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16 enero 2007

Lecturas del domingo 21 de enero de 2007

DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO

21 de enero de 2007 (ciclo C, año impar)


Primera lectura
Leían el libro de la Ley, explicando el sentido

Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10

En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.

Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo —pues se hallaba en un puesto elevado— y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió:

— «Amén, amén.»

Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.

Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero:

— «Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis.»

Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron:

— «Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 18, 8. 9. 10. 15 (R/.: Jn 6, 63c)

R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R/.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío.
R/.

Segunda lectura
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-30

Hermanos:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.

Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.

Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.

El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.

Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían.

Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.

Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.

Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.

¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?

Palabra de Dios.

O bien más breve:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-14. 27

Hermanos:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.


Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.

Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

Palabra de Dios.

Aleluya
Lc 4, 18

El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO
Hoy se cumple esta Escritura

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Excelentísimo Teófilo:

Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.»

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:

—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

Palabra del Señor.

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COMENTARIO

Hoy se cumple esta Escritura

La Palabra de Dios es el centro de la liturgia de hoy. Las lecturas presentan tres personajes. Primero, Esdras, que convoca a la comunidad hebrea para que escuche la Palabra de Dios y haga fiesta. Después, Pablo explica que Cristo y nosotros formamos un solo cuerpo. Finalmente, Jesús, en la sinagoga de Nazaret, afirma que las antiguas promesas se cumplen hoy.


Dios nos habla por medio de su Palabra, que es palabra de vida, de amor, de salvación. Nosotros recibimos la Palabra en la Iglesia. Acoger confiadamente la Palabra de Dios y vivir en la Iglesia son dos pilares básicos en la vida del cristiano.


No es raro encontrar a personas que dicen que son cristianos, pero que, sin embargo, no quieren saber nada de la Iglesia. Es una contradicción. Este problema es muy viejo en la historia de la Iglesia. Ya en el siglo cuarto san Cipriano de Cartago se tuvo que enfrentar con este problema, y, por ello, dejó sentenciado que nadie puede tener a Dios por padre si no tiene a la Iglesia por madre.


Es decir: Jesús ha fundado la Iglesia como continuadora de su obra, y, no se puede ser un buen discípulo de Cristo sin vivir en comunión con la Iglesia.


Tú eres Iglesia. Y la Iglesia es como es: Santa porque está fundada por Jesús que es santo y porque todos los que formamos la Iglesia estamos llamados a ser santos; y pecadora porque los que formamos la Iglesia somos pecadores.


Por eso has de amar a la Iglesia, porque es tu familia, tu madre y tus hermanos, y, aunque esa familia tenga fallos es, al fin y al cabo, ¡tu familia! Y si tiene fallos es porque cada uno de los que formamos la familia tiene sus fallos y pecados. Sí, tú y yo también. Por eso es importante que trates de vivir siempre en comunión con la Iglesia. En comunión con su vida y su doctrina. La Iglesia es el Pueblo de Dios que camina en la historia hacia la plenitud del Reino de los Cielos. Y en ese caminar está presidida en la caridad por el Papa, que tiene encomendada por Jesucristo la misión de gobernar, enseñar y santificar la Iglesia.


En la Iglesia todos tenemos un compromiso y una tarea. Y, hoy, la Palabra de Dios te invita a tomar conciencia de tu papel en la Iglesia: tú eres importante, porque tú eres Iglesia. Todos los carismas, todos los dones que Dios te ha dado son necesarios.


¿Te has dado cuenta de ello? ¿Te has dado cuenta de que también tú tienes algo que hacer en la Iglesia? ¿Te has dado cuenta de que tus cualidades son necesarias para el bien de la Iglesia y de los hombres? ¿Te has dado cuenta de que tus cualidades no son tuyas, sino que son un don que el Señor te da para el crecimiento de la Iglesia? Además, ¿te has dado cuenta de que si tú eres santo la Iglesia será mejor, será más santa, mientras que si no lo eres se irá empobreciendo la Iglesia? ¡Animo! ¡Acepta el reto! Dios te quiere unido con amor a la Iglesia, Dios te quiere trabajando en ella y por ella. Dios quiere que seas un cristiano vivo, activo, comprometido. ¿Te animas?

Compromiso semanal

Reza por el crecimiento de la Iglesia. Revisa si estás trabajando como Dios quiere en la Iglesia.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10. Leían el libro de la Ley, explicando el sentido.

Este relato es uno de los episodios más importantes de la restauración material y espiritual del pueblo de Dios después de la cautividad. Es la primera vez que se reúne Israel para escuchar la Escritura y participar en la comida de comunión. Dios lo convocó para que escuchara su Palabra y renovara la Alianza. El pueblo, congregado en torno a Esdras, escucha con veneración la lectura del libro sagrado. La palabra de Dios es eficaz y conmueve los corazones. Toda la Biblia es Palabra de Dios, escrita para nuestra edificación y salvación.

Salmo 18, 8-10. 15. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Este salmo canta la ley de Dios. Esta ley es la voluntad de Dios, hecha palabra, para establecer la justicia y la paz entre los hombres. La hemos de recibir entrañablemente, dejando que se apodere de todo nuestro ser. La ley de Dios es luz y alegría para el corazón. Quien escucha la Palabra y la pone en práctica, ése alcanza la felicidad.

2ª lectura: 1 Corintios 12, 12-30. Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

La unidad del cuerpo de Cristo se da cuando los carismas son muchos. La variedad no sólo no destruye la unidad, sino que la asegura. Los dones del Espíritu son tan diversos y las situaciones por las que atraviesan los hombres tan distantes, que únicamente el ejercicio humilde y constante de un amor sin desmayos hace posible la formación del cuerpo de Cristo unido. El cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es la realidad del señorío concreto de Cristo, antes de su venida gloriosa. Además, no todos los carismas son iguales. Existe una jerarquía de valores. A la cabeza están los apóstoles, que hablan de parte de Dios, los encargados de enseñar.

Evangelio: Lucas 1, 1-4. 4, 14-21. Hoy se cumple esta Escritura.

El centro del evangelio está en la proclamación del cumplimiento de un texto de Isaías. En él se describe de qué manera concreta llevará a cabo su tarea el Mesías. El evangelio alcanza a la totalidad del hombre y no sólo a su dimensión “espiritual”. Esta escena es como el programa de lo que va a ser el ministerio de Jesús, y prefigura todo lo que va a ocurrir: se anuncia la salvación para todos los hombres, se insiste en que el ministerio de Jesús va dirigido preferentemente a los pobres y oprimidos.

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