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08 agosto 2010

Domingo 8 de agosto. XIX del T.O.

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO
8 de agosto de 2010  (ciclo C, año par)





Primera lectura
Con una misma acción castigabas a los enemigos
y nos honrabas, llamándonos a ti.
Lectura del libro de la Sabiduría 18. 6-9.
La noche de la liberación
se les anunció de antemano a nuestros padres,
para que tuvieran ánimo,
al conocer con certeza la promesa de que se fiaban. Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes
y la perdición de los culpables,
pues con una misma acción castigabas a los enemigos
y nos honrabas, llamándonos a ti.
Los hijos piadosos de un pueblo justo
ofrecían sacrificios a escondidas
y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada:
que todos los santos serían solidarios
en los peligros y en los bienes;
y empezaron a entonar los himnos tradicionales.
Palabra de Dios.


Salmo responsorial
Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22 (R/.: 12b)
R/. Dichoso el pueblo que el Señor
    se escogió como heredad.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.


Segunda lectura
Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19
Hermanos:
La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve.
Por su fe, son recordados los antiguos.
Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas —y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.
Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.
Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios:
«Isaac continuará tu descendencia.»
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos.
Y así, recobró a Isaac como figura del futuro.

Palabra de Dios.


 Aleluya
Mt 24, 42a y 44
Estad en vela y preparados,
porque a la hora que menos pensáis
viene el Hijo del hombre.


EVANGELIO
Estad preparados
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 32-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó:
— «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió:
— «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?
Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: “Mi amo tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Palabra del Señor.





COMENTARIO
Estad preparados
El Evangelio nos invita a desapegarnos de los bienes materiales, en gran parte ilusorios, y a cumplir fielmente nuestro deber tendiendo siempre hacia lo alto. El creyente permanece despierto y vigilante a fin de estar preparado para acoger a Jesús cuando venga en su gloria. Con ejemplos tomados de la vida diaria, el Señor exhorta a sus discípulos, es decir, a nosotros, a vivir con esta disposición interior, como los criados de la parábola, que esperan la vuelta de su señor. "Dichosos los criados —dice— a quienes el Señor, al llegar, encuentre en vela" (Lc 12, 37). Por tanto, debemos velar, orando y haciendo el bien.
Es verdad, en la tierra todos estamos de paso, como oportunamente nos lo recuerda la segunda lectura de la liturgia de hoy, tomada de la carta a los Hebreos. Nos presenta a Abraham, vestido de peregrino, como un nómada que vive en una tienda y habita en una región extranjera. Lo guía la fe. "Por fe —escribe el autor sagrado— obedeció Abraham a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber a dónde iba" (Hb 11, 8). En efecto, su verdadera meta era "la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Hb 11, 10). La ciudad a la que se alude no está en este mundo, sino que es la Jerusalén celestial, el paraíso. Era muy consciente de ello la comunidad cristiana primitiva, que se consideraba "forastera" en la tierra y llamaba a sus núcleos residentes en las ciudades "parroquias", que significa precisamente colonias de extranjeros (cf. 1 P 2, 11). De este modo, los primeros cristianos expresaban la característica más importante de la Iglesia, que es precisamente la tensión hacia el cielo.
Por tanto, la liturgia de la Palabra de hoy quiere invitarnos a pensar "en la vida del mundo futuro", como repetimos cada vez que con el Credo hacemos nuestra profesión de fe. Una invitación a gastar nuestra existencia de modo sabio y previdente, a considerar atentamente nuestro destino, es decir, las realidades que llamamos últimas: la muerte, el juicio final, la eternidad, el infierno y el paraíso. Precisamente así asumimos nuestra responsabilidad ante el mundo y construimos un mundo mejor.
La Virgen María, que desde el cielo vela sobre nosotros, nos ayude a no olvidar que aquí, en la tierra, estamos sólo de paso, y nos enseñe a prepararnos para encontrar a Jesús, que "está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso y desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos" (cf. Benedicto XVI, Angelus 12-VIII-2007).
           El deseo de seguridad es uno de los más fuertes que tenemos en nuestro corazón. Es un signo de nuestra gran debilidad como personas. La inseguridad nos da pánico y, por ello, nos hace desarrollar mecanismos de defensa muy variados. La Palabra de Dios nos habla hoy de la seguridad de los creyentes: El Señor. Él ha de ser nuestra única seguridad. Quien está con el Señor está seguro.
El Evangelio hoy nos invita a  fiarnos de Dios y a vivir una vida de fidelidad. Por eso, los cristianos nos hemos de plantear cómo estamos de fidelidad. La fidelidad es la primera consecuencia de la fe. La fidelidad es la fe hecha vida. Si decimos que creemos en Jesucristo, nos hemos de fiar de Él. Fiarse significa aceptar su mensaje, y aceptarlo en todo, en lo que nos gusta y en lo que no nos gusta. Fiarse significa dejar a un lado nuestros criterios, nuestras “manías”, incluso nuestros sentimientos, para tratar de tener el mismo corazón de Cristo, sus mismos sentimientos y actitudes.
¿Tú cómo estás? ¿Intentas ser fiel en todo a Jesucristo y a la Iglesia? ¿Te esfuerzas por mejorar tu fidelidad? ¿Estás preparado para el encuentro con el Señor? ¿Das el rendimiento a los talentos que el Señor te ha dado?

Compromiso semanal
Revisa tu vida. Mira si eres fiel a Jesucristo y a la Iglesia. Piensa si das el rendimiento a los talentos que Dios te dado. Piensa si los estás poniendo al servicio de la Iglesia. Pídele al Señor que te ayude a mejorar, a crecer en la fe y la fidelidad.
La Palabra del Señor, luz para cada día
1ª lectura: Sabiduría 18, 6-9.
Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti.
                   El paso de Dios es evocado en su doble aspecto de perdición para los enemigos y de salvación para los inocentes. Para éstos es el anuncio esperado, por el que Dios llama a su pueblo hacia sí. El recuerdo del acontecimiento en la fiesta reactiva la solidaridad de este pueblo en los peligros y en los bienes.
Salmo 32, 1. 12. 18-20. 22. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
           Este salmo es un magnífico himno a Dios como soberano Señor, creador de todo y dueño de la historia por su palabra y su acción. Israel es dichoso por tener al Señor como Dios, por haber sido objeto de su elección. Todo lo que sucede depende no de los preparativos, los proyectos y las realizaciones humanas: todo depende de la voluntad de Dios que domina y dirige la historia. Por ello, los fieles del Señor esperan en su misericordia.
2ª lectura: Hebreos 11, 1-2. 8-19.
Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
                   La fe está unida a la esperanza. Está orientada hacia el futuro; es una garantía objetiva, un anticipo real del gozo definitivo que esperamos obtener. La fe está orientada hacia lo invisible; es un medio de conocer con certeza la realidad oculta. La fe hace presente ya lo que se espera, es un anticipo de lo que se va a recibir y es, a la vez, el fundamento, la garantía, el medio de saber y comprobar eso que aún no se percibe visiblemente. El texto nos presenta testigos antiguos que desde el principio vivieron desde la fe. Por haber vivido en ella y de ella, los antepasados recibieron el pronunciamiento o testimonio de Dios favorable a ellos y, en buena medida, disfrutaron ya de lo prometido.
         Puedes leer Romanos 1, 16-20 y Apocalipsis 21, 9s.
Evangelio: Lucas 12, 32-48. Estad preparados.
           Nuestra seguridad no descansa en nosotros, sino en la elección. Dios es Padre. El existir de los elegidos es entrega continua, desprendimiento y libertad. La vigilancia es una de las actitudes esenciales del cristiano. Es necesario estar vigilantes ante la venida del Señor. Esperar la venida del Señor exige una vigilancia activa. Cuando llegue el Señor hay que estar preparados para abrirle y que entre. El hombre no puede prever ni controlar la llegada del Señor. Por eso, debe permanecer despierto y atento.
         Puedes leer Mateo 25, 1-13 y Juan 13, 4-5.





CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 9
Santa Edith Stein,
Patrona de Europa
Os 2,16b.17b.21-22. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo.
Sal 44. R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
Mt 25,1-13. ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Reza por los cristianos perseguidos
Martes 10
San Lorenzo
2 Co 9, 6-10   Al que da de buena gana lo ama Dios.
Sal 111, 1-2. 5-9.  Dichoso el que se apiada y presta.
Jn 12, 14-26  A quien me sirva, el Padre le premiará.
Pídele al Señor que aumente y fortalezca tu fe
Miércoles 11
Santa Clara
Ez 9, 1-7; 10, 18-22   La marca en la frente de los que gimen afligidos por las abominaciones de Jerusalén.
Sal 112, 1-6  La gloria del Señor se eleva sobre el cielo.
Mt 18, 15-20  Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Intenta ser luz para los demás
Jueves 12
Santa Juana Franscisca de Chantal
Ez 12,1-12. Emigra a la luz del día, a la vista de todos.
Sal 77. R. No olvidéis las acciones de Dios.
Mt 18,21-19,1. No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Pídele al Señor el don de perdonar
Viernes 13
San Ponciano y San Hipólito
Ez 16, 1-15.60.63  Tu belleza era perfecta con las galas con que te atavié; y te prostituiste.
Is 12, 2-6  Ha cesado tu ira y me has consolado.
Mt 19, 3-12  Al principio no era así.
Reza por los matrimonios
Sábado 14
San Maximiliano María Kolbe
Ez 18, 1-10.13b.30-32  Os juzgaré a cada uno según su proceder.
Sal 50, 12-19  Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Mt 19, 13-15  No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos.
Reza por los niños y los jóvenes.
Domingo 15
La Asunción de la Virgen
Ap 11,19a;12,1-6a.10ab  Apareció una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.
Sal  44,11-12.16  De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro.
1 Co 15,20-27  Por Cristo todos volverán a la vida.
Lc 1,39-56  El Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Pídele a la Virgen aquello que más necesites

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