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31 agosto 2007

Domingo 2 de septiembre

DOMINGO XxIi DEL TIEMPO ORDINARIO
2 de septiembre de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29

Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad
y te querrán más que al hombre generoso.

Hazte pequeño en las grandezas humanas,
y alcanzarás el favor de Dios;
porque es grande la misericordia de Dios,
y revela sus secretos a los humildes.

No corras a curar la herida del cínico,
pues no tiene cura,
es brote de mala planta.

El sabio aprecia las sentencias de los sabios,
el oído atento a la sabiduría se alegrará.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 116, 1. 2 (R/.: Mc 16, 15)

R/. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.

Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R/.

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.

Derramaste en tu heredad,
oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios,
preparó para los pobres. R/.

Segunda lectura
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a

Hermanos:

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.

Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Palabra de Dios.

Aleluya

Cargad con mi yugo y aprended de mí —dice el Señor—,
que soy manso y humilde de corazón.

EVANGELIO
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:

— «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:

“Cédele el puesto a éste.”

Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:

“Amigo, sube más arriba.”

Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Y dijo al que lo había invitado:

— «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido

Vivimos en una sociedad que nos enseña a aparentar lo que no somos, a lucir lo que no podemos, a querer situarnos por encima de los demás, a valorar a los demás por lo que tienen y no por lo que son, a despreciar a los pobres y pequeños.

Es una de las consecuencias lógicas de la sociedad materialista, relativista y hedonista en que vivimos. El orgullo, la autosuficiencia, el afán por los primeros puestos es la moneda corriente en nuestro mundo. Vivir así es vivir desde la mentira y la hipocresía.

La Palabra de Dios hoy nos propone la humildad como una actitud esencial para poder ser amigos de Dios. La humildad es la condición de posibilidad de la fe: sólo los humildes descubren a Dios, porque se sienten necesitados de Él y le buscan, y, como le buscan con sinceridad, le encuentran. Por eso, el Señor se resiste a los soberbios y se manifiesta a los humildes.

Además, el que vive desde la humildad, está lleno de Dios y le sobran todas las vanidades y grandezas humanas (¡!). Las grandezas humanas son tan efímeras que no merecen ser antepuestas a la grandeza de Dios.

Es necesario aprender a ser sabio ante Dios y no ante los hombres. Por ello, la Palabra de Dios nos invita a huir de toda la hipocresía social, de querer ocupar los primeros puestos en la sociedad y en la Iglesia, de querer quedar bien con todos, de querer aparentar, de querer relacionarnos con los poderosos, de querer tener "prestigio social". Todo ello es fruto del orgullo y la soberbia, y Dios nos quiere pequeños y humildes.

Se trata de ver las cosas desde Dios y no desde los hombres. Para Dios son al revés que para nosotros. Los que muchas veces ocupan los primeros puestos delante de los hombres, ocupan los últimos ante Dios. Y los que muchas veces son marginados y rechazados por los hombres (pobres, enfermos, ancianos, niños no nacidos...) ocupan el primer puesto delante de Dios.

La humildad es una virtud del Reino de Dios. La humildad no consiste en negar los dones que tenemos, sino en reconocer que todo don viene de Dios. En cambio, la soberbia, el orgullo, el afán de los primeros puestos, la autosuficiencia, el creerse algo, no tiene lugar en el banquete del Reino. Hacerse pequeño en las grandezas humanas es alcanzar a Dios.

El humilde es la tierra buena en la que la semilla de la Palabra de Dios puede arraigar y dar mucho fruto. ¿Cómo está tu corazón? ¿Cuáles son tus deseos, tus ambiciones? ¿Cómo estás de humildad? Revisa tu vida y plantéate tomar en serio el ser humilde. ¡Vale la pena!

Compromiso semanal

Revisa tu vida. Piensa en las actitudes hipócritas que encuentres en ella y pídele al Señor el don de la humildad.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29. Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios.

Una expresión del temor de Dios en el hombre es el comportamiento humilde con los demás hombres. La humildad se gana el favor de Dios y el amor de los hombres. Es una virtud religiosa y también humana. Por debilidad humana, los socialmente encumbrados están más expuestos a los embates de la soberbia. Por eso, cuando más encumbrado esté uno, más debe humillarse. El corazón del soberbio, replegado en sí mismo, está herido de muerte; el corazón en donde habita la sabiduría de Dios está siembre abierto a las insinuaciones del bien y las recibe con gozo.

Salmo 67, 4-7. 10-11. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.

Humildad y sencillez son también bienaventuranza, porque preparan para recibir el reino de los cielos. Los pobres son dichosos y se alegran con la promesa y la bondad del Señor. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, y ha escondido estas cosas a los que se creen sabios y entendidos, revelándolas, en cambio a la gente sencilla.

2ª lectura: Hebreos 12, 18-19. 22-24a. Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo.

La lectura establece un profundo contraste entre la experiencia de Israel en el Sinaí y la experiencia cristiana de la alianza. En ella no hay nada terreno, terrible, impresionante. Todo es personal, cercano, íntimo. Todo gozo, alegría, armonía, paz, bienestar, felicidad. Hemos obtenido por el bautismo un acercamiento real al monte Sión verdadero, es decir, a Dios mismo.

Evangelio: Lucas 14, 1. 7-14. El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

Quien quiera entrar en el Reino ha de hacerse pequeño, no tener pretensiones de ser justo. La verdadera grandeza es la que tenemos ante Dios. Además, frente al orgullo y el interés personal, Jesús proclama que la humildad es uno de los valores del Reino, al igual que la generosidad con los pobres, que debe tener como trasfondo el desinterés del que da a sabiendas de que muchas veces no será correspondido.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 3
San Gregorio Magno
1 Ts 4, 13-18 A los que han muerto, Dos los llevará con él.
Sal 95, 1-13 El Señor llega regir la tierra.
Lc 4, 16-30 El Espíritu del Señor está sobre mí
Reza por los que no creen.
Martes 4 1 Ts 5,1-6.9-11 Murió por nosotros para que vivamos con él.
Sal 26,1.4.13-14 Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Lc 4,31-37 Sé quien eres: el Santo de Dios.
Reza por los enfermos del cuerpo y del alma
Miércoles 5 Col 1,1-8 El mensaje de la verdad ha llegado a vosotros y al mundo y al mundo entero.
Sal 51,10-11 Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás.
Lc 4,38-44 También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.
Reza por los alejados de la Iglesia
Jueves 6 Col 1,9-14 Nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.
Sal 97,2-6 El Señor da a conocer su victoria.
Lc 5,1-11 Dejándolo todo, le siguieron.
Reza por las vocaciones sacerdotales y religiosas
Viernes 7 Col 1,15-20 Todo fue creado por Él y para Él.
Sal 99,2-5 Entrad en la presencia del Señor con vítores.
Lc 5,33-39 Llegará el día en que se llevarán al novio, y entonces ayunarán.
Haz una obra de caridad
Sábado 8
La Natividad de la Santísima Virgen
Mi 5,2-5a o Ro 8,28-30 A los que predestinó, Dios los llamó.
Sal 12,6 Desbordó de gozo en el Señor.
Mt 1,1-16.18-23 La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
Pídele a la Virgen aquello que más necesites
Domingo 9
23º del Tiempo Ordinario
Sb 9,13-19 ¿Quién rastreará las cosas del cielo, quién conocerá tu designio si tú no le das sabiduría enviando tu Santo Espíritu?
Sal 89,3-6.12-17 Señor, tú has sido nuestro refugio.
Flm 9b-10.12-17 Recibe a Onésimo como hermano querido.
Lc 14,25-33 Quien no renuncia a todos sus bienes y quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Reza por tu familia y por la parroquia


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