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12 febrero 2007

Domingo 18 de febrero


DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO

18 de febrero de 2007 (ciclo C, año impar)


Primera lectura
El Señor te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra ti

Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David.

David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David:

— «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe.»

Pero David replicó:

— «¡ No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.»

David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.

David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó:

— «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13 (R/.: 8a)

R/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
R/.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos;
como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles.
R/.

Segunda lectura
Somos imagen del hombre terreno,
seremos también imagen del hombre celestial

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49

Hermanos:

El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida.

No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo.

Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales.

Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios.

Aleluya
Jn 13, 34

Os doy un mandamiento nuevo —dice el Señor—:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.

EVANGELIO
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

— «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué merito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.

Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.

La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Sed compasivos
como vuestro Padre es compasivo

Vivimos en una época en la que con demasiada frecuencia se fomenta la violencia y la agresividad. Parece mentira, pero así es. Pero precisamente hoy que mucha gente habla con frecuencia de la paz, vivimos la tremenda contradicción de ser tremendamente agresivos y, a veces, hasta vengativos en las relaciones humanas de cada día.

Y esa contradicción es la que la Palabra de Dios hoy nos invita a superar: el que quiera ser amigo de Dios ha de tratar vencer cualquier sentimiento de odio y rencor hacia los demás. El que quiera estar en paz con Dios tiene que desear estar en paz con los demás. El que quiera ser perdonado por Dios ha de intentar perdonar a los demás.

Es duro, es exigente. Pero Jesús así nos lo pide. Y nos lo pide porque no puede ser de otra manera. Como nos dice en el Evangelio, si amamos sólo a aquellos que nos aman, ¿qué mérito tenemos? ¡Ninguno! Para eso no hace falta ser cristianos. El cristiano ha de llegar mucho más lejos: has de intentar perdonar a todos, y de amar, incluso a los enemigos. Y has de pedirle cada día al Señor el don de perdonar. Sí, el don, porque es algo que te ha de dar el Señor.

Y es que el amor no se puede vivir a medias. Ni el amor a Dios ni el amor a los demás. Cuando el amor se vive a medias, es que no es amor: es egoísmo. Esa es una de las grandes trampas de la sociedad actual: muchas de las realidades a las que llamamos amor, no son, en el fondo, más que egoísmo disfrazado de amor.

Por eso, el que dice que ama a Dios ha de intentar de perdonar a los demás. Es normal que te duela el daño que recibes de los demás. Pero, ¿qué ganas con devolver el mal? ¿Qué ganas con alimentar el odio y el rencor? Además, ¿acaso tú lo haces todo bien?

Por eso Jesús te da la regla de oro del comportamiento: Trata a los demás como quieras que ellos te traten a ti. Lo que no quieras para ti no lo quieras para nadie. Has de esforzarte, has de luchar. Has de superar la tentación de guardar odio o rencor a los demás. Porque, ¿cómo vas a pedirle perdón a Dios por tus pecados si tú no eres capaz de perdonar a los demás? Dios te medirá con el mismo “metro” con que tú midas a los demás.

Además, el que odia no puede ser feliz. Y también es falso aquello de "yo perdono, pero no olvido". Pues si no olvidas, irás alimentando el rencor, el odio... y así no se puede vivir. ¡Animo! ¿Hay alguna herida en tu corazón? ¡Sé generoso! ¡Pídele al Señor el don del perdón! ¡Decídete a amar del todo! ¡Vale la pena!

Compromiso semanal

Revisa tu corazón para ver si encuentras odio o rencor a alguna persona y decídete a perdonar.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: 1 Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23. El Señor te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra ti.

David, frágil como todo hombre, da un ejemplo de heroísmo: perdona la vida de su enemigo, cuando podía acabar con él. El perdón de los enemigos es algo que sobrepasa las fuerzas humanas. Cristo nos lo pide, pero él va delante con su ejemplo. La misericordia con el prójimo atrae la misericordia divina y nos hace imitar el amor y la misericordia de Dios, como nos recuerda el Evangelio.

Salmo 102, 1-4. 8. 10. 12-13. El Señor es compasivo y misericordioso.

El salmo es un canto de profundo agradecimiento a Dios por la ternura que siente hacia sus hijos y por la generosidad con que perdona sus culpas. La experiencia del perdón lleva al salmista a dar las gracias y a decir con emoción que Dios es misericordioso, tierno como un padre y conocedor de nuestra debilidad.

2ª lectura: 1 Corintios 15, 45-49. Somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

La resurrección de los muertos es cierta. Esa es la gran verdad de los cristianos. Pero no podemos saber exactamente cómo son los cuerpos resucitados. Por ello, San Pablo recurre al paralelismo entre el primer Adán y el nuevo Adán, Jesucristo. El primer Adán fue un “ser vivo”, “animado”, es decir, que recibió una vida que no tenía en sí. Cristo, en cambio, el Nuevo Adán, es un espíritu vivificante que da la vida que posee en sí mismo a todo hombre unido a Él. Los hombres vuelven a encontrarse con Dios gracias a Cristo, que ha vencido la muerte en su cuerpo resucitado y ha salvado al mundo de la esclavitud dándole su santo Espíritu. Los hombres, unidos a Jesús resucitado, Espíritu que da vida, entran en un mundo nuevo, ya real en esta vida, pero que tiene que hacerse definitivamente “incorruptible, glorioso y fuerte”. La resurrección es la gran liberación.

Evangelio: Lucas 6, 27-38. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.

El discípulo de Jesús debe ser misericordioso como lo es el Padre. La misericordia es el amor del Padre, con los matices de ternura, delicadeza, sacrificio, perdón, compasión; el amor tal como se ha manifestado en la historia de Israel, que alcanza su plenitud en Cristo, misericordia del Padre. La participación de esta misericordia debe realizarse en la práctica, en la vida comunitaria y eclesial: amor incondicional al prójimo, incluso al enemigo.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 19 Ecli 1, 1-10 Antes que todo fue creada la sabiduría.
Sal 92, 1-2.5 El Señor reina, vestido de majestad.
Mc 9, 14-29 Tengo fe, pero dudo, ayúdame.
Pídele al Señor que te aumente la fe.
Martes 20 Ecli 2, 1-13 Prepárate para las pruebas.
Sal 36, 3-4.18-19.27-28.30-40 Encomienda tu camino al Señor.
Mc 9, 30-37 Quien quiera ser el primero, que sea el último.
Medita si eres humilde
Miércoles
de CENIZA
Ecli 4, 12-22 Dios ama a los que aman la sabiduría.
Sal 118, 165.168.171.172.174.175 Mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes.
Mc 9, 38-39 El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Medita si aceptas todo lo que Jesús dice
Jueves 22
La Cátedra del apóstol San Pedro
1 Pedro 5, 1-4 Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo.
Sal 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me falta.
Mt 16, 13-19 Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Reza por el Papa
Viernes 23
San Policarpo
Is 58, 1-9a ¿Para qué mortificarnos si tú no te enteras? ¿Es ése el ayuno que deseo?
Sal 50, 3-6.18-19 Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.
Mt 9, 14-15 ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?
Da testimonio de Jesucristo
Sábado 24 Is 58, 9b-14 Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz.
Sal 85, 1-6 Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Lc 5, 27-32 Los fariseos mal-decían contra los discípulos de Jesús.
Pregúntale al Señor qué quiere de ti
Domingo 25
1º de Cuaresma
Dt 26, 4-10 Por eso os traigo las primicias de la tierra que me has dado.
Sal 90, 1-2.10-15 Acompáñame, Señor, en la tribulación.
Rom 10, 8-13 Ésta es la palabra de fe que nosotros anunciamos.
Lc 4, 1-13 El Espíritu lo condujo al desierto.
Reza por tu familia y por la parroquia


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