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07 noviembre 2009

domingo 8 de noviembre


DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO
8 de noviembre de 2009  (ciclo B, año par)






Primera lectura
La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías
Lectura del primer libro de los Reyes (17, 10-16)
En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:

— «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.»

Mientras iba a buscarla, le gritó:

— «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.»

Respondió ella:

— «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.»

Respondió Elías:

— «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después.

Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará,
la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra."»

Ella se fue, hizo lo que le habla dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo.

Ni la orza de harina se yació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.

Palabra de Dios
Salmo responsorial
Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10
R/. Alaba, alma mía, al Señor.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

Segunda lectura
Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos
Lectura de la carta a los Hebreos (9, 24-28)
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.

De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Palabra de Dios
Aleluya
Mt 5, 3

Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

EVANGELIO
Esa pobre viuda ha echado más que nadie
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (12, 38-44)
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:

— «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa.»

Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo:

—«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Palabra del Señor







COMENTARIO
Esa pobre viuda ha echado más que nadie
            La Palabra de Dios hoy nos invita a meditar sobre el dar, o mejor, sobre el darnos, sobre la generosidad, y también sobre la naturaleza de la religiosidad auténtica.
            La escena del Evangelio es conmovedora. En profundo contraste con la imagen que presentan los maestros de la ley, una pobre viuda que se acerca temblorosa al cepillo del templo es la que ofrece el mejor ejemplo de lo que debe ser la verdadera religiosidad. A ella es a quien los discípulos han de imitar. Sus dos pequeñas monedas llevan el sello de esa donación total que exige el primer mandamiento y que reclama todo verdadero acto de culto.
            El encuentro con Dios no se consigue a través de unos ritos externos, más o menos suntuosos, sino a través de esos gestos sencillos y silenciosos, que pueden incluso pasar desapercibidos, pero en los cuales deposita el hombre todas sus seguridades para abandonarse por completo en las manos de Dios.
            Lo que cuenta es un corazón generoso, desprendido y confiado en la acción de Dios, ya que Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros. Nadie dio tanto como la que no reservó nada para sí.
            La verdadera piedad es una entrega a Dios, un ponerse por completo a su disposición, sin reservas ni condiciones. La viuda lo entregó todo a Dios y, con ello, se entregó a sí misma. Su pequeña e insignificante moneda se convierte en un símbolo elocuente: esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee, sino lo que es: toda su persona (cf. Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2008).
            La misma generosidad tiene la viuda de Sarepta en la primera lectura: a petición del profeta Elías, le da a comer el último pan que tenía para ella y para su hijo. Su fe había sido puesta a dura prueba: debía dárselo a –riesgo de morir de hambre con su hijo. Ese pedazo de pan que se le pedía era su todo. Y dio ese todo. El “amarás a tu prójimo como a ti mismo” debía cumplirlo al pie de la letra. Su generosidad total fue su alimento y su vida. Dios es la riqueza de quien da todo. Y así, desde aquel día jamás le faltó el pan.
            A veces damos no lo que es parte de nuestra vida, sino aquello de lo cual hasta podemos permitirnos el lujo de prescindir. Otros, en cambio, al dar, se incluyen como parte de la misma ofrenda, hasta el punto de que la ofrenda supone un don y un sacrificio total. Dan lo imprescindible y necesario para ellos; dan vaciándose de sí mismos; dan como auténticos pobres de corazón. La adoración a Dios consiste en la ofrenda total de uno mismo. Al darnos, dejamos de poseernos.
            ¿Cómo estás de generosidad? ¿Eres tacaño, calculador... a la hora de entregarte? ¿Cómo es tu entrega en la familia, en la parroquia...? ¿Cuáles son las excusas que pones para dar solamente lo que te sobra?

Compromiso semanal
Haz oración de acción de gracias a Dios por el don de la Iglesia, por haberte llamado a ella. Pídele que te ayude a crecer cada día en la santidad.

La Palabra del Señor, luz para cada día
1ªlectura: 1 Reyes 17, 10-16. La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías.
                    Elías, el profeta de fuego y de la palabra ardiente, impulsado y dirigido siempre por la fuerza del espíritu, es el tipo del hombre de Dios que afronta todos los peligros y desprecia su propia vida por ser fiel a la dura misión que Dios le ha confiado. Él es sostenido únicamente por su fe en Dios. Por su humildad, la viuda descubre en Elías al hombre de Dios y merece ser recordada por Jesús (Lc 4, 25). La lectura nos invita a vivir plenamente en las manos de Dios, con una fe y una confianza sinceras, y una entrega total a los demás.
Salmo 145, 7-10. Alaba, alma mía, al Señor.
            Este salmo es un canto a Dios creador, fiel, justo y misericordioso, que acude en ayuda de los más necesitados. Cuando Jesús abre los ojos al ciego, alimenta a los hambrientos... y, sobre todo, cuando perdona los pecados, enseña a los hombres quién es Dios y su inagotable misericordia. Al orar con este salmo, pedimos a Dios su gracia para hacer nosotros lo mismo.
2ª lectura: Hebreos 9, 24-28.
Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

                    El camino recorrido por Cristo, su sacrificio, le lleva al mismo cielo, que designa la realidad misma de Dios, su propio rostro. Cristo está ante ese rostro y se manifiesta constantemente en favor nuestro. El ingreso en el cielo es la obtención de una relación íntima con Dios, el ser asumido en la unidad del Dios mismo. De esta manera ha sido conseguida la meta última de todo sacerdocio y de todo sacrificio. Con su sacrificio, único, de una vez por todas, llega el final de los tiempos, la abolición absoluta del pecado. Por su muerte, Cristo elimina, destruye la condición pecadora del hombre. Esta queda sanada radicalmente, perfecta y definitivamente salvada. Cuando aparezca de nuevo será para la salvación de los que asiduamente le esperan.
                    Puedes leer Filipenses 3, 20-21
Evangelio: Marcos 12, 38-44. Esa pobre viuda ha echado más que nadie.
            El evangelio nos presenta una escena conmovedora. Una pobre viuda que se acerca temblorosa al cepillo del templo es la que ofrece el mejor ejemplo de lo que debe ser el verdadero acto de culto. A ella es a quien los discípulos han de imitar: el encuentro con Dios no se consigue a través de unos ritos externos, sino a través de esos gestos sencillos y silenciosos, que pueden pasar incluso desapercibidos, pero en los cuales deposita el hombre todas sus seguridades para abandonarse por completo en las manos de Dios. Lo que cuenta es un corazón generoso, desprendido y confiado en la acción de Dios, ya que Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros.







CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 9
Dedicación de la Basílica de Letrán

Ez 47, 1-2. 8-9. 12. Vi que manaba agua del templo.
Sal 45, 2-9  El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios.
1 Co 9c-11. 16-17.  Sois templo de Dios.
Jn 2, 13-22  Hablaba del templo de su cuerpo
Reza por la Iglesia
Martes 10
San León

Magno, papa y doctor.
Sb 2,23-3,9. La gente insensata pensaba que morían, pero ellos están en paz.
Sal 33. Bendigo al Señor en todo momento.
Lc 17, 7-10   Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Revisa si das el fruto que el Señor espera de ti
Miércoles 11
San Martín

de Tours, obispo
Sb 6,1-11. Escuchad, reyes, a ver si aprendéis a ser sabios.
Sal 81. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra.
Lc 17, 11-19   ¿Tan sólo ha vuelto a dar gracias a Dios este extranjero?
Haz oración de acción de gracias a Dios
Jueves 12
San Josafat,

obispo y mártir.
Sb 7,22-8,1. La sabiduría es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios.
Sal 118. Tu palabra, Señor, es eterna.
Lc 17, 20-25   El Reino de Dios ya está entre vosotros.
Reza por los que no creen
Viernes 13
San Leandro

Sb 13,1-9. Si lograron averiguar el principio del cosmos, ¿cómo
no encontraron a su Dueño?
Sal 18. El cielo proclama la gloria de Dios.
Lc 17,26-37. El día que se manifieste el Hijo del hombre.
Haz una obra de misericordia
Sábado 14

 

Sb 18,14-16;19,6-9. Se vio el mar Rojo convertido en camino practicable, y triscaban como corderos.
Sal 104. Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Lc 18,1-8. Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan.
Medita el evangelio de hoy
Domingo 15
33º del Tiempo
Ordinario

Dn 12, 1-3   Entonces se salvará tu pueblo.
Sal 15, 5.8-11   Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Heb 10, 11-14.18   Cristo ofreció por los pecados un solo sacrificio.
Mc 13, 24-32   Vendrá para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos.
Haz oración por tu familia y por la parroquia





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