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27 febrero 2008

Domingo 2 de marzo

DOMINGO IV DE cuaresma
2 de marzo de 2008 (ciclo A, año par)



Primera lectura
David es ungido rey de Israel

Lectura del primer libro de Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: - «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»

Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: - «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»

Pero el Señor le dijo: - «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»

Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: - «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»

Luego preguntó a Jesé: - «¿Se acabaron los muchachos?»

Jesé respondió: - «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»

Samuel dijo: - «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue»

Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: - «Anda, úngelo, porque es éste.»

Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Segunda lectura
Levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8-14

Hermanos:

En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor.

Caminad como hijos de la luz -toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas.

Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas.

Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz.

Por eso dice:

«Despierta, tú que duermes,
levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»

Palabra de Dios

Aclamación antes del Evangelio
Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo -dice el Señor-;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

EVANGELIO
Fue, se lavó, y volvió con vista

Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1-41

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento.

Y sus discípulos le preguntaron: - «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego? »

Jesús contestó: - «Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»

Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: - «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: - «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»

Unos decían: - «El mismo.»

Otros decían: - «No es él, pero se le parece.»

Él respondía: - «Soy yo.»

Y le preguntaban: - «¿Y cómo se te han abierto los ojos?»

Él contestó: - «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver. »

Le preguntaron: - «¿Dónde está él? »

Contestó: - «No sé.»

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.

Él les contestó: - «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»

Algunos de los fariseos comentaban: - «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»

Otros replicaban: - «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»

Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: - «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»

Él contestó: - «Que es un profeta.»

Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: - «¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?»

Sus padres contestaron: - «Sabernos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.»

Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya es mayor, preguntádselo a él."

Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: - «Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.»

Contestó él: - «Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.»

Le preguntaron de nuevo: - ¿«Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?»

Les contestó: - «Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos? »

Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: - «Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.»

Replicó él: - «Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera, de Dios, no tendría ningún poder.»

Le replicaron: - «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»

Y lo expulsaron.

Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: - «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»

Él contestó: - «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»

Jesús le dijo: - «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»

Él dijo: - «Creo, Señor.» Y se postró ante él.

Jesús añadió: - «Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos.»

Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: - "¿También nosotros estamos ciegos?"

Jesús les contestó: - «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.»

Palabra del Señor



COMENTARIO

Cristo es la luz

El pasado domingo el signo era el agua, hoy, la Palabra de Dios nos habla de la luz. El cristiano ha sido llamado a la luz de la fe para ver las claridades de Dios. La Palabra de Dios nos presenta la realidad del ciego de nacimiento que vive en la oscuridad hasta que se encuentra con Jesús: Jesús es la luz y le da la luz que le permite ver.

Es en Jesús y mediante Él en donde el ciego se limpia para poder ver. Todo el milagro se muestra como una explicación del bautismo, que nos hace capaces de ver. Cristo es quien nos da la luz, quien nos abre los ojos mediante el sacramento (cf. Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 287). Jesús es el “Enviado”. El ciego “estaba hablando con aquel Siloé que significa enviado. Luego él era Siloé. El ciego de corazón se le acercó, lo escuchó, lo creyó, lo adoró; lavó su rostro y vio” (San Agustín, Sermón 136, 1-3).

En el ciego de nacimiento estamos representados todos los hombres: todos vivimos en la más profunda oscuridad hasta que nos encontramos con Jesús y dejamos que Él ilumine nuestro corazón. Cuando Jesús ilumina nuestro corazón las tinieblas se desvanecen y vemos con claridad, aunque la amenaza de la oscuridad está siempre presente, y, por tanto, la vida cristiana es una permanente lucha entre la luz y las tinieblas.

En el mundo de hoy hay mucha gente que vive en la oscuridad, en la ceguera, porque se ha apartado de Dios y quieren vivir como si Dios no existiera. Por eso mucha gente hoy vive confundida, desorientada, perdida, sin encontrar el sentido de la vida, sin saber cómo hay que vivir, dejándose llevar por el vaivén de la moda. Esta desorientación es una de las causas de la insatisfacción e infelicidad de mucha gente de hoy.

Por ello, en medio de este mundo oscuro y desorientado la Palabra de Dios nos presenta a Jesús como la luz del mundo, la única luz que puede iluminar nuestra vida, la única luz que puede hacernos encontrar el sentido de la vida, la única luz que puede hacernos encontrar el camino de la felicidad: Cristo es el camino, la verdad y la vida.

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos invita a salir de las tinieblas y a buscar la luz que es Cristo. Nos invita a que revisemos nuestra propia vida a la luz de la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia y que veamos si nuestra vida se ajusta a la luz que es Cristo, o si todavía quedan zonas oscuras llenas de tinieblas que es preciso iluminar. Caminar en la luz significa no dejarnos guiar por la ceguera de nuestros instintos, de nuestras pasiones y de nuestro egoísmo, sino vivir guiados por la Palabra de Dios.

Es importante que descubramos que la luz de Cristo debe iluminar toda nuestra vida: todos los aspectos y todos los ámbitos de nuestra vida deben ser iluminados por la luz de Cristo. Ningún rincón de nuestra vida puede escapar a esta luz. Si somos cristianos lo hemos de ser en todo lo que pensemos, digamos y hagamos. Ser cristiano es tener los mismos sentimientos y actitudes que tuvo Cristo Jesús (Fil 2, 4). ¿Cómo está tu vida? ¿Brilla la luz de Cristo en tu corazón? ¿Queda alguna "zona oscura" en tu interior? ¡Déjate iluminar por Cristo y encontrarás el camino que te da la felicidad y te lleva a la vida eterna!

Compromiso semanal

Revisa tu vida tratando de descubrir las zonas de ella que aún no han sido iluminadas por la luz de Cristo y deja que su luz brille totalmente en ti.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: 1 Samuel 16, 1. 6-7. 10-13. David es ungido rey de Israel.

La personalidad de David es la más rica y mejor trazada por la Biblia. Una completa figura humana. Conoció el éxito y el fracaso, el dolor y la alegría. La historia de David comienza con esta lectura, que es una página bellísima: su elección por Dios. El ungido por Samuel es el pequeño de una familia de ocho: Así recordamos la doctrina bíblica de que Dios ama a los humildes, pequeños, y sencillos. Así, en la obra de David, ungido rey por Dios, resaltará la fuerza de Yahvé. La lectura resalta la contraposición entre los criterios del hombre y los criterios de Dios: el hombre juzga por las apariencias, mientras que Dios ve el fondo del corazón.

Salmo 22. El Señor es mi pastor, nada me falta.

Una profunda alegría y serena confianza dominan todo el salmo que canta la felicidad de estar junto a Dios. El salmista nos comunica dos experiencias: su intimidad con Dios y la delicada preocupación del Señor. La oscuridad del camino y la presencia de los enemigos no pueden turbar su felicidad. Jesucristo es el Buen Pastor que da la vida por las ovejas y que al final de los tiempos las conducirá a fuentes de agua viva. En la Iglesia primitiva, los recién bautizados se dirigían en procesión a la Iglesia cantando este salmo, antes de participar por vez primera en la eucaristía.

2ª lectura: Efesios 5, 8-14. Levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.

El cristiano tiene que separarse activamente de las tinieblas, es decir, de todas las obras que le apartan del Reino de Dios. La participación en el Misterio de la salvación le exige una vida nueva. La lectura nos muestra unos rasgos de esta vida nueva:

El cristiano debe ser luz y caminar en ella. No en las tinieblas. Es hijo de la luz desde su bautismo; entonces Cristo lo iluminó y vivir en la luz es fructificar en la bondad, en la justicia, y en la verdad.
Ha de saber lo que agrada y desagrada al Señor.
Debe renunciar a las obras malas y ponerlas en evidencia para corregirlas.

Puedes leer 1 Tesalonicenses 5, 4-11.

Evangelio: Juan 9, 1-41. Fue, se lavó y volvió con vista.

Jesús realiza con el ciego de nacimiento un milagro lleno de simbolismo: Al devolver la vista a un ciego enseña que Él es la luz que vence las tinieblas. Jesús cura en sábado. Parece ir contra la ley, pero la está cumpliendo de un modo perfecto: hay que hacer el bien siempre. Jesús cura en la piscina de Siloé, que significa enviado, para poner de relieve que el verdadero enviado es Él. A su contacto nos llenamos de luz. Así se establece la relación entre la luz de la Verdad y el agua de la Vida.

El milagro desencadena dos tipos de actitudes: La actitud del ciego progresa hacia Jesús. Se abre sinceramente a la luz verdadera con ocasión de su curación, y acaba confesando su fe en que Jesús es el Hijo del Hombre y el Señor. La actitud de los fariseos es completamente diferente. Se van cerrando obstinada y progresivamente a la luz. Abren un proceso para no ver y autojustificarse. Pretenden incluso negar que el ciego ha sido curado. Puedes leer Mateo 8, 5-13.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 3 Is 65, 17-21. El Señor creará un cielo nuevo y una tierra nueva.
Sal 29, 2-6.11-13b. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir.
Jn 4, 43-54. Y creyó él con toda su familia.
Pídele a Dios lo que más necesites
Martes 4
San Casimiro
Ex 47, 1-9.12. El agua recorre el templo y desemboca en el mar saneándolo.
Sal 45, 2-3.5-6.8-9. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios.
Jn 5, 1-3.5-16. Cristo cura al enfermo en sábado.
Haz una obra de caridad
Miércoles 5 Is 49, 8-15. En tiempo de gracia te he respondido. “Venid a la luz”.
Sal 144, 8-9.13-18. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Jn 5, 17-30. Quien escucha la palabra del Hijo y cree en el Padre ha pasado ya de la muerte a la vida.
Reza por los moribundos y los difuntos
Jueves 6 Ex 32, 7-14. Arrepiéntete de la amenaza contra el pueblo.
Sal 105, 19-23. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Jn 5, 31-47. Hay quien os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.
Reza por los enfermos. Visítalos
Viernes 7
Santas Perpetua y Felicidad, mártires
Sb 2, 1a.12-22 Declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios.
Sal 33, 17-23 El Señor está cerca de los atribulados.
Jn 7, 1-2.10.25-30 Todavía no había llegado su hora.
Reza por los que no conocen a Cristo.
Sábado 8
San Juan de Dios
Jr 11, 18-20. Como cordero llevado al matadero.
Sal 7, 2-3.9-12. Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Jn 7, 40-53. El pueblo se pregunta quién es Jesús.
Reza por los que rechazan a la Iglesia
Domingo 9
V de Cuaresma
Ez 37, 12-14. Os infundiré mi espíritu y viviréis.
Sal 129, 1-4.6-8. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Rm 8, 8-11. El Espíritu del que resucitó a Jesús habita en vosotros.
Jn 11, 1-45. Yo soy la resurrección y la vida.
Reza por los que no creen en la resurrección


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