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01 febrero 2010

Domingo 31 de enero


DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO31 de enero de 2010  (ciclo C, año par)
                                                                                                                        



Primera lecturaTe nombré profeta de los gentiles
Lectura del libro de Jeremías 1, 4-5. 17-19
En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor:
«Antes de formarte en el vientre, te escogí;
antes de que salieras del seno materno, te consagré:
te nombré profeta de los gentiles.
Tú ciñete los lomos,
ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo,
que si no, yo te meteré miedo de ellos.
Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte,
en columna de hierro, en muralla de bronce,
frente a todo el país:
frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y la gente del campo.
Lucharán contra ti, pero no te podrán,
porque yo estoy contigo para librarte.»
Oráculo del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17 (R/.: cf. l5ab)
R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mi tu oído, y sálvame. R/.

Sé tu mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú,
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.
 Segunda lecturaQuedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31—13, 13
Hermanos:
Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.
Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
El amor no pasa nunca.
¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.
Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.
En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.
Palabra de Dios.
Aleluya
Lc 4, 18
El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.
EVANGELIOJesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 21-30
En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:
—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían:
—«¿No es éste el hijo de José?»
Y Jesús les dijo:
—«Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo
haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.»
Y añadió:
— «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Palabra del Señor.




COMENTARIO
Nadie es profeta en su tierra
 La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos plantea cómo Dios habla al hombre a lo largo de la historia de la salvación. Con su hablar, Dios nos enseña el camino de la vida, de la felicidad, y va iluminando nuestra vida mientras caminamos por este mundo hacia la meta de la vida eterna.
            Para ello, Dios suscitó profetas que en el Antiguo Testamento hablaron y guiaron al pueblo de Israel y le fueron preparando para la llegada de Jesucristo. Hablan en nombre de Dios y deben ser escuchados y obedecidos. Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios se hace hombre en Jesucristo, y Él mismo nos enseña y nos muestra el camino de la vida. Jesucristo es la Palabra que se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros. Por eso, Jesucristo desconcierta a los que le escuchan y suscita admiración: porque Jesucristo habla con autoridad.
            La visita de Jesús a Nazaret –que vemos en el Evangelio– formula unos interrogantes sobre la persona de Cristo. No comprenden los de Nazaret la realidad mesiánica de Jesús ya que se quedan en la simple apariencia externa. Sus paisanos conservaban la imagen vieja del carpintero, y no comprendían sus palabras, ni la sabiduría que salía de su boca. Y desconfiaron de Él. Veían a Jesús como uno de ellos. Y la no aceptación de Jesús como Mesías impide que se realicen entre ellos los signos salvadores: los milagros presuponen la fe. 
También la narración de la vocación de Jeremías, que hemos escuchado en la primera lectura, subraya la universalidad de la salvación. El texto bíblico describe detalladamente los dolores y las dificultades que Jeremías encontrará en el cumplimiento de su misión. Pero, al mismo tiempo, al profeta se le asegura la fuerza necesaria para cumplir la misión que se le ha confiado. El Señor lo conforta: «Yo estoy contigo para librarte » (Jr 1, 19). Dios apoya totalmente al profeta en su misión, y precisamente en esta promesa se funda la certeza de fe de que puede superar cualquier obstáculo.
Todo lo que proclama este significativo pasaje del libro de Jeremías se cumple plenamente en la misión de Jesús y, a continuación, en la misión confiada a la Iglesia. Para cumplir el mandato recibido de Cristo, la comunidad cristiana deberá afrontar muchas dificultades a lo largo de los siglos. Sin embargo, sabe que puede contar con la fuerza del Espíritu Santo y con la presencia, misteriosa pero real, del Resucitado, (cf. Juan Pablo II, Homilía, 1-II-1998.
La fe aboca a una decisión a favor de Cristo y a una confesión de Cristo ante los hombres. La fe no es solamente tener unas ideas en la cabeza: la fe es vivir una historia de amor con Dios en la que la felicidad está en vivir haciendo su voluntad.
            La Palabra de Dios te invita hoy a reflexionar en profundidad cuál es la atención que prestas a Dios que continúa hablándote. Has de descubrir que Jesús también te habla a ti con autoridad, porque sólo Él es la Luz del mundo, porque Él es el único Maestro y el único Señor. Por tanto, Cristo te invita hoy a tener una actitud de acogida y obediencia ante su enseñanza. La Palabra de Dios no es para discutirla ni para negociarla ni para manipularla: es para acogerla y tratar de vivir guiados por su luz.
            Y esto es especialmente importante tenerlo claro en una sociedad que vive sumida en una tremenda crisis de valores, en una sociedad que vive confundida, mareada, desorientada. Hay que abrir el oído y el corazón a la Palabra de Dios. Porque hoy Dios sigue hablando, sigue mostrándonos cuál es el camino que nos da la felicidad y nos lleva a la vida eterna. Hoy, Dios nos habla, fundamentalmente, por medio su Palabra y por medio de la Iglesia. Ella, por mandato del Señor, transmite y actualiza su mensaje.
            La Iglesia ha de transmitir hoy el mensaje de Jesucristo a los hombres. Y muchas veces es rechazada por ello. Porque es un mensaje radical (va a la raíz), exigente, comprometedor, fuerte. La luz muchas veces deslumbra, y la Iglesia sabe que no puede traicionar a su Señor, no puede anunciar sólo lo que le resulta cómodo o lo que sea popular. La Iglesia sabe que no es dueña, sino administradora de la Palabra de Dios, y, por tanto, la ha de transmitir tal y como la ha recibido, aunque esa Palabra de Dios no guste a muchos hombres, sobre todo a los poderosos, a los soberbios, a los autosuficientes.
            Nosotros debemos escuchar la voz de Dios que hoy sigue hablándonos, hemos de estar agradecidos por conocer cuál es el camino de la vida, y hemos de tratar de vivir a la luz de esta Palabra, aunque no la comprendamos. En ella está la vida.

Compromiso semanal
Intenta esta semana ser una luz para los que te rodean, especialmente   para aquellos que más te necesiten.

La Palabra del Señor, luz para cada día
1ª lectura: Jeremías 1, 4-5. 17-19. Te nombré profeta de los gentiles.
                    La vocación de Jeremías es un relato de extraordinaria sinceridad: el profeta cuenta cómo Dios le llama, cómo él se resiste y cómo el Señor le confirma en la misión y le promete su protección. Jeremías es llamado a ser mensajero de Dios; es un servicio inesperado al que estaba destinado desde el vientre materno. Consiste exclusivamente en llevar la Palabra de Dios –y no sus propias palabras– a quienes ha sido enviado. El mensajero será fuerte, porque, por medio de él, es el propio Dios quien habla a su pueblo.
          Puedes leer Isaías 49, 1-7.
Salmo 70, 1-6. 15. 17. Mi boca contará tu salvación, Señor.
            Cantando este salmo después de escuchar la vocación de Jeremías, meditamos en el dolor y sufrimiento que entraña la vocación profética. En el desamparo y en los graves peligros ha de experimentar el elegido la protección de Dios. Viviendo profundamente esta experiencia es como el profeta podrá anunciar a los demás la salvación de Dios.
2ª lectura: 1 Corintios 12, 31-13, 13.
Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor.
                    San Pablo advierte a los corintios del peligro que corren de dejarse engañar por las apariencias.Lo extraordinario del cristianismo no está en las manifestaciones prodigiosas, sino en ser capaces de amar con sencillez, humildad y perseverancia. Sin amor hasta las mejores cosas se reducen a la nada. El amor cristiano –la caridad– se manifiesta en pequeños detalles, en gestos muy concretos. Un amor que se pone en actitud de servicio, que llega hasta dar la vida. Un amor desinteresado y gratuito capaz de renunciar a sus propios derechos, y que se dirige precisamente a aquellos que no le devolverán nada: los pobres, e incluso los enemigos.
Puedes leer Romanos 13, 8-10.
Evangelio: Lucas 4, 21-30.
Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos.
         Los incrédulos piden signos, el pueblo judío rechaza su predicación e intenta matarle, pero la libertad de Jesús vence a sus enemigos y la evangelización sigue su camino. Los habitantes de Nazaret no han visto en Jesús más que un aspecto de su vida, el ser hijo de José, pero no perciben en él al Mesías anunciado por Isaías. La Iglesia toma conciencia en este texto de que su misión evangelizadora se dirige preferentemente a los más alejados, como ya hicieron Elías y Eliseo. Estos dos profetas de Israel se volvieron hacia los paganos porque su propio pueblo no estaba dispuesto a escuchar su palabra.




CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 1
2S 15,13-14.30; 16,5-13a. Huyamos de Absalón. Dejad a Semen que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor.
Sal 3 Levántate, Señor, sálvame.
Mc 5, 1-20  Espíritu inmundo, sal de este hombre.
Reza por los enfermos
Martes 2
La Presentación del Señor
Mal 3, 1-4  Entrará en el santuario el Señor a quien buscáis.
Sal 23, 7-10  ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor.
He 2, 14-18  Tenía que parecerse en todo a sus hermanos.
Lc 2, 22-40  Mis ojos han visto a tu Salvador.
Participa en la Eucaristía de hoy
Miércoles 3
 San Blas
2 Sam 24, 2. 9-17. Soy yo el que he pecado
Sal 31, 1-7  Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado
Mc 6, 1-6  No desprecian a un profeta más que en su tierra.
Reza pidiendo que se nos aumente la fe
Jueves 4
1 Re 2, 1-4.10-12  ¡Ánimo, Salomón, sé un hombre!
Sal 1 Cr 29, 10-12  Tú eres Señor del universo.
Mc 6, 7-13  Los fue enviando.
Reza por los sacerdotes
Viernes 5
Santa Águeda
Eclo 47, 2-13  De todo corazón amó a David a su Creador, entonando salmos cada día.
Sal 17, 31.47.50-51  Sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Mc 6, 14-29  Es Juan que ha resucitado.
Reza por los cristianos perseguidos
Sábado 6
San Pablo Miki
1 Re 3, 4-13  Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo.
Sal 118, 9-14  Enséñame, Señor, tus leyes.
Mc 6, 30-34  Andaban como ovejas sin pastor.
Reza por los que viven desorientados
Domingo 7
5º del Tiempo Ordinario
Is 6, 1-2a.3-8  Aquí estoy, mándame.
Sal 137, 1-8  Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
1 Co 15, 1-11  Os recuerdo el evangelio que os proclamé.
Lc 5, 1-11  Ellos, dejándolo todo, lo siguieron.
Reza por tu familia y por la parroquia

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