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05 enero 2009

Domingo 11 de enero

EPIFANÍA DEL SEÑOR
5 de enero de 2009 (ciclo B, año impar)


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el bautismo del señor
11 de enero de 2009 (ciclo b, año impar)



Primera lectura
Mirad a mi siervo, a quien prefiero

Lectura del libro de Isaías 42, 1-4. 6-7

Así dice el Señor:

«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.

No gritará, no clamará, no voceará por las calles.

La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.

Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.

Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano,
te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.

Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 28, 1a y 2. 3ac-4. 3b y 9b-10

R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica. R/.

El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.

Segunda lectura
Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34-38

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

-« Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

Palabra de Dios.

Aleluya
Cf. Mc 9, 7

Se abrió el cielo, y se oyó la voz del Padre:
«Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»

EVANGELIO
Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 7-11

En aquel tiempo, proclamaba Juan:

—«Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.

Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:

—«Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Palabra del Señor.



COMENTARIO

Tú eres mi Hijo amado, mi preferido

Con la fiesta del Bautismo del Señor, que celebramos hoy, se concluye el tiempo litúrgico de Navidad. El Niño lo encontramos ahora adulto, en el momento en que se hace bautizar en el río Jordán por el gran profeta Juan. El Evangelio narra que cuando Jesús, recibido el bautismo, salió del agua, se abrieron los cielos y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco". Esa fue su primera manifestación pública, después de casi treinta años de vida oculta en Nazaret.

¿Cuál es el significado de este acto, que Jesús quiso realizar —venciendo la resistencia del Bautista— para obedecer a la voluntad del Padre? Su sentido profundo se manifestará sólo al final de la vida terrena de Cristo, es decir, en su muerte y resurrección. Haciéndose bautizar por Juan juntamente con los pecadores, Jesús comenzó a tomar sobre sí el peso de la culpa de toda la humanidad, como Cordero de Dios que "quita" el pecado del mundo (cf. Jn 1, 29). Obra que consumó en la cruz, cuando recibió también su "bautismo" (cf. Lc 12, 50). En efecto, al morir se "sumergió" en el amor del Padre y derramó el Espíritu Santo, para que los creyentes en él pudieran renacer de aquel manantial inagotable de vida nueva y eterna.

Toda la misión de Cristo se resume en esto: bautizarnos en el Espíritu Santo, para librarnos de la esclavitud de la muerte y "abrirnos el cielo", es decir, el acceso a la vida verdadera y plena, que será "sumergirse siempre de nuevo en la inmensidad del ser, a la vez que estamos desbordados simplemente por la alegría" (cf. Benedicto XVI, Angelus, 13-I-2008)

En el Bautismo hemos recibido la semilla de un tesoro que es la fe, tesoro que hemos de cuidar con todo nuestro interés y cariño. La Palabra de Dios te invita hoy a tomarte muy en serio tu fe, a no jugar con ella, a tratar de cuidarla para que cada día sea más fuerte, a pesar de tu inconstancia y tu debilidad.

Y ¿qué has de hacer para que tu fe crezca y madure? En primer lugar, has de tener, como enseña hoy Jesús, una actitud de humildad, de sencillez, de confianza, de dejarte enseñar por Él, que es el único Maestro. También es importante que intentes que tu vida se ajuste a la voluntad de Dios.

También es necesario que cultives tu vida espiritual. La oración es necesaria. Has de rezar y, no sólo cuando tienes problemas, sino cada día, como lo más natural que puedes hacer con Dios, tu padre.

También has de participar en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía y en la Penitencia. Son medios necesarios que Jesús te ha dejado para tu crecimiento espiritual en la fe.

Y, finalmente, has de hacer el bien. Como Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo. No te puedes contentar con evitar el mal, con no hacer daño a nadie. No es suficiente. Has de llegar mucho más lejos: hacer todo el bien que puedas. ¡Disfrutar haciendo el bien!

Hoy es un buen día para renovar y reflexionar sobre tu bautismo. No puedes contentarte sólo con recordarlo, es necesario actualizarlo y vivirlo. Es el fundamento de tu vida cristiana y la manifestación del amor gratuito con que Dios te ama. Te hace participar en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo y te hace actuar como miembro de la Iglesia dando testimonio de la fe y la esperanza.

¿Qué has hecho con la fe que Dios te dio en tu bautismo? ¿Cómo está? ¿Te animas a seguir más de cerca a Jesús? ¿Te animas a cuidar cada día tu fe? ¡Animo! ¡Adelante! Dios quiere hacer en ti una historia de amor y de salvación. ¡Ábrele el corazón! ¡No tengas miedo! ¡El que comenzó en ti la obra buena, él mismo la llevará a su término!

Compromiso semanal

Durante esta semana, intenta cada día hacer el bien. ¡Sé generoso!

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Isaías 42, 1-4. 6-7. Mirad a mi siervo, a quien prefiero.

La lectura presenta a un hombre, siervo de Yahvé, elegido por él. Su espíritu lo consagra para establecer entre los pueblos, el derecho, que es la ley de Dios, su revelación. El siervo se presenta humilde, sencillo, manso, delicado; pero en su actuación es firme, tenaz, fiel hasta conseguir la aceptación de su mensaje. Dios lo guía amorosamente, le pone como alianza para las naciones, luz de los pueblos, liberador de los oprimidos. El bautismo significa para Jesús su unción como siervo amado y salvador. Puedes leer Isaías 11, 1-10.

Salmo 28, 1-10. El Señor bendice a su pueblo con la paz.

El salmo es un himno a la gloria de Dios. Al terminar el Padre Nuestro con la aclamación “tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor” revivimos el tema central de este salmo: la soberanía de Cristo sobre todo el universo. La voz de Dios en la tormenta nos invita a escuchar con mayor intensidad la voz del Padre que reconoce a su Hijo en el Jordán como Mesías.

2ª lectura: Hechos 10, 34-38. Dios ungió a Jesús con la fuerza del Espíritu Santo.

Las palabras de Pedro a los presentes son un resumen de la historia evangélica. Van dirigidas a personas que conocen lo sucedido y están dispuestas a aceptar el significado de los acontecimientos que Pedro recuerda: Dios unge con la fuerza de su Espíritu a Jesús de Nazaret. Él es, en sus palabras y acciones, la manifestación definitiva de la bondad y la misericordia del Padre para con todos los hombres. Dios lo ha resucitado y establecido como juez universal. Los que crean en Él recibirán el perdón de los pecados. Puedes leer 1 Pedro 1, 17-21.

Evangelio: Marcos 1, 6b-11. Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.

El relato del bautismo pone el acento en la revelación divina. Sólo Jesús es testigo de la misma. Jesús, el Hijo predilecto, es elegido para salvar a los hombres y acepta la misión del Siervo descrita por Isaías. En Él se realiza nuestra reconciliación con Dios. La unción del Espíritu se nos comunica a los cristianos en el bautismo, y nos consagra haciéndonos hijos de Dios y designándonos para continuar la misión del Señor. Puedes leer Hechos 2, 37-39.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes, 12 Heb 1, 1-6 Dios nos ha hablado por su Hijo
Sal 96, 1-2b.6-7.9 Adorad a Dios, todos sus ángeles
Mc 1, 14-20 Inmediatamente, dejaron las redes y lo siguieron
Reza por las vocaciones
Martes, 13
San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia
Heb 2, 5-12 Dios juzgó conveniente perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de la salvación.
Sal 8, 2a.5-9 Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos
Mc 1, 21-28 Se quedaron asombrados de las enseñanzas de Jesús porque les enseñaba con autoridad
Haz oración de confianza en Dios
Miércoles, 14
San Juan de Ribera
Heb 2, 14-18 Debía parecerse en todo a sus hermanos para ser compasivo
Sal 104, 1-9 El Señor se acuerda de su alianza eternamente
Mc 1, 29-39 Curó a muchos enfermos de diversos males
Reza por algún enfermo, o visítalo
Jueves, 15 Heb 3, 7-14 Animaos los unos a los otros
Sal 94, 6-11 Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor
Mc 1, 40-45 La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio
Medita sobre tus enfermedades del espíritu
Viernes, 16 Heb 4, 1-5.11 Empeñémonos en entrar en aquel descanso
Sal 77, 3-8 No olvidéis las acciones de Dios
Mc 2, 1-12 El Hijo del Hombre puede perdonar pecados
Haz examen de conciencia
Sábado, 17
San Antonio, abad
Heb 4, 12-16 Acerquémonos al trono de la gracia
Sal 18, 8-10.15 Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
Mc 2, 13-17 He venido a llamar a los pecadores
Reza por los alejados
Domingo, 18
2º del Tiempo Ordinario
1 Sm3, 3b-10.19 Habla, Señor, que tu siervo te escucha.
Sal 39, 2.4.7-10 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
1 Co 6, 13c-15a.17-20 Vuestros cuerpos son miembros de Cristo.
Jn 1, 35-42 Vieron dónde vivía y se quedaron con Él.
Haz oración por tu familia y por la parroquia


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