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29 enero 2008

Domindo 3 de febrero

DOMINGO iV DEL TIEMPO ORDINARIO
3 de febrero de 2008 (ciclo A, año par)



Primera lectura
Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde

Lectura de la profecía de Sofonías 2, 3; 3, 12-13

Buscad al Señor, los humildes, que cumplís sus mandamientos;
quizá podáis ocultaros el día de la ira del Señor.
«Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde,
que confiará en el nombre del Señor. Ni se hallará en su boca una lengua embustera;
pastarán y se tenderán sin sobresaltos.»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R.: Mt 5, 3)

R/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
Él hace justicia a los oprimidos,
Él da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

Segunda lectura
Dios ha escogido lo débil del mundo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31

Fijaos en vuestra asamblea, hermanos, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder.

Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.

Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

Y así -como dice la Escritura- «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Palabra de Dios.

Aleluya
Mt 5, 12

Estad alegres y contentos,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

EVANGELIO
Dichosos los pobres en el espíritu

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

Palabra del Señor



COMENTARIO

Dichosos los pobres en el espíritu

El deseo de ser feliz es uno de los más fuertes que tiene el hombre. Sin embargo, vivimos en una sociedad en la que hay mucha gente que no encuentra esa felicidad que tanto ansía. Demasiada gente vive insatisfecha, frustrada, amargada, infeliz... Demasiada gente es incapaz de superar los problemas y dificultades que la vida trae, y recurre –para encubrirlos, no para superarlos– a los falsos paraísos del dinero, el poder, el sexo, la droga, el alcohol...

La Palabra de Dios que proclamamos viene a darnos la clave para encontrar esa felicidad que todos buscamos: la clave está en vivir las Bienaventuranzas. Las Bienaventuranzas iluminan el camino del bautizado y ofrecen criterios seguros de vida eterna. Las Bienaventuranzas son actitudes fundamentales que nos llevan a la verdadera alegría y felicidad, actitudes que nos llenan de paz y nos unen con Dios. Dios quiere que su pueblo no sea autosuficiente ni orgulloso, sino humilde y amante de la verdad.

Las Bienaventuranzas expresan lo que significa ser discípulo. Lo que significan no se puede explicar de un modo puramente teórico; se proclama en la vida, en el sufrimiento y en la misteriosa alegría del discípulo que sigue plenamente al Señor. Las Bienaventuranzas son la transposición de la cruz y la resurrección a la existencia del discípulo (cf. Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 100-101).

Por ello, es importante que descubramos que hemos de vivir estas actitudes, y que descubramos que lo que Jesús nos dice está en contra de lo que el mundo nos propone.

Frente a la pobreza de espíritu, el mundo nos invita a ser soberbios, orgullosos y autosuficientes, nos invita a buscar la seguridad en nosotros mismos, en el dinero y el poder; frente al ser sufridos, el mundo nos invita a ser cómodos, a huir de la cruz, a buscar lo fácil; frente a llorar, el mundo nos invita a ser hipócritas y cínicos; frente a tener hambre de justicia, el mundo nos invita a buscar nuestro propio interés.

Frente a la misericordia, el mundo nos invita a la venganza y al pasotismo; frente a la limpieza de corazón, el mundo nos invita a la corrupción, a dejarnos llevar por las propias apetencias; frente a trabajar por la paz, el mundo nos invita a ser agresivos; frente al no tener miedo a la persecución, el mundo nos invita a huir del compromiso...

Esta es la buena noticia que el Señor nos anuncia hoy: frente a tanta frustración y amargura, frente a tanta vaciedad y sin sentido, frente a tanta angustia y desconcierto... el Señor nos muestra el camino de la vida, el camino de la verdadera felicidad.

Este es el camino, y no hay otro. Si quieres ser feliz ya sabes el camino: atreverte a ser cristiano, atreverte a seguir a Jesús, atreverte a vivir cada día las Bienaventuranzas. ¿Por qué no lo intentas?

Este es el regalo que tienen los pequeños y los humildes, el regalo que tienen los que no se fían de sí mismos y ponen su confianza en Dios, que ha escogido lo necio del mundo para humillar a los sabios.

Porque el problema no está en que sea fácil o difícil de vivir. El problema está en fiarse o no de Dios, en dejar que sea Él el único Señor de tu vida y no en pretender tú ser tu propio dios.

¡Ánimo! ¡Fíate de Dios! ¡Ponte en sus manos! ¡Deja que Él sea tu Señor! ¡Entrégale tu vida! Él, que te ama más que nadie, te dará la paz, la felicidad y la vida eterna.

Compromiso semanal

Revisa tu vida y descubre las bienaventuranzas que aún no vives en tu vida. Pídele al Señor que te conceda poder vivirlas, poder disfrutarlas.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Sofonías 2, 3; 3, 12-13. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde.

El pecado es huida de Dios, desobediencia, desconfianza, falta de fe, rebeldía, fanfarronería, hipocresía, mentira, nacido todo de la soberbia. Por eso es necesaria la conversión, que es un sincero confiar en el Señor, buscarle, acercarse a Él, seguirle, escucharle, con práctica de la verdad, sin palabras engañosas, y todo con humildad, virtud que destaca, con la pobreza. Un pueblo humilde y pobre -el resto de Israel- acogerá y conservará la Alianza. Esta actitud de pobreza es la que se reflejará en las bienaventuranzas.

Salmo 145. Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Este salmo es un canto a Dios creador, fiel, justo y misericordioso. El Señor es el protector de los débiles. Cuando Jesús abre los ojos al ciego, alimenta a los hambrientos, defiende a los oprimidos, libera a los cautivos, deshace las maquinaciones de los malvados y, sobre todo, cuando perdona los pecados enseña a los hombres quién es Dios y su inagotable misericordia.

2ª lectura: 1 Corintios 1, 26-31. Dios ha escogido lo débil del mundo.

Dios elige lo vil y lo pobre y lo que aparentemente no es, con el fin de confundir al fuerte, al rico, al autosuficiente, al que se cree alguna cosa. Así, en medio de la pobreza y la debilidad se puede manifestar el poder y la acción de Dios. El cristiano no tiene la fuerza en sí mismo, sino que recibe toda su fuerza de Cristo y por Cristo. Puedes leer Deuteronomio 8, 17-18.

Evangelio: Mateo 5, 1-12. Dichosos los pobres en el espíritu.

Las Bienaventuranzas no son para Jesús máximas de sabiduría, sino la expresión de la buena noticia que Él vino a traer. Al mismo tiempo que proclaman la cercanía del Reino de Dios, indican de qué manera ejerce Dios su poder real sobre todos los hombres. Es verdaderamente cristiano el que trata de vivir a fondo las Bienaventuranzas. Puedes leer Colosenses 1, 24-29.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 4 2 S 15, 13-14.30; 16, 5-13a Huyamos de Absalón. Mi hijo a intenta matarme.
Sal 3, 2-7 Levántate, Señor, sálvame.
Mc 5, 1-20 Espíritu inmundo, sal de ese hombre.
Reza por los enfermos y por los que sufren
Martes 5
Santa Águeda
2 S 18, 9-10. 14b. 24-25a. 30-19,3. ¡Ojalá hubiera muerto yo en vez de ti!
Sal 85, 1-6 Inclina tu oído, Señor, escúchame.
Mc 5, 21-43 Contigo hablo, niña, levántate.
Reza por los niños y los jóvenes
Miércoles 6
de Ceniza
Jl 2, 12-18 Rasgad los corazones, no las vestiduras.
Sal 50, 3-6a.12-14.17 Misericordia, Señor: hemos pecado.
2 Co 5, 20-6,2 Dejarse reconciliar con Dios; ahora es el tiempo de gracia.
Mt 6, 1-6.16-18 Tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará.
Haz un plan de vida espiritual para esta Cuaresma.
Jueves 7 Dt 30, 15-20 Elige la vida y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor.
Sal 1, 1-3.4-6 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Lc 9, 22-25 El que pierda su vida por mí la ganará.
¿Cómo llevas la cruz?
Viernes 8
Santa Josefina Bakhita
Is 58, 1-9a ¿Es ése el ayuno que deseo?
Sal 50, 3-6a.18-19 Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.
Mt 9, 14-15 Llegará un día en que se lleven al esposo y entonces ayunarán.
Haz un sacrificio y ofrécelo por los que no creen
Sábado 9 Is 58, 9b-14 Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas.
Sal 85, 1-6 Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Lc 5, 27-32 No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.
Reza por la conversión de los que no creen
Domingo 10
1º de Cuaresma
Gn 2, 7-9; 3, 1-7. Creación y pecado de los primeros padres.
Sal 50, 3-6.12-14.17. Misericordia, Señor, hemos pecado.
Rm 5, 12-19. Si creció el pecado, más abundante fue la gracia.
Mt 4, 1-11. Jesús ayuna durante cuarenta días y es tentado.
Reza por tu familia y por la parroquia


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