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26 diciembre 2009

Domingo 27 de diciembre


domingo de LA SAGRADA FAMILIA
27 de diciembre de 2009  (ciclo B, año par)







Primera lectura
El que teme al Señor honra a sus padres
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14
Dios hace al padre más respetable que a los hijos
y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.
El que honra a su padre expía sus pecados,
el que respeta a su madre acumula tesoros;
el que honra a su padre se alegrará de sus hijos
y, cuando rece, será escuchado;
el que respeta a su padre tendrá larga vida,
al que honra a su madre el Señor lo escucha.

Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre,
no lo abandones mientras vivas;
aunque chochee, ten indulgencia,
no lo abochornes mientras vivas.

La limosna del padre no se olvidará,
será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 127, 1-2. 3. 4-5 (R/.: cf. 1)

R/. Dichosos los que temen al Señor
     y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura
La vida de familia vivida en el Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios.
Aleluya
Col 3, 15a. 16a

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón;
la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.

EVANGELIO
Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
— «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contesto:
— «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que queda decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.




COMENTARIO
Familia, buena noticia
            En este domingo, que sigue al Nacimiento del Señor, celebramos con alegría a la Sagrada Familia de Nazaret. El contexto es el más adecuado, porque la Navidad es por excelencia la fiesta de la familia.
Jesús quiso nacer y crecer en una familia humana; tuvo a la Virgen María como madre; y san José le hizo de padre. Ellos lo criaron y educaron con inmenso amor. La familia de Jesús merece de verdad el título de "santa", porque su mayor anhelo era cumplir la voluntad de Dios, encarnada en la adorable presencia de Jesús.
Por una parte, es una familia como todas las demás y, en cuanto tal, es modelo de amor conyugal, de colaboración, de sacrificio, de ponerse en manos de la divina Providencia, de laboriosidad y de solidaridad; es decir, de todos los valores que la familia conserva y promueve, contribuyendo de modo primario a formar el entramado de toda sociedad.
Sin embargo, al mismo tiempo, la Familia de Nazaret es única, diversa de todas las demás, por su singular vocación vinculada a la misión del Hijo de Dios. Precisamente con esta unicidad señala a toda familia, y en primer lugar a las familias cristianas, el horizonte de Dios, el primado dulce y exigente de su voluntad y la perspectiva del cielo al que estamos destinados (cf. Benedicto XVI, Ángelus, 28-12-2008).
 La Palabra de Dios nos invita a iluminar nuestras familias, para descubrir si son auténticas familias y si son verdaderamente cristianas.
A veces nos encontramos con familias que, lejos de ser comunidades de vida y amor, son comunidades de servicios, "hoteles" en los que no hay una verdadera vida entre sus miembros, sino solamente una satisfacción de las necesidades de todos y un "pacto de no agresión" para que cada uno pueda hacer lo que le apetezca sin “molestar” a los demás. ¿Es eso una familia? Ciertamente, no.
La familia ha de ser una comunidad de vida y amor en la que la comunicación entre sus miembros sea rica, y se viva de verdad, una auténtica unión entre todos. La celebración de hoy nos invita a descubrir qué es una familia cristiana: aquella que se construye sobre el Señor y se apoya en los valores auténticamente cristianos: es aquella en la que,
     Los esposos, varón y mujer, viven verdaderamente unidos, se aman y se entregan hasta dar la vida, con unos ideales y metas comunes, basados en el Evangelio; se esfuerzan por superarse cada día y dialogan constantemente para crecer y madurar en el amor. Y tratan de superar las tensiones y conflictos que se puedan producir, mediante el diálogo, el perdón, la misericordia y la corrección fraterna, excluyendo siempre el recurso a cualquier tipo de violencia, tanto física como psicológica.
     Los esposos viven abiertos a la vida, y no rechazan el tener hijos, sino que los acogen con alegría como un don de Dios, como un regalo, aceptando el sacrificio que supone y entregándose con generosidad. Y por ello, se sienten llamados no a formar una pareja, sino a formar una familia.
     Los esposos, como padres, se esfuerzan por educar verdaderamente a sus hijos, desde pequeños, les dedican tiempo, y tratan de transmitirles los valores humanos y cristianos, dándoles ellos mismos testimonio con el ejemplo de su vida.
     Los hijos se respetan entre sí como hermanos, aceptan la autoridad de sus padres -a pesar de sus fallos- y tienen una actitud de colaboración e interés por los problemas de la familia.
     Los ancianos se encuentran verdaderamente acogidos y tratados con la dignidad que se merecen, aunque sus achaques y enfermedades sean una “carga” que hay que llevar con cariño y generosidad.
     Haya un verdadero ambiente cristiano en el que se dialogue, se rece, se transmitan, de palabra y de obra, los auténticos valores cristianos, a pesar de las influencias negativas de la sociedad.
     Se busque entre todos el bien común, el bien de toda la familia. Y se haga lo posible por parte de todos por estar juntos, por dialogar, por rezar... Y meditar aquello  de que el quiere hacer algo busca medios, el que no quiere hacer nada busca excusas.
La familia que el Señor te ha dado -a pesar de todos los pesares- es un gran regalo que Él te ha concedido. ¡Da gracias a Dios cada día por tu familia! ¡Reza por ella! ¡Cuídala! Y ten una actitud positiva no egoísta: no estés pensando lo que ellos tienen que darte: piensa qué es lo que puedes y tienes que hacer para que todo vaya mejor. En la medida que pienses menos en tí y trates de vivir para los que te rodean sean felices, todo será mucho más fácil y tú serás mucho más feliz.

Compromiso semanal
Haz oración por tu familia, y plantéate qué es lo que el Señor te pide que hagas para que tu familia sea más familia y más cristiana. Intenta dar testimonio viviendo cristianamente estos días, especialmente en fiestas como Nochevieja.

La Palabra del Señor, luz para cada día
Primera Lectura: Eclesiástico 3, 2-6.12-14. El que teme al Señor honra a sus padres.
                    El cuarto mandamiento de la Ley de Dios tiene aquí su comentario. Temer a Dios no es independiente de honrar a los padres. Honrar es respetar, ayudar, no avergonzarse, tener paciencia. Quien así obra obtiene la bendición de sus padres y de Dios. Expía sus pecados, garantiza la vida dichosa, la salvación. De esta forma da ocasión a que la fidelidad de Dios se manifieste. Por el contrario, quien desprecia a su padre es considerado como un blasfemo.
          Puedes leer Efesios 6, 1-3
Salmo 127, 1-5.¡Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos!
            Este salmo expresa el deseo de que Dios bendiga a quienes le temen. La bendición alcanza las realidades de la vida concreta: el fruto del trabajo, la familia numerosa, la vida pacífica.
Segunda Lectura: Colosenses 3, 12-21. La vida de familia vivida en el Señor.
          La vida familiar del cristiano debe estar presidida por el amor, que no es un sentimiento de simpatía, sino dar la vida. La paz de Cristo ha de ser el árbitro que dirima los conflictos ordinarios de la vida familiar buscando que no se rompa la unidad. La Palabra de Cristo debe ser la luz que ilumine el estilo de vida y las situaciones concretas de cada familia.
          Puedes leer 1 Corintios 13 y  Romanos 13, 8-10.
Evangelio: Lucas 2, 41-52.
Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los maestros.

            La ley de Israel pedía que los muchachos judíos que hubieran llegado a la edad de la pubertad fueran a Jerusalén tres veces al año. Así, Jesús pronuncia sus primeras palabras en el momento en que entra en su juventud, y lo hace durante la pascua y en el templo. La clave del episodio está en las palabras de Jesús. El significado de su respuesta a la pregunta de María es que Dios es su verdadero Padre. De ahí se deduce que las exigencias de este Padre pasan por encima de cualquier exigencia. Su misión le va a obligar a romper los lazos con su familia. El misterio que envuelve la persona de Jesús ha quedado, inicialmente, desvelado: es el Mesías, el Hijo de Dios. Trae la salvación a los pobres. María y José no lo entendieron, pero estaban a su lado incondicionalmente. Esto es la fe. La misma fe a la que estamos llamados hoy.




CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes, 28
Los Santos Inocentes, mártires

1Jn 1,5 - 2,2. La sangre de Jesús nos limpia los pecados.
Sal 123. Hemos salvado la vida como un pájaro.
Mt 2,13-18. Herodes mandó matar a todos los niños en Belén.
Reza por los cristianos perseguidos
Martes, 29

 

1Jn 2,3-11. Quien ama a su hermano permanece en la luz.
Sal 95. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Lc 2,22-35. Luz para alumbrar a las naciones.
Pídele al Señor que te conceda poder “ver”
Miércoles, 30

 

1Jn 2,12-17. El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Sal 95. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Lc 2,36-40. Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Da testimonio de Jesucristo
Jueves, 31
San Silvestre
1Jn 2,18-21. Estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.
Sal 95. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Jn 1,1-18. La Palabra se hizo carne.
Haz oración. Jesús te pregunta ¿qué buscas?
Viernes, 1
Santa María,
Madre de Dios

Num 6, 22-17   El Señor te bendiga y te proteja
Sal 66, 2-8   El Señor tenga piedad y nos bendiga
Gal 4, 4-7   Dios envió a su Hijo nacido de una mujer
Lc 2, 16-21   Encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre.
Intenta construir la paz a tu alrededor
Sábado, 2
San Basilio y San Gregorio Nacianceno

1 Jn 2, 22-28   Permaneced en Él
Sal 97, 1-4   Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Jn 1, 19-28   Yo no soy el Mesías, ni Elías, ni el gran Profeta.
¿Cómo puedes mejorar tu testimonio cristiano?
Domingo, 3
 Domingo Segundo después de Navidad

Eclesiástico 24, 1-4. 12-16.  La sabiduría habita en medio del pueblo elegido.
Sal 147, 12-15. 19-20. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
Efesios 1, 3-6. 15-18. Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo.
Juan 1, 1-18. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
Haz oración por tu familia y por la parroquia




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