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18 marzo 2009

Domingo 22 de marzo

 


 Domingo IV de cuaresma
22 de marzo de 2009  (ciclo B, año impar)

 

 


 

Primera lectura
La ira y la misericordia del Señor
se manifiestan en la deportación y en la liberación del pueblo

Lectura del segundo libro de las Crónicas (36, 14-16. 19-23)

En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se habla construido en Jerusalén.

El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.

Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías:

«Hasta que el país haya pagado sus sábados,
descansará todos los días de la desolación,
hasta que se cumplan los setenta años.»

En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino:

"El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!"»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 136, 1-2. 3. 4. 5. 6

R/. Que se me pegue la lengua al paladar
      si no me acuerdo de ti.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R/.

Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.» R/.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R/.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R/.

 Segunda lectura
Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2, 4-10)

Hermanos:

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo —por pura gracia estáis salvados—, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.

Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él

+ Lectura del santo evangelio según san Juan (3, 14-2 1)

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

— «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya esta juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»

Palabra del Señor.


 

COMENTARIO

Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por él

El tema fundamental que nos presenta hoy la Palabra de Dios es el de la salvación del hombre: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. La misión de Cristo en el mundo y en la historia es salvar, no condenar. Este es el plan realizado del amor de Dios hacia los hombres. El amor de Dios es, pues, el punto de partida, el motor, y la razón de ser de toda la historia de la salvación.

Pero esta salvación tiene que ser aceptada. Cuando vino la luz los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Los hombres se condenan ellos mismos cuando rehúsan aceptar la luz para continuar con sus malas obras. Renacer supone, en consecuencia, toda una actitud de conversión. Renacer supone abrirse al amor de Dios, dejarse amar por Él. Es dejarse transformar por Dios, por el único que puede cambiar nuestro corazón. El médico viene a curar al enfermo en cuanto de él depende. Quien no quiere cumplir sus prescripciones, se da muerte a sí mismo (San Agustín).

La experiencia de Israel es también nuestra experiencia. En la vida cotidiana sentimos la fuerza del mal que nos rodea y tantas veces sucumbimos. La oscuridad de las tinieblas nos invade y nos hace experimentar el peso de la esclavitud. Dios, en su amor infinito, nos ofrece la salvación gratuitamente, nos invita a salir de la esclavitud del pecado y reconstruir nuestra historia desde su misericordia. Dios regala sin límites su amor. No ha enviado a su Hijo para condenar, sino para salvar. Nos pide, sin embargo, que creamos y amemos la luz para que nuestras obras estén hechas según su voluntad.

En medio de este mundo oscuro y desorientado la Palabra de Dios nos presenta a Cristo crucificado como la luz y la salvación del mundo, la única luz que puede iluminar de verdad nuestra vida, la única luz que puede hacernos encontrar el sentido auténtico de la vida.

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos invita a salir de las tinieblas y a buscar la luz que es Cristo. Nos invita a que examinemos nuestra propia vida a la luz de la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia, y que veamos si nuestra vida se ajusta a la luz que es Cristo, o si todavía quedan zonas oscuras, llenas de tinieblas, que es preciso iluminar.

Es importante que descubramos que la luz de Cristo debe iluminar toda nuestra vida: todos los aspectos y todos los ámbitos de nuestra vida deben ser iluminados por la luz de Cristo. Ningún rincón de nuestra vida puede escapar a esta luz. Si somos cristianos lo hemos de ser en todo lo que pensemos, digamos y hagamos.

Ser cristiano es tener los mismos sentimientos y actitudes que tuvo Cristo Jesús (Fil 2, 4). Por ello, en la familia, en el estudio, en el trabajo, en la diversión, en la política, en las relaciones de vecinos, en los negocios... en todo debe brillar la luz de Cristo. ¿Cómo está tu vida? ¿Brilla la luz de Cristo en tu corazón? ¿Queda alguna "zona oscura" en tu interior? ¡Déjate iluminar por Cristo y encontrarás el camino que te da la felicidad y te lleva a la vida eterna!

 

Compromiso semanal

Revisa tu vida. Mira si la luz de Cristo ilumina todos sus rincones. Haz oración abriendo tu corazón al Señor y pidiéndole que lo transforme.

 

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: 2 Crónicas 36, 14-16. 19-23. La ira y la misericordia del Señor se manifestaron en el exilio y la liberación del pueblo.

La historia del pueblo elegido es una lección de pedagogía divina: Dios escribe recto con renglones “torcidos”. Los autores sagrados atribuyen la ruina de Israel a las infidelidades del pueblo. A la misericordia de Dios que suscitaba continuamente mensajeros, para moverlos a la conversión, el pueblo rebelde ha respondido con el desprecio de los mensajes del Señor. Nabucodonosor será el instrumento de la cólera de Dios: el destierro, la persecución. Pero Dios es misericordioso y se compadece de su pueblo. Ciro, rey pagano, es el elegido, el ungido del Señor. Por su medio Dios manifiesta de nuevo su misericordia al resto de Israel.

Salmo 136, 1-6. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.

El corazón de este salmo es un vigoroso canto de fidelidad. Recordar a Sión en tierra extranjera y negarse a cantar himnos a Dios ante paganos es una necesidad de la fidelidad de Israel al Señor. Olvidar a Jerusalén significa perder el sentido de Dios. ¡Ojalá nos sentemos también nosotros durante esta Cuaresma a llorar con nostalgia de Sión, añorando los bienes del Reino y suspirando por la renovación de nuestro corazón!

2ª lectura: Efesios 2, 4-10. Muertos por los pecados, por pura gracia estáis salvados.

Dios nos ha demostrado su inmensa bondad y misericordia. Siendo nosotros hijos de la ira por nuestros pecados, Dios, rico en misericordia, llevado de un amor inmenso, que nosotros no merecíamos, nos ha otorgado una nueva vida, resucitándonos y sentándonos con Cristo en el cielo. El cristiano vive en la tierra, pero es ya ciudadano del cielo.

Evangelio: Juan 3, 14-21. Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por él.

La iniciativa de la salvación procede de Dios, se realiza por medio del Hijo, que ha venido de su parte y que vuelve a él a través de la cruz–exaltación. El hombre se apropia de ella o la rechaza mediante la fe o la incredulidad en Jesucristo, el enviado. La “elevación” de Jesús es la que constituye el reino de la vida. En la elevación a la cruz va incluida la exaltación a la gloria. El juicio, de salvación o condenación se realiza en la actitud de aceptación o rechazo frente a Jesús. Dios envió a su Hijo al mundo para que el hombre pueda salvarse. Dios hizo la oferta de la vida. Oferta que sigue abierta. Debe ser aceptada en la fe. Lo contrario equivale a la autoexclusión de la vida. Ese es el juicio.


 

CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 23
Santo Toribio de Mogrovejo, obispo

Is 65, 17-21 Voy a crear una tierra nueva.
Sal 29, 2-6.11-13 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Jn 4, 43-54 El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino.
Pídele a Dios lo que más necesites.

Martes 24

Ez 47, 1-9.12 Por donde pase este torrente, todo ser viviente que en él se mueva vivirá.
Sal 45, 2-9 El Señor de los ejércitos está con nosotros.
Jn 5, 1-16 Mira que te has curado.
Reza por los enfermos. Visítalos.

Miércoles 25
LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Is 7,10-14;8,10. Mirad la Virgen está encinta.
Sal 39. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Hb 10,4-10. Está escrito en el libro: «Aquí estoy, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad».
Lc 1,26-38. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.
Reza a la Virgen y pídele que te ayude a ser fiel.

Jueves 26

Ex 32, 7-14 Recuerda a Abrahán, a Isaac y a Israel, tus servidores.
Sal 105, 19-23 Acuérdate de nosotros, por amor a tu pueblo.
Jn 5, 31-47 Las obras que yo hago atestiguan de mí que el Padre me ha enviado.
Pídele a Dios el don de la fe.

Viernes 27

Sab 2, 1a.12-22 Acechemos al justo, porque se opone a nuestra forma de actuar.
Sal 33, 17-23 El Señor está cerca de los atribulados.
Jn 7, 1-2.10.25-30 Yo no vengo por mi cuenta, sino que me envió el que es veraz.
Reza por los que no conocen a Cristo.

Sábado 28

Jr 11, 18-20 Tú, Señor, juzgas rectamente.
Sal 7, 2-3.9-12 Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Jn 7, 40-53 Nadie ha hablado jamás como este hombre.
Reza por los que rechazan a la Iglesia.

Domingo 29
5º de CUARESMA

Jr 31, 31-34 Haré una alianza nueva y no recordaré el pecado.
Sal 50, 3-4.12-15.18-19 Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Heb 5, 7-9 Cristo aprendió, sufriendo, a obedecer.
Jn 12, 20-33 Si el grano de trigo cae en tierra y muere da fruto.
Haz oración por tu familia y por la parroquia

 

 

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