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27 febrero 2007

Vuestra pequeña María

Os adjunto una carta de María Penalva enviada por su Hermana Ester. Un abrazo a todos. Humberto y Roser.

-Saint Pierre 19.02.07

Queridos familiares, amigos, hermanos,…:

Me dispongo a escribir una carta “circular” tras haber vivido un tiempo importante, pues es en estos momentos en los que pienso especialmente en cada uno, diciéndome: “¡Cómo me gustaría compartirlo con ellos!”; Y sobre todo, quisiera confiar miles de rostros, historias y personas a vuestra oración.

Al final del mes de enero, un grupo de doce hermanitas y cinco hermanitos, partíamos en “misión”, desde Saint Pierre hasta Rennes (la capital de la Bretaña francesa), personalmente con un interrogante: ¿Qué significa partir en misión? ¿Cómo ir en nombre de Jesús hasta el punto de identificarse con Él?: “Quien os acoge me acoge a mí, quien me acoge a mí, acoge a Dios”.

El primer paso, pues, librarse a la acogida ¿y qué mejor fórmula que el autostop? Este fue mi medio de transporte con dos hermanitas mayores. Lugar de encuentro por excelencia, encuentro de personas completamente diversas, por religión, estado de vida, hábitos… Y mi impresión final ante tanta acogida es: “¡Cuánta bondad habita el mundo!” Realmente todo hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, y ¡qué gracia el poder ser instrumento por el que el Señor viene a visitar, (y a veces recordar), su presencia en cada uno!

Y… no puede se de otro modo; para ser instrumento de Jesús pobre, hacerse pobre, o mejor, reconocerse pobre, es la única vía. Con esta disposición fuimos conducidos hacia Rennes en dos días, por más de diez coches diferentes, diez vidas, diez historias; Una mujer atea, una peluquera en profunda búsqueda de felicidad por medio de una espiritualidad hindú, una mujer divorciada que venía de visitar a su nieta de cuatro años con un cáncer. La pequeña se llama Solune y ella, la señora Carmen, nos acogió con muchísima bondad en su casa para pasar la noche. Nos invitó también a cenar con el que ahora es su compañero, un hombre que también ha sufrido mucho… tenía tantas preguntas y tanto interés, que difícilmente nos dejó marchar, y si lo hizo, fue con un gran “GRACIAS” y un rostro iluminado.

El trío de autostop llegamos a Rennes al mismo tiempo que las hermanitas del minibús, y allí nos esperaba una hermosa acogida de Iglesia, las cuatro parroquias del centro se habían unido para preparar una misión de quince días “reclamada” por el párroco de la catedral en relación con el obispo. Instalados en la sala parroquial, lo que se nos pedía era ofrecer la liturgia en los diferentes puntos de oración y a partir de ahí, vivir nuestra mendicidad y encuentro con los pobres y los jóvenes.

Tras la vigilia de la “Presentación de Jesús en el Templo”, jueves noche, varias hermanitas salieron rezando por una de las calles más conocidas y “temidas” de Bretaña (por la fiesta, la droga y el alcohol), calle San Michel o “calle de la sed” (yo me digo que no conocen nuestras “zonas” españolas). Cuentan cómo inmediatamente fueron interpelados por diferentes grupos de jóvenes: “¿Monjas a esta hora en la calle?”, entre no poca indiferencia, un fondo de interés y de preguntas existenciales habitaban a muchos de ellos, uno concretamente les dijo: “Yo era monaguillo, hice mi confirmación, ahora no creo en nada… bueno, seguramente no me acordaré de esta noche, ¡pero de vosotras no me olvidaré!”.

En la misma ciudad, en las mismas calles, además de los estudiantes “de buena familia” que salen de fiesta, existe otra realidad mucho más dura y que no siempre es mirada y conocida por ellos… aquellos que por la misma droga y por el mismo alcohol han terminado completamente en la calle; muchos de ellos son ahora nuestros amigos, (Vanessa (24 años) y su compañero, Pasha (19 años) y Pierrot, Tristán, Balen… …); pues solo por pasar a su lado se sienten atraídos y rápidamente comienzan una conversación diciendo: “hermana, yo era monaguillo”, o “yo quiero mucho a la Virgen a pesar de mi aspecto” o “rezad por nuestros perros enfermos”.

Siempre tras habernos “empapado” de Jesús y de su Palabra en las largas liturgias de oración, somos enviados en su nombre mendigando en cada puerta, y así en cada corazón, un poco de amor… así se nos han concedido pequeños “guiños” para que recordemos que siempre es Él el que nos guía.

Pocos días después de nuestra llegada, una madre desesperada habló con un hermanito pidiéndole: “rezad mucho por mi hija, pues con 19 años ha dejado la casa para vivir en la calle con su novio, y sobre todo si la encontráis decidle que la espero. Este hermanito rezó para que fueran las hermanitas las que la encontraran y así fue:

Acercándose a un grupo de jóvenes que se calentaban las manos y la droga en un cazo con alcohol, empezaron una conversación que terminó pronto. De pie y en silencio, algo les decía que no debían partir:

- “¿Conocéis a una chica que se llama Emmanuel?”

- “¿Por qué?” – dicen un poco nerviosos.

- “Su madre nos ha pedido que recemos por ella, ¿no eres tú?”

Efectivamente, una jovencita con grandes ojos azules, levanta la vista y dice:

- “Sí, soy yo”.

- “Estamos contentas de encontrarte” – continúan ellas.

- “Para mí no cambia nada”.

Solo el haber podido encontrarla, verla y transmitirle la preocupación de su madre es ya mucho, y sobre todo, tener un rostro por el que rezar… más tarde vimos a su madre y nos dio las gracias… Confiamos en que el Señor hará el resto (o mejor dicho, lo hará todo).

Otro día, esperando la hora de la sopa repartida a los pobres delante de “la poste” por los voluntarios de la cruz roja, tres hermanitas rezábamos alrededor de dos manzanos y buscábamos unos servicios, al final de nuestro rosario nos decidimos a preguntar en un bar, y la dueña nos despachó diciendo “no están lejos los servicios públicos”. Salimos sin conocer el lugar y nos encontramos a dos señores que nos resultaban familiares; uno de ellos asistía a todos nuestros oficios, al saber lo que buscábamos nos dice: “yo vivo demasiado lejos, no os puedo ayudar”. En cambio el otro, vivía muy cerca y nos condujo muy contento… después quería ofrecernos algo para comer, pero no tenía nada en la nevera… porque vivía solo… y antes de dejarnos marchar, quiso confiarnos algo pidiéndonos fuertemente la oración: “Estoy casado desde hace cuarenta años, y ya hace cuatro que vivo como un viudo porque mi mujer y mis hijas se han ido con una secta y han roto completamente la comunicación con la familia “es muy duro, rezad por ellos y por mí”.

- “Brigitte” – le dijimos…

Conocíamos la historia pues justo el día anterior una hermanita nos pidió la intercesión, por la que años atrás había sido su catequista…

No buscamos encontrarle, pero Dios nos condujo, y ahora pedimos con fuerza que no tarde en devolver el céntuplo prometido en su Evangelio por un solo vaso de agua… y que muy a menudo se nos permite contemplar. Rezad mucho por Pierre.

Muchísimos otros encuentros con hombres de toda condición me habitan el corazón, y lo que más me impresiona es que con la gracia de Dios podemos ser un puente entre los ricos pobres, los pobres pobres y los pobres ricos, todos ellos nos muestran un mismo corazón, un corazón creado por el mismo impulso de Amor y en el que Dios quiere habitar… Todo esto en un mundo que, como nos repitió con fuerza el obispo coadjutor Pierre d’Ornellos, es un mundo que no conoce el Amor de Dios, y al que no podemos pedirle ningún modo de comportamiento moral exigente sin antes anunciar por nuestra oración y presencia con qué Amor somos amados: El Amor mendicante, el Amor sin dialéctica convincente, sino que espera… e ilumina las conciencias por él mismo.

Con fuerte unión en la oración:

Vuestra pequeña María.

¡FELIZ CUARESMA!

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