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05 septiembre 2008

Domingo 7 de septiembre

DOMINGO XXiIi DEL TIEMPO ORDINARIO
7 de septiembre de 2008 (ciclo A, año par)



Primera lectura
Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre

Lectura de la profecía de Ezequiel 33, 7-9

Así dice el Señor:
«A ti hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel;
cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte.

Si yo digo al malvado:
"¡Malvado, eres reo de muerte!",
y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado
para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa,
pero a ti te pediré cuenta de su sangre;
pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta,
si no cambia de conducta,
él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.»

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándole con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque hablan visto mis obras.» R.

Segunda lectura
Amar es cumplir la ley entera

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13, 8-10

Hermanos:

A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo. »

Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Palabra de Dios

Aleluya
2 Co 5, 19
Dios estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo,
y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.

EVANGELIO
Si te hace caso, has salvado a tu hermano

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has, salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. »

Palabra del Señor



COMENTARIO

Si te hace caso,
has salvado a tu hermano

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos plantea un problema serio, delicado y siempre actual: la corrección fraterna. Los hermanos, impulsados por el mandamiento nuevo del amor, tenemos el deber de ayudarnos unos a otros. Y esta ayuda no ha de ser sólo en lo material, sino también en lo espiritual.

El Evangelio de hoy nos habla de la solidaridad para el bien con el hermano que vive en pecado. Ayudarle, intentar traerle al buen camino no es una cosa indiferente ni de poca importancia. Ante el hermano que vive en pecado, que va por mal camino, tenemos dos alternativas: o somos cómplices o somos verdaderamente hermanos y le ayudamos a salir de su pecado.

Somos cómplices cuando callamos ante el pecado o, peor aún, cuando lo aplaudimos. Somos verdaderamente hermanos cuando hacemos todo lo que está en nuestras manos para ayudar al que está en situación de pecado a salir de ella. La corrección fraterna es una deber de caridad auténtica. No podemos dar por buenas todas las conductas; no da igual hacer el bien que el mal. Hemos de tener misericordia del pecador, pero denunciar el pecado y no fomentar el mal sino el bien. Justo lo contrario de lo que se hace muchas veces en la sociedad en que vivimos.

El problema ha de entenderse a la luz del amor, no a la luz de la justicia, porque el amor va mucho más lejos que la justicia. Este es precisamente uno de los problemas de la sociedad: cuando se pide justicia a veces sólo se está pidiendo venganza, y el Evangelio no nos habla de venganza sino de corrección fraterna: no interesa castigar al pecador, lo que interesa es que deje de serlo.

El Evangelio nos pide atraer al buen camino al hermano que vive en pecado, con la preocupación de un hermano que ayuda a otro hermano. El que se mantiene firme en el error, el que no quiere corregirse, se excluye a sí mismo de la comunidad, de la Iglesia, porque al no querer convertirse rechaza a Dios y a la Iglesia.

La ley fundamental del Evangelio es la caridad, y nadie puede decir que ama a su hermano si permanece indiferente ante su desgracia o necesidad. Y no hay mayor desgracia que permanecer en el mal camino, que vivir en pecado. El pecado es un mal y la conversión un bien.

Aconsejar al hermano extraviado debe entenderse como un caso concreto de la ley del amor fraterno. Y esta corrección ha de hacerse desde la caridad y la humildad. Porque todos somos pecadores y no podemos sentirnos ni creernos mejores que nadie.

No se trata de humillar a nadie, sino de salvarlo del mal camino. Hay que procurar sanar, no herir al hermano. Ni se trata de juzgar ni condenar a nadie, sino de iluminar la vida con la luz de la Palabra de Dios. Ni se trata de ir criticando por la calle a nadie. La corrección ha de ser discreta, fraternal, caritativa, sincera. El Señor quiere que no se juzgue a los otros, sino que se les ame; no quiere que se les condene, sino que se les perdone; no quiere que se les margine, sino que se esté con ellos caminando al mismo paso.

Y esto es especialmente importante para todos los que tenemos responsabilidad sobre los demás: sacerdotes, padres, catequistas, educadores, amigos.... Si no practicamos la corrección fraterna, nos convertimos en cómplices del mal de los demás. Hemos de tener claro que el amor no se puede apoyar sobre la mentira. Y hemos de asumir el riesgo que supone la corrección fraterna: muchas veces la persona a la que intentamos ayudar rechaza la ayuda y reacciona contra nosotros. Es triste y lamentable. Pero no importa. Nosotros habremos cumplido con nuestra obligación y nos queda la oración, la penitencia, y el hacerle saber que encontrará en nosotros un hermano que le ama, dispuesto siempre a ayudarle.

Compromiso semanal

Revisa si estás siendo cómplice de alguna situación de pecado. Mira a tu alrededor y trata de descubrir quién necesita a tu alrededor una palabra iluminadora.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Ezequiel 33, 7-9. Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre.

El profeta ha recibido la misión de estar siempre alerta a los acontecimientos para desvelar su sentido al pueblo, y así conducirlo por el camino de la conversión. El profeta es la boca de Dios, un instrumento de su palabra, un enviado suyo. Ha sido llamado de forma irresistible por Dios y no puede dejar de hablar, de palabra de obra, pues su misma vida es mensaje de Dios.

Salmo 94, 1-9. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón".

Este salmo nos invita a aclamar al Señor, la Roca que nos salva. La imagen sugiere la roca de la que Moisés hizo surgir agua en el desierto; también la roca sobre la que estaba construido el templo. Alaba la grandeza de Dios por dos motivos: Es el Creador del universo y dueño de él. Es, además, el Dios de la alianza, Pastor que guía a su pueblo. El salmo es también una advertencia para que no dejemos de escuchar la voz de Dios, para que no endurezcamos nuestro corazón.

2ª lectura: Romanos 13, 8-10. Amar es cumplir la ley entera.

San Pablo vuelve al amor como criterio supremo y único para el cristiano. El que ama cumple la ley perfectamente. Con ello nos enseña que el fin de la ley es el amor. El amor cristiano auténtico que no busca ser servido, sino servir. El amor que se entrega hasta dar la vida. Quien ama al hermano le desea lo mejor y no le hace daño.

Evangelio: Mateo 18, 15-20. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.

La Iglesia cuenta con la presencia viva y vivificante de Jesús. Gracias a ella, los creyentes viven juntos, oran juntos, se perdonan mutuamente. No sólo siete veces. Siempre. Salvar al hermano, como miembro de la comunidad, corregirle caritativamente y denunciar fraternalmente el mal, buscando el bien común y el bien de cada persona es el mensaje de este evangelio. La caridad ve el lado bueno de las personas y busca su bien aún cuando tenga que corregir al hermano. No busca el desprestigio público, sino la salvación de la persona. El pecador es responsable de aceptar la corrección fraterna. Si no acepta la corrección de la comunidad eclesial queda excluido de ella.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 8
La Natividad de Nuestra Señora
Mi 5,2-5a o Ro 8,28-30 A los que predestinó, Dios los llamó.
Sal 12,6 Desbordó de gozo en el Señor.
Mt 1,1-16.18-23 La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
Pídele a la Virgen aquello que más necesites
Martes 9 1 Cor 6, 1-11 ¡Un hermano tiene que estar en pleito con otro!
Sal 149, 1-6.9 El Señor ama a su pueblo.
Lc 6, 12-19 Se retiró al monte para orar.
Reza por el Papa y los Obispos.
Miércoles 10 1 Cor 7, 25-31 Hermanos: el momento es apremiante.
Sal 44, 11-17 Escucha, hija, mira: inclina el oído
Lc 6, 20-26 Dichosos los pobres. ¡Ay de vosotros los ricos!
Medita el evangelio de hoy.
Jueves 11 1Co 8,1b-7.11-13. Al pecar contra los hermanos, turbando su conciencia insegura, pecáis contra Cristo.
Sal 138. Guíame, Señor, por el camino eterno.
Lc 6,27-38. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.
Haz una obra de misericordia
Viernes 12 1Co 9,16-19.22b-27. Me he hecho todo a todos, para ganar, como sea, a algunos.
Sal 83. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!
Lc 6,39-42. ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
Pídele al Señor que ilumine tu vida
Sábado 13
San Juan Crisóstomo
1 Cor 10, 14-22a Aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo.
Sal 115, 12-18 Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Lc 6, 43-49 ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor” y no hacéis lo que os digo?
Revisa si estás das el fruto que Dios espera de ti.
Domingo 14
Exaltación de la Santa Cruz
Nm 21, 4-9 Los mordidos quedarán sanos al mirarla.
Sal 77, 1-2.34.38 No olvidéis las acciones del Señor
Flp 2, 6-11 Se despojó de su rango, por eso Dios lo levantó sobre todo nombre.
Jn 3, 13-17 Tiene que ser elevado el Hijo del Hombre.
¿Cómo llevas la cruz? Haz oración desde ella. Reza por tu familia y por la parroquia


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