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23 marzo 2007

V de Cuaresma

DOMINGO V DE CUARESMA

25 de marzo de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
Mirad que realizo algo nuevo y apagaré la sed de mi pueblo

Lectura del libro de Isaías 43, 16-21

Así dice el Señor, que abrió camino en el mar
y senda en las aguas impetuosas;
que sacó a batalla carros y caballos,
tropa con sus valientes;
caían para no levantarse,
se apagaron como media que se extingue.

«No recordéis lo de antaño,
no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto,
ríos en el yermo.

Me glorificarán las bestias del campo,
chacales y avestruces,
porque ofreceré agua en el desierto,
ríos en el yermo,
para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido,
el pueblo que yo formé,
para que proclamara mi alabanza.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R/.: 3)

R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
R/.

Segunda lectura
Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14

Hermanos:

Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.

Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.

Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.

No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.

Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacía la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio
Jl 2, 12-13
Ahora —oráculo del Señor— convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.

EVANGELIO
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:

— «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.

La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

— «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó:

— «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»

Ella contestó:

— «Ninguno, Señor.»

Jesús dijo:

— «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

El que esté sin pecado,
que le tire la primera piedra

En las últimas semanas la Palabra de Dios nos ha enseñado que uno de los problemas más graves que tiene el hombre de hoy es la soberbia. Verdadero cáncer del alma que nos lleva a alejarnos cada vez más de Dios y a vivir de forma totalmente egoísta.

Pero, además, somos tan cínicos que muchas veces somos muy benévolos a la hora de revisar nuestra vida mientras somos exigentes y crueles a la hora de juzgar a los demás. Y, no nos contentamos sólo con eso: no tenemos suficiente con juzgar, sino que, encima condenamos a los demás.

A nivel social vivimos, además, en la más grande de las hipocresías: la sociedad fomenta el pecado… pero luego condena al pecador.

El Evangelio de hoy viene a enseñarte que has de actuar exactamente al revés: el cristiano denuncia el pecado, pero salva al pecador. El cristiano fomenta conductas buenas, fomenta la virtud, educa en ese sentido... pero no condena, sino que perdona, ayuda, salva al pecador. Salvar no significa justificar, no significa decir que lo ha hecho bien. Lo habrá hecho mal, pero hay que ayudarle a que salga del mal y vaya por el camino del bien.

Además. Jesús te pide que no juzgues ni condenes a los demás. ¿Quién eres tú para juzgar? ¿Quién está limpio para poder condenar a los demás? Sólo Dios puede hacerlo. Sólo El es Santo. Por eso Jesús tiene que decir: el que esté limpio de pecado que le tire la primera piedra.

Los cristianos hemos de tratar a los demás con misericordia. El domingo pasado decíamos que Dios es misericordioso. ¡Tú también has de ser misericordioso! ¡Has de tratar a los demás como quieres ser tratado tú! Tú, ¿qué eliges para ti? ¿Justicia o misericordia?... Pues ¡haz tú lo mismo! Por ello, es importante que te fijes más en tus pecados –que los tienes– que en los pecados de los demás. Al fin y al cabo Dios te va pedir cuentas de tu vida, no de la vida de los demás.

Y, además, es importante que, en lugar de juzgar y condenar a los pecadores, reces por ellos; que, en lugar de criticar y humillar a los demás, te preocupes por su conversión. Porque por oscuro que sea el pasado de una persona, si se arrepiente y vuelve a la Iglesia, en ella se encuentra un Padre que le perdona y que le ama. Pero... ¿cómo le recibes tú, su hermano? No lo olvides: en el Reino de los Cielos hay más alegría por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que ya están convertidos.

Compromiso semanal

Revisa tu vida para ver en qué tienes que mejorar y reza por la conversión de todos.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Isaías 43, 16-21. Mirad que realizo algo nuevo y apagaré la sed de mi pueblo.

El pueblo de Israel se halla en situación histórica de opresión. El enemigo ha triunfado sobre él, le ha llevado al destierro, le esclaviza. Las liberaciones históricas del pasado son garantía de la liberación del presente. Isaías recuerda la bondad de Dios y la fidelidad a sus promesas.

Salmo 125, 1-5. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

El salmo es un canto de liberación del pueblo que se prepara para el retorno a su tierra. También a nosotros se nos promete la libertad, por ello también cantamos que “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

2ª lectura: Filipenses 3, 8-14. Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte.

San Pablo contempla su vida anterior y la estima basura en comparación con el conocimiento de Cristo. Desde que Cristo entró en su vida, san Pablo considera basura todas las ventajas anteriores en que apoyaba su vida, porque ninguna de ellas le alcanza la salvación. Su deseo es conocer a Cristo, y gracias a ese conocimiento darse cuenta de la necesidad de unirse a la pasión de Jesús, para experimentar la fuerza de la resurrección del Señor. “Conocer a Cristo” no es “estudiarle”, sino participar en su nueva vida de resucitado. Más aún, dejar que Él actúe en nosotros, nos transforme y libere para la manifestación de su vida en la nuestra. Únicamente la fe permite ese conocimiento de Dios. Mira solamente hacia delante y fija sus ojos en la meta. Lo importante es tener a Jesucristo, frente al cual todo lo demás carece de valor.

Evangelio: Juan 8, 1-11. El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.

Jesús no vino a condenar sino a salvar. Salva suscitando la confesión del pecado: “vete y no peques más”. Jesús ha inaugurado el tiempo de gracia. Su actitud es de misericordia y perdón. Jesús empleando la misericordia, vence al pecado y nos muestra el rostro de Dios. Nosotros, juzgando y condenando intensificamos el pecado en el mundo.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 26
La Anunciación del Señor

Is 7, 10-14 La joven está encinta y da a luz un hijo.
Sal 39, 7-11 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Heb 10, 4-10 Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad.
Lc 1, 26-38 Concebirás y darás a luz un hijo.
Pídele a la Virgen lo que más necesites

Martes 27 Nm 21, 4-9 Haz una serpiente y colócala en un estandarte; los mordidos de la serpiente quedarán sanos al mirarla.
Sal 101, 2-3.16-21 Señor: escucha mi oración.
Jn 8, 21-30 Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que Yo soy.
Haz una obra de caridad
Miércoles 28 Dn 3, 14-20.91-92.95 Bendito sea Dios.
Sal Dn 3, 52-56 A ti gloria y alabanza por los siglos.
Jn 8, 31-42 Si Dios fuera vuestro padre e amaríais a mí.
Reza por los que rechazan a Cristo
Jueves 29 Gn 17, 3-9 Cumpliré mi pacto contigo.
Sal 104, 4-9 El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Jn 8, 51-59 Quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.
Reza por los cristianos perseguidos
Viernes 30 Jer 20, 10-13 El Señor está conmigo. Mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo.
Sal 17, 2-7 En el peligro invoqué al Señor y me escuchó.
Jn 10, 31-42 Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿Por cuál de ellas me apedreáis?
Visita a algún enfermo
Sábado 31 Ez 37, 21-28 Ellos serán mi pueblo y Yo seré su Dios.
Sal Jr 31, 10-13 El Señor nos guardará como pastor a su rebaño.
Jn 11, 45-57 Os conviene que uno muera por el pueblo.
Da testimonio de Jesucristo
Domingo 1
DOMINGO DE RAMOS
Lc 19, 28-40 Bendito el que viene como rey.
Is 50, 4-7 El Señor me ha abierto el oído, y yo no me he resistido.
Sal 21, 8-9.17-24 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Fil 2, 6-11 Se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres.
Lc 22, 14-23,56 Verdaderamente este hombre era justo.
Reza por tu familia y por la parroquia


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