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05 febrero 2007

Domingo 4 de Febrero

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO

4 de febrero de 2007 (ciclo C, año impar)


Primera lectura
Aquí estoy, mándame

Lectura del libro de Isaías 6, 1 -2a. 3-8

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.

Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo:

— «¡ Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!»

Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.

Yo dije:

— «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.»

Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:

— «Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.»

Entonces, escuché la voz del Señor, que decía:

— «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?»

Contesté:

— «Aquí estoy, mándame.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 137, l-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8 (R/.: lc)

R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario.
R/.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
R/.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
R/.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
R/.

Segunda lectura
Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 1-11

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.

Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mi.

Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído. Palabra de Dios.

Aleluya
Mt 4, 19

Venid y seguidme —dice el Señor—,
y os haré pescadores de hombres.

EVANGELIO
Dejándolo todo, lo siguieron

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

— «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»

Simón contestó:

— «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

— «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

— «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Dejándolo todo, lo siguieron

La Palabra de Dios que proclamamos este domingo tiene un contenido eminentemente vocacional: por una parte nos invita a hacer una reflexión sobre el sacerdocio y, por otra, nos invita a rezar y trabajar para que continúen surgiendo vocaciones a la vida consagrada en la Iglesia.

Es importante que tengamos claro que Dios llama a quien Él quiere, como Él quiere y porque Él quiere. De ahí, el tremendo “susto” que todos los llamados por Dios han experimentado siempre. El llamado por Dios se siente incapaz de hacer por sí mismo la misión que el Señor le confía. Se siente, además, indigno de ser llamado, de ser elegido por Dios para la misión tan grande que se le confía. Pero no importa: es el Señor quien llama, y quien actúa. Los hombres no somos más que pequeños e indignos instrumentos en las manos de Dios.

Y si nos fijamos en la historia de los primeros que llamó Jesús, lo podemos ver claro: los apóstoles eran gente humilde y sencilla, personas que, a veces, dudaban de Jesús, que lo negaron –como San Pedro–, que lo persiguieron –como San Pablo–. Pero, a pesar de todo, Jesús les confió la tremenda misión de ser aquellos a quienes les encargó la proclamación del Evangelio y el crecimiento de la Iglesia. Y Jesús lo hizo así, porque a pesar de los fallos que los Apóstoles tenían, creían en Él y querían serle fieles. ¿Por qué? Porque ellos no eran más que pequeños instrumentos en manos del Señor. Ellos eran la voz, Cristo era la Palabra. Y lo que importa es la Palabra, el mensaje, no la voz. La voz puede ser mejor o peor, pero lo que importa es que llegue el mensaje, la Palabra.

Por eso, cuando escuchamos a personas que dicen que no creen en Cristo por culpa de los sacerdotes, estamos ante un ejemplo de no haber comprendido el Evangelio. O quizás ante una autojustificación. Porque los sacerdotes no somos más que pequeños instrumentos en manos del Señor. Y cuando el sacerdote consagra en la Misa es Cristo el que consagra, cuando el sacerdote absuelve en la Confesión es Cristo el que está perdonando los pecados.

Cristo es el que actúa, y lo hace en los sacramentos, a través del sacerdote. Y esto no quiere decir que los sacerdotes no tengamos la obligación –como todos los cristianos– de ser santos. Los sacerdotes nos hemos de esforzar por ser santos. Y también es importante que la comunidad rece por sus sacerdotes y por los de toda la Iglesia. Una oración es más eficaz que mil críticas. Y una comunidad que rece también para que cada día surjan jóvenes comprometidos dispuestos a escuchar la llamada del Maestro.

¿Qué es lo que el Señor quiere de ti? ¡Pregúntaselo! ¡Pídele que te manifieste su voluntad! ¡No tengas miedo! ¡Él te ama más que nadie y quiere siempre lo mejor para ti!

Compromiso semanal

Reza por los sacerdotes. Reza para que surjan vocaciones en la Iglesia.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Isaías 6, 1-8. Aquí estoy, mándame.

En este pasaje, Isaías nos cuenta su vocación. Quiere ser un testimonio vivo del fulgurante encuentro con Dios en el templo de Jerusalén, que dejó marca imborrable en su vida. Dios es santo. Esta “trascendencia” de Dios invade al profeta y le llena de “temor”. No es miedo: es el sentimiento radical del pecador ante la santidad transparente de Dios. Pero cuando Dios se revela a un hombre es para hacer de él su enviado, y le capacita para ser su portavoz, para hablar en su nombre. El hombre, con el poder de Dios, se pone plenamente a disposición de su plan de salvación en favor de los hombres.

Salmo 137, 1-8. Delante de los ángeles, tañeré para ti, Señor.

La vocación de Isaías ha sido ejemplo de prontitud. El salmo expresa el gozo y el agradecimiento. En el templo recibió Isaías la vocación y en el templo resuena la acción de gracias. La llamada es el comienzo de una vida de peligros: lo que Dios comenzó con su llamada lo tiene que llevar a término. Así mostrará su misericordia y su fidelidad.

2ª lectura: 1 Corintios 15, 1-11. Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

Este texto recoge el resumen de la predicación de san Pablo: que Cristo murió por los pecados, resucitó, se apareció a diversos testigos.. Se transcribe este resumen de predicación a causa de las habladurías infundadas de algunos corintios sobre la resurrección de los muertos. Pero todo esto no es historia pasada, sino misterio y germen de nueva vida.

Evangelio: Lucas 5, 1-11. Dejándolo todo, lo siguieron.

La gente se agolpa alrededor de Jesús para escuchar su Palabra. Pedro confía en ella y continúa una labor que su experiencia de pescador le dice que es inútil. La Palabra de Dios transforma a los cuatro hombres en mensajeros del Reino. Ante la palabra del “Maestro”, los discípulos reconocen al “Señor”. Y le siguen, dejándolo todo. No hay medias tintas en quienes han comprendido que Jesús es el Señor. La generosidad en el desprendimiento ha de ser uno de los signos distintivos de las comunidades y de los creyentes en Jesús. Confesar que Jesús es el Señor supone entregarse a un Dios que reclama y consigue el sometimiento de todo el ser, vida y corazón y la obediencia de todo el hombre.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 5
Santa Águeda
Gn 1, 1-19 Dijo Dios, y así fue.
Sal 103, 1-2a.5-6.10.12.24.35c El Señor goce con sus obras.
Mc 6, 53-56 Los que lo tocaban se ponían sanos.
Reza por los enfermos
Martes 6
San Pablo Miki
Gn 1, 20-2,4a Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.
Sal 8, 4-9 ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra.
Mc 7, 1-13 Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
Revisa si tienes alguna actitud hipócrita
Miércoles 7 Gn 2, 4b-9.15-17 El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén.
Sal 103, 1-2a.27-30 Bendice, alma mía, al Señor.
Mc 7, 14-23 Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Revisa si hay en tu corazón algún sentimiento malo. Pídele al Señor que te dé un corazón nuevo.
Jueves 8
San Jerónimo Emiliano
Gn 2, 18-25 Y serán los dos una sola carne.
Sal 127, 1-5 Dichosos los que temen al Señor.
Mc 7, 24-30 Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.
Reza por los alejados
Viernes 9 Gn 3, 1-8 Seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal.
Sal 31, 1-2.5-7 Dichoso el que está absuelto de su culpa.
Mc 7, 31-37 Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Pídele al Señor que te abra los “oídos” para escucharle
Sábado 10
Santa Escolástica
Gn 3, 9-24 El Señor lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo.
Sal 89, 2-6.12-13 Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Mc 8, 1-10 La gente comió hasta quedar satisfecha.
Reza por los que no viven la Eucaristía
Domingo 11
6º del Tiempo Ordinario
Jer 17, 5-8 Bendito quien confía en el Señor.
Sal 1, 1-6 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
1 Co 15, 12.16-20 Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido.
Lc 6, 17.20-26 Dichosos los pobres. ¡Ay de vosotros, los ricos!
Reza por tu familia y por la parroquia


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