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18 febrero 2008

Domingo 24 de febrero

DOMINGO IIi DE cuaresma
24 de febrero de 2008 (ciclo A, año par)



Primera lectura
Danos agua de beber

Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés:

- «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?»

Clamó Moisés al Señor y dijo:

-«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen. »

Respondió el Señor a Moisés:

-«Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.»

Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:

- «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

Segunda lectura
El amor ha sido derramado en nosotros con el Espíritu que se nos ha dado

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2. 5-8

Hermanos:

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.

Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Palabra de Dios

Aclamación antes del Evangelio
Jn 4, 42. 15

Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva; así no tendré más sed.

EVANGELIO
Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna

Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob.

Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.

Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:

- «Dame de beber.»

Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.

La samaritana le dice:

- «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? »

Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.

Jesús le contestó:

- «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice:

- «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»

Jesús le contestó:

- «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice:

- «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.»

Él le dice:

- «Anda, llama a tu marido y vuelve.»

La mujer le contesta:

- «No tengo marido.»

Jesús le dice:

«Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad. »
La mujer le dice:

- «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»

Jesús le dice:

- «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.

Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»

La mujer le dice:

- «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»

Jesús le dice:

- «Soy yo, el que habla contigo.»

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?»

La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: -«Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste el Mesías?»

Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.

Mientras tanto sus discípulos le insistían:

- «Maestro, come.»

Él les dijo:

- «Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.»

Los discípulos comentaban entre ellos:

- «¿Le habrá traído alguien de comer?»

Jesús les dice:

- «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.

¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador.

Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.»

En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»

Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:

- «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Palabra del Señor



COMENTARIO

El que beba del agua que Yo le daré
nunca más tendrá sed

Uno de los problemas importantes del hombre de hoy es la insatisfacción: mucha gente vive insatisfecha, frustrada, amargada, vacía, sin encontrar el sentido de la vida. Mucha gente vive sin alegría, sin rumbo...

Y mucha gente vive así porque ha puesto su corazón en cosas que no podrán llenarlo jamás: unos han puesto su corazón en el dinero, pensando que el afán de poseer les daría la felicidad..., y cada vez tienen más sed: se han encontrado con la realidad de que la pasión por las cosas materiales les ha hecho entrar en la dinámica del egoísmo, dinámica que no lleva más que a la frustración, al vacío.

Otros han puesto su corazón en la búsqueda de la comodidad y el placer, en el sexo y la droga, en la pura satisfacción de los sentidos, pensando que al huir del sacrificio y del compromiso serían felices, pero se han encontrado con la vaciedad y el sin sentido, se han encontrado con un la sequedad de un corazón insatisfecho y egoísta que no encuentra la felicidad.

Otros han puesto su corazón en la búsqueda del poder y se han lanzado a la dinámica desesperada de querer dominar a los demás y servirse de ellos, creyendo que así serían felices, y se han encontrado con la amargura que al final deja el egoísmo en el corazón del hombre.

La Palabra de Dios que proclamamos hoy viene a iluminar esta realidad del hombre y nos da la clave de la felicidad. El hombre tiene una sed enorme, un deseo de felicidad inmenso. Y esa sed sólo puede calmarse de una manera: sólo Dios puede llenar nuestro corazón y darnos la felicidad verdadera.

Como decía San Agustín "Nos hiciste para tí, Señor, y nuestro corazón andará inquieto mientras no descanse en tí". El camino para encontrar la felicidad y el sentido de la vida es que Dios esté en nuestro corazón, que estemos reconciliados con Él, que Él viva en nuestro corazón, que nuestra vida esté centrada en Él y así tendremos dentro de nosotros un surtidor que calmará nuestra sed. Tendremos dentro de nosotros el agua de la gracia de Dios que nos hará encontrar el sentido de la vida y alcanzar la verdadera felicidad.

Cuando Dios llene nuestro corazón podremos decir como Jesús: "Mi alimento es hacer la voluntad del Padre" y tendremos una vida llena de sentido.

¿Cómo está tu vida? ¿Eres feliz? ¿Está Dios en tu corazón? ¿Qué hay en el centro de tu vida? ¿Quieres ser feliz? Deja que el Señor llene tu corazón, vive unido a Dios y el desierto de tu vida se transformará en un vergel.

Compromiso semanal

Revisa tu vida para descubrir qué es lo que hay en tu corazón. Piensa qué es lo que debes hacer para que Dios esté en El.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Éxodo 17, 3-7. Danos agua para beber.

El agua milagrosa dada por el Señor en el desierto es uno de los grandes favores que recibe Israel. El agua simboliza en la Biblia, entre otras cosas, las bendiciones de Dios, y particularmente la efusión del Espíritu del Señor que renueva la vida de Israel.

Salmo 94. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón".

El salmo comienza con una vigorosa invitación a aclamar al Señor, la Roca que nos salva. La imagen sugiere la roca de la que Moisés hizo surgir agua en el desierto; también la roca sobre la que estaba construido el templo. Alaba la grandeza de Dios por dos motivos: es el creador del universo y dueño de él, y es el Dios de la alianza, Pastor que guía a su pueblo. La oración diaria de la Iglesia comienza con este salmo, invitándonos a ir al encuentro de Dios y a entrar en el nuevo día, conscientes de su grandeza y de su misericordia; pero, también, de la dureza de nuestro corazón, que dice "Señor, Señor" y no hace la voluntad de Dios.

2ª lectura: Romanos 5, 1-2. 5-8. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.

Justificados, reconciliados, salvados. Justificados por la fe; por la sangre de Cristo. Reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. Salvados por su vida. Estas son las expresiones más fuertes empleadas por san Pablo para manifestarnos una firme certeza: en Jesucristo poseemos el don mesiánico por excelencia: la paz. Puedes leer Romanos 8, 14-17.

Evangelio: Juan 4, 5-42. Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

El objetivo del diálogo de Jesús con la samaritana es que ésta crea y acepte la salvación que Él le ofrece. Jesús sabe cómo ha vivido esta mujer y que nada le hizo feliz. El que viene a dar, empieza por pedir: dame de beber. Conocer el don de Dios significa tener experiencia de Dios; la vida nueva que Jesús nos trae es para vivir de ella, no sólo para enterarnos de que existe. Agua viva: a partir del agua material y de la sed física, Jesús hará comprender a la samaritana que sólo Dios y no los hombres (cinco maridos) pueden saciar su sed de felicidad. Jesús nos ofrece una vida nueva, distinta de la que ya tenemos y a la que no podemos llegar por nosotros mismos: la vida del Espíritu Santo. Su símbolo es el agua. Es viva. Por eso es un surtidor, que no se detiene, salta a los demás y da a otros la vida. Rechazarla es condenarse a morir. El bautizado es el hombre, que ha renacido de esta agua y del Espíritu, que, con ella, se le comunica. Por eso, no la guarda para sí: salta a los demás. Puedes leer Hechos 8, 18-25 e Isaías 55.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 25 2R 5, 1-15. La curación de un extranjero.
Sal 41, 2-3; 42, 3-4. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Lc 4, 24-30. Jesús no ha sido enviado únicamente a los judíos.
Reza por los cristianos perseguidos
Martes 26 Dn 3, 25. 34-43. Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre.
Sal 24, 4-9. Señor, recuerda tu misericordia
Mt 18, 21-35. Lo mismo hará con vosotros el Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.
¿Guardas rencor a alguien? Intenta perdonar
Miércoles 27 Dt 4, 1.5-9. Escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir.
Sal 147, 12-16, 19-20. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Mt 5, 17-19. Quien cumpla y enseñe los preceptos del Señor será grande en el reino de los cielos.
Revisa si eres fiel al Evangelio y a la Iglesia
Jueves 28 Jr 7, 23-28. El pueblo no escuchó ni prestó oído al Señor.
Sal 94, 1-2. 6-9. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
Lc 11, 14-23. El que no está conmigo está contra mí.
Reza por los que rechazan a Cristo y a la Iglesia
Viernes 29 Os 14, 2-10. No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos.
Sal 80, 6c-11. 14-17. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
Mc 12, 28b-34. El Señor, nuestro Dios, es el único Señor y lo amarás.
Revisa si vives el Evangelio de hoy.
Sábado 1 Os 6, 1b-6. El Señor quiere misericordia y conocimiento de Él.
Sal 50, 3-4.18-21. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado y humillado.
Lc 18, 9-14. El fariseo y el publicano.
Medita el Evangelio de hoy. Revisa tu corazón
Domingo 2
4º de Cuaresma
1S 16, 1b.6-7.10-13. David es ungido rey de Israel.
Sal 2, 1-6. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Ef 5, 8-14. Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.
Jn 9, 1-41. Fue, se lavó y volvió con vista.
Revisa las zonas oscuras de tu vida. ¡Deja que Jesús las ilumine!


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