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07 octubre 2025

7 de octubre y Gaza. Parolin. Inaceptable reducir a las personas a víctimas colaterales

 7 de octubre y Gaza. Parolin

Inaceptable reducir a las personas a víctimas colaterales


Por: Andrea Tornielli y Roberto Paglialonga | Fuente: Vatican News



El secretario de Estado habla con los medios de comunicación vaticanos en el segundo aniversario del «inhumano» ataque de Hamás contra Israel, que desencadenó la destrucción de la Franja: pedimos la liberación de los rehenes y el fin de la espiral de violencia. En Gaza, las consecuencias son «inhumanas», no basta con que la comunidad internacional diga que lo que está ocurriendo es inaceptable y luego permita que siga ocurriendo. Me impresiona la participación en las manifestaciones por la paz.

Han pasado dos años desde aquel terrible día, desde el ataque terrorista perpetrado por Hamás contra Israel y el comienzo de lo que se ha convertido en una auténtica guerra que ha arrasado la Franja de Gaza. Recordamos aquellos acontecimientos y lo que sucedió después con el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin.

Eminencia, estamos entrando en el tercer año desde el trágico atentado del 7 de octubre. ¿Cómo recuerda aquel momento y qué significó, en su opinión, para el Estado de Israel y las comunidades judías del mundo?<>Repito lo que dije en aquellos días: el ataque terrorista perpetrado por Hamás y otras milicias contra miles de israelíes e inmigrantes residentes, muchos de ellos civiles, que se disponían a celebrar el día de Simjat Torá, al final de la semana de la fiesta de Sucot, fue inhumano e injustificable. La brutal violencia perpetrada contra niños, mujeres, jóvenes, ancianos, no puede tener justificación alguna. Fue una masacre indigna y -repito- inhumana. La Santa Sede expresó inmediatamente su total y firme condena, pidiendo la inmediata liberación de los rehenes y expresando su cercanía a las familias afectadas durante el ataque terrorista. Hemos rezado y seguimos haciéndolo, al igual que seguimos pidiendo el fin de esta perversa espiral de odio y violencia que corre el riesgo de arrastrarnos a un abismo sin retorno.

¿Qué le quiere decir a las familias de los rehenes israelíes que siguen en manos de Hamás?

Al conmemorar el primer aniversario del atentado, el 7 de octubre, el Papa Francisco habló de la "vergonzosa incapacidad de la comunidad internacional y de los países más poderosos para silenciar sus armas y poner fin a la tragedia de la guerra". ¿Qué se necesita para la paz?

Hoy, la situación en Gaza es aún más grave y trágica que hace un año, tras una guerra devastadora que se ha cobrado decenas de miles de vidas. Es necesario recuperar el sentido común, abandonar la lógica ciega del odio y la venganza, rechazar la violencia como solución.  Los agredidos tienen derecho a defenderse, pero incluso la legítima defensa debe respetar el parámetro de la proporcionalidad. Desgraciadamente, la guerra que siguió ha tenido consecuencias desastrosas e inhumanas... Me impresiona y me apena el recuento diario de los muertos en Palestina, decenas, a veces centenares al día, tantos niños cuya única culpa parece ser la de haber nacido allí: ¡corremos el riesgo de acostumbrarnos a esta carnicería! Personas muertas mientras intentaban alcanzar un trozo de pan, personas sepultadas bajo los escombros de sus casas, personas bombardeadas en hospitales, en campos de tiendas de campaña, personas desplazadas obligadas a trasladarse de una parte a otra de ese territorio hacinado y superpoblado... Es inaceptable e injustificable reducir a los seres humanos a meras "víctimas colaterales".

¿Cómo podemos juzgar los episodios de antisemitismo que han aumentado significativamente en diversas partes del mundo en los últimos meses?

Son una consecuencia triste e igualmente injustificada: vivimos de fake news, de la simplificación de la realidad. Y esto lleva a quienes se alimentan de tales cosas a atribuir la responsabilidad de lo que ocurre hoy en Gaza a los judíos como tales. Sabemos que no es así: también son muchas las voces de fuerte disidencia que se alzan desde el mundo judío contra la forma en que el actual gobierno israelí ha operado y opera en Gaza y en el resto de Palestina, donde -no lo olvidemos- el expansionismo a menudo violento de los colonos quiere hacer imposible el nacimiento de un Estado palestino. Vemos el testimonio público de las familias de los rehenes. El antisemitismo es un cáncer que hay que combatir y erradicar: hacen falta hombres y mujeres de buena voluntad, educadores que ayuden a comprender y sobre todo a distinguir... No podemos olvidar lo que ocurrió en el corazón de Europa con la Shoah, debemos comprometernos con todas nuestras fuerzas para que este mal no vuelva a levantar la cabeza. Al mismo tiempo, debemos asegurarnos de que los actos de inhumanidad y las violaciones del derecho humanitario nunca estén justificados: ningún judío debe ser atacado o discriminado por ser judío, ningún palestino por serlo debe ser atacado o discriminado porque -como desgraciadamente se oye- es un "terrorista en potencia". La perversa cadena del odio está destinada a generar una espiral que no puede traer nada bueno. Lamento ver que somos incapaces de aprender de la historia, incluso de la historia reciente, que sigue siendo maestra de vida.Usted ha hablado de una situación insostenible y ha mencionado los numerosos intereses en juego que impiden poner fin a la guerra. ¿Cuáles son esos intereses?

Parece claro que la guerra perpetrada por el ejército israelí para derrotar a los milicianos de Hamás no tiene en cuenta que se enfrenta a una población mayoritariamente indefensa y reducida al agotamiento de sus fuerzas, en una zona plagada de casas y edificios arrasados: basta con ver las imágenes aéreas para darse cuenta de lo que es Gaza hoy. Me parece igualmente claro que la comunidad internacional es desgraciadamente impotente, y que los países capaces de influir realmente en la situación hasta la fecha no lo han hecho para detener la carnicería que se está produciendo. Sólo puedo repetir las palabras muy claras pronunciadas a este respecto el 20 de julio por el Papa León XIV: "Hago un llamamiento a la comunidad internacional para que observe el derecho humanitario y respete la obligación de proteger a los civiles, así como la prohibición de los castigos colectivos, del uso indiscriminado de la fuerza y de los desplazamientos forzosos de la población". Palabras que aún esperan ser aceptadas y comprendidas.

Entonces, ¿qué puede hacer la comunidad internacional?

Ciertamente puede hacer mucho más de lo que está haciendo. No basta con decir que lo que está ocurriendo es inaceptable y seguir permitiéndolo. Hay que plantearse serios interrogantes sobre la legalidad, por ejemplo, de seguir suministrando armas que se utilizan a costa de la población civil. Por desgracia, como hemos visto, hasta ahora las Naciones Unidas no han sido capaces de detener lo que está ocurriendo. Pero hay actores internacionales que estarían en mejores condiciones de influir para poner fin a esta tragedia, y hay que encontrar la manera de dar a la ONU un papel más eficaz para poner fin a las numerosas guerras fratricidas que tienen lugar en el mundo.

¿Qué opina del plan presentado por el presidente Trump para lograr una tregua y poner fin a la guerra?

Cualquier plan que implique al pueblo palestino en las decisiones sobre su futuro y permita poner fin a esta matanza, liberando a los rehenes y deteniendo la matanza diaria de cientos de personas debe ser bienvenido y apoyado. Incluso el Santo Padre ha expresado su esperanza de que las partes acepten y pueda iniciarse por fin un camino de paz.

¿Cómo debemos juzgar las posturas de las sociedades civiles que se manifiestan, también en Israel, en contra de las políticas bélicas del gobierno israelí y a favor de la paz?

Aunque a veces estas iniciativas, debido a la violencia de algunos alborotadores, corren el riesgo de enviar un mensaje equivocado a los medios de comunicación, me llama positivamente la atención la participación en las manifestaciones y el compromiso de tantos jóvenes. Es una señal de que no estamos condenados a la indiferencia. Debemos tomarnos en serio ese deseo de paz, ese deseo de compromiso... Nuestro futuro depende de ello, el futuro de nuestro mundo depende de ello.

Hay quien sostiene, incluso en la Iglesia, que ante todo debemos rezar, no salir a la calle para no hacer el juego a los violentos...

Soy bautizado, soy creyente, soy sacerdote: para mí la oración incesante ante Dios para que nos asista, nos ayude e intervenga para poner fin a todo esto apoyando los esfuerzos de mujeres y hombres de buena voluntad es esencial, cotidiana, fundamental. El Papa León nos ha invitado una vez más a rezar un Rosario por la paz el 11 de octubre. Pero también quisiera recordar que la fe cristiana o se encarna o no es... Somos seguidores de un Dios que se hizo Hombre asumiendo nuestra humanidad y nos ha testimoniado que no podemos ser indiferentes a lo que sucede a nuestro alrededor e incluso lejos de nosotros. Por eso nunca será suficiente la oración, pero tampoco el compromiso concreto, la movilización de las conciencias, las iniciativas de paz, la sensibilización, aun a costa de parecer "fuera de onda", aun a costa de asumir riesgos: hay una mayoría silenciosa -formada también por muchos jóvenes- que no se rinde ante esta inhumanidad. También ellos están llamados a rezar. Pensar que nuestro papel, como cristianos, es encerrarnos en las sacristías, me parece profundamente equivocado. La oración exige también compromiso, testimonio, opciones concretas.

El Papa León no se cansa de pedir la paz. ¿Qué puede hacer la Santa Sede en esta situación? ¿Cuál puede ser su contribución y la de toda la Iglesia?

La Santa Sede, a veces incomprendida, sigue pidiendo la paz, invitando al diálogo, utilizando las palabras "negociación" y "tratativa", y lo hace partiendo de un profundo realismo: la alternativa a la diplomacia es la guerra perenne, es el abismo del odio y la autodestrucción del mundo. Debemos gritar con fuerza: paremos antes de que sea demasiado tarde. Y debemos actuar, hacer todo lo posible para que no sea demasiado tarde. Todo lo posible.

¿Por qué es importante el reconocimiento del Estado de Palestina en este momento?

La Santa Sede reconoció oficialmente el Estado de Palestina hace diez años, con el Acuerdo Global entre la Santa Sede y el Estado de Palestina. El Preámbulo de ese acuerdo internacional apoya plenamente una solución justa, global y pacífica de la cuestión palestina, en todos sus aspectos, de conformidad con el derecho internacional y todas las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas. Al mismo tiempo, apoya un Estado de Palestina independiente, soberano, democrático y viable, que incluya Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza. Identifica este Estado no en oposición a otros, sino capaz de vivir al lado de sus vecinos, en paz y seguridad. Vemos con satisfacción que varios países del mundo han reconocido el Estado de Palestina. Pero no podemos dejar de observar con preocupación que las declaraciones y decisiones israelíes van en la dirección contraria, es decir, pretenden impedir para siempre el posible nacimiento de un verdadero Estado palestino. Esta solución -el nacimiento de un Estado palestino- después de lo ocurrido en los dos últimos años me parece aún más válida. Es el camino, el de dos pueblos en dos Estados, que la Santa Sede ha seguido desde el principio. Los destinos de los dos pueblos y de los dos Estados están entrelazados.

¿Cómo se encuentra la comunidad cristiana sobre el terreno, tras el duro atentado contra la Sagrada Familia, y por qué es importante su papel en el escenario de Oriente Próximo?

Los cristianos de Gaza, como hemos visto, también han sido atacados... Me conmueve pensar en estas personas que están decididas a quedarse y que rezan a diario por la paz y por las víctimas. Es una situación cada vez más precaria. Intentamos estar cerca de ellos en todos los sentidos, gracias a las actividades del Patriarcado Latino de Jerusalén y de Cáritas, damos las gracias a los gobiernos y a todas las instituciones que se comprometen a hacerles llegar ayuda y a permitir que los heridos graves sean socorridos. El papel de los cristianos en Oriente Medio ha sido y sigue siendo fundamental, aunque su número disminuya. Quisiera recordar que participan plenamente en los asuntos de su martirizado pueblo palestino, cuyo sufrimiento comparten.


03 noviembre 2024

Llamamiento de cáritas Valencia a los voluntarios por la Dana. 02.11.24

 Cáritas hace un llamamiento a los voluntarios a coordinarse con las autoridades locales y fuerzas de seguridad en las tareas de limpieza en las zonas afectadas por la DANA, que ha causado graves pérdidas de vidas humanas y daños materiales de dimensiones colosales.

Cuatro días después de la tragedia, algunas localidades o zonas siguen con acceso limitado. Cáritas Valencia mantiene diariamente el contacto con las cuatro vicarías que han sufrido con más severidad el paso de la DANA, aunque las comunicaciones siguen siendo complicadas debido a los cortes de luz y la caída de líneas telefónicas.

En las zonas más accesibles, como Aldaya, Benetúser, Alfafar y Sedaví -en el área metropolitana-, Cáritas Valencia está comenzando a realizar los primeros viajes para llevar alimentos y otros enseres como mascarillas, guantes y productos de limpieza y se está intentando organizar los espacios de Cáritas para que puedan acoger a las personas más vulnerables que las distintas Cáritas parroquiales ya acompañaban antes de esta catástrofe natural.

Algunos municipios han solicitado a Cáritas que sea el referente en el apoyo y acompañamiento a personas mayores con movilidad reducida para atender todas las necesidades que puedan presentar.

La situación es diferente en cada localidad valenciana. Muchas Cáritas parroquiales en coordinación con las autoridades locales están ofreciendo alimentos y acompañando a las personas que han tenido que ser realojadas en centros sociales o pabellones. “Por el momento la solidaridad en especie se está canalizando a nivel local y no a nivel nacional ya que pueden no ser adecuados a las necesidades de la población y pueden complicar la logística por la dificultad de acceso a las zonas afectadas”, precisa el referente de emergencias humanitarias de Cáritas Española, Yago Aparicio.

La prioridad de muchas Cáritas parroquiales está siendo localizar a las personas que se encontraban en situación de vulnerabilidad para conocer su situación y poder ayudarles en lo que sea necesario. El apoyo se centra no solo en aquellos que ya lo necesitaban antes de la DANA y ahora están en una situación más compleja, sino también en aquellas familias que han solicitado ayuda puntual.

“Estamos en contacto con las personas estableciendo las prioridades e identificando las necesidades que ellos consideran más urgentes”, explica la directora de Cáritas Valencia, Aurora Aranda.

caritasvalencia.org

12 octubre 2024

Ti seguirò de Marco Frisina

 



Letra:

Te seguiré, Señor, seguiré tus pasos
Y siempre por tus sendas caminaré

Te seguiré por la senda del amor
Y regalaré al mundo la vida

Te seguiré por la senda del dolor
Pero en la Cruz se encuentra la salvación

Te seguiré por la senda de la dicha

Y la luz de tu alegría nos guiará


Significado:

La canción 'Te Seguiré' de Marco Frisina es un himno cristiano que refleja la devoción y el compromiso del creyente con seguir el camino de Jesucristo. La letra es una declaración de intenciones que expresa la voluntad de seguir los pasos del Señor, independientemente de las circunstancias que se presenten en la vida.

El primer verso habla de seguir las 'sendas' de Dios, lo que implica una elección consciente de vivir según los valores y enseñanzas cristianas. La 'senda del amor' sugiere que el amor es el principio guía en la vida del creyente, y que este amor se debe extender hacia los demás a través de actos de bondad y generosidad. La mención de 'regalar al mundo la vida' puede interpretarse como un llamado a compartir el mensaje de esperanza y salvación que ofrece el cristianismo.

La 'senda del dolor' y la referencia a la Cruz aluden a la aceptación de los sufrimientos y las pruebas como parte del camino espiritual, reconociendo que en la fe cristiana, la salvación y la redención se encuentran en el sacrificio de Jesús en la Cruz. Por último, la 'senda de la dicha' y la 'luz de tu alegría' resaltan la promesa de gozo y paz que se encuentra en la relación con Dios, y cómo esta alegría es una luz que guía y da sentido a la vida del creyente.

Marco Frisina, conocido por su música sacra y su labor como sacerdote, compone esta obra como un reflejo de su propia fe y como una invitación a otros a experimentar la misma paz y propósito que se encuentra en seguir a Cristo.

11 octubre 2024

Entrevista impresionante al Patriarca latino de Jerusalén Pierbattista Pizzaballa en Vatican News.

 

Pizzaballa: A un año del 7 de octubre, una invocación por la paz

En vísperas de la jornada de oración y penitencia convocada por el Papa Francisco para el lunes, el Patriarca latino de Jerusalén Pierbattista Pizzaballa repasa en una entrevista el año de guerra, sufrimiento y miedo en Oriente Medio, que comenzó con los trágicos sucesos de 2023.

Roberto Cetera

No es que la vida en Jerusalén concediera ningún respiro incluso antes del 7 de octubre, pero ciertamente los días del Patriarca de Jerusalén de los Latinos durante el último año han sido intensos y agitados, entre la atención pastoral, las relaciones institucionales e inevitablemente también las relaciones con la prensa y los medios de comunicación internacionales. «Definitivamente es la parte que más me molesta; me hacéis perder mucho tiempo», comenzó bromeando el cardenal Pierbattista Pizzaballa.

Eminencia, ya ha pasado un año desde aquella terrible mañana....

Sí, un año igualmente terrible. Y lo recordaremos, junto con el Papa Francisco y todas las Iglesias del mundo, con una jornada de oración y penitencia. Para mantener nuestros corazones libres de toda forma de miedo y deseo de ira. Y para llevar a Dios con la oración nuestro deseo de paz para toda la humanidad.

Un mes después de la masacre del 7 de octubre, nos concedió una larga entrevista. Tocó la fibra sensible de nuestros lectores porque fue una especie de resurgimiento del silencio atónito en el que nos había sumido aquella tragedia, y en la que también nos habló de sus sentimientos personales. Todo va a cambiar», nos dijo. ¿Qué ha cambiado realmente? ¿Y qué ha cambiado para usted y para los cristianos de Tierra Santa?

Antes del 7 de octubre de 2023, el panorama político era sin duda completamente distinto. El conflicto palestino-israelí, aunque latente, parecía haber entrado en una rutina no especialmente alarmante, hasta el punto de no ser una prioridad en las agendas de la diplomacia internacional. El diálogo interreligioso seguía su curso ordinario, fortalecido por los viajes del Papa Francisco y la encíclica Fratelli tutti.

La comunidad cristiana vivía con compromiso sus actividades pastorales. Aquí, todo esto parece ahora papel mojado. Hoy, la cuestión palestina ha resurgido, pero en términos dramáticos, lo que dificulta aún más su resolución. El diálogo interreligioso atraviesa una profunda crisis. Y las iniciativas pastorales de la comunidad cristiana deben replantearse por completo en un contexto nuevo, lleno de tanta desconfianza, de malentendidos. Un odio generalizado que nunca antes habíamos visto, tanto en el lenguaje como en la violencia física, militar. 

Todo esto no puede dejarnos indiferentes. Así que, para responder a su pregunta: sí, tanto, tanto ha cambiado. Tenemos que volver a hablar del futuro, pero teniendo en cuenta que las heridas que está dejando este conflicto son numerosas y lacerantes. Para mí también ha sido un año muy difícil. Por un lado, aunque aplastado en el marasmo cotidiano, uno debe preservar y centrarse en su vida espiritual. Y luego saber cómo ayudar a la propia comunidad a enmarcar las razones de estar aquí, el propio papel. Son siempre preguntas muy abiertas porque no tienen respuestas certificadas y siempre válidas en el tiempo.

En aquella conversación del pasado noviembre, recuerdo que pensábamos que en pocas semanas se alcanzaría algún tipo de tregua. Nos equivocábamos: nos encontramos comentando juntos el sexto mes de la guerra en un clima aún más desesperado. Hay una trágica paradoja en este conflicto: cuanto más dura, más se aleja su conclusión...

No sé si la conclusión se aleja, desde luego el conflicto ha tomado otros derroteros. Ya no se centra en Gaza, se está convirtiendo en un conflicto regional, que todo el mundo dice querer evitar pero que nadie parece capaz de detener. Me cuesta creer que pueda haber una mayor expansión del conflicto, una verdadera guerra regional en Oriente Medio. Aunque el riesgo está ahí. Más bien veo otro peligro, que es el de una falta total de estrategia de salida. Todas las guerras deben tener una conclusión política, no militar.

No hay visión política en ninguna parte....

Absolutamente. Sólo se habla de estrategia militar, no de política. En la creencia de que la paz sólo puede llegar con la victoria sobre el adversario. ¿Cómo será Gaza después de eso? ¿Cómo será el Líbano? ¿Alguien habla de eso? Creo que estas son las preguntas que hay que hacerse. Preguntas que también debería hacerse la comunidad internacional, para ayudar a encontrar soluciones. De lo contrario, todo lo que queda es una genérica persuasión moral a la pacificación, mayoritariamente desoída.

Lleva viviendo aquí casi treinta y cinco años....

Sí, llegué aquí el 7 de octubre (¡sic!) de 1990.

Y en todos estos años ha visto muchas cosas. Sin embargo, ha calificado esta guerra como «la más larga, la más cruel». En esta guerra, hemos presenciado escenas horribles en ambos bandos; hasta las migajas del sentimiento humano parecen haberse perdido. Usted conoce bien ambas sociedades: ¿qué ha ocurrido? ¿Por qué esta violencia sin precedentes?

Mi impresión es que algo se ha roto en el alma de las dos sociedades. Puede que antes estuviera roto, ahora lo está de verdad. Las dos sociedades están traumatizadas. La sociedad israelí vivió el 7 de octubre como una pequeña Shoah. Y para la sociedad palestina, la guerra de Gaza es una nueva Nakba. Así que, en ambos campos, es la reapertura de heridas profundas en la conciencia de los dos pueblos. Heridas lacerantes que habían marcado las vidas de los dos pueblos para siempre y que ahora reaparecen como fantasmas amenazadores. Esto ha desencadenado el miedo. Y el miedo puede generar una violencia increíble, porque es el miedo a poner en peligro la propia existencia. De ahí la violencia, la inhumanidad de la que hemos sido testigos este año: la negativa a reconocer la existencia del otro para preservar la propia. Ya lo vemos en el lenguaje que se utiliza, lleno de violencia, de inhumanidad, de desconfianza. Siempre es muy importante fijarse en el lenguaje.

En el lado israelí, sin embargo, hasta el 7 de octubre este temor no era evidente, es más -también gracias a una temporada económica favorable- la sociedad parecía haberse quitado de encima el conflicto. No es casualidad que la narrativa israelí tenga el 7 de octubre como punto de partida fijo, mientras que para los palestinos también hay un 6, un 5, un 4, etcétera. Quiero decir que en Cisjordania, 2022 y 2023 habían sido muy duros....

Es cierto que la sociedad israelí se había persuadido de que el conflicto con los palestinos había sido absorbido, asimilado. Pero aquí volvemos al papel de la política, o más bien a la ausencia de política. La política fue incapaz de leer la realidad y proponer soluciones adecuadas a una situación que humeaba bajo las cenizas. Que, por el contrario, estalló de la manera más violenta, más radical, más odiosa posible. Y para la que no estaba preparada.

Desprevenidos, pero también divididos. Las divisiones en la sociedad israelí suscitadas por la reforma del poder judicial de Netanyahu no tuvieron tregua durante la guerra, de hecho las protestas se unieron y amplificaron junto con las relativas a la gestión de la situación de los rehenes. Me vienen a la mente las palabras del ex presidente israelí Reuven Rivlin, que temía el regreso de las tribus del Israel bíblico. ¿Corre peligro Israel de ganar militarmente y perder políticamente?

Que existen tribus en Israel -como en muchas otras sociedades- siempre se ha sabido. En todo caso, el tipo de tribus ha cambiado. Antes eran ashkenazíes, sefardíes, rusos, etc., ahora son laicos, ortodoxos religiosos, nacionalistas religiosos, etcétera. Pero no creo que la sociedad israelí esté dividida sobre las cuestiones esenciales, en primer lugar sobre la amenaza a su existencia. Sobre la opción militar no hay división sustancial. Tal vez la haya sobre las perspectivas de futuro, sobre la idea de un Estado, pero no sobre las cuestiones esenciales. Es demasiado pronto para saber qué será Israel dentro de unos años. Ciertamente, esta guerra ha marcado un surco profundo en la vida política del país. Creo que cuando acabe la guerra habrá cambios profundos. Pero cuáles y en qué dirección es difícil predecir hoy.

Mirando en cambio a los palestinos, los acontecimientos del año pasado parecerían confirmar lo que parece ser la condena histórica de la sociedad palestina, es decir, de no poder expresar un liderazgo con autoridad capaz de llevar adelante un proyecto de paz y coexistencia con Israel...

Los palestinos pagan el precio de muchas cosas. Son el chivo expiatorio de muchas historias, de una macropolítica de Oriente Medio que siempre los ha utilizado y nunca los ha amado. Incluidos los países árabes. Y los países occidentales, que siempre les han apoyado de palabra pero nunca plenamente. Y luego, sin duda, pagan el precio de un liderazgo políticamente débil, dividido y que a menudo no está a la altura de las circunstancias. Al final, siempre se les ha dejado solos. Un pueblo que ha experimentado tanta violencia. Desde fuera y desde dentro.

El año pasado, en una larga entrevista que el presidente palestino Mahmud Abbas concedió a los medios de comunicación del Vaticano, surgió un dato sobre el que nunca se ha reflexionado lo suficiente a pesar de su simple evidencia, a saber, las razones no sólo políticas sino sobre todo antropológico-culturales del conflicto: la insalvable distancia de costumbres y valores entre los árabes y los judíos procedentes principalmente de Europa. La pequeña comunidad cristiana que usted dirige tiene la ventaja de no tener una referencia étnica exclusiva; hay cristianos de lengua árabe pero también de lengua hebrea. ¿Puede constituir esto un laboratorio para un posible diálogo?

Los conflictos casi nunca son sólo políticos y militares. En la raíz siempre hay también razones culturales, históricas, identitarias. Que este conflicto tiene una dimensión antropológica está fuera de toda duda. Hay dos visiones diferentes del mundo, de la sociedad, del hombre. Totalmente diferentes. Basta con visitar Ramala y Tel Aviv para hacerse una idea de esta diversidad. En algunas cosas pueden incluso coincidir. Tiene usted razón al decir que este aspecto, a pesar de ser tan importante, nunca se ha subrayado lo suficiente.

Las perspectivas aquí nunca pueden ser de integración sino, en el mejor de los casos, de convivencia civilizada y respetuosa. Una convivencia en la que cada uno siga siendo uno mismo, con su propia cultura, sus propias costumbres, su propia identidad. Es difícil, lo sé, pero es posible. Nuestra pequeña comunidad interétnica, la Iglesia católica, sigue siendo un pequeño signo. Por supuesto, nunca haremos escuela, pero este esfuerzo nuestro -porque incluso dentro de nosotros mismos es difícil preservar esta unidad- debe seguir siendo el signo de una forma diferente de vivir y de relacionarse. Y debe ser también una de las formas en que la Iglesia marque la diferencia en esta tierra siempre tan dividida en todo.

Eminencia, este año usted ostenta un récord, por triste que sea. Fue usted el primer, y todavía el único, líder religioso que entró en Gaza. ¿Podría contarnos algo sobre esa experiencia, especialmente en términos de relaciones humanas?

Sí, conseguí entrar en Gaza. Y espero volver. El deber de un pastor es estar allí. Estar presente junto a su rebaño. Yo quería no sólo estar cerca de ellos, sino también comprender cómo ayudarles, serles útil. Cuando entré en Gaza - y no fue nada fácil - me encontré con una situación terrible, una ciudad destruida, donde la ausencia de edificios derruidos hace imposible incluso localizar las calles y así orientarse. Desolación total. 

Por otro lado, encontré una comunidad viva y conmovedora. Les sorprendió mi llegada, y conmigo su párroco, el padre Gabriel, que se había quedado fuera de Gaza la mañana del 7 de octubre. Me quedé cuatro días. Días de trabajo y esperanza. Lo que más me impresionó de la comunidad fue que no percibí ni una sola palabra de rencor, de odio, de cólera. Nada. Y esto me sorprendió mucho, porque humanamente hablando, tenían todas las razones del mundo para estar enfadados y frustrados. Aprecié mucho la presencia y el increíble trabajo realizado por las hermanas. Me conmovieron mucho las palabras de un joven al que confirmé en aquellos días. Hamás había llamado al ataque del 7 de octubre «Operación Diluvio de Al Aqsa», y él me dijo: «Si eso es el diluvio, nosotros, la comunidad cristiana de Gaza, somos el Arca, el Arca de Noé». El arca suspendida sobre las olas de un mar de violencia que tiene su proa apuntando hacia el arco iris de la paz.


El Cardenal Pizzaballa en Gaza.

La posición de la Iglesia es de una sencillez desarmante: se está con los que sufren. Sea cual sea su situación. Sin embargo, lucha por ser comprendida. Usted, desde este punto de vista, ha sido un blanco frecuente durante este año, «tirado de los pelos» en ambos bandos. ¿Le gustaría aprovechar esta oportunidad para poner fin a tales críticas?

Cuando se desempeña un papel público en un contexto tan polarizado, es inevitable ser el blanco. Lo importante es que, cuando hable, intente expresar no lo que los demás esperan oír, sino lo que en conciencia cree que es correcto y verdadero. También hay que tener en cuenta los errores, que también se cometen, porque son inevitables en un contexto tan crítico: por ejemplo, una comunicación a veces excesiva, o que falta o está incompleta.

Lo importante es ser honesto: la Iglesia debe estar con los que sufren. Siempre. La Iglesia no puede ser neutral. Yo no puedo ir a decir a mis feligreses de Gaza, que están bajo las bombas, «somos neutrales». Pero si es verdad que la Iglesia no puede ser neutral, también es verdad que no podemos formar parte de la confrontación. Eso sería no sólo erróneo sino insensato en un contexto en el que en setenta y seis años de guerra las culpas de unos y otros no se compensan sino que se suman.

En un ambiente tan polarizado, no es fácil ser sincero, tener el valor de una palabra de verdad, y también ser capaz de expresar cercanía a los que sufren. Mantener siempre abierto el diálogo con todos, con los que sufren, por supuesto, pero también con los que causan el sufrimiento. Ser y permanecer, como persona y como institución, una referencia libre en todos los sentidos, en este doloroso atolladero de violencia, odio, narrativas excluyentes y rechazo. No estoy llamado a expresar las posiciones de los palestinos, ni mucho menos las de los israelíes. Debo hablar en nombre de la Iglesia. Y la voz de la Iglesia tiene como único criterio el Evangelio de Jesucristo. De ahí hay que partir y ahí hay que llegar siempre.

Permítame una pregunta más personal. Tengo un recuerdo de nuestra conversación de hace once meses. Usted insistió mucho en el término «soledad». Se refería sobre todo a la soledad de la verdad en un contexto de odio, pero estaba bastante claro que usted mismo sufría la pesada carga de la soledad en su papel de líder de los católicos de Tierra Santa. ¿Cómo vivió estos once meses?

Digamos que la soledad es un requisito del cargo. El mío lo requiere porque la soledad te permite ser libre. Y no se es auténticamente libre si no se tiene una cierta distancia, incluso emocional. Luego, soy un ser humano, y que esto me pesa es evidente.

Imagino que fue duro, sobre todo para alguien que, como fraile, siempre había vivido en comunidad...

Por supuesto. Pero la soledad debe ser habitada. Habitada por la oración, por la relación con el Señor, por la conciencia de hacer lo correcto, por el discernimiento continuo, y también por las relaciones humanas con las personas adecuadas.

Antes de asumir el papel de pastor de los cristianos en Tierra Santa, usted desempeñó un valioso papel como bisagra entre cristianos y judíos, y fue líder de los cristianos de lengua hebrea. ¿Han cambiado en algo sus relaciones con el mundo judío israelí después del 7 de octubre de 2023?

Ha habido diferentes fases. Al principio fue difícil. Para ellos especialmente. Necesitaban mucha cercanía, solidaridad, afecto, cariño. Que quizás no sentían en absoluto. Pero nosotros también sentíamos la necesidad de que comprendieran lo que estaba ocurriendo en las semanas, y meses, posteriores al 7 de octubre. Luego, con el tiempo, las amistades, las de verdad, se mantuvieron. Ciertamente estamos en una nueva fase del diálogo interreligioso.

Ya no es sólo el momento de las buenas intenciones y las cortesías, sino que necesitamos anclar nuestro diálogo en la realidad, que también está presente en todo su dramatismo. Hemos discutido y dialogado mucho sobre nuestro pasado común y difícil, y esto era necesario. Pero ahora, sin olvidar el pasado, debemos centrarnos en el presente, empezando por las dificultades a las que nos enfrentamos hoy. Empezando por intentar comprender por qué, en este momento decisivo de nuestras relaciones, hemos tenido dificultades para entendernos, para tener un lenguaje común. Y luego, sobre todo, en cómo unir nuestros esfuerzos en una dirección de paz. Esto ya no puede ser un discurso académico o teórico, sino inmerso en la realidad viva que nos rodea.

Usted es también el pastor de los cristianos de Jordania. Y ha estado en ese país varias veces en los últimos meses. ¿Cómo vivió allí el 7 de octubre?

Muy mal, diría yo. En los primeros meses Jordania fue testigo de continuas manifestaciones, incluso duras, de solidaridad con los palestinos de Gaza y contra Israel. No olvidemos que cerca del 60% de la población del Reino de Jordania es palestina, y gran parte de la comunidad cristiana jordana también es de origen palestino.

Toda la atención de los medios de comunicación se centra ahora en el frente norte con Líbano y en los peligros de guerra entre Israel e Irán. Se presta mucha menos atención a la situación en Cisjordania, que en cambio, en términos políticos, es el verdadero quid del problema. Usted estuvo recientemente en Yenín, epicentro de violentos enfrentamientos entre el ejército israelí y milicianos palestinos...

Políticamente, el juego es complejo y se desarrolla en varios frentes. Cisjordania es sin duda uno de los más complejos. Desde el 7 de octubre, la situación allí ha degenerado tanto en términos económicos como políticos y militares. Las continuas incursiones de los colonos israelíes están llevando a una situación de «tierra de nadie», sin reglas, sin derechos, en la que gana quien dispara primero y más alto.

La mirada a Jerusalén estrecha aún más el círculo desde todos los ángulos. Sin paz en Jerusalén nunca habrá paz en todo Oriente Medio. Hace años me dijo que «la guerra de Jerusalén es una guerra inmobiliaria, se libra para arrebatar un metro cuadrado»; pero mientras tanto, la infiltración judía en la ciudad vieja y en el este no cesa...

Así son las cosas. Jerusalén es la prueba de fuego del conflicto no sólo en Tierra Santa, sino en Oriente Medio en general. Jerusalén está en el centro de todo, para bien o para mal.

La Knesset también ha dado carpetazo formalmente a la «solución de los dos Estados» y Netanyahu ha calificado los Acuerdos de Oslo de error en la historia de Israel. Sólo hay una expresión que Netanyahu y Sinwar comparten: ambos reclaman la jurisdicción exclusiva «del río al mar», sin espacio para el otro. ¿Sigue teniendo viabilidad hoy el «dos pueblos en dos Estados»?

Hay problemas que tienen solución y problemas que no la tienen. Siendo realistas, ahora mismo no existe una solución al conflicto palestino-israelí, ya sean «dos pueblos en dos Estados», «dos naciones en un Estado» o cualquier otra cosa que uno imagine. Necesitamos nuevas caras y nuevas perspectivas. Y éste es un problema no sólo para esta tierra, sino para todo Oriente Medio, empezando, tras los acontecimientos de las últimas horas, por el Líbano. Necesitamos replantearnos ampliamente todo el contexto, y Jerusalén que, repito, es el meollo de la cuestión. Todo Oriente Medio necesita un nuevo liderazgo y nuevas visiones. Sólo entonces será posible discutir los acuerdos más convenientes para garantizar la paz entre los pueblos.

También ha tenido que viajar mucho por Europa y América durante este año. ¿Cuál es su percepción de las comunidades cristianas en torno al conflicto actual?

Unidad en el apoyo a los cristianos de Tierra Santa, pero por lo demás mucha confusión, si no división. Es difícil entender las razones del conflicto. Por otra parte, la política en otros países también conduce a la polarización. Sólo la voz del Papa Francisco se alza para lamentar la crisis de humanidad que invade estos tristes tiempos nuestros. Y lo digo sin ningún orgullo partidista, pero con mucho dolor en el corazón.

 

Gracias por haber leído este artículo. 

08 octubre 2024

Testimonio: Eric Clapton en 1987 compuso una canción a la Virgen: «Santa Madre, ¿Dónde estás? No puedo dejar de llorar»

 Holy Mother


Eric Clapton: «No tenía fuerzas y, de rodillas, me rendí. Desde aquel día no he dejado de rezar»



El músico inglés ha atravesado en su vida varias décadas de adicción a las drogas, un día tocó fondo y se puso a rezar: «Había encontrado un lugar al que recurrir, un lugar que siempre supe que estaba allí pero que nunca quise o necesité creer en él».

"Debería haber muerto hace mucho tiempo. Por alguna razón me sacaron de las garras del infierno y me dieron otra oportunidad", con esta frase resumía el genial Eric Clapton lo que ha sido su vida en las últimas décadas.

No es ningún secreto que durante los años ochenta el alcoholismo se convirtió para el músico inglés en un gran problema. Estaba en un centro de rehabilitación cuando se dio cuenta de que su vida había tocado fondo. En Clapton: The Autobiography, menciona que durante este tiempo estaba "completamente desesperado". En ese momento de oscuridad se dio cuenta de que tenía que entregar su vida a un poder superior.

"Porque funciona"

"Mis piernas cedieron y caí de rodillas. En la intimidad de mi habitación pedí ayuda. No tenía idea de con quién estaba hablando, solo sabía que había llegado al final de mis fuerzas, no tenía nada con lo que luchar. Entonces recordé lo que había escuchado sobre la rendición, algo que sabía que nunca podría hacer, mi orgullo no me lo permitiría, aunque sabía que por mi cuenta no lo iba a lograr, así que pedí ayuda, y, poniéndome de rodillas, me rendí", comentó el artista en 2018.

Aquel momento de intimidad le marcaría para siempre. "A los pocos días me di cuenta de que algo me había sucedido. Un ateo probablemente diría que fue solo un cambio de actitud, y hasta cierto punto es cierto, pero hubo mucho más que eso. Había encontrado un lugar al que recurrir, un lugar que siempre supe que estaba allí pero que nunca quise o necesité creer en él. Desde ese día hasta hoy, por la mañana, nunca he dejado de orar de rodillas, pidiendo ayuda... y por la noche, para agradecer la vida y mi sobriedad. Elijo arrodillarme porque siento que necesito humillarme, es lo mejor que puedo hacer", relató Clapton.

A partir de ahí la oración le haría cambiar su estilo de vida. "Si me preguntan por qué hago todo esto, les diré: porque funciona. Es tan simple como eso", expresó el músico. Durante esta época, Clapton terminó de trabajar en su canción llamada "Holy Mother", inspirada en la genialidad del artista Prince cuando interpretó Purple Rain.



A la pregunta de por qué reza, el músico inglés contesta: "Si me preguntan por qué hago todo esto, les diré: porque funciona. Es tan simple como eso".

Eric estaba en su habitación de hotel, deprimido y rodeado de latas de cerveza vacías, cuando se compuso este tema. Más tarde él se la dedicaría a Richard Manuel, el teclista de The Band, que se había ahorcado en marzo de 1986. "Holy Mother" es una canción sobre la imagen de una persona que agoniza, que no sabe qué hacer con su dolor ni a dónde acudir.

Letra de la canción Holy Mother:

Santa Madre, ¿dónde estás?
Holy Mother, where are you?

Esta noche me siento partido en dos.
Tonight I feel broken in two.

He visto las estrellas caer del cielo.
I've seen the stars fall from the sky.

Santa madre, no puedo evitar llorar.
Holy mother, can't keep from crying.

Oh, necesito tu ayuda esta vez,
Oh I need your help this time,

Ayúdame a pasar esta noche solitaria.
Get me through this lonely night.

Dime por favor hacia qué lado girar
Tell me please which way to turn

Para encontrarme de nuevo.
To find myself again.

Santa madre, escucha mi oración,
Holy mother, hear my prayer,

De alguna manera sé que todavía estás ahí.
Somehow I know you're still there.

Envíame por favor un poco de tranquilidad;
Send me please some peace of mind;

Quita este dolor.
Take away this pain.

No puedo esperar, no puedo esperar, no puedo esperar más.
I can't wait, I can't wait, I can't wait any longer.

No puedo esperar, no puedo esperar, no puedo esperar por ti.
I can't wait, I can't wait, I can't wait for you.

Santa madre, escucha mi clamor,
Holy mother, hear my cry,

He maldecido tu nombre mil veces.
I've cursed your name a thousand times.

He sentido la ira corriendo por mi alma;
I've felt the anger running through my soul;

Todo lo que necesito es una mano para sostener.
All I need is a hand to hold.

Oh, siento que el final ha llegado,
Oh I feel the end has come,

Ya no correrán mis piernas.
No longer my legs will run.

Sabes que preferiría estar
You know I would rather be

En tus brazos esta noche.
In your arms tonight.

Cuando mis manos ya no jueguen,
When my hands no longer play,

Mi voz se queda quieta, me desvanezco.
My voice is still, I fade away.

Santa madre, entonces estaré
Holy mother, then I'll be

Tumbado, seguro entre tus brazos.
Lying in, safe within your arms.

 

Aquí puedes escuchar la canción Holy Mother, de Eric Clapton.

Sin embargo, las canciones de Clapton que dejan entrever a Dios son algunas más. Por ejemplo, Catch The Blues o In The Presence Of The Lord (grabada para Blind Faithálbum y cantada por Steve Winwood). Sobre esta segunda pieza admitía hace unos años que resultó ser todo un viaje espiritual. "Estaba un poco avergonzado de cantar frente a Winwood, y porque en la escuela dominical yo tenía una educación religiosa bastante general. Llegué a la comprensión de Dios a través del amor por la música. Era una experiencia espiritual y tenía respuestas físicas cuando la escuchaba. Podía ser cualquier música que se me erizaba el vello", afirmó el artista.

La peor tragedia

A pesar su áurea de mito de la música, la vida de Clapton no ha sido nada fácil. Además de combatir sus adicciones, tuvo que sufrir una pérdida muy dolorosa. Fruto de la relación con la modelo italiana Lory Del Santo nació su hijo Conor, en 1986. Trágicamente el niño murió en 1991 cuando se cayó por la ventana de un piso 53 de un edificio de apartamentos de Manhattan (Nueva York). Su muerte fue la inspiración para la canción Tears in Heaven.

A pesar de tantas desgracias, el artista se siente bendecido. "Ha sido un buen viaje. Y todavía estoy aquí. De momento va bien. Mi vida está bendecida. Tengo una familia maravillosa, una esposa hermosa, hijos geniales y todavía puedo jugar. Me siento con una guitarra en un rincón de nuestro salón, toco por la mañana y descanso por la tarde... La vida es buena", relató.

Religión en libertad.