Páginas

30 abril 2007

Alternativa al laicismo.

LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA

Queridos Hermanos y amigos: paz y bien.

¿En qué órgano de nuestro cuerpo se esconde la alegría? No lo supo decir, porque recordaba que tantas veces todo su cuerpo cantaba de gozo. ¿Y podrías decirme de qué color es el amor? Del todo ruborizado por tan insólita pregunta, tampoco supo responder. Entonces... no existen ni la alegría ni el amor, si no sabes dónde anidan, qué color tienen, ni quién les da cobijo o se atreve a dibujarlos. Y se quedó así, como mudo, sin respuesta, totalmente pensativo.

Aquel maestro lleno de sabiduría que conocí en Italia, hablaba así a los jóvenes, a sus padres, planteándoles el sentido religioso de la vida. Y citaba autores que no siendo públicamente creyentes, sin embargo dejaban en sus poemas la evidencia más veraz de que en nuestro corazón hay siempre un reclamo, que si no lo censuramos o nadie nos lo censura, nos lleva hasta la misma pregunta por Dios. Mucho antes lo dijo el gran San Agustín en sus célebres Confesiones: “nos hiciste, Señor, para ti, e inquieto estará nuestro corazón hasta que descanse en ti”.

Sí, somos un corazón inquieto. Lo decía el poeta Cesare Pavese “¿alguien nos ha prometido nunca nada? Entonces, ¿por qué esperamos?”. Aparentemente nadie nos promete nada, pero nuestro corazón no cesa de esperar: todos esperamos tantas cosas, que luego no coinciden con lo que nos brindan los paraísos del poder, el dinero y el placer (T.S. Eliot). Y a pesar de ser una y otra vez burlados, chantajeados, engañados, hay un reducto de nuestra alma que no se rinde y vuelve a soñar, y se atreve a seguir esperando lo que su corazón inquieto le canta como el pálpito de la belleza, de la bondad y de la verdad para la que hemos nacido, esas que coinciden con la entraña de Dios.

De todo esto habla la asignatura de Religión Católica: educar esta inquietud, acompañar esa espera, ayudar a descubrir que la promesa de Dios es lo más correspondiente con las exigencias más nobles de nuestro corazón.

Un niño o un joven que no ha tenido esta educación, tendrá menos posibilidades para ver la realidad con todos los factores que la componen. Y habrá que suplir esa terrible carencia con cuanto pueda embotar su mirada y okupar como un okupa su corazón: demasiadas cosas superfluas, inútiles o incluso nocivas. La asignatura de Religión es una oportunidad para crecer en humanidad, para ser más y mejor persona, porque nos pone delante esas exigencias de belleza, bondad y verdad que realmente nos hacen libres y nos permiten amar. Por este motivo, un año más, animo a los padres que tienen hijos en edad escolar, y a los mismos jóvenes, a que escojan la asignatura de Religión.

En otro momento me referiré a algunas dificultades que tenemos por las alternativas laicistas contra la Religión, que pretenden desenraizar a Dios y al cristianismo con otras materias abusivas que pueden terminar siendo una manipulación de la ciudadanía. Ellos saben por qué, con sus objetivos y sus calendas. Todo esto es cierto y mucho más. Hoy tan sólo quiero animar a padres y a los mismos jóvenes: no privéis a vuestros hijos, no os privéis vosotros mismos, de una materia que con respeto, belleza, bondad y verdad, ayudará a que las personas sean formadas integralmente, sin ninguna mutilación ideológica. Sólo ellos serán más libres. Sólo ellos sabrán dónde está el gozo y qué color tiene el amor, porque Dios es el discreto cómplice de los latires mejores de su inquieto corazón.

Recibid mi afecto y mi bendición.

+ Jesús Sanz Montes, ofm

Obispo de Huesca y de Jaca

22.04.2007

No hay comentarios: