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15 mayo 2007

VII domingo de Pascua

DOMINGO Vii DE PASCUA

la ascensión del señor

20 de mayo de 2007 (ciclo C, año impar)



Primera lectura
Lo vieron levantarse

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó:

— «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»

Ellos lo rodearon preguntándole:

— «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»

Jesús contestó:

— «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

— «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 46, 2-3. 6-7 8-9 (R/.: 6)

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

O bien: Aleluya.

Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

Segunda lectura
Lo sentó a su derecha en el cielo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23

Hermanos:

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.

Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Palabra de Dios.

O bien, en el presente año C:

Cristo ha entrado en el mismo cielo

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres —imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.

De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.

Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.

Palabra de Dios.

Aleluya
Mt 28, 19. 20
Id y haced discípulos de todos los pueblos —dice el Señor—;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

EVANGELIO
Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo

+ Conclusión del santo evangelio según san Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

— «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.»

Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.

Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.

Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Mientras los bendecía,
iba subiendo al cielo

Celebramos hoy la fiesta de la ASCENSIÓN DEL SEÑOR, fiesta que tiene un significado profundo para nuestra fe. La Ascensión del Señor marca el cumplimiento de la misión de Jesucristo en la tierra y el comienzo de la misión de la Iglesia como continuadora de la obra de Jesucristo.

Por ello, la fiesta de la Ascensión del Señor es también eminentemente misionera y evangelizadora. Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su cuerpo. Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia (cf. Catecismo, 669). Jesucristo envía a la Iglesia -te envía también a tí- a continuar su obra de salvación para todos los hombres de todos los tiempos. Antes de irse, Jesucristo encarga a sus Apóstoles la continuación de su obra: ellos, toda la Iglesia con ellos, tendrá que seguir dando a conocer la bondad de Dios y la verdad de la salvación eterna abierta por Dios para todos los hombres.

En el Evangelio vemos como Jesucristo envía a los Apóstoles a ser sus testigos, a predicar la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos. Además, Jesús nos promete el don del Espíritu Santo para que podamos vivir desde ahora en comunión con Dios nuestro Padre, como hijos verdaderos, siguiendo sus ejemplos, recibiendo su influjo vivificador en el fondo de nuestros corazones, anticipando en la piedad y la fraternidad la vida gloriosa y dichosa del Cielo.

Por ello, es necesario que despiertes de tu letargo y te preocupes de verdad por recoger el encargo de Jesús y ser luz del mundo y sal de la tierra. Es necesario que descubras que el mundo en que vives necesita urgentemente una Nueva Evangelización.

Porque vivimos en una sociedad que quiere olvidarse de Dios, que quiere vivir como si Dios no existiese; una sociedad en la que se han perdido gran parte de los valores cristianos, e incluso algunos de los grandes valores humanos, y los ha sustituido por la idolatría del dinero, el poder, el placer, la imagen...

Una sociedad que, además de haberse olvidado de Dios, se ha olvidado también del hombre: los ataques a la vida humana –desde la concepción hasta la muerte natural–, los intentos de destruir la familia, la marginación y exclusión social, el incremento de la agresividad y la violencia, el olvido de los pobres, la falta de misericordia y solidaridad con los débiles y los que sufren, la corrupción moral, la crítica sistemática a la Iglesia y la ridiculización de los valores cristianos, el desprecio de los derechos humanos... son síntomas claros de que la sociedad actual está enferma; son síntomas evidentes de que la sociedad actual necesita una nueva y urgente evangelización.

Y esta es nuestra misión. Esta es la misión que el Señor hoy te encomienda: Unidos a Jesucristo, el único Señor y Maestro y viviendo en comunión con la Iglesia, continuadora de la misión de Cristo, los cristianos hemos de ser sus testigos en cualquier circunstancia y ocasión. El mundo de hoy necesita tu testimonio: el testimonio de tu vida y el de tus palabras. El mundo de hoy necesita que seas luz que brille en la oscuridad, necesita que seas sal que dé sabor y que limpie la podredumbre. Y has de perder el miedo, has de ser capaz de dar la cara por Cristo, de alumbrar hasta el último rincón de la tierra.

¿Qué estás haciendo para lograr esta nueva Evangelización? ¿Qué más puedes hacer para que nuestra sociedad sea más cristiana, para que se recuperen los valores cristianos que se están perdiendo? ¡Anímate! ¡El mundo de hoy necesita tu testimonio! ¡A tu lado hay quien necesita tu luz y tu palabra! ¡No le defraudes!

Compromiso semanal

Plantéate qué cosas concretas tienes que hacer para que tu mundo sea más cristiano.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Hechos 1, 1-11. Lo vieron levantarse.

El misterio de la Ascensión abre la Iglesia al futuro. La Iglesia no predica a un Cristo que vivió y murió, pero que en realidad ya pasó; predica a un Cristo vivo, presente en la historia y actuando en el mundo. La Ascensión nos invita a seguir el camino de Jesús, mirando al futuro, entregados a la difusión de su mensaje, de la salvación que él mismo es.

Salmo 46, 2-9. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

Este salmo sirve para expresar magníficamente el gozo por el triunfo de Cristo, sentado a la derecha de Dios. Y mientras llega el día en que todas las criaturas del cielo y de la tierra alaben al que está sentado en el trono y al Cordero, este canto mantiene nuestra esperanza y sirve para confesar que el triunfo de Jesús se extenderá a todos los pueblos de la tierra.

2ª lectura: Efesios 1, 17-23. Lo sentó a su derecha en el cielo.

Pablo pide a Dios que los efesios puedan comprender tres realidades:

-. La fuerza transformadora de la esperanza a la que han sido llamados. Hay que ver la vida a través de Cristo y su Espíritu que nos introduce en las riquezas mismas de Dios.
-. La extraordinaria grandeza del poder de Dios que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos.
-. La Iglesia como “plenitud” de Cristo. Él comunica a la Iglesia todas las riquezas que posee. La Cabeza y el Cuerpo forman una unidad inseparable. La Iglesia continúa y lleva a plenitud la redención de Cristo.

Evangelio: Lucas 24, 46-53. Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo.

Con la Ascensión de Jesús al cielo se inaugura en la tierra su nueva presencia entre los hombres. Cristo ha cumplido su misión; ahora le toca a la Iglesia, impulsada por el Espíritu Santo, proclamar el Evangelio. Cristo envía a los suyos a predicar la conversión y el perdón. Cristo no abandona a los suyos, sino que está presente en la historia por el Espíritu Santo, que transforma y santifica a los discípulos de Jesús. Nuestra meta es alcanzar el mundo de Dios y vivir en comunión con Él. Ahí tenemos puestos nuestros ojos. Hacia él van nuestros pasos. Esta es la “gran alegría”, que invadió a los discípulos y nos invade hoy a nosotros.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 21 Hch 19, 1-8 Pabló llegó a Éfeso y habló en público del Reino de Dios.
Sal 67, 2-7 Reyes de la tierra, cantad al Señor.
Jn 16, 29-33 En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo.
Reza por los que dudan y están a punto de caer.
Martes 22
Santa Joaquina Vedruna y Santa Rita de Casia
Hch 20, 17-27 Dijo Pablo: “La que me importa es completar mi carrera: ser testigo del Evangelio”.
Sal 67, 10-11.20-21 Reyes de la tierra, cantad al Señor.
Jn 17, 1-11a Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique.
Reza por el mundo, para que conozca y ame a Cristo
Miércoles 23 Hch 20, 28-38 Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar.
Sal 67, 29-36 Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Jn 17, 11b-19 Padre santo: guarda en tu nombre a los que me has dado para que sean uno, como tú y yo somos uno.
Reza por los que calumnian y persiguen a la Iglesia.
Jueves 24
María Auxiliadora
Hch 22, 30; 23,6-11 Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos, y me juzgan por creer en la resurrección de los muertos.
Sal 15, 1-11 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Jn 17, 20-26 Pero no te ruego sólo por ellos, sino también por todos los que creerán en mí por medio de su palabra.
Reza por los que se han apartado de la Iglesia
Viernes25
Santa María Magdalena de Pazzi
Hch 25, 13-21 Se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo.
Sal 102, 1-2.11-12.19-20 El Señor puso en el cielo su trono.
Jn 21, 15-19 Pedro le contestó: “Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero”.
Reza por el Papa y los Obispos
Sábado 26
San Felipe Neri
Hch 28, 16, 20.30-31 Cuando entramos en Roma le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa con un soldado que lo vigilase.
Sal 10, 5.6.8 Los buenos verán tu rostro, Señor.
Jn 21, 20-25 Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto.
Da testimonio de Jesucristo
Domingo, 27
Pentecostés
Hch 2, 1-11 Todos se llenaron de Espíritu Santo.
Sal 103, 1.24.29-31.34 Envía tu espíritu, Señor.
1 Co 12, 3b-7. 12-13. Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu.
Jn 20, 19-23. Recibid el Espíritu Santo.
Pídele al Espíritu Santo lo que más necesite tu familia y la parroquia.


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