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08 marzo 2007

III Domingo de Cuaresma

DOMINGO III DE CUARESMA

11 de marzo de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
«Yo soy» me envía a vosotros

Lectura del libro del Éxodo 3, l-8a. 13-15

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.

El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.

Moisés se dijo:

—«Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.»

Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:

—«Moisés, Moisés.»

Respondió él:

—«Aquí estoy.»

Dijo Dios:

—«No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.»

Y añadió:

—«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.»

Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo:

—«He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.»

Moisés replicó a Dios:

—«Mira, yo iré a los israelitas y les diré:

“El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros.”

Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?»

Dios dijo a Moisés:

—«“Soy el que soy”; esto dirás a los israelitas: “‘Yo-soy’ me envía .a vosotros”.»

Dios añadió:

—«Esto dirás a los israelitas: “Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación .»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11 (R/.: 8a)

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
R/.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles.
R/.

Segunda lectura
La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos queda­ron tendidos en el desierto.

Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos.

No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.

Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio

Mt 4, 17
Convertíos —dice el Señor—,
porque está cerca el reino de los cielos.

EVANGELIO
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:

— «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplasta­dos por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»

Y les dijo esta parábola:

— «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.

Dijo entonces al viñador:

“Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?”

Pero el viñador contestó:

“Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Si no os convertís,
todos pereceréis de la misma manera

Dice el refrán que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver. Hoy mucha gente vive en una actitud de soberbia: cree que todo lo hace bien, que nada hay que cambiar en la vida y que nadie tiene por qué decirle qué es lo que tiene que hacer.

Para la vida espiritual esta es una actitud peligrosa, porque es el mejor camino para no avanzar nada, para ir acomodándose e ir perdiendo poco a poco la fortaleza de la fe.

Por eso, Jesús hoy te hace una invitación muy seria a la CONVERSION. La palabra conversión significa cambiar de mentalidad, cambiar el corazón, –o mejor aún, dejar que el Señor te vaya cambiando el corazón– cambiar de forma de pensar para cambiar de forma de vivir.

Hay una primera conversión que es el momento que te decides a ser cristiano. Es el momento en que escuchas la llamada de Jesús que te invita a seguirle, te dejas llevar por él y empiezas a seguirle cada día, tratando de vivir como Él vivió, teniendo sus mismos sentimientos y actitudes. Esta primera conversión la hace cada cristiano en algún momento de su vida.

Sin embargo, no es suficiente esta primera conversión. Con frecuencia las personas nos acostumbramos a todo, nos dormimos, nos pegamos a las cosas de este mundo, nos hacemos cómodos... y, por eso, Jesús nos invita a vivir en una actitud permanente de conversión.

Es decir, Jesús te invita a tratar de descubrir qué es lo que hay en tu vida que no se ajusta a la voluntad de Dios, a tratar de descubrir qué es lo que ha de cambiar en tu vida para que sea una vida auténticamente cristiana. Jesús te invita a tener siempre los ojos muy abiertos –te invita a dejar que la luz de la Palabra de Dios ilumine toda tu vida– para ver en qué cosas todavía no has llegado a vivir como Él quiere que vivas. Te invita a no conformarte en ser como eres, sino en tratar de crecer, de superarte cada día.

No se trata de vivir con amargura y con obsesión pensando que eres “malo”, o que tu vida no tiene remedio, sino en vivir con alegría y con ilusión pensando que puedes ser mejor y que ¡vale la pena luchar por ello! Se trata no de vivir derrotado por el peso de tus pecados (eso es lo que quiere el demonio, que pierdas la esperanza y la ilusión), sino de poner tu vida en las manos del Señor y pedirle cada día un corazón nuevo, pedirle cada día que te vaya transformando. Se trata de colaborar con el Señor que quiere hacer en tu vida una historia de amor y de salvación. Y luego no agobiarse por los resultados, sino vivir descansando en la misericordia y el amor de Dios, que te ama tanto que ha dado la vida por ti.

Y este es el camino cristiano: tomarte en serio tu vida, crecer, madurar, ir cada vez más lejos, ser cada vez más santo –a pesar de los tropezones– superarse cada día, luchar. Eso es lo que el Señor espera de ti. ¿Te apuntas? ¡Animo! ¡Vale la pena!

Compromiso semanal

Haz un examen de conciencia reposado para ver en qué cosas concretas necesitas convertirte. Haz un propósito concreto de conversión.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Éxodo 3, 1-8. 13-15. “Yo soy” me envía a vosotros.

Dios no puede tolerar la explotación de su pueblo en Egipto y envía Moisés para librarlo. Moisés experimenta la cercanía de Dios y recibe la misión de ayudar a sus hermanos que sufren esclavitud. En el monte divino Moisés descubre a Dios en la zarza y Dios le sale al encuentro por su palabra. Dios llama a Moisés, y éste le responde. El encuentro con Dios es un riesgo y un acontecimiento salvador que llama a una vida nueva. Quien se revela no es un desconocido, sino el Dios paterno, ligado a una historia de amor y comprometido con unas promesas. Dios toma la iniciativa y entra en la historia para rescatar a los suyos.

Salmo 102, 1-8. 11. El Señor es compasivo y misericordioso.

El salmo es un canto de profundo agradecimiento a Dios por la ternura que siente hacia sus hijos y por la generosidad con que perdona sus culpas. Dios conoce nuestra esclavitud; Dios contempla nuestras insatisfacciones, nuestros deseos no realizados de vida y de felicidad, como miró el sufrimiento de Israel, tiene misericordia de nosotros y nos salva.

2ª lectura: 1 Corintios 10, 1-6. 10-12. La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.

San Pablo evoca la historia del pueblo de Israel. Los acontecimientos del primer éxodo son signo de lo que ahora sucede. Las falsas seguridades de entonces llevaron al pueblo a la idolatría. Todos podemos sucumbir a la tentación y caer en el pecado. San Pablo nos pone en guardia y hace una vibrante llamada a la humildad, viviendo, además, en la esperanza, porque Dios nunca nos deja solos ante el peligro ni permite que seamos probados más allá de nuestras fuerzas. La mejor actitud es la conversión: es hacer camino con Cristo y participar de sus dones de salvación.

Evangelio: Lucas 13, 1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Jesús aprovecha dos acontecimientos trágicos recientes para hacer una llamada general a la conversión. Para vivir, debemos convertirnos. Es la única manera de escapar a la muerte. Conversión es un cambio total en la persona, en su interior y en su actuar externo. Es cambiar la mentalidad y ver la vida de otra manera: con la mirada de Dios. Dios nos va dando oportunidades para la conversión. Todavía es tiempo de arrepentimiento. A pesar de la urgencia de la invitación a la conversión y a dar frutos, vivimos todavía en el tiempo de la paciencia de Dios.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 12
Beato Luis Orione
2 Re 5, 1-15a ¡Ojalá mi Señor fuese el profeta que hay en Samaría! Él lo curaría de la lepra.
Sal 41, 2-3; 42,3-4 Mi alma tiene sed del Dios vivo:
Lc 4, 24-30 Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su patria.
Reza por los cristianos perseguidos
Martes 13 Dn 3, 25.34-43 Azarías oró al Señor.
Sal 24, 4-9 Señor, recuerda tu misericordia.
Mt 18, 21-35 ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?
¿Guardas rencor a alguien? Intenta perdonar.
Miércoles 14 Dt 4, 1.5-9 Guardad y cumplid los mandatos y decretos del Señor.
Sal 147, 12-13.15-16.19-20 Glorifica al Señor, Jerusalén.
Mt 5, 17-19 No he venido a abolir la Ley y los Profetas.
Revisa si eres fiel al Evangelio y a la Iglesia
Jueves 15
Santa Luisa de Marillac
Jer 7, 23-28 Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.
Sal 94, 1-2.6-9 Ojalá escuchéis hoy su voz: no endurezcáis vuestro corazón.
Lc 11, 14-23 Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Reza por los enfermos
Viernes 16 Os 14, 2-10 Vuelve, Israel, al Señor tu Dios.
Sal 80, 6-11.14.17 Yo soy el Señor, Dios tuyo.
Mc 12, 28-34 ¿Qué mandamiento es el más importante?
Revisa si vives el Evangelio de hoy
Sábado 17
San Patricio
Os 6, 1-6 Quiero misericordia y no sacrificios.
Sal 50, 3-4.18-21 Quiero misericordia y no sacrificios.
Lc 18, 9-14 El publicano bajó justificado, pero el fariseo no.
Medita el Evangelio de hoy. Revisa tu corazón
Domingo 18
4º de CUARESMA
Jos 5, 9a.10-12 El día siguiente a la pascua empezaron a comer de los frutos de la tierra, y dejó de caer el maná.
Sal 33, 2-7 Gustad y ved qué bueno es el Señor.
2 Co 5, 17-21 Dios nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de reconciliar.
Lc 15, 1-2.11-32 Profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos.
Reza por tu familia y por la parroquia


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