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09 octubre 2009

Domingo 11 de octubre

DOMINGO XXViIi DEL TIEMPO ORDINARIO
11 de octubre de 2009  (ciclo B, año par)






Primera lectura
En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza

Lectura del libro de la Sabiduría (7, 7-11)
Supliqué, y se me concedió la prudencia;
invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría.

La preferí a cetros y tronos,
y, en su comparación, tuve en nada la riqueza.
No le equiparé la piedra más preciosa,
porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena,
y, junto a ella, la plata vale lo que el barro.

La quise más que la salud y la belleza,
y me propuse tenerla por luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos,
en sus manos había riquezas incontables.
Palabra de Dios
Salmo responsorial
Sal 89, 12-13. 14-15. 16-17 (R/.: 14)
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor,
      y toda nuestra vida será alegría.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R/.

Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Segunda lectura
La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón
Lectura de la carta a los Hebreos (4, 12-13)
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón.

No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Palabra de Dios
Aleluya
Mt 5, 3

Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
EVANGELIO
Vende lo que tienes y sígueme
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 17-30)
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: — «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»

Jesús le contestó: — «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»

Él replicó: — «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»

Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: — «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: — «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»

Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: — «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»

Ellos se espantaron y comentaban: — «Entonces, ¿quién puede salvarse?»

Jesús se les quedó mirando y les dijo: — «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»

Pedro se puso a decirle: — «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»

Jesús dijo: — «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna.»

Palabra del Señor





COMENTARIO
Vende lo que tienes y sígueme
          La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos habla de la radicalidad del seguimiento de Cristo: para seguir a Cristo hay que dejarlo todo. ¡Sí, todo! El amor a Dios, el ser discípulo de Cristo está por encima de todo: por encima de los amores humanos e, incluso, por encima de uno mismo.
            Puede parecerte duro y exigente, pero así es. No se puede ser cristiano a medias. Si eres cristiano ¡has de intentar serlo de verdad, sin condiciones ni reservas! El amor a medias, el amor con condiciones no existe: en el fondo no es más que egoísmo sutilmente disfrazado de amor.
            Cuando Cristo dice que el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo suyo, no se refiere sólo a los bienes materiales, sino que te invita a que renuncies a todo aquello que te impide o te dificulta seguirle a Él. A unos les estorbará el dinero, a otros los afectos desordenados, a otros su orgullo, a otros su vanidad, a otros su fama, a tí...
Como nos dice el Papa Benedicto XVI, si el hombre pone su seguridad en las riquezas de este mundo no alcanza el sentido pleno de la vida y la verdadera alegría; por el contrario, si, fiándose de la palabra de Dios, renuncia a sí mismo y a sus bienes por el reino de los cielos, aparentemente pierde mucho, pero en realidad lo gana todo.
El santo es precisamente aquel que, respondiendo con alegría y generosidad a la llamada de Cristo, lo deja todo por seguirlo. Jesús puede en verdad garantizar una existencia feliz y la vida eterna, pero por un camino diverso del que imaginaba el joven rico, es decir, no mediante una obra buena, un servicio legal, sino con la elección del reino de Dios como "perla preciosa" por la cual vale la pena vender todo lo que se posee (cf. Mt 13, 45-46). El joven rico no logra dar este paso. A pesar de haber sido alcanzado por la mirada llena de amor de Jesús (cf. Mc 10, 21), su corazón no logró desapegarse de los numerosos bienes que poseía.
Comprender esto es fruto de la sabiduría de la que habla la primera lectura. Esta sabiduría ―nos dice― es más valiosa que la plata y el oro, aún más que la belleza, la salud y la luz misma, "porque su resplandor no tiene ocaso" (Sb 7, 10). Obviamente, esta sabiduría no se reduce únicamente a la dimensión intelectual. Es mucho más; es "sabiduría del corazón", como la llama el salmo 89. Es un don que viene de lo alto (cf. St 3, 17), de Dios, y se obtiene con la oración (cf. Sb 7, 7).
En efecto, esta sabiduría no ha permanecido lejos del hombre, se ha acercado a su corazón (cf. Dt 30, 14), tomando forma en la ley de la primera alianza sellada entre Dios e Israel a través de Moisés. El Decálogo contiene la sabiduría de Dios. Por eso Jesús afirma en el Evangelio que para "entrar en la vida" es necesario cumplir los mandamientos (cf. Mc 10, 19). Es necesario, pero no suficiente, pues, como dice san Pablo, la salvación no viene de la ley, sino de la gracia. Y san Juan recuerda que la ley la dio Moisés, mientras que la gracia y la verdad han venido por medio de Jesucristo (cf. Jn 1, 17).
Por tanto, para alcanzar la salvación es preciso abrirse en la fe a la gracia de Cristo, el cual, sin embargo, pone una condición exigente a quien se dirige a él:  "Ven y sígueme" (Mc 10, 21). Los santos han tenido la humildad y la valentía de responderle "sí", y han renunciado a todo para ser sus amigos (cf, Benedicto XVI, Homilía, 15-X-2006).
            La Palabra de Dios hoy es una invitación profunda a la oración, al diálogo serio, profundo y personal con Jesucristo. ¡Párate a pensar! ¡Dialoga con Cristo! Piensa cuáles son los “bienes” que te están impidiendo ser un buen cristiano. Intenta descubrir cuáles son las cosas a las que Jesús te está pidiendo que renuncies para seguirle a Él.
            ¡Atrévete a cargar con la cruz y seguir a Jesús! Te podrá costar…, pero ¡no te arrepentirás! El Maestro te llama, ¡escúchale, déjate amar por Él, ámale, síguele! No tengas miedo en seguir a Jesucristo. El te ama más que nadie. Y el que camino que te marque será siempre el mejor para tu vida.
            No tengas miedo a renunciar a lo que te exija. Descansa en Él, confía en Él. Encontrarás la paz, la felicidad -con la cruz- y, al final, la vida eterna.

Compromiso semanal
Revisa tu vida. Trata de descubrir cuáles son las “riquezas” que te impiden seguir hasta el final a Jesús. Mira qué es lo que has de hacer para renunciar a ellas.

La Palabra del Señor, luz para cada día
1ª lectura: Sabiduría 7, 7-11.
En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza.

                    Este texto es un cántico a la sabiduría. La verdadera sabiduría y sus dones se obtienen únicamente como un don de Dios; no son fruto del esfuerzo humano. Hay que desear la sabiduría mucho más que el poder o la riqueza, la salud y la belleza. Ella es un don superior concedido por Dios a los que se lo suplican y todos los bienes vienen de ella.
          Puedes leer Isaías 60, 19-20 y Apocalipsis 21, 23
Salmo 89, 12-17.
Sácianos de tu misericordia, Señor, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

            La vida humana es breve, nuestros años pasan como un suspiro. Pero el cristiano conoce otra vida sin fin. Y con la esperanza que nos da la resurrección y la eternidad que nos prepara la misericordia de Dios, toda nuestra vida es alegría y júbilo. Incluso uno puede renunciar a los bienes de este mundo –como Jesús le propone al joven en el Evangelio– pues sabemos que tenemos un tesoro en el cielo.
2ª lectura: Hebreos 4, 12-13.
La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón.

          La Palabra de Dios, es decir, Dios mismo, que penetra irresistiblemente hasta las raíces de nuestro ser, hasta lo más íntimo de nuestro corazón, discierne y juzga hasta nuestras más ocultas intenciones. Ante este Dios no cabe disimulo, todo enmascaramiento se desvela. Ante esta Palabra hemos de responder. La Palabra de Dios, por frágil que parezca, es la fuerza decisiva de la historia humana. Puede ser desoída, despreciada, ignorada, pero a la hora de la verdad, ya en este mundo, será ella la que nos pida cuentas de toda nuestra vida.
                    Puedes leer 1 Pedro 1, 22-24
Evangelio: Marcos 10, 17-30. Vende lo que tienes y sígueme.
            El episodio de Jesús con el hombre rico nos enseña que no basta dejarse guiar por la Ley para ser discípulo de Cristo. Hay que seguirle. Seguir a Cristo hace más rico que todo el oro del mundo. Y más libre también. El hombre rico es esclavo de su riqueza. La vida eterna no se asegura acumulando, sino vendiendo, hasta quedar aligerados y libres para el seguimiento. Por eso, nadie encontrará tantas dificultades como los ricos para entrar en el reino de Dios. Nadie puede conseguir la salvación por sí mismo: la salvación no es una conquista humana, sino un milagro de la gracia divina. El hombre no se salva. El hombre es salvado. Su salvación será el don que otorgará Dios a aquellos se desprendan de todo por seguir a Jesús. La riqueza es un estorbo para recibir la salvación de Dios.





CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 12
Nuestra Señora del Pilar

1Cro 15,3-4.15-16;16,1-2. Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado.
Sal 26. El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
Hch 1,12-14. Se dedicaban a la oración, junto con María, la madre de Jesús.
Lc 11,27-28. Dichoso el vientre que te llevó.
Pídele a la Virgen lo que más necesites.
Martes 13

 

Rm 1,1-7. Por Cristo hemos recibido este don y esta misión: hacer que los gentiles respondan a la fe.
Sal 97. El Señor da a conocer su victoria.
Lc 11,29-32. A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.
Reza por las niños y los jóvenes
Miércoles 14
San

Calixto I, papa y mártir
Rm 2,1-11. Pagará a cada uno según sus obras, primero al judío, pero también al griego.
Sal 61. Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras.
Lc 11,42-46. ¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley!
Haz una obra de misericordia
Jueves 15
Santa Teresa de Jesús
Si 15,1-6. La llena de sabiduría e inteligencia.
Sal 88. Contaré tu fama a mis hermanos; en medio de la asamblea te alabaré.
Mt 11,25-30. Soy manso y humilde de corazón.
Pídele al Señor un corazón como el suyo
Viernes 16
Santa Margarita María de
Alacoque
Rm 4,1-8. Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.
Sal 31. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
Lc 12, 1-7 Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados..
Pídele al Señor que te ayude a descansar en él.
Sábado 17 San Ignacio de Antioquía
Rm 4,13.16-18. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza.
Sal 104. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Lc 12, 8-12   El que blasfeme contra el Espíritu Santo no será perdonado.
Da testimonio de Jesucristo y de la Iglesia
Domingo, 18
29º del Tiempo Ordinario

Is 53, 10-11   Cuando entregue su vida como expiación verá su descendencia, prolongará sus años.
Sal 32, 4-5.18-22   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros.
Heb 4, 14-16   Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia.
Mc 10, 35-45   El Hijo del Hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos.
Reza por tu familia y por la parroquia

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