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23 mayo 2007

Pentecostés

DOMINGO DE pentecostés

27 de mayo de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:

— «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 103, lab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 (R/.: cf. 30)

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

Segunda lectura
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:

Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios.

Secuencia de Pentecostés

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Aleluya

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.

EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Recibid el Espíritu Santo.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

— «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

— «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

— «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Palabra del Señor.

En el presente año C, pueden utilizarse también las siguientes lecturas:

SEGUNDA LECTURA
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
+ Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-17

Hermanos:

Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.

Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Así pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.

Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).

Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
El Espíritu Santo os lo enseñará todo
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-16. 23b-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

— «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros.

El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»

Palabra del Señor.

* * *

En los lugares en que el lunes o también el martes después de Pentecostés son días en que los fieles deben o suelen participar en la misa, pueden volver a leerse las precedentes lecturas del domingo de Pentecostés, o también pueden leerse las lecturas para el sacramento de la Confirmación.



COMENTARIO

Recibid el Espíritu Santo.

Celebramos hoy el día de Pentecostés. Celebramos que, cincuenta días después de la Pascua, la Iglesia recibe el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se nos da para nuestra santificación: para que vivamos identificados totalmente con Cristo, y, para que, así podamos dar fruto abundante.

El Espíritu Santo nos da sus dones para sostener y animar nuestra vida cristiana, nuestro camino de santidad. Estos dones son actitudes interiores permanentes que nos hacen dóciles para seguir los impulsos del Espíritu (cf. Catecismo 1831). Estos siete dones son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Son dones que no podemos conseguir con nuestro esfuerzo, sino que los recibimos gratuitamente, y que hemos de pedir.

Si aceptamos en nuestro corazón estos siete dones, y vivimos animados por el impulso del Espíritu siguiendo a Jesucristo como único Maestro y único Señor, los dones del Espíritu producen en nuestra vida doce frutos, que son la obra del Espíritu en nuestra vida. Estos doce frutos, según la Tradición de la Iglesia, son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad (firmeza, perseverancia), bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad (Gálatas 5, 22-23).

Por ello, la Palabra de Dios que proclamamos hoy nos invita a vivir según el Espíritu y no según la carne, es decir: nos invita a aceptar en nuestro corazón esos dones del Espíritu y a vivir la vida nueva de los hijos de Dios, la vida nueva de aquellos que quieren vivir a la luz de Cristo y de la Iglesia, la vida nueva de aquellos que aceptan el Evangelio y los mandamientos como los valores que hay que vivir.

La Palabra de Dios nos invita a rechazar el estilo de vida del mundo, el estilo de vida de aquellos que quieren vivir como si Dios no existiera, de aquellos que rechazan la luz de Cristo y de la Iglesia, de aquellos que quieren vivir según sus instintos y apetencias, convirtiéndose ellos mismos en el “dios” de su vida.

Los frutos de los que viven la vida según la carne están a la vista: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, ambición, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes (cf. Gal 5, 19s)

¿Qué camino quieres elegir para tu vida? ¿El de la carne o el del Espíritu? El camino de la carne lleva al vacío, al sinsentido, a la amargura y a la muerte. El camino del Espíritu lleva a la felicidad y a la vida eterna.

Es también el momento para preguntarnos qué estamos haciendo con los carismas, con los dones que hemos recibido del Espíritu Santo, y que los hemos recibido para ponerlos al servicio de los demás en la Iglesia. Esos carismas no los podemos guardar para nosotros: no son nuestros. Los hemos recibido para que fructifiquen en favor de los demás.

¡Anímate! Dios te ama y quiere tu felicidad y te da la vida eterna. Ábrele el corazón para que el Espíritu Santo vaya completando en tu vida esa obra del amor de Dios.

Compromiso semanal

Revisa tu vida, mira si se dan en ella los frutos del Espíritu, y pídele al Espíritu Santo que transforme completamente tu corazón para que dé fruto.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Hechos 2, 1-11. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar.

La comunidad nacida en Pentecostés se sabe espiritual y misionera; es decir, comunidad, impulsada por la fuerza del Espíritu para llevar la salvación de Jesús al corazón de todos los hombres. Se anuncia el Evangelio, por la fuerza del Espíritu, a todos los pueblos, a toda la familia humana, representada en Jerusalén por las doce naciones nombradas. La Iglesia nace universal.

Salmo 103, 1. 24. 29-31-34. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Este salmo es una meditación sobre las maravillas de la creación y la grandeza del Creador; pero estas maravillas dejarían de existir si el aliento del amor de Dios –su Espíritu– no las “recreara” continuamente; por ello, suplicamos que el Espíritu del Señor renueve constantemente la faz de la tierra.

2ª lectura: 1 Corintios 12, 3b-7. 12-13. Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.

La Iglesia está gobernada por el Espíritu Santo. Toda profesión de fe en Jesús, reconociéndolo como Señor, es obra del Espíritu. Su presencia en la Iglesia se manifiesta por los carismas o gracias especiales que él otorga a algunos cristianos para el servicio de la comunidad. Porque proceden del Espíritu, a pesar de su diversidad, contribuyen a la unidad de toda la Iglesia.

Evangelio: Juan 20, 19-23. Recibid el Espíritu Santo.

Jesús se aparece a los discípulos. Era domingo. Con el hecho de mostrar las manos y el costado se quiere subrayar que era el mismo Jesús: el que murió en la cruz está vivo para siempre en medio de ellos. Jesús les da la paz y los envía. Los discípulos entran así en la misión del Hijo enviado por el Padre. Continúan la misma obra, Y para ello cuentan con el Espíritu, ya anunciado. El soplo de Jesús sobre ellos evoca el primer soplo de Dios sobre Adán. Aquí también se trata de una creación que hace nacer a la nueva Vida, ya posible al hombre después de la resurrección. Jesús da a la Iglesia el poder de perdonar los pecados. La Iglesia lo ejerce por los Apóstoles y sus sucesores en el ministerio sacerdotal. La conversión y el perdón de los pecados aparecen siempre en la primera predicación apostólica.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 28 Ecli 17, 20-28 Retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia.
Sal 31, 1-2.5-7 Alegraos, justos, y gozad en el Señor.
Mc 10, 17-27 Vende lo que tienes y sígueme.
¿Qué te falta para ser buen cristiano?
Martes 29 Ecli 25, 1-15 El que guarda los mandamientos ofrece sacrificio de acción de gracias.
Sal 49, 5-8.14.23 Al que sigue buen camino, le haré ver la salvación de Dios.
Mc 10, 28-31 Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, la vida eterna.
Reza por los sacerdotes
Miércoles 30
San Fernando, Santa Juana de Arco
Ecli 36, 1-2. 5-6. 13- 19 Que sepan las naciones que no hay Dios fuera de ti.
Sal 78, 8-13. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.
Mc 10, 32-45 Estamos subiendo a Jerusalén.
Haz una obra de misericordia
Jueves 31
La Visitación de la Virgen María
Sof 3, 14-18a El Señor será el rey de Israel en medio de ti.
Sal Is 12, 2-3.4-4 Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.
Lc 1, 39-56 Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre.
Vive en actitud de servicio
Viernes 1
San Justino Ecli
44, 1. 9-13. Su caridad no se olvidará.
Sal 149, 1. 6-9. El Señor ama a su pueblo.
Mc 11, 11-26 Mi casa se llama Casa de Oración para todos los pueblos.
Revisa la sinceridad de tu corazón
Sábado 2
Santos Marcelino y Pedro
Ecli 51, 17-27 Daré gracias al que me enseñó.
Sal 18, 8-11 Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
Mc 11, 27-33 ¿Con qué autoridad haces esto?
Reza por los que no creen
Domingo 3
La Santísima Trinidad
Pr 8, 22-31 Antes de comenzar la tierra, la sabiduría ya había sido engendrada. Yo era su encanto cotidiano.
Sal 8, 4-9 ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre...!
Ro 5, 1-5 El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
Jn 16, 12-15 Todo lo que tiene el Padre es mío.
Reza por tu familia y por la parroquia


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