Páginas

10 marzo 2008

Domingo 16 de marzo

DOMINGO de ramos EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
16 de marzo de 2008 (ciclo A, año par)



Primera lectura
No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado

Lectura del libro de Isaías 50, 4-7

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído.

Y yo no resistí ni me eché atrás:
ofrecí la espalda a los que me apaleaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.

El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme, se burlan de mí, hacen visajes,
menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R/.

Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R/.

Segunda lectura
Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios

Aclamación antes del Evangelio
Flp 2, 8-9

Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».

EVANGELIO

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-27, 66

C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. - «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. - «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él contestó
+ - «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ - «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. - «¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
+ - «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido. »
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. - «¿Soy yo acaso, Maestro?»
C. Él respondió:
+ - «Tú lo has dicho.»
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ - «Tomad, comed: esto es mi cuerpo.»
C. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio, diciendo:
+ - «Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.»
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
C. Entonces Jesús les dijo:
+ - «Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»
C. Pedro replicó:
S. - «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»
C. Jesús le dijo:
+ - "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces."
C. Pedro le replicó:
S. - «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.»
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.
C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ - «Sentaos aquí, mientras voy a orar.»
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces dijo:
+ - «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ - «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
+ - «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil. »
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ - «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras.
Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ -«Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. - «Al que yo bese, ése es; detenedlo.»
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. - «¡Salve, Maestro!»
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ - «Amigo, ¿a qué vienes?»
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote.
Jesús le dijo:
+ - «Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ - «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
C. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
S. - «Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. - «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. - «Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ -«Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. - «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y ellos contestaron:
S. - «Es reo de muerte.»
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. - «Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. - «También tú andabas con Jesús el Galileo.»
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
S. - «No sé qué quieres decir.»
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. -«Éste andaba con Jesús el Nazareno. »
C. Otra vez negó él con juramento:
S. - «No conozco a ese hombre.»
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. - «Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. - «No conozco a ese hombre.»
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
C. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.
C. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
S. - «He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»
C. Pero ellos dijeron:
S. - «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. - «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta:
«Y tomaron las treinta monedas de plata,
el precio de uno que fue tasado,
según la tasa de los hijos de Israel,
y pagaron con ellas el Campo del Alfarero,
como me lo había ordenado el Señor.»
C. Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. - «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ -«Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. - «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. - «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. - «No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.
El gobernador preguntó:
S. - «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos dijeron:
S. - «A Barrabás.»
C. Pilato les preguntó:
S. - «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron todos:
S. - «Que lo crucifiquen.»
C. Pilato insistió:
S. - «Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. - «¡Que lo crucifiquen! »
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. - «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el pueblo entero contestó:
S. -«¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
C. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. - «¡ Salve, rey de los judíos!»
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.
C. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. - «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. - «A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
C. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ - «Elí, Elí, lamá sabaktaní. »
C. (Es decir:
+ -«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. - «A Elías llama éste.»
C. Uno de ellos fue corriendo; enseguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber.
Los demás decían:
S. - «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos.
El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. - «Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
C. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro.
C. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. - «Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»
C. Pilato contestó:
S. - «Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

Palabra del Señor



COMENTARIO

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Bendito el que viene en nombre del Señor

Vamos a celebrar en estos días santos el misterio pascual de nuestro Señor Jesucristo. Se van a cumplir los deseos ardientes de Jesús. Los de comer la Pascua con sus discípulos, los de beber el cáliz preparado... Nos disponemos a celebrar provechosamente este misterio, no sólo desde fuera, como el que ve un espectáculo, sino desde dentro, compenetrándonos con los sentimientos de Cristo, muriendo su misma muerte, para poder resucitar con él "y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos".

Vamos a recordar la historia más dolorosa y más hermosa. Pero recordar es poco. Es mejor acercarse, compenetrarse, revivir. Revivir sus sentimientos, sus pensamientos y sus actitudes. Revivir los padecimientos de Cristo, sufriendo en mi carne lo que falta a la Pasión. Revivir su paciencia, su obediencia, su generosidad, su perdón, todo su amor.

El Domingo de Ramos inaugura la Semana Santa. En este día la Iglesia celebra la entrada de Cristo en Jerusalén para realizar su misterio pascual. Jesús es presentado en los evangelios como el Rey-Mesías que entra y toma posesión de su ciudad.

En la procesión del domingo de Ramos nos unimos a la multitud de los discípulos que, con gran alegría, acompañan al Señor en su entrada en Jerusalén. Como ellos, alabamos al Señor aclamándolo por todos los prodigios que hemos visto. La procesión es, ante todo, un testimonio gozoso que damos de Jesucristo, en el que se nos ha hecho visible el rostro de Dios y gracias al cual el corazón de Dios se nos ha abierto a todos (Benedicto XVI, Homilía en el Domingo de Ramos 2007).

Jesús ha muerto por nosotros. Su muerte es un acto de servicio, de amor, de entrega. Jesús ha cargado con el pecado de todos, se ha sentido solidario de la suerte de toda la humanidad.

La PASIÓN es expresión de la voluntad del Padre. La muerte de Cristo se interpreta como un acto supremo de obediencia al Padre. La muerte de Cristo adquiere un valor salvador, y culmina con su Resurrección.

En la primera lectura contemplamos la figura del SIERVO DE YAHVE, siervo que tiene el dolor de toda creatura, pero también la confianza que ilumina el sufrimiento. El mensaje que anuncia es Él mismo. Quiere ser palabra de aliento para todos los abatidos. Dios está en el sufrimiento con el siervo, y siervos de Dios son todos los que sufren y escuchan el sentido de su sufrimiento. En ellos se redime el dolor.

La segunda lectura nos hace penetrar con profundidad en el misterio de la redención. Nos presenta al Cristo humilde y pobre, al Cristo que pudo salvar a la humanidad desde la plataforma de la gloria, pero prefirió compartir la tragedia humana para salvar a los hombres desde dentro de la historia.

La solemne lectura de la Pasión es lo más característico de la liturgia de hoy. La Pasión de Cristo es la máxima expresión de su amor a nosotros y de su obediencia al Padre. Por eso, la muerte de Cristo tiene un valor salvador que culmina en la Resurrección.

Compromiso semanal

Vive al máximo estos días intensos que hoy comenzamos. Aprovecha al máximo todas las celebraciones y todos los momentos de oración para tu crecimiento en la fe. Procura encontrarte de verdad con Cristo, muerto y resucitado por ti, que, desde la Cruz, te invita a seguirle y, como él, a morir cada día para llegar a la gloria.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Isaías 50, 4-7. No oculté el rostro a salivazos y sé que no quedaré avergonzado.

Esta lectura es el tercer cántico del Siervo del Señor. Yahvé capacita al siervo para cumplir su misión como consolador de los abatidos. El está siempre a la escucha de lo que Dios habla, dispuesto siempre a cumplir su voluntad, aunque esto le acarree dolores y ultrajes. Expresa su confianza amorosa en Yahvé, que le ayuda a soportar esos dolores. Al final, esa confianza salva al Siervo y le da la victoria sobre sus enemigos, aunque sea a través de la muerte.

Salmo 21. Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Este salmo brota de la experiencia de un profundo sufrimiento iluminado por la revelación. Jesús crucificado oró con las palabras del salmo, después que los soldados se repartieron sus vestidos y las autoridades judías se burlaron de él. Lo cumplió al pie de la letra. Experimentó el abandono de Dios. Pero Dios lo escuchó y lo resucitó. Al orar con este salmo tenemos presente el relato del Siervo doliente de Yahvé (primera lectura) y la Pasión de Jesús (evangelio). Nos unimos, también, a todos los hombres que sufren, y pedimos que nos llegue pronto a todos la alegría definitiva.

2ª lectura: Filipenses 2, 6-11. Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo.

San Pablo nos introduce en lo profundo del misterio de Dios y de su salvación. Dios ha tomado posesión efectiva de su obra y se la ha reconciliado consigo en Jesucristo, el "pobre", el anonadado. Cristo, "despojado de su rango divino", "se vació de sí mismo", "se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz. Jesucristo crucificado es la revelación del corazón mismo de Dios a los hombres. Es un profundo misterio que nos desconcierta. La Iglesia tiene la misión de hacer presente en el mundo la obra de redención de Jesús, el Siervo por excelencia. Para cumplirla, está llamada a comportarse como Jesús, el Siervo. Luchará constantemente por despojarse de toda autosuficiencia y desprenderse de todo poder y prestigio humanos. Buscará únicamente el apoyo y la protección de Dios. Le va en ello la propagación del Evangelio. Cristo es Señor a través de la humillación de la cruz. Puedes leer 2 Corintios 8, 9.

Evangelio: Mateo 26, 14-27, 66. Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

En el relato de la Pasión del Señor, san Mateo nos presenta a Jesús inmolado como cordero pascual, realizando así la liberación de los hombres, la nueva alianza que sustituye a la de Moisés en el Sinaí, conmemorada en la Pascua judía. La sangre de Cristo -su sacrificio- sella esta nueva alianza. Y de este sacrificio han de comer todos los que participan de la Alianza. Puedes leer Éxodo 12, 14-20 y 1 Pedro 3, 18-22.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes Santo, 17 Is 42, 1-7. No gritará, no voceará por las calles.
Sal 26, 1-3. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación.
Jn 12, 1-11. Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
Haz una obra de caridad
Martes Santo, 18 Is 49, 1-6. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Sal 70, 1-6. 15.17. Mi boca contará tu salvación, Señor.
Jn 13, 21-33. 36-38. Uno de vosotros me va a entregar…
Reza, pidiéndole al Señor la luz
Miércoles Santo, 19 Is 50, 4-9. No me tapé el rostro ante ultrajes.
Sal 68, 8-34. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.
Mt 26, 14-25. El Hijo del hombre se va; pero, ¡ay del que lo entrega!
Revisa tu vida a la luz del Evangelio de hoy
Jueves Santo, 20 Ex 12, 1-8. 11-14. Prescripciones sobre la cena pascual.
Sal 115, 12-18. El cáliz que bendecimos es la comunión en la sangre de Cristo.
1 Co 11, 23-26. Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz proclamáis la muerte del Señor.
Jn 13, 1-15. Los amó hasta el extremo.
Participa en la Eucaristía de hoy
Viernes Santo de la Pasión del Señor, 21 Is 52, 13-53, 12. El fue traspasado por nuestras rebeliones.
Sal 30, 2.6.12-17.25. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Hb 4, 14-16; 5, 7-9. Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación.
Jn 18, 1-19, 42. Mi reino no es de este mundo.
Participa en los Oficios de hoy
Vigilia Pascual, 22 Gn 1, 1-2.2. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Sal 103, 1-35. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Gn 22, 1-18. El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Sal 15, 5.8-11. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Is 54, 5-14. Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.
Sal 29, 2.4-6.11-13. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Is 55, 1-11. Venid a mí y viviréis, sellaré con vosotros alianza perpetua.
Sal Is 12, 2-6. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Ba 3, 9-15. 32-4, 4. Caminad a la claridad del resplandor del Señor.
Sal 18, 8-11. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Ex 36, 16-28. Os daré un corazón nuevo.
Sal 41, 3.5; 42, 3.4. Mi alma te busca a ti, Dios mío.
Rm 6, 3-11. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.
Sal 117, 1-2.16-17.22-23. Aleluya, aleluya, aleluya.
Mt 28, 1-10. Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea.
Participa en la Vigilia Pascual
Domingo
de Pascua de Resurrección 23
Hch 10, 34a. 37-43. Hemos comido y bebido con él después de la resurrección.
Sal 117, 1-23. Este es el día en que actuó el Señor.
Col 3,1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
Jn 20, 1-9. El había de resucitar de entre los muertos.
Haz oración por tu familia y por tu parroquia


No hay comentarios: