
Así lo testimonia el venerable Martirologio de la Iglesia Copta. Aun recientemente, por desgracia, la sangre inocente de fieles indefensos ha sido derramada cruelmente: su sangre inocente nos une.
Querido Hermano, igual que la Jerusalén celeste es una, así también nuestro martirologio es uno, y vuestros sufrimientos son también nuestros sufrimientos. Fortalecidos por vuestro testimonio, esforcémonos en oponernos a la violencia predicando y sembrando el bien, haciendo crecer la concordia y manteniendo la unidad, rezando para que los muchos sacrificios abran el camino a un futuro de comunión plena entre nosotros y de paz para todos.
La maravillosa historia de santidad de esta tierra no se debe sólo al sacrificio de los mártires. Apenas terminadas las antiguas persecuciones, surgió una nueva forma de vida que, ofrecida al Señor, nada retenía para sí: en el desierto inició el monaquismo.
Así, a los grandes signos que Dios obró en el pasado en Egipto y en el Mar Rojo (cf. Sal 106,21-22), siguió el prodigio de una vida nueva, que hizo florecer de santidad el desierto. Con veneración por este patrimonio común, he venido como peregrino a esta tierra, donde el Señor mismo ama venir: aquí, glorioso, bajó al monte Sinaí (cf. Ex 24,16); aquí, humilde, encontró refugio cuando era niño (cf. Mt 2,14).
Santidad, querido Hermano: que el mismo Señor nos conceda hoy seguir caminando juntos, como peregrinos de comunión y anunciadores de paz. Que en este camino nos lleve de la mano Aquella que acompañó aquí a Jesús y que la gran tradición teológica egipcia ha aclamado desde la antigüedad como Theotokos, Madre de Dios.
En este título se unen admirablemente la humanidad y la divinidad, porque, en la Madre, Dios se hizo hombre para siempre. Que la Virgen Santa, que siempre nos conduce a Jesús, sinfonía perfecta de lo divino con lo humano, siga trayendo un poco de Cielo a nuestra tierra.
Discurso del papa Francisco en la Universidad de Al-Azhar.
Texto completo de las palabras del papa Francisco en la Universidad de Al-Azhar
Un discurso aplaudido diversas veces por el principal auditorio del mundo islámico
(ZENIT – Roma, 28 Abr. 2017),.- A continuación las palabras del papa Francisco en la Universidad de Al-Azhar.
“Al Salamò Alaikum! (La paz sea con vosotros).
Es para mí un gran regalo estar aquí, en este lugar, y comenzar mi visita a Egipto encontrándome con vosotros en el ámbito de esta Conferencia Internacional para la Paz.
Agradezco al Gran Imán por haberla proyectado y organizado, y por su amabilidad al invitarme. Quisiera compartir algunas reflexiones, tomándolas de la gloriosa historia de esta tierra, que a lo largo de los siglos se ha manifestado al mundo como tierra de civilización y tierra de alianzas.
Tierra de civilización. Desde la antigüedad, la civilización que surgió en las orillas del Nilo ha sido sinónimo de cultura. En Egipto ha brillado la luz del conocimiento, que ha hecho germinar un patrimonio cultural de valor inestimable, hecho de sabiduría e ingenio, de adquisiciones matemáticas y astronómicas, de admirables figuras arquitectónicas y artísticas. La búsqueda del conocimiento y la importancia de la educación han sido iniciativas que los antiguos habitantes de esta tierra han llevado a cabo produciendo un gran progreso. Se trata de iniciativas necesarias también para el futuro, iniciativas de paz y por la paz, porque no habrá paz sin una adecuada educación de las jóvenes generaciones.
Y no habrá una adecuada educación para los jóvenes de hoy si la formación que se les ofrece no es conforme a la naturaleza del hombre, que es un ser abierto y relacional.
La educación se convierte de hecho en sabiduría de vida cuando consigue que el hombre, en contacto con Aquel que lo trasciende y con cuanto lo rodea, saque lo mejor de sí mismo, adquiriendo una identidad no replegada sobre sí misma. La sabiduría busca al otro, superando la tentación de endurecerse y encerrarse; abierta y en movimiento, humilde y escudriñadora al mismo tiempo, sabe valorizar el pasado y hacerlo dialogar con el presente, sin renunciar a una adecuada hermenéutica.
Esta sabiduría favorece un futuro en el que no se busca la prevalencia de la propia parte, sino que se mira al otro como parte integral de sí mismo; no deja, en el presente, de identificar oportunidades de encuentro y de intercambio; del pasado, aprende que del mal sólo viene el mal y de la violencia sólo la violencia, en una espiral que termina aislando. Esta sabiduría, rechazando toda ansia de injusticia, se centra en la dignidad del hombre, valioso a los ojos de Dios, y en una ética que sea digna del hombre, rechazando el miedo al otro y el temor de conocer a través de los medios con los que el Creador lo ha dotado.1
Precisamente en el campo del diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas. En este sentido, el trabajo del Comité mixto para el Diálogo entre el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el Comité de Al-Azhar para el Diálogo representa un ejemplo concreto y alentador. El diálogo puede ser favorecido si se conjugan bien tres indicaciones fundamentales: el deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones.
El deber de la identidad, porque no se puede entablar un diálogo real sobre la base de la ambigüedad o de sacrificar el bien para complacer al otro. La valentía de la alteridad, porque al que es diferente, cultural o religiosamente, no se le ve ni se le trata como a un enemigo, sino que se le acoge como a un compañero de ruta, con la genuina convicción de que el bien de cada uno se encuentra en el bien de todos. La sinceridad de las intenciones, porque el diálogo, en cuanto expresión auténtica de lo humano, no es una estrategia para lograr segundas intenciones, sino el camino de la verdad, que merece ser recorrido pacientemente para transformar la competición en cooperación.
Educar, para abrirse con respeto y dialogar sinceramente con el otro, reconociendo sus derechos y libertades fundamentales, especialmente la religiosa, es la mejor manera de construir juntos el futuro, de ser constructores de civilización. Porque la única alternativa a la barbarie del conflicto es la cultura del encuentro. Y con el fin de contrarrestar realmente la barbarie de quien instiga al odio e incita a la violencia, es necesario acompañar y ayudar a madurar a las nuevas generaciones para que, ante la lógica incendiaria del mal, respondan con el paciente crecimiento del bien: jóvenes que, como árboles plantados, estén enraizados en el terreno de la historia y, creciendo hacia lo Alto y junto a los demás, transformen cada día el aire contaminado de odio en oxígeno de fraternidad.
En este desafío de civilización tan urgente y emocionante, cristianos y musulmanes, y todos los creyentes, estamos llamados a ofrecer nuestra aportación: «Vivimos bajo el sol de un único Dios misericordioso. […] Así, en el verdadero sentido podemos llamarnos, los unos a los otros, hermanos y hermanas […], porque sin Dios la vida del hombre sería como el cielo sin el sol».2
Salga pues el sol de una renovada hermandad en el nombre de Dios; y de esta tierra, acariciada por el sol, despunte el alba de una civilización de la paz y del encuentro. Que san Francisco de Asís, que hace ocho siglos vino a Egipto y se encontró con el Sultán Malik al Kamil, interceda por esta intención.
Tierra de alianzas. Egipto no sólo ha visto amanecer el sol de la sabiduría, sino que su tierra ha sido también iluminada por la luz multicolor de las religiones. Aquí, a lo largo de los siglos, las diferencias de religión han constituido «una forma de enriquecimiento mutuo del servicio a la única comunidad nacional».3
Creencias religiosas diferentes se han encontrado y culturas diversas se han mezclado sin confundirse, reconociendo la importancia de aliarse para el bien común. Alianzas de este tipo son cada vez más urgentes en la actualidad. Para hablar de ello, me gustaría utilizar como símbolo el «Monte de la Alianza» que se yergue en esta tierra.
El Sinaí nos recuerda, en primer lugar, que una verdadera alianza en la tierra no puede prescindir del Cielo, que la humanidad no puede pretender encontrar la paz excluyendo a Dios de su horizonte, ni tampoco puede tratar de subir la montaña para apoderarse de Dios (cf. Ex 19,12).
Se trata de un mensaje muy actual, frente a esa peligrosa paradoja que persiste en nuestros días, según la cual por un lado se tiende a reducir la religión a la esfera privada, sin reconocerla como una dimensión constitutiva del ser humano y de la sociedad y, por el otro, se confunden la esfera religiosa y la política sin distinguirlas adecuadamente.
Existe el riesgo de que la religión acabe siendo absorbida por la gestión de los asuntos temporales y se deje seducir por el atractivo de los poderes mundanos que en realidad sólo quieren instrumentalizarla. En un mundo en el que se han globalizado muchos instrumentos técnicos útiles, pero también la indiferencia y la negligencia, y que corre a una velocidad frenética, difícil de sostener, se percibe la nostalgia de las grandes cuestiones sobre el sentido de la vida, que las religiones saben promover y que suscitan la evocación de los propios orígenes: la vocación del hombre, que no ha sido creado para consumirse en la precariedad de los asuntos terrenales sino para encaminarse hacia el Absoluto al que tiende.
Por estas razones, sobre todo hoy, la religión no es un problema sino parte de la solución: contra la tentación de acomodarse en una vida sin relieve, donde todo comienza y termina en esta tierra, nos recuerda que es necesario elevar el ánimo hacia lo Alto para aprender a construir la ciudad de los hombres.
En este sentido, volviendo con la mente al Monte Sinaí, quisiera referirme a los mandamientos que se promulgaron allí antes de ser escritos en la piedra.4 En el corazón de las «diez palabras» resuena, dirigido a los hombres y a los pueblos de todos los tiempos, el mandato «no matarás» (Ex 20,13).
Dios, que ama la vida, no deja de amar al hombre y por ello lo insta a contrastar el camino de la violencia como requisito previo fundamental de toda alianza en la tierra. Siempre, pero sobre todo ahora, todas las religiones están llamadas a poner en práctica este imperativo, ya que mientras sentimos la urgente necesidad de lo Absoluto, es indispensable excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia. La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad.
Como líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad, apoyándose en la absolutización de los egoísmos antes que en una verdadera apertura al Absoluto. Estamos obligados a denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos, a poner al descubierto los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de las religiones y a condenarlos como una falsificación idolátrica de Dios: su nombre es santo, él es el Dios de la paz, Dios salam. 5
Por tanto, sólo la paz es santa y ninguna violencia puede ser perpetrada en nombre de Dios porque profanaría su nombre. Juntos, desde esta tierra de encuentro entre el cielo y la tierra, de alianzas entre los pueblos y entre los creyentes, repetimos un «no» alto y claro a toda forma de violencia, de venganza y de odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios. Juntos afirmamos la incompatibilidad entre la fe y la violencia, entre creer y odiar.
Juntos declaramos el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica. La fe que no nace de un corazón sincero y de un amor auténtico a Dios misericordioso es una forma de pertenencia convencional o social que no libera al hombre, sino que lo aplasta. Digamos juntos: Cuanto más se crece en la fe en Dios, más se crece en el amor al prójimo.
Sin embargo, la religión no sólo está llamada a desenmascarar el mal sino que lleva en sí misma la vocación a promover la paz, probablemente hoy más que nunca.6
Sin caer en sincretismos conciliadores,7 nuestra tarea es la de rezar los unos por los otros, pidiendo a Dios el don de la paz, encontrarnos, dialogar y promover la armonía con un espíritu de cooperación y amistad. Como cristianos «no podemos invocar a Dios, Padre de todos los hombres, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios».8
Más aún, reconocemos que inmersos en una lucha constante contra el mal, que amenaza al mundo para que «no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad», «a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles».9
Por el contrario, son esenciales: En realidad, no sirve de mucho levantar la voz y correr a rearmarse para protegerse: hoy se necesitan constructores de paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción.
Asistimos perplejos al hecho de que, mientras por un lado nos alejamos de la realidad de los pueblos, en nombre de objetivos que no tienen en cuenta a nadie, por el otro, como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad.
Ninguna incitación a la violencia garantizará la paz, y cualquier acción unilateral que no ponga en marcha procesos constructivos y compartidos, en realidad, sólo beneficia a los partidarios del radicalismo y de la violencia.
Para prevenir los conflictos y construir la paz es esencial trabajar para eliminar las situaciones de pobreza y de explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente, así como evitar que el flujo de dinero y armas llegue a los que fomentan la violencia. Para ir más a la raíz, es necesario detener la proliferación de armas que, si se siguen produciendo y comercializando, tarde o temprano llegarán a utilizarse.
Sólo sacando a la luz las turbias maniobras que alimentan el cáncer de la guerra se pueden prevenir sus causas reales. A este compromiso urgente y grave están obligados los responsables de las naciones, de las instituciones y de la información, así como también nosotros responsables de cultura, llamados por Dios, por la historia y por el futuro a poner en marcha –cada uno en su propio campo– procesos de paz, sin sustraerse a la tarea de establecer bases para una alianza entre pueblos y estados. Espero que, con la ayuda de Dios, esta tierra noble y querida de Egipto pueda responder aún a su vocación de civilización y de alianza, contribuyendo a promover procesos de paz para este amado pueblo y para toda la región de Oriente Medio.
Al Salamò Alaikum! (La paz esté con vosotros).
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NOTAS:
1 «Por otra parte, una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero»: Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2017. La no violencia: un estilo de una política para la paz, 5.
2 Juan Pablo II, Discurso a las autoridades musulmanas, Kaduna–Nigeria (14 febrero 1982).
3 Id., Discurso durante la ceremonia de bienvenida, El Cairo (24 febrero 2000).
4 «Fueron escritos en el corazón del hombre como ley moral universal, válida en todo tiempo y en todo lugar». Estos ofrecen la «base auténtica para la vida de las personas, de las sociedades y de las naciones. Hoy, como siempre, son el único futuro de la familia humana. Salvan al hombre de la fuerza destructora del egoísmo, del odio y de la mentira. Señalan todos los falsos dioses que lo esclavizan: el amor a sí mismo que excluye a Dios, el afán de poder y placer que altera el orden de la justicia y degrada nuestra dignidad humana y la de nuestro prójimo»: Id., Homilía en la celebración de la Palabra en al Monte Sinaí, Monasterio de Santa Catalina (26 febrero 2000).
5 Cf. Discurso en la Mezquita Central de Koudoukou, Bangui-República Centroafricana (30 noviembre 2015).
6 «Probablemente más que nunca en la historia ha sido puesto en evidencia ante todos el vínculo intrínseco que existe entre una actitud religiosa auténtica y el gran bien de la paz» (Juan Pablo II, Discurso a los Representantes de las Iglesias y de Comunidades eclesiales cristianas y de las religiones mundiales, Asís (27 octubre 1986). 7 Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 251. 8 Conc. Ecum. Vat. II, Declaración Nostra aetate, 5. 9 Id., Const. past. Gaudium et spes, 37-38.
2 Juan Pablo II, Discurso a las autoridades musulmanas, Kaduna–Nigeria (14 febrero 1982).
3 Id., Discurso durante la ceremonia de bienvenida, El Cairo (24 febrero 2000).
4 «Fueron escritos en el corazón del hombre como ley moral universal, válida en todo tiempo y en todo lugar». Estos ofrecen la «base auténtica para la vida de las personas, de las sociedades y de las naciones. Hoy, como siempre, son el único futuro de la familia humana. Salvan al hombre de la fuerza destructora del egoísmo, del odio y de la mentira. Señalan todos los falsos dioses que lo esclavizan: el amor a sí mismo que excluye a Dios, el afán de poder y placer que altera el orden de la justicia y degrada nuestra dignidad humana y la de nuestro prójimo»: Id., Homilía en la celebración de la Palabra en al Monte Sinaí, Monasterio de Santa Catalina (26 febrero 2000).
5 Cf. Discurso en la Mezquita Central de Koudoukou, Bangui-República Centroafricana (30 noviembre 2015).
6 «Probablemente más que nunca en la historia ha sido puesto en evidencia ante todos el vínculo intrínseco que existe entre una actitud religiosa auténtica y el gran bien de la paz» (Juan Pablo II, Discurso a los Representantes de las Iglesias y de Comunidades eclesiales cristianas y de las religiones mundiales, Asís (27 octubre 1986). 7 Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 251. 8 Conc. Ecum. Vat. II, Declaración Nostra aetate, 5. 9 Id., Const. past. Gaudium et spes, 37-38.
25 marzo 2017
Masculino o femenino, ¿Una construcción social?
El Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia junto a otras entidades como FCAPA, Colegios Diocesanos, Escuelas Católicas y otras instituciones, ha editado un vídeo, desde el más profundo respeto, dirigido a valorar la transexualidad y más específicamente la Ley que la Comunidad Valenciana está elaborando.
REFERENCIAS DE LOS ARTÍCULOS CIENTÍFICOS QUE SE MENCIONAN EN EL VÍDEO “MASCULINO O FEMENINO”:
Cohen-Kettenis, P., Delemarre-van de Waal, H., & Gooren, L. (2008). The treatment of adolescent transsexuals: changing insights. J Sex Med, 5, 1892-7.
Steensma, T., McGuire, J., Kreukels, B., & et, a. (2013). Factors associated with desistence and persistence of childhood gender dysphoria: aquantitative follow-up study. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry, 52, 582-90.
Steensma, T., Biemond, R., de Boer, F., & et al. (2011). Desisting and persisting gender dysphoria after childhood: a qualitative follow-up study. Clin Child Psychol Psychiatry, 16, 499-516.
Kreukels, B., & Cohen-Kettenis, P. (2011). Puberty suppression in gender identity disorder: the Amsterdam experience. Nature Reviews Endocrinology, 7, 466-72.
21 marzo 2017
El Santo Sepulcro restaurado vuelve a ser lugar de oración ecuménica
- Escrito por Francesco Patton
Entrevista con el Custodio de Tierra Santa, a una semana de la celebración para agradecer las obras realizadas, prevista para el 22 de marzo
Santo Sepulcro, un viaje 3D atrás en el tiempo
La restauración del recinto donde se encuentra en el Santo Sepulcro de Jerusalén, el lugar de la tumba de Cristo y sitio más importante para toda la cristiandad, ha tardado casi un año, bajo la dirección de Antonia Moropoulou, profesora de la National Technical University de Atenas, quien se ocupó de coordinar un equipo de 30 colegas de diferentes departamentos del NTUA, con la asesoría del arquitecto Osama Hamdan y del profesor fray Eugenio Alliata, historiador y arqueólogo.
La restauración, que concluye estos días, ha sido posible gracias a una serie de ayudas por parte, en primer lugar, de las confesiones cristianas de Tierra Santa (católica, greco-ortodoxa y armenia), a las que se sumaron fondos públicos, como la administración griega o el Fondo Mundial para la Conservación de Monumentos, y muchos otros benefactores, entre los que se cuenta el rey Abdallah de Jordania.
Fue necesario intervenir debido a alteraciones de diferentes tipos, para consolidar los bloques de mármol y la estructura (construida en el año 324 por el emperador Constantino) que durante los siglos ha resistido a diferentes ataques (en el 614 y el saqueo de 1009). Tras su destrucción por un incendio en 1808, fue reconstruida en 1810 en su forma actual, con estilo barroco-otomano, y resistió al terremoto de 1927 (de 6,2 grados de magnitud), pero su avanzado estado de degradación, a pesar de los tirantes que instalaron los británicos en 1947, hizo impostergable la decisión. Desde 1009 los Cruzados llevaron a cabo obras significativas que le dieron a toda la basílica (como el pavimento) el aspecto románico todavía apreciable, mientras que en 1555 los franciscanos llevaron a cabo una imponente obra de restauración.
Durante las últimas restauraciones no faltaron momentos de gran emoción, como sucedió en octubre con la apertura del lecho fúnebre cuando se levantó la placa que, con toda probabilidad, colocaron los Cruzados en 1009: la «tumba de Cristo vivo». Desde entonces, el banco de roca sobre el que fue colocado el cuerpo de Jesús fue descubierto por primera vez en 1555, un hecho descrito en una carta de Bonifacio de Ragusa, entonces Custodio de la Tierra Santa: «Se ofreció a nuestros ojos el sepulcro del Señor... En el centro del lugar santo encontramos un pedazo de madera, que allí había sido depositado envuelto en un paño precioso».
Ahora, después de haber quitado los últimos apoyos, el lugar físico de la sepultura del Señor y de su Resurrección volverá a ser lugar de oración a partir del próximo 22 de marzo, aniversario de la firma del acuerdo con el que comenzaron los trabajos de las tres comunidades religiosas, y se prevé una celebración ecuménica de acción de gracias.
Hemos hablado con el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, a pocos días de que regresara a la isla de Rodas, donde participó, con líderes de otras comunidades religiosas, en las celebraciones por los 70 años de la anexión del Dodecaneso a Grecia, tierra en donde los Frailes de la Custodia tienen presencia desde 1972. Allí, Patton pudo presentar la conclusión de las obras de restauración.
¿Cómo ha vivido y cómo vive este momento la comunidad cristiana local?
Diría que lo vive con gran esperanza, porque este es el lugar símbolo de la identidad cristiana de Jerusalén que, junto a la identidad judía y la identidad musulmana, concurre para representar la vocación universal de esta ciudad. En este tiempo de Cuaresma, y después en el tiempo de Pascua, el Santo Sepulcro se convertirá en el verdadero centro de la vida de la comunidad cristiana local, y también de todo el mundo, porque en esos días llegan a Jerusalén cristianos de todas partes de Tierra Santa y de todo el mundo.
Además, este año, por feliz coincidencia, todos celebramos la Pascua en la misma fecha y así se puede apreciar mucho más la riqueza de los ritos y de las liturgias, de las liturgias católicas de la Pasión y de las Orientales cuyo momento más sugestivo es cuando el Sábado Santo, justamente desde el Sepulcro restaurado, surgirá el Fuego Santo, símbolo del Cristo resucitado, e iluminará toda la Basílica. En lo personal, espero que esta unidad de la fecha de la Pascua, que este año se debe a la coincidencia de los calendarios Juliano y Gregoriano, en el futuro pueda ser esperada y convertirse en un pequeño paso hacia la plena unidad.
¿Qué valor asume la restauración desde el punto de vista ecuménico, interreligioso e incluso político, teniendo en cuenta las diferentes proveniencias de las ayudas?
Diría que el valor es, principalmente, de tipo ecuménico, porque la fase de preparación del acuerdo que llevó a la obra misma, es decir hasta el 22 de marzo de 2016, fue un ejercicio de diálogo constante entre el Patriarca greco-ortodoxo Theophilos III, mi predecesor como Custodio de la Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa (ahora administrados apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén) y el Patriarca Armeno Nourhan Manougian.
Y durante este año dedicado a los trabajos de restauración, el diálogo ha continuado, porque nos encontramos periódicamente para ser informados sobre el avance de las obras y para tomar eventuales decisiones compartidas. Si surgían problemas, tratábamos, obviamente, de resolverlos de común acuerdo. Como dije hace poco, el trabajo en el Santo Sepulcro, además del valor de haber restaurado el santuario más importante de la cristiandad, que custodia la memoria de la Resurrección del Señor Jesús, tiene un valor simbólico añadido, porque es el signo de un importante trabajo de consolidación, restauración y rehabilitación que tiene que ver con las relaciones entre nuestras comunidades cristianas.
Desde el punto de vista interreligioso, este trabajo tiene el valor de contribuir a recordar que la comunidad cristiana, a pesar de ser pequeña, es un elemento irrenunciable de esta tierra y es un elemento que, en todo caso, representa también una parte significativa para el mundo entero, debido a la difusión del cristianismo a nivel planetario. Desde el punto de vista político, el lugar es delicado porque se encuentra, de hecho, en una ciudad en la que diferentes sujetos tienen que dialogar: Israel, Palestina, Jordania y la misma comunidad internacional que tutela el llamado Status Quo, es decir los derechos de propiedad y de uso de las comunidades greco-ortodoxas, católico latina y armenia. El 22 de marzo deberían estar presentes representantes de estas realidades políticas y esperamos que otros eventos como este puedan contribuir a ese diálogo que −como nos han recordado constantemente los Papas que se han sucedido en el último siglo− es la vía hacia la paz.
¿Qué significa para los frailes de la Custodia y para el Custodio esta restauración?
Para mí ha significado participar en una iniciativa absolutamente única, y poder dar una pequeña contribución al diálogo. Hace pocos días, por ejemplo, estuvimos juntos en Rodas para presentar a la comunidad griega de la isla estas obras, y fue una experiencia muy significativa y muy bonita: viajamos juntos griegos, católicos y armenios, comimos juntos, participamos juntos en momentos públicos civiles y religiosos, y experimentamos una acogida cordial y calurosa por parte de las autoridades locales, tanto civiles como religiosas, y también de la gente.
En ocasiones como esta me doy cuenta de que se trata de ponerse en diálogo, con el corazón abierto y sin prejuicios, porque todos, al final, queremos lo mismo, es decir, llegar a manifestar un día la unidad del Cuerpo de Cristo incluso en la variedad de ritos, que corresponde a la legítima variedad de las culturas en las que la misma fe se ha encarnado. Para todos los cristianos, este lugar es absolutamente el más importante. Para nosotros los frailes, tiene un significado afectivo que se relaciona con la historia de nuestra presencia.
El mismo san Francisco, en una de sus cartas, recuerda la veneración por el sepulcro, debido a que el cuerpo del Señor Jesús yació en él durante algún tiempo. Los primeros frailes que llegaron aquí en 1217 trataron, antes que nada, de poder rezar en este lugar, y, durante el breve periodo en el que fueron expulsados de Tierra Santa, después de la caída del Reino Latino, entre 1291 y 1233, viajaban por barco desde Chipre para poder rezar en este lugar. Uno de los fundadores del Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén, el padre Virgilio Corbo (1918-1991), hace unos 50 años, condujo y después documentó excavaciones arqueológicas muy importantes justamente en la zona del Santo Sepulcro, y este trabajo facilitó también los estudios preliminares para las obras de restauración que se han hecho en este año.
Además, nuestra comunidad franciscana que se ocupa del Santuario vive dentro de la Basílica del Santo Sepulcro, y es un privilegio único poder vivir y prestar servicio en el lugar que vio la victoria de Cristo sobre la muerte, por lo que llevar a cabo obras de restauración en este lugar, para nosotros, tiene, además de un valor práctico, un extraordinario valor afectivo.
¿Cuáles perspectivas hay para el futuro de otros lugares santos? Por ejemplo, la Iglesia de la Natividad, que está en fase de restauración, o la de la Ascensión, que ha sufrido daños recientemente...
En relación con el Santo Sepulcro, la perspectiva es la de insistir mientras el asunto está fresco, por lo que estamos dialogando con las otras dos comunidades titulares del Status Quo para llegar a suscribir un nuevo acuerdo que, en el respeto de los derechos de las tres comunidades, permita poner en marcha una segunda fase de trabajos de restauración, en el pavimento que rodea al Sepulcro y en el que está debajo de él, para poder resolver otros problemas relacionados principalmente con la humedad y con las estructuras que se encuentran bajo el pavimento. La Basílica de la Natividad de Belén está en buen momento: se trata de una restauración de elevadísima calidad que ha permitido descubrir nuevos mosaicos, pero todavía no se ha terminado y también será necesario negociar para un nuevo acuerdo y poder restaurar la gruta de la Natividad.
En relación con el santuario de la Ascensión de Jesús, sobre el Monte de los Olivos, lo que sé es lo que se puede encontrar en internet, es decir que se trató de una disputa entre dos familias por la gestión del santuario, que es propiedad de los musulmanes, aunque nosotros, gracias a la disciplina del Status Quo, celebramos allí en ocasión de la solemnidad de la Ascensión. Pero los trabajos de restauración de la Gruta de la Anunciación de Nazaret, que tiene serios problemas de humedad, requerirá dentro de poco obras en el cuerpo de la basílica que fue hecho hace medio siglo. Si se tiene en cuenta que la Custodia se ocupa de alrededor de 50 santuarios, se comprende fácilmente que los trabajos de manutención deben ser constantes. Por no hablar de los trabajos relacionados más con el compromiso social de la Custodia, como, por ejemplo, las escuelas y las casas que se ponen a disposición de los cristianos locales para facilitar su permanencia en esta tierra.
¿Los datos de peregrinos parecen indicar un resultado positivo?
En los últimos meses hemos registrado, efectivamente, una vuelta de peregrinos, sobre todo a partir de octubre. Sabemos que están disminuyendo los peregrinos europeos, mientras que aumentan los que provienen de Estados Unidos y de Asia, sobre todo de China e Indonesia, y que comienzan a crecer también los peregrinos de África. Nosotros siempre recordamos que los peregrinos no deben tener miedo de venir a Tierra Santa, porque son bien recibidos y respetados por todos. Además, los peregrinajes son una manera concreta de apoyar, también económicamente, a la pequeña comunidad local. Pero la peregrinación le hace bien principalmente a quien la hace, porque es una ocasión para volver a encender la propia fe en contacto con los lugares de nuestra redención, que Papa Pablo VI llamaba, y no por casualidad, «el Quinto Evangelio».
Entrevista de María Teresa Pontara, en lastampa.it/vaticaninsider.es.
Traducción de Luis Montoya.
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