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22 mayo 2010

Pentecostés. Domingo 23 de mayo.



PENTECOSTÉS
23 de mayo de 2010  (ciclo C, año par)


Primera lectura
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
— «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 103, lab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 (R/.: cf. 30)
R/. Envía tu Espíritu, Señor,
     y repuebla la faz de la tierra.
O bien: Aleluya.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.
 Segunda lectura
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13
Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios.
 Secuencia
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Aleluya
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Recibid el Espíritu Santo
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
— «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
— «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
— «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Palabra del Señor.
En el presente año C, pueden utilizarse también la siguiente lectura:
El Espíritu Santo os lo enseñará todo.
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-16. 23b-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros.
El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»

Palabra del Señor.


COMENTARIO
Recibid el Espíritu Santo
Celebramos hoy la gran fiesta de Pentecostés, en la que la liturgia nos hace revivir el nacimiento de la Iglesia. Cincuenta días después de la Pascua, el Espíritu Santo descendió sobre la comunidad de los discípulos, que "perseveraban concordes en la oración en común" junto con "María, la madre de Jesús", y con los doce Apóstoles (cf. Hch 1, 14; 2, 1). Por tanto, podemos decir que la Iglesia tuvo su inicio solemne con la venida del Espíritu Santo.
En ese extraordinario acontecimiento encontramos las notas esenciales y características de la Iglesia: la Iglesia es una, como la comunidad de Pentecostés, que estaba unida en oración y era "concorde": "tenía un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32). La Iglesia es santa, no por sus méritos, sino porque, animada por el Espíritu Santo, mantiene fija su mirada en Cristo, para conformarse a él y a su amor. La Iglesia es católica, porque el Evangelio está destinado a todos los pueblos y por eso, ya en el comienzo, el Espíritu Santo hace que hable todas las lenguas. La Iglesia es apostólica, porque, edificada sobre el fundamento de los Apóstoles, custodia fielmente su enseñanza a través de la cadena ininterrumpida de la sucesión episcopal.
La Iglesia, además, por su misma naturaleza, es misionera, y desde el día de Pentecostés el Espíritu Santo no cesa de impulsarla por los caminos del mundo, hasta los últimos confines de la tierra y hasta el fin de los tiempos (cf. Benedicto XVI, Regina Cæli, 27-V-2007).
Hoy la Iglesia recibe el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se nos da para nuestra santificación: para que vivamos identificados totalmente con Cristo, y, para que, así podamos dar fruto abundante.
El Espíritu Santo nos da sus dones para sostener y animar nuestra vida cristiana, nuestro camino de santidad. Estos dones son actitudes interiores permanentes que nos hacen dóciles para seguir los impulsos del Espíritu (cf. Catecismo 1831). Estos siete dones son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Son dones que no podemos conseguir con nuestro esfuerzo, sino que los recibimos gratuitamente, y que hemos de pedir.
Si aceptamos en nuestro corazón estos siete dones, y vivimos animados por el impulso del Espíritu siguiendo a Jesucristo como único Maestro y único Señor, los dones del Espíritu producen en nuestra vida doce frutos, que son la obra del Espíritu en nuestra vida. Estos doce frutos, según la Tradición de la Iglesia, son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad (firmeza, perseverancia), bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad (Gálatas 5, 22-23).
Por ello, la Palabra de Dios que proclamamos hoy nos invita a vivir según el Espíritu y no según la carne, es decir: nos invita a aceptar en nuestro corazón esos dones del Espíritu y a vivir la vida nueva de los hijos de Dios, la vida nueva de aquellos que quieren vivir a la luz de Cristo y de la Iglesia, la vida nueva de aquellos que aceptan el Evangelio y los mandamientos como los valores que hay que vivir.
La Palabra de Dios nos invita a rechazar el estilo de vida del mundo, el estilo de vida de aquellos que quieren vivir como si Dios no existiera, de aquellos que rechazan la luz de Cristo y de la Iglesia, de aquellos que quieren vivir según sus instintos y apetencias, convirtiéndose ellos mismos en el “dios” de su vida.
Los frutos de los que viven la vida según la carne están a la vista: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, ambición, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes (cf. Gal 5, 19s)
¿Qué camino quieres elegir para tu vida? ¿El de la carne o el del Espíritu? El camino de la carne lleva al vacío, al sinsentido,  a la amargura y a la muerte. El camino del Espíritu lleva a la felicidad y a la vida eterna.
Es también el momento para preguntarnos qué estamos haciendo con los carismas, con los dones que hemos recibido del Espíritu Santo, y que los hemos recibido para ponerlos al servicio de los demás en la Iglesia. Esos carismas no los podemos guardar para nosotros: no son nuestros. Los hemos recibido para que fructifiquen en favor de los demás.
¡Anímate! Dios te ama y quiere tu felicidad y te da la vida eterna. Ábrele el corazón para que el Espíritu Santo vaya completando en tu vida esa obra del amor de Dios.

Compromiso semanal
Revisa tu vida, mira si se dan en ella los frutos del Espíritu, y pídele al Espíritu Santo que transforme completamente tu corazón para que dé fruto.

La Palabra del Señor, luz para cada día 
1ªlectura: Hechos 2, 1-11. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar.
                        La comunidad nacida en Pentecostés se sabe espiritual y misionera; es decir, comunidad, impulsada por la fuerza del Espíritu para llevar la salvación de Jesús al corazón de todos los hombres. Se anuncia el Evangelio, por la fuerza del Espíritu, a todos los pueblos, a toda la familia humana, representada en Jerusalén por las doce naciones nombradas. La Iglesia nace universal.
Salmo 103, 1. 24. 29-31-34. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
              Este salmo es una meditación sobre las maravillas de la creación y la grandeza del Creador; pero estas maravillas dejarían de existir si el aliento del amor de Dios –su Espíritu– no las “recreara” continuamente; por ello, suplicamos que el Espíritu del Señor renueve constantemente la faz de la tierra.
2ª lectura: 1 Corintios 12, 3b-7. 12-13.
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
                        La Iglesia está gobernada por el Espíritu Santo. Toda profesión de fe en Jesús, reconociéndolo como Señor, es obra del Espíritu. Su presencia en la Iglesia se manifiesta por los carismas o gracias especiales que él otorga a algunos cristianos para el servicio de la comunidad. Porque proceden del Espíritu, a pesar de su diversidad, contribuyen a la unidad de toda la Iglesia.
Evangelio: Juan 20, 19-23. Recibid el Espíritu Santo.
  Jesús se aparece a los discípulos. Era domingo. Con el hecho de mostrar las manos y el costado se quiere subrayar que era el mismo Jesús: el que murió en la cruz está vivo para siempre en medio de ellos. Jesús les da la paz y los envía. Los discípulos entran así en la misión del Hijo enviado por el Padre. Continúan la misma obra, Y para ello cuentan con el Espíritu, ya anunciado. El soplo de Jesús sobre ellos evoca el primer soplo de Dios sobre Adán. Aquí también se trata de una creación que hace nacer a la nueva Vida, ya posible al hombre después de la resurrección. Jesús da a la Iglesia el poder de perdonar los pecados. La Iglesia lo ejerce por los Apóstoles y sus sucesores en el ministerio sacerdotal. La conversión y el perdón de los pecados aparecen siempre en la primera predicación apostólica.


CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 24
María Auxiliadora
1 Pe 1, 3-9  No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; creéis en Él, y os alegráis
Sal 110, 1-2.5-6.9-10  El Señor recuerda siempre su alianza.
Mc 10, 17-27  Vende lo que tienes y sígueme.
¿Qué te falta para ser buen cristiano?
Martes 25
Santa María Magdalena de Pazzi
1 Pe 1, 10-16  Los profetas predecían la gracia destinada a vosotros. Ahora se os anuncia por medio de los evangelizadores.
Sal 97, 1-4  El Señora da a conocer su victoria.
Mc 10, 28-31  Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, la vida eterna.
Reza por los sacerdotes
Miércoles 26
San Felipe Neri
1 Pe 1, 18-25  Os rescataron al precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto.
Sal 147, 12-15.19-20  Glorifica al Señor, Jerusalén.
Mc 10, 32-45  Estamos subiendo a Jerusalén.
Haz una obra de misericordia
Jueves 27
Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
Hb 10,12-23. Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios.
Sal 39. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Lc 22,14-20. Esto es mi cuerpo. Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre.
Reza por los sacerdotes
Viernes 28

 
1 Pe 4, 7-13.  Sed buenos administradores de la múltiple gracia de Dios.
Sal 95, 10-13.  Llega el Señor a regir la tierra.
Mc 11, 11-26  Mi casa se llama Casa de Oración para todos los pueblos.
Revisa la sinceridad de tu corazón
Sábado 29

 
Jud  17. 20b-25  Dios puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria sin mancha.
Sal 62, 1-6  Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Mc 11, 27-33  ¿Con qué autoridad haces esto?
Reza por los que no creen
Domingo 30
LA Santísima Trinidad
Pr 8, 22-31  Antes de comenzar la tierra, la sabiduría ya había sido engendrada. Yo era su encanto cotidiano.
Sal 8, 4-9  ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre...!
Ro 5, 1-5  El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
Jn 16, 12-15  Todo lo que tiene el Padre es mío.
Reza por tu familia y por la parroquia

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