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27 noviembre 2010

Primer domingo de Adviento: El acontecimiento

Primer domingo de Adviento: El acontecimiento
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes 26 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 28 de noviembre, primero de Adviento (Mateo 24,37-44), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca. 

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Lectura del santo evangelio según san Mateo        24, 37‑44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
‑ «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor.
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La palabra acontecimiento indica algo más que un simple acontecer. El acontecimiento nos arranca de la rutina cotidiana para gritarnos que es posible la sorpresa y el estupor. Los cristianos iniciamos con este domingo un nuevo adviento. Y digo bien: nuevo y adviento. Porque no se trata de repetir mecánicamente el guión de advientos pretéri tos. Jamás la liturgia cristiana es una puesta en escena de las obras ya estrenadas y sabidas. Más bien nos empuja la liturgia a mirar el acontecimiento: Jesucristo, Señor y Salvador. Porque una novedad es tal cuando lo que alguna vez hemos visto u oído, lo que alguna vez ha empezado a acontecer en nosotros, se torna más verdad cada día.
La Palabra de Dios de este primer domingo nos describe el adviento hablando de ese doble movimiento que se da en la historia de la salvación. En el primer movimiento tiene Dios la iniciativa: es el Dios que vino, que viene y que vendrá, con un continuo abalanzarse a nuestras situaciones. El segundo movimiento se inscribe en el corazón del hombre: la espera y la vigilancia. El Señor que llega, el hombre que le espera con una actitud vigilante. Esto es el adviento.
La historia de este tiempo litúrgico habla de los tres advientos: mirando al Señor que ya vino una vez (primer adviento, hace 2000 años), nos preparamos a recibirle en su última venida (tercer adviento, al final de los tiempos), acogiendo al que incesantemente llega a nuestro corazón (segundo adviento, en nuestro hoy de cada día).
El "no sabéis el día ni la hora" que escuchamos en el Evangelio, no es una encerrona terrible que pretende asustarnos, sino un toque de atención para que cuando Él manifieste su gracia en nuestros corazones podamos sencillamente reconocerlo. Así dice una antigua oración: "Oh Dios que vendrás a manifestarte en el día del juicio, manifiéstate primero en nuestros corazones mediante tu gracia".
Sin duda que necesitamos que acontezca la eterna novedad del Señor en la venas de nuestra vida. Hay demasiadas pesadillas en nuestro mundo planetario de las que despertar, demasiadas rutinas que cansan y agotan, demasiadas necesidades en nuestro corazón y en el corazón social de que Alguien que ya vino y que vendrá, venga ahora también para encendernos la luz, una Luz que no se apague, y para cambiar todas nuestras maldiciones y enconos en ternura y bendición.

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