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05 marzo 2008

Domingo 9 de marzo

DOMINGO V DE cuaresma
9 de marzo de 2008 (ciclo A, año par)



Primera lectura
Os infundiré mi espíritu, y viviréis

Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 12-14

Así dice el Señor:
- «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel.
Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor.
Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.»
Oráculo del Señor.

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8

R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito,
Señor; Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quien podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R/.

Segunda lectura
El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-11

Hermanos:

Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.

Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Palabra de Dios

Aclamación antes del Evangelio
Jn 11, 25a. 26

Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-;
el que cree en mí no morirá para siempre.

EVANGELIO
Yo soy la resurrección y la vida

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 1-45

En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro.

Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: - «Señor, tu amigo está enfermo.»

Jesús, al oírlo, dijo: - «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: - «Vamos otra vez a Judea.»

Los discípulos le replican: - «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí? »

Jesús contestó: - «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.»

Dicho esto, añadió: - «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.»

Entonces le dijeron sus discípulos: - «Señor, si duerme, se salvará.»

Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural.

Entonces Jesús les replicó claramente: - «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa.»

Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: - «Vamos también nosotros y muramos con él.»

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: - «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá. »

Jesús le dijo: - «Tu hermano resucitará.»

Marta respondió: - «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»

Jesús le dice: - «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»

Ella le contestó: - «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: - «El Maestro está ahí y te llama.»

Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: - «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.»

Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó: - «¿Dónde lo habéis enterrado?»

Le contestaron: - «Señor, ven a verlo.»

Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: - «¡Cómo lo quería!»

Pero algunos dijeron: - «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»

Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.

Dice Jesús: - «Quitad la losa.»

Marta, la hermana del muerto, le dice: - «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»

Jesús le dice: - «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»

Entonces quitaron la losa.

Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: -«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»

Y dicho esto, gritó con voz potente: -« Lázaro, ven afuera.»

El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: - «Desatadlo y dejadlo andar.»

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra del Señor



COMENTARIO

Cristo es la vida

En estos tres últimos Domingos de Cuaresma hemos escuchado los tres evangelios de las catequesis bautismales de la iglesia antigua. Son la respuesta a tres grandes interrogantes del hombre: la insatisfacción, la oscuridad y la muerte. Frente a estos tres grandes interrogantes que preocupan al hombre de todos los tiempos, la Palabra de Dios viene a darnos la respuesta: Jesucristo es la fuente de agua viva capaz de calmar nuestra sed, Jesucristo es la luz del mundo, y Jesucristo es la resurrección y la vida.

Este es el gran mensaje de la Palabra de Dios que proclamamos hoy: Jesucristo es la resurrección y la vida. La realidad de la muerte ha sido siempre un problema que ha preocupado al hombre. El hombre ha vivido siempre la realidad de la muerte con angustia, porque el hombre es el único ser que sabe que tiene que morir y porque en su interior tiene un deseo profundo de inmortalidad, un deseo profundo de perpetuar su vida. Este deseo parece oscurecerse y contradecirse por la realidad cierta de la muerte.

Sin embargo, en medio de tanta oscuridad y angustia, brilla la luz de la Palabra de Dios. El mensaje de hoy es claro: Jesucristo es la resurrección y la vida. Con la resurrección de Lázaro Jesucristo nos anuncia que Dios es Dios de vivos y que quiere la vida del hombre. Vida que no es sólo para ochenta o cien años. Dios nos ama tanto que no podía crearnos para tan poco tiempo: la vida a la que Dios nos llama no tiene fin, es la vida eterna.

Por ello, la Palabra de Dios que proclamamos hoy nos llena de alegría y esperanza porque anuncia el cumplimiento de uno de los deseos más profundos del hombre: el deseo de vivir para siempre.

Y, además, la Palabra de Dios nos anima a luchar por conseguir esa vida eterna. San Pablo nos recuerda que debemos vivir según el espíritu, no según la carne. La vida según la carne es la de aquellos que viven guiados por sus instintos, por sus apetencias, y se apartan de la Palabra de Dios. La vida según el espíritu es la de aquellos que tratan de vivir según la voluntad de Dios, la vida de aquellos que se esfuerzan por ser fieles a Dios.

Debemos vivir a la luz de la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia para alcanzar esa vida que Dios nos promete. ¿Cómo está tu vida? ¿Vives según los deseos de la carne o según los deseos del espíritu? ¿Luchas por alcanzar la vida eterna?

¿Te das cuenta de lo que te anuncia Jesucristo? ¡Vale la pena luchar! ¡Vale la pena seguirle! El es el camino, la meta es la vida en la gloria junto a Dios para siempre. ¡Animo! ¡Lucha! ¡De nada sirve ganar el mundo entero si pierdes la vida eterna!

Compromiso semanal

Haz el examen de conciencia y procura reconciliarte con Dios y con tus hermanos por medio del Sacramento de la Penitencia.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Ezequiel 37, 12-14. Os infundiré mi espíritu y viviréis.

La visión de los huesos resucitados es una vibrante profecía plástica de la restauración de Israel. El pecado del pueblo y del individuo es la muerte anticipada, como huida de Dios, fuente de vida. El destierro que está sufriendo Israel es la muerte más trágica, el desaliento, el fin. Pero el Dios omnipotente va a crear de nuevo la vida infundiendo su espíritu. La restauración será así un resurgir glorioso, un triunfo sobre la muerte: es la vuelta del destierro. Pero esta visión trasciende hacia la re-creación mesiánica. Los elementos de la visión preparan también la doctrina de la resurrección de la carne.

Salmo 129. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Como Ezequiel en Babilonia anunció la resurrección de Israel, así la Iglesia cristiana desde el abismo de su miseria clama al Señor, de quien viene la salvación. La bondad con que Dios perdonó a su pueblo en el destierro, da una gran confianza a todos los que sufren. El salmo es un grito de arrepentimiento y de esperanza.

2ª lectura: Romanos 8, 8-11. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.

Los que viven en la carne son los que regulan su existencia según sus apetencias naturales, según sus instintos. Una vida semejante está abocada a la muerte. El que ha recibido la justificación posee un principio interno de vida que es el Espíritu. Por causa del pecado el cuerpo está abocado a la muerte física y es instrumento de muerte espiritual; pero el Espíritu es vida, fuerza de resurrección. La resurrección de los cristianos está en estrecha dependencia de la de Cristo. Y el Padre les resucitará a su vez por el mismo poder y el mismo don del Espíritu. Esta transformación se prepara desde ahora en una vida nueva que hace de ellos hijos a imagen del Hijo. Esta incorporación a Cristo se realiza por la fe y el bautismo. Puedes leer 1 Juan 2, 15-17.

Evangelio: Juan 11, 1-45. Yo soy la resurrección y la vida.

La resurrección de Lázaro es otra gran "señal" del Evangelio de san Juan. De los varios símbolos que usa Juan para expresar los bienes que Cristo comunica a los que creen en él, aquí surge el de la "Vida", plasmado en la resurrección. Jesucristo es la resurrección y la vida: el que cree en Él no morirá para siempre. La vida y la muerte tienen un nuevo sentido cuando se cree en Cristo y en el poder que ha recibido de comunicar una vida sin término a quienes tienen fe en Él. El milagro es el signo anticipado de lo que Jesús hará cuando sea glorificado.
Una vez más, el milagro divide a los hombres. Los enemigos reciben muy mal la noticia. El milagro desencadena la terrible decisión de matarle. Jesús será condenado a muerte por dar la vida. Los que no quieren creer, ni con milagros se convencen. Puedes leer Isaías 49, 8-15.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 10 Dn 13, 1-9. 15-17.19-30.33-62. Dios salva a los que esperan en él.
Sal 22, 1-6. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días..
Jn 8, 1-11. Anda, y en adelante no peques más.
Revisa si estás juzgando o condenando a alguien
Martes 11 Nm 21, 4-9 Haz una serpiente y colócala en un estandarte; los mordidos de la serpiente quedarán sanos al mirarla.
Sal 101, 2-3.16-21 Señor: escucha mi oración.
Jn 8, 21-30 Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que Yo soy.
Haz una obra de caridad
Miércoles 12 Dn 3, 14-20. 91-92.95. Dios premia su fidelidad librándoles de las llamas.
Sal Dn 3, 52-56. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Jn 8, 31-42. La verdad os hará libres.
Reza por los que rechazan a Cristo
Jueves 13 Gn 17, 3-9 Cumpliré mi pacto contigo.
Sal 104, 4-9 El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Jn 8, 51-59 Quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.
Reza por los cristianos perseguidos
Viernes 14 Jr 20, 10-13. El Señor está conmigo, como fuerte soldado.
Sal 17, 2-7. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.
Jn 10, 31-42. Quieren apedrear a Jesús, porque dice que es Dios.
Visita a algún enfermo
Sábado 15
San José, esposo de la Virgen María
2S 7, 4-5. 12-14.16. El Señor Dios le dará el trono de David su padre.
Sal 88, 2-5.27.29. Su linaje será perpetuo.
Rm 4, 13.16-18.22. Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza.
Mt 1,16.18-21. 24. José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Reza por la Iglesia universal
Domingo 16:
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
Mt 21, 1-11. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Is 50, 4-7. No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
Sal 21, 8-9. 17-20. 23-24. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Flp 2, 6-11. Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo.
Mt 26, 14-27-66. ¿Dónde quieres que te preparemos la Pascua? Crucificaron con él a dos bandidos.
Haz oración por tu familia y por tus amigos


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