10 consejos para guardar y proteger tu matrimonio bajo
llave
30 años de casados, 7 hijos (entre los 29 y los 17 años) y 3
nietos es el cómputo de la vida matrimonial de Victoria Serrano y Nacho Moreno.
A los que se suman 21 años impartiendo cursillos de novios en su parroquia.
“Tenemos dos hijos casados y el resto están por ahí…”, dice ella, señalando a
una casa sorprendentemente silenciosa, al caer de una tarde de verano.
Artículo publicado en la edición número 73 de la
revista Misión, la revista de suscripción gratuita más
leída por las familias católicas de España.
Por Isabel Molina E.
Fotografía: Dani García
“Me enamoré de su delicadeza, que conserva hasta hoy”,
cuenta Victoria, mientras mira de reojo a su marido con esa
complicidad que da el paso de los años. “El enamoramiento duró lo que tenía que
durar, ni mucho ni poco, pero con los años la quiero cada vez más”, añade Nacho, quien
ha dedicado muchas horas en estos 30 años a trabajar como aparejador para sacar
adelante a su familia. “Nacho se ha ido mucho y pronto por la mañana, y ha
venido a casa tarde. Su ausencia la hemos acusado, pero el tiempo que hemos
pasado juntos ha sido muy fácil”, asegura Victoria, periodista de profesión, y
a quien le cuesta tener que contestar hoy las preguntas, en vez de formularlas.
De nuestra conversación, muy rica en experiencias, extraemos
10 consejos de unos esposos veteranos que han hecho lo más importante que
podían hacer: cuidar de su matrimonio. “A mí me gusta la metáfora del
móvil: compras el móvil, y le pones un protector de pantalla por si se te cae…
Y, en cambio, lo más importante de tu vida, tu matrimonio, no lo cuidas. Tu
casa la cierras con llave, la defiendes con uñas y dientes, ¡pues protege con
llave tu matrimonio!”, reclama Nacho. Y así damos inicio a estos consejos.
1. Confiar totalmente en el otro. Los dos están
de acuerdo: en el matrimonio hay que hablar mucho, reír juntos y no tener
secretos para el otro. “Siempre digo que mi mejor amigo es mi marido”, asegura
Victoria. Se lo cuentan todo. “A veces le he pegado un golpe al coche y
he pensado: ‘No se lo voy a decir porque se va a enfadar’, pero se lo cuento;
no hay nada que pueda guardarme para mí”, precisa. “Claro que tenemos secretos
–añade Nacho–, pero secretos compartidos entre los dos” (ríe).
2. Renunciar al miedo. Dicen que todo para ellos
ha sido fácil, pero porque han vencido los miedos, pues han sufrido ataques
desde muchos flancos por tener una familia numerosa. “Hemos sufrido auténtica
persecución. La gente nos decía: ‘No vais a poder mantenerlos’. Hoy vemos que
están bien y todos viven su fe en la Iglesia. Estamos muy orgullosos de ellos.
Dios no nos ha dejado en la brecha”, explica Nacho. Luego se atreve con
una confesión: “Yo he sido un poco timorato, así que pensaba: ‘¿Me abro a la
vida?’. Pero ves que esta incertidumbre te la pone el demonio. Luego te das
cuenta de que el Señor es fiel: te da el ciento por uno”.
3. Convertir la recta en un plano. “Una recta la
definen dos puntos, pero un plano lo definen tres. Un matrimonio católico es de
tres porque tienes a Jesucristo. Sabes que el Señor te arropa”, dice Nacho. “La
sociedad te dice: para qué te vas a casar si eso es sólo un papel; mejor no te
casas que luego vienen los problemas’. Pero realmente el matrimonio es un
sacramento y el sacramento realiza lo que significa. El Espíritu Santo actúa,
te da la inspiración para saber hacer las cosas”, añade Victoria. En los
cursillos que imparten en su parroquia se han dado cuenta de que muchos quieren
ir al altar con un desconocimiento profundo de lo que es el matrimonio:
“Cuando se los explicamos nos aseguran que no lo habían oído nunca”, comentan.
4. Invertir en la familia. Victoria entendió
pronto que tenían que invertir en Dios primero y a reglón seguido en su
familia: “¡Y hemos invertido mucho!”, asegura. Para ella invertir significa
dedicar tiempo, esfuerzo y dinero (aunque no sobre) a la familia. “Nuestro
aniversario de boda es la celebración más importante para nosotros. Siempre lo
celebramos con nuestros hijos”, puntualiza. Por su parte, Nacho se lamenta de
que hoy la sociedad “le ha comprado al demonio su mentira: él nos dice
que la libertad es mantener tu parcela para las cuatro cosas que te gustan: yo
me voy con un grupo de bicicleta, y ella con sus amigas… Al final, ya no sabes
cuál es vuestro común denominador. Yo lo que quiero es hacer las cosas con
Victoria, eso es lo que nos da intimidad, cohesión y comunión”, señala
contundente.
5. Rezar juntos. “Desde que empezamos a rezar
laudes juntos todos los días, nuestro matrimonio se afianzó”, rememora
Victoria. “Tuvimos dos hijos y luego dos abortos seguidos con los que sufrí
mucho. Consideraba que mi marido no lograba entender lo que yo sentía, y justo
en esa época empezamos a rezar juntos. Yo siempre digo que cuando los esposos
rezan juntos realmente ven cómo el otro se desnuda ante Dios, y eso ayuda
mucho”, añade.
6. Amar en la diferencia. Victoria y Nacho
acaban de asistir al 72 aniversario de bodas de un matrimonio. “Le pregunté a
ella, que tiene 101 años, cuál es el secreto. Y me dijo: ‘Perdonar y
comprender mucho’”, cuenta Victoria. También Nacho le hizo al esposo la misma pregunta,
y él contestó: “Hoy queremos que el hombre y la mujer sean iguales, pero él
tiene una misión en el matrimonio y ella, otra. Él es la cabeza y ella es el
pilar que sostiene a la familia”. Ahí está: unidad en la diferencia. “Nacho y
yo somos diferentes, pero esta diferencia es una riqueza. Si yo le cuento algo
a una amiga, puede que ella me entienda mejor, pero eso es como buscar ‘otro
yo’. Mi marido, en cambio, es el complemento que suma”, comenta ella.
7. Poner a tu cónyuge antes que a tus hijos. “Los
hijos te absorben, te exigen, y como madre lo que te sale es darte a ellos,
pero luego digo: ‘¡Tengo que cuidar a mi marido!’”, explica Victoria. “El hecho
de estar tan unidos nos ha ayudado a enfrentar los problemas”, puntualiza
Nacho, para quien una lección de oro es el clásico “nunca te vayas a la
cama sin pedir perdón”: “Cuando tienes una discusión se te desgarra algo
por dentro, y según pasan las horas estás peor. Reconcíliate siempre antes de
acabar el día”.
8. Vivir el plan de Dios para la sexualidad. “Vivir
la sexualidad como te enseña la Iglesia es de una belleza extraordinaria porque
ni Victoria se siente utilizada ni yo me siento utilizado”, dice Nacho. Y
añade: “Cuando los matrimonios se utilizan el uno al otro –te doy si tú me das
el placer que quiero–, este desorden rompe la relación”. “La sexualidad así
vivida hace que yo siempre me haya sentido querida, respetada, y también
atractiva para él”, complementa Victoria.
9. Tener una familia espiritual. “No intentéis
vivir el matrimonio solos, buscad apoyos en la Iglesia, donde queráis (un grupo
de matrimonios de la parroquia, un movimiento…), pero para que este garante que
es el matrimonio dé su garantía, tenéis que alimentarlo”, reclama Nacho.
10. Aprender de los que lo están haciendo mejor que tú. A
Victoria y Nacho les ha ayudado mucho ir conociendo a gente que les ha
permitido descubrir y redescubrir el plan de Dios para el matrimonio. “Hemos
palpado en ellos el amor de donación que te muestra que sólo entregándote eres
feliz”, explica Nacho. Y se han nutrido también de los matrimonios de sus
propios padres, ambos ya con más de 60 años juntos. “Han sido fieles y se
ayudan el uno al otro”, explican. “Ves cómo con los años te vas acoplando de
tal manera que ya no puedes vivir sin la otra persona. Y no porque tengas que
hacerlo, sino porque con el sacramento tu amor madura. Quieres a la otra
persona, no para cambiarla y que se amolde a ti, sino de forma incondicional”,
concluye Nacho.
Artículo publicado en la edición número 73 de la
revista Misión, la revista de suscripción gratuita más
leída por las familias católicas de España.
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