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25 agosto 2008

Domingo 31 de agosto


DOMINGO XXii DEL TIEMPO ORDINARIO
31 de agosto de 2008 (ciclo A, año par)



Primera lectura
La palabra del Señor se volvió oprobio para mí

Lectura del libro de Jeremías 20, 7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste.
Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí.
Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia»,
proclamando: «Destrucción.»
La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día.
Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»;
pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándole.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

Segunda lectura
Presentad vuestros cuerpos como hostia viva

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-2

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.

Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios.

Aleluya
Ef. 1, 17-18
El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.

EVANGELIO
El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 21-27

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: - «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»

Jesús se volvió y dijo a Pedro: - «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»

Entonces dijo Jesús a sus discípulos: - «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga.

Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, sí arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos da una de las claves para entender la vida cristiana: la lógica de Dios es completamente distinta de la lógica del mundo: El cristiano está en el mundo, pero no es del mundo. El estilo de vida del mundo es radicalmente (=desde la raíz) distinto del estilo de vida de Jesucristo.

Son dos planteamientos de vida completamente diferentes, y no podemos servir a dos señores. Y es necesario que lo tengamos claro, porque hoy muchos "cristianos" viven con el estilo de vida del mundo aparentando ser cristianos, pero siéndolo sólo de una manera superficial.

Porque ser cristiano no consiste sólo en ir a Misa los domingos. Además de ir a Misa los domingos –algo que es fundamental para ser un buen cristiano– hay que vivir de acuerdo con los valores del Evangelio. Hay que vivir de acuerdo con la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia todos los aspectos de la vida (no sólo aquellos que nos resultan fáciles): hay que ser cristiano en la religiosidad, en la familia, en el trabajo, en los negocios, en la diversión, en la política, en las relaciones con el prójimo: hay que ser cristiano en todo.

El encuentro con Cristo cambia radicalmente la vida de una persona, la impulsa a la conversión profunda de la mente y del corazón, y establece una comunión de vida que se transforma en seguimiento. Las condiciones para seguir a Jesús son pocas pero fundamentales. Como hemos escuchado en el evangelio es necesario dejar atrás el pasado, cortar con él de modo determinante y realizar una conversión en el sentido profundo del término: un cambio de mentalidad y de vida (cf. Juan Pablo II, Audiencia 6-IX-2000).

No podemos ser cristianos a trozos, cristianos fragmentados. Cuando uno ama, o ama del todo, o su amor no es más que una egoísmo disfrazado de amor. Además, Jesucristo nos recuerda que ese amor es profundo, incondicional, absoluto, entregado, generoso, sacrificado.

No podemos amar a Dios sólo en lo que nos conviene y cuando nos conviene: nos hemos de entregar del todo, y asumir que ese amor pasa por negarse a uno mismo y cargar con la cruz.

La cruz es el “control de calidad” de nuestro amor a Dios y también al prójimo. La cruz, signo de amor y de entrega total, es el emblema del discípulo llamado a configurarse con Cristo glorioso (cf. Juan Pablo II, ib). El que se retira ante las dificultades es porque aún no ha descubierto la fuerza del amor. El que ama saca fuerzas del amor para cargar con la cruz, y la cruz -aunque pese- se convierte para el que ama en el árbol de la salvación que le hace crecer en el amor y ser plenamente feliz porque ha sido capaz de vencer el egoísmo y la comodidad.

Por ello, Jesucristo nos invita a que seamos auténticos en nuestro planteamiento de ser cristianos. Jesucristo nos invita a descubrir que no podemos vivir como vive el mundo. Nos invita a descubrir que la vida del cristiano no se construye sobre los valores que están de moda en la sociedad, sino que el cristiano construye su vida sobre la Palabra de Dios, sobre las enseñanzas de Jesucristo. Y hemos de ser valientes para vivir de acuerdo con este estilo de vida, aunque sea tan diferente del estilo del mundo.

Para ello, hemos de empezar por negarnos a nosotros mismos, descubriendo que la fuente de nuestro actuar no está en nuestros gustos y apetencias, sino en la voluntad de Dios, descubriendo que seremos felices en la medida en que seamos fieles a la voluntad de Dios. ¿Cómo está tu vida? ¿Ocupa Dios el centro de tu corazón y de tu vida? ¿Qué te falta cambiar para ser un buen cristiano? ¡Anímate! ¡Decídete! ¡Ábrete al amor de Dios! ¡Déjate amar por Él y... ámale con todas tus fuerzas, síguele incondicionalmente y... encontrarás la felicidad y la vida eterna!

Compromiso semanal

Revisa tu vida, todo lo que haces. Medita si tu forma de pensar y de actuar es completamente cristiana. Propónte cambiar aquellas actitudes que todavía no son plenamente cristianas.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1 lectura: Jeremías 20, 7-9. La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí.

Jeremías se encuentra en el límite de sus fuerzas. Todo el mundo se ríe de él, le espía y busca su perdición. En estas circunstancias reprocha a Dios de haberle engañado. Se reprocha haber dado fe a las promesas de Dios. Decide no hacer caso a la Palabra de Dios y desea pronunciar palabras agradables de oír. En una confidencia angustiosa termina confesando que no puede. La palabra de Dios es un fuego incontenible encerrado en sus huesos. Esta es una hermosa manera de enseñarnos que el verdadero profeta no habla de su cosecha, no dice lo que le place, sino que sólo transmite lo que Dios le comunica, aún dentro del mayor sufrimiento.

Salmo 62, 2-9. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

El salmista expresa el deseo y la esperanza de llegar a ver a Dios, abrigarse a la sombra de sus alas y bendecirle eternamente por su gracia: ésta vale más que la vida. El Amor de Dios seduce nuestro espíritu, como sedujo a Jeremías; sólo en él puede descansar nuestra alma; nuestra alma que está sedienta de Dios, como tierra reseca, agostada, sin agua. Orar con las palabras de este salmo equivale a querer renovar la experiencia del deseo de Dios y de su alegre intimidad.

2ª lectura: Romanos 12, 1-2. Ofreceos vosotros mismos como sacrificio vivo.

San Pablo invita a los cristianos a ofrecer a Dios sus vidas, como un sacrificio de gratitud y alabanza. No pide el ofrecimiento ritual de animales o frutos, característico de los paganos. Les pide el cuerpo entero: toda su persona, toda su existencia, toda su actividad. Toda la realidad, la vida del hombre está destinada, en Cristo, a ser santa. Este es el culto "razonable". Se trata de ofrecer la propia vida mediante una conducta que brota de una vida nueva, según la voluntad de Dios; y no de una vida acomodada al mundo presente.

Evangelio: Mateo 16, 21-27. El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo.

Negarse a uno mismo y cargar con la cruz son, en el fondo, el anverso y reverso de una misma decisión: aceptar perder la vida por Jesús y por el Evangelio. Sólo así la salvaremos. Esta es una enseñanza desconcertante, pero constante en Jesús: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo; pero si muere da mucho fruto" (Jn 12, 14). "Es doctrina segura: si morimos con Él, viviremos con Él" (2 Tm 2, 11).



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 1
Nuestra Señora de los Ángeles del Puig
1 Cor 2, 1-5 Os he anunciado el testimonio de Cristo crucificado.
Sal 118, 97-102 Cuánto amo tu voluntad, Señor.
Lc 4, 16-30 El Espíritu del Señor está sobre mí
Reza por los que no creen
Martes 2 1 Cor 2, 10b-16 A nivel humano uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios.
Sal 144, 8-14 El Señor es justo en todos sus caminos.
Lc 4, 31-37 ¡Cállate y sal de ese hombre!
Reza por los enfermos. ¡Visítalos!
Miércoles 3
San Gregorio Magno,
papa y doctor
1 Cor 3, 1-9 Nosotros somos colaboradores de Dios.
Sal 32, 12-15.20-21 Dichoso el pueblo que el Señor se escogió.
Lc 4, 38-44 También en las demás ciudades debo anunciar la Buena Noticia de Dios.
Da testimonio de Jesucristo
Jueves 4 1 Cor 3, 18-23 Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios.
Sal 23, 1-6 Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Lc 5, 1-11 Dejaron todo y lo siguieron.
Reza por las vocaciones sacerdotales y religiosas
Viernes 5 1Co 4,1-5. El Señor pondrá al descubierto los designios del corazón.
Sal 36. El Señor es quien salva a los justos.
Lc 5,33-39. Llegará el día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.
Haz una obra de misericordia
Sábado 6 1 Cor 4, 6-15 Hemos pasado hambre y sed y falta de ropa.
Sal 144, 17-21 Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Lc 6, 1-5 El Hijo del Hombre es señor del sábado.
Reza por los que critican a la Iglesia
Domingo 7
23º del TIEMPO ORDINARIO
Ez 33, 7-9. Si no hablas al malvado, te pediré cuentas de su sangre.
Sal 94, 1-9. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor.
Rom 13, 8-10. Amar es cumplir la ley entera.
Mt 18, 15-20. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Reza por tu familia y por la parroquia


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