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14 abril 2007

II Domingo de Pascua

DOMINGO II DE PASCUA
DE LA
divina misericordia

15 de abril de 2007 (ciclo C, año impar)



MISA DEL DÍA DE PASCUA

Primera lectura
Crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres,
que se adherían al Señor

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 12-16

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.

Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.

La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.

Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 117, 2-4. 22-24. 25-27a (R/.:1)

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

O bien:

Aleluya.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

Segunda lectura
Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos

Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9-lía. 12-13. 17-19

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús.

Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía:

— «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.»

Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho.

Al verlo, caí a sus pies como muerto.

Él puso la mano derecha sobre mí y dijo:

— «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.

Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»

Palabra de Dios.

Aleluya
Jn 20, 29
Porque me has visto, Tomás, has creído, — dice el Señor—.
Dichosos los que crean sin haber visto.

EVANGELIO
A los ocho días, llegó Jesús

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

— «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

— «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envio yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

— «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

— «Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó:

— «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

— «Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás:

—«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás:

— «¡Señor mío y Dios mío!»

Jesús le dijo:

— «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Hemos visto al Señor

Vivimos hoy en una sociedad que tiene una mentalidad demasiado práctica. Te invita a medirlo todo, a pesarlo todo, a tocarlo todo. Y, sin embargo, no te das cuenta de que las cosas más importantes de tu vida, las cosas que dan sentido a tu vida, ni se pueden medir, ni se pueden pesar, ni se pueden tocar. ¿Quién puede medir el amor, la felicidad, la alegría, la paz...? Nadie. Porque lo esencial es invisible a los ojos. Y lo esencial va más allá de todas las mediciones posibles. Y lo mismo ocurre con la fe: quieres tocar a Dios, verlo con los ojos, medirlo... ¡y se te escapa! Esta es una de las consecuencias del materialismo en el que vive la sociedad actual.

Y la Palabra de Dios hoy te habla de la fe: "Todo esto se ha escrito para que creáis que Jesús es el Mesías", "¡dichosos los que crean sin haber visto!". Tener fe es creer en lo que no se ve. Es fiarte de Dios que es tu Padre y te ama más que nadie. Y fiarte de Él porque es un misterio que no puedes comprender del todo, fiarte de Él porque es tu Padre, fiarte de Él porque Dios es amor, y el amor no necesita muchos razonamientos: el amor necesita confianza, entrega y generosidad…

Además, la Palabra de Dios hoy te habla de dos características fundamentales de la fe en las que iremos profundizando en este tiempo de Pascua: la eclesialidad de la fe y su carácter misionero.

Cristo ha fundado la Iglesia como el Pueblo de Dios que peregrina en la tierra hacia la vida eterna. A esta Iglesia Cristo le ha dado el Espíritu Santo y el poder de perdonar y retener los pecados, signo inequívoco de su presencia sacramental en ella. Ni hay Iglesia sin Cristo, ni hay Cristo sin Iglesia. Como decía san Cipriano "nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre". El que rechaza a la Iglesia, rechaza a Cristo, el que rechaza al Cuerpo –la Iglesia– rechaza a la Cabeza –Cristo– porque la cabeza y el cuerpo no se pueden separar. Si quieres ser cristiano, has de ser cristiano en la Iglesia. Y no en la Iglesia de tus sueños, sino en la comunidad real, santa y pecadora, a la que el Señor te ha llamado.

Además, la fe tiene un carácter misionero: "Como el Padre me enviado, así os envío yo". El cristiano ha de ser misionero. Tú has de ser misionero. La fe llena tanto tu vida, te da tanta paz, tanta alegría, tanta felicidad, tanta vida interior... que es preciso transmitirla a los demás. Has de comunicar tu fe, de darla a los demás, de ser sal de la tierra, levadura que haga fermentar la masa de esta sociedad materialista y corrompida en la que vives, comenzando por tu familia y tu ambiente.

¿Cómo está tu fe? ¿Cómo está tu vinculación y tu amor a la Iglesia? ¿Cómo está tu testimonio? ¿Qué más puedes hacer por la Iglesia? ¿En qué tienes que esforzarte más para ser mejor cristiano y mejor Iglesia?

Compromiso semanal

Trata de dar testimonio de Jesucristo a los demás. Trata de ser una luz para alguien que tú sepas que lo necesita.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Hechos 5, 12-16. Crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.

A través de “signos y prodigios” los Apóstoles irradian el Espíritu de Pentecostés, continúan la obra de Jesús y manifiestan que el día del Señor ha llegado. La lectura señala el aumento de los que se unen a la comunidad por su fe en el Señor. Semejantes prodigios producen admiración, pero invitan a la conversión. Hay una continuidad salvífica entre Jesús y la Iglesia: la misma actividad salvadora de Jesús, la realiza ahora la Iglesia.

Salmo 117, 2-4. 22-27. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Este salmo, compuesto para una procesión de acción de gracias ante una victoria, tiene su más plena realización para cantar la victoria pascual: el triunfo del Señor sobre el pecado y la muerte inaugura para toda la humanidad como una gran procesión de retorno al Reino: Cristo ha llegado ya a la gloria del Padre y está sentado a su derecha; la Iglesia, que le sigue con esperanza de participar también en este triunfo, canta también jubilosa: “no me entregó a la muerte, ha sido un milagro patente”.

2ª lectura: Apocalipsis 1, 9-13. 17-19. Estaba muerto, y ya ves, vivo por los siglos de los siglos.

San Juan está desterrado en la isla de Patmos por ser fiel al Señor. Un domingo, el día del Señor, oye una voz que le manda escribir a las iglesias. Jesús aparece como Juez. Las iglesias están en su mano: Él las protege y gobierna. A pesar de su majestad, Jesucristo no quiere infundir temor, sino confianza: ha resucitado y puede dar vida, incluso a los muertos. Está presente en los acontecimientos del mundo. El Señor de la Iglesia pasa por en medio de sus comunidades. Les exige fidelidad; las sostiene en su mano y las alienta, con la esperanza de la promesa que les tiene preparada. El mismo Señor habla hoy a nuestra fe. Sólo Él puede decir con verdad: no temas, porque Yo estoy contigo.

Evangelio: Juan 20, 19-31. A los ocho días, llegó Jesús.

Jesús se aparece a los discípulos. Con el hecho de mostrar las manos y el costado Juan quiere subrayar que se trata del mismo Jesús. El crucificado está vivo para siempre en medio de ellos. Tomás había dudado. Jesús le hace ver que está vivo. La respuesta de Tomás es sorprendente: Señor y Dios son los títulos con los que la Escritura llama a Dios. Así, Juan empieza y termina su evangelio proclamando que la Palabra, Jesús, es Dios. Jesús concluye enseñando que la fe no deberá fundarse en la vista sino en el testimonio de los que vieron. En adelante los cristianos serán dichosos cuando entren en comunión con Cristo por la fe, una fe basada en el testimonio de quienes vieron. Nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 16
San Vicente Ferrer
Hch 4, 23-31 Al terminar la oración los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la Palabra de Dios.
Sal 2, 1-9 Dichosos los que se refugian en el Señor.
Jn 3, 1-8 Jesús contestó a Nicodemo: te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Haz una obra de caridad
Martes 17 Hch 4, 32-37 En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común.
Sal 92, 1-2.5 El Señor reina, vestido de majestad.
Jn 3, 11-15 Nadie ha subido al cielo, a no ser el que vino de allí, el Hijo del hombre.
Reza por los enfermos
Miércoles 18 Hch 5, 17-26. Los hombres que encarcelasteis están en el templo.
Sal 33. Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha.
Jn 3, 16-21. Dios mandó su Hijo para que el mundo se salve por Él.
Reza por los que rechazan la luz
Jueves 19 Hch 5, 27-33 Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Sal 33, 2.9.17-20 Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha.
Jn 3, 31-36 El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea en el Hijo, no verá la vida.
Reza por los alejados
Viernes 20 Hch 5, 34-42 Los apóstoles no dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.
Sal 26, 1.4.13-14 Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
Jn 6, 1-15 Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió.
Reza por los que no tienen trabajo
Sábado 21
San Anselmo
Hch 6, 1-7 La Palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de los discípulos.
Sal 32, 1-15.18-19 Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros.
Jn 6, 16-21 Jesús se acercó a la barca caminando sobre el lago.
Medita el evangelio de hoy
Domingo 22
3º de Pascua
Hch 5, 27b-32.40b-41 Nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen somos testigos de todo esto.
Sal 29, 2.4-6.11-13 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Ap 5, 11-14 Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder por los siglos.
Jn 21, 1-19 El discípulo a quien Jesús tanto quería le dijo a Pedro: ¡Es el Señor!
Reza por tu familia y por la parroquia


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