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15 agosto 2009

Domingo 16 de agosto

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO
16 de agosto de 2009 (ciclo B, año par)



Primera lectura
Comed de mi pan y bebed el vino que he mezclado

Lectura del libro de los Proverbios (9, 1-6)

La Sabiduría se ha construido su casa
plantando siete columnas,
ha preparado el banquete,
mezclado el vino y puesto la mesa;

ha despachado a sus criados
para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad:
Los inexpertos que vengan aquí,
quiero hablar a los faltos de juicio:

"Venid a comer de mi pan
y a beber el vino que he mezclado;
dejad la inexperiencia y viviréis,
seguid el camino de la prudencia" ». Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 10-11. 12-13. 14-15 (R/.: 9a)

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.

Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R/.

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R/.

Segunda lectura
Daos cuenta de lo que el Señor quiere

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5, 15-20)

Hermanos:

Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos.

Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere.

No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu.

Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor.

Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Aleluya
Jn 6, 56

El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él — dice el Señor—.

EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida,
y mi sangre es verdadera bebida

+ Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 51-58)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

— «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Disputaban los judíos entre sí:

— «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

Entonces Jesús les dijo:

— «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor


COMENTARIO

Mi carne es verdadera comida

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos presenta a Jesús que se ha revelado como el pan vivo. En la cruz Jesús se entrega a sí mismo, en favor del mundo. Esta entrega llega hasta dar la vida, hasta derramar su sangre por nosotros. En la Eucaristía se hace presente esa entrega de Jesús. En ella está inscrita de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos (cf. Ecclesia de Eucaristía, 11).

El cristiano sabe que participando en la Eucaristía, la vida divina se hace presente en él, y ésta es prenda de la futura resurrección. Por la Eucaristía nos unimos y permanecemos en Cristo, y Él siembra en nosotros la semilla de la vida eterna.

El que participa de la Eucaristía se llena de la vida de Cristo y vive teniendo sus mismos sentimientos y actitudes. La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús (cf. Catecismo, 1391).

La Eucaristía es, así, el centro de la espiritualidad y la vida cristianas. Por la Eucaristía vive y crece la Iglesia.

La participación en la Eucaristía ha de transformar nuestra vida, ha de hacernos vivir como verdaderos cristianos en todas las cosas que hagamos en nuestra vida. La participación auténtica en la Eucaristía nos ha de hacer vivir con los mismos sentimientos y actitudes de Jesucristo.

En la segunda lectura, san Pablo hace una llamada de atención urgente a los cristianos: el cristiano tiene que comportarse como sabio para comprender bien la voluntad de Dios y comprometer su vida conforme a ella. Sabio es el que reconoce a Dios y cumple sus mandamientos; necio es el que desprecia a Dios, el que se empeña en confiar en sí mismo, en sus fuerzas y en su inteligencia.

El demonio no duerme y constantemente nos tienta para que nos apartemos del camino del bien. Por eso, san Pablo nos invita a estar en guardia, a cultivar la vida espiritual para estar fuertes en la fe y poder resistir las tentaciones del maligno. También nos invita a revisar nuestra forma de divertirnos, a darnos cuenta de que no podemos vivir como los paganos que no conocen a Dios, sino que hemos de tener otro estilo de vida completamente diferente: el de Jesucristo.

Compromiso semanal

Revisa cómo estás planteándote tu vida espiritual. Medita cuál es lugar que ocupa la Eucaristía en ella. Piensa cómo puedes mejorarla.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Proverbios 9, 1-6. Comed de mi pan y bebed el vino que he mezclado.

La Sabiduría como atributo divino o fuente de vida verdadera está personificada. Tiene preparado su banquete, cuyo alimento es la instrucción y ella misma que nos hace amigos de Dios. Jesucristo, que es “la sabiduría de Dios”, nos ha preparado un banquete en el que de una manera sublime se nos da a sí mismo como comida.

Salmo 33, 2-3. 10-15. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

El salmo respira un agradecimiento cordial por el amor que Dios muestra a sus fieles. Exhorta repetidas veces a temer al Señor. El cristiano teme a Dios, pero con un temor inspirado por el amor, que no se cansa de buscar al amado, de escuchar como un pobre; que se atreve a mirar al Señor y experimenta su bondad. Temer a Dios es no soportar la idea de perderlo y de no saber reconocerlo cuando él vuelva.

2ª lectura: Efesios 5, 15-20. Daos cuenta de lo que el Señor quiere.

El que ha sido iluminado por Cristo posee la verdadera sabiduría. Con ella ha de tratar de descubrir en cada momento cuál es la voluntad de Dios y estar dispuesto a seguirla. Sabio es el que reconoce a Dios y guarda sus preceptos; necio es el impío y pecador. El maligno no duerme, y utiliza todos los medios para desvirtuar la voluntad de Dios bajo la apariencia de bien. Por eso hay que estar despiertos, dispuestos a hacer siempre la voluntad de Dios. La acción del Espíritu señalará el modo de convertir nuestra vida en una constante acción de gracias al Padre, conscientes de que todo redundará en nuestro bien.

Puedes leer Colosenses 1, 9-15.

Evangelio: Juan 6, 51-58.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

Jesús es el pan de vida que puede y debe ser comido para tener vida. En la cruz Jesús da su carne, se entrega a sí mismo, a favor del mundo. Esta entrega llega hasta derramar su sangre. Esa entrega de Jesús a la muerte debe el hombre hacerla suya, asimilarla. El creyente sabe que es en la Eucaristía donde esa entrega se hace presente. Sabe que comiendo su carne y bebiendo su sangre, la vida divina se hace presente en él, y ésta es prenda de la futura resurrección. La Eucaristía es una verdadera comida, una comida real, en la que se participa de la carne y sangre de Cristo.

Puedes leer 1 Corintios 11, 23-26.


CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 17

Jc 2,11-19. El Señor hacía surgir jueces, pero ni a los jueces hacían caso.

Sal 105. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

Mt 19, 16-22 Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes y da el dinero a los pobres.

Medita el Evangelio de hoy

Martes 18
Beato Nicolás Factor, presbítero

Jc 6,11-24a. Gedeón, salva a Israel. Yo te envío.

Sal 84. El Señor anuncia la paz a su pueblo.

Mt 19,23-30. Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.

Pídele a la Virgen lo que más necesites

Miércoles 19
San Juan

Eudes, presbítero

Jc 9,6-15. Pedisteis un rey, siendo así que el Señor es vuestro rey.

Sal 20. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.

Mt 20, 1-16a ¿Vas a tener tú envidia porque soy yo bueno?

Da testimonio de Jesucristo

Jueves 20
San Bernardo,

abad y doctor

Jc 11,29-39a. El primero que salga de mi casa a recibirme, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto.

Sal 39. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Mt 22,1-14. A todos los que encontréis, convidadlos a la boda.

Haz una obra de caridad

Viernes 21
San Pío X,

papa

Rt 1,1.3-6.14b-16.22. Noemí, con Rut, la moabita, volvió a Belén.

Sal 145. Alaba, alma mía, al Señor.

Mt 22, 34-40 Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.

Reza por los niños y los jóvenes

Sábado 22
Santa María Reina

Rt 2,1-3.8-11;4,13-17. Dios te ha dado hoy quien responda por ti. Fue el padre de Jesé, padre de David.

Sal 127. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Mt 23, 1-12 No hacen lo que dicen.

Pídele al Señor el don de la humildad

Domingo 23,
21º del Tiempo Ordinario

Jos 24, 1-2a, 15-17.18b Nosotros serviremos al Señor, porque Él es nuestro Dios.

Sal 33, 2-3.16-23 Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Ef 5, 21-32 Es éste un gran misterio: yo lo prefiero a Cristo y a la Iglesia.

Jn 6, 61-70 ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.

Reza por tu familia y por la parroquia


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