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14 marzo 2010

Domingo IV de Cuaresma. Domingo 14 de marzo.

DOMINGO IV DE cuaresma
14 de marzo de 2010  (ciclo C, año par)



Primera lectura
El pueblo de Dios celebra la Pascua,
después de entrar en la tierra prometida
Lectura del libro de Josué 5, 9a. 10-12
En aquellos días, el Señor dijo a Josué:
—«Hoy os he despojado del oprobio de Egipto.»
Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.
El día siguiente a la Pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas.
Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.

Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7 (R/.: 9a)
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R/.
 Segunda lectura
Dios, por medio de Cristo, nos reconcilió consigo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 17-21
Hermanos:
El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.

Palabra de Dios.
Versículo antes del evangelio (Lc 15, 18)
Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.»
EVANGELIO
«Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido»
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
—«Ese acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola:
—«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.”
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.”
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.”
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.”
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.”
El padre le dijo:
“Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”»

Palabra del Señor.



COMENTARIO
Este hermano tuyo
estaba muerto y ha revivido
Decíamos la semana pasada que a veces vivimos en una actitud de soberbia: creemos que todo lo hacemos bien y que nadie tiene por qué meterse en nuestra vida. Sin embargo, si eres un poco humilde y realista, con facilidad te das cuenta de que tu vida no es así: no lo haces todo bien, ni mucho menos.
 Todos tenemos experiencia del pecado, todos somos pecadores. Con frecuencia experimentas la realidad del pecado, la realidad de apartarte de la voluntad de Dios. Muchas veces sabes lo que has de hacer y, sin embargo ¡no lo haces! Esta es una realidad en tu vida y en la vida de toda persona. ¡Somos débiles!
Por eso, hoy la Palabra de Dios te habla de la misericordia de Dios a través de la hermosa parábola del hijo pródigo. El mensaje más importante del evangelio de hoy es que Dios es un Padre Misericordioso que te quiere más que nadie, te desea, te espera, quiere siempre lo mejor para ti y está siempre dispuesto a acogerte y perdonarte. El evangelio de hoy es una llamada a la reconciliación con Dios, una llamada a volver a la casa del Padre.
No importa que tus pecados sean muchos, no importa si hace mucho tiempo que has abandonado la casa del Padre: lo que importa es que vuelvas. Lo que importa es que seas humilde, sencillo, que te reconozcas pecador, que te pongas en camino y te reconcilies con Dios, tu Padre, que te quiere y se alegra muchísimo de tu regreso.
Y Jesús nos ha dejado un medio muy hermoso para reconciliarnos con Él: el Sacramento de la Penitencia. Acercarse al Sacramento de la Penitencia, a la Confesión, es el medio ordinario por el cual manifestamos nuestra voluntad de volver a Dios y reconciliarnos con Dios.
El evangelio nos ayuda a comprender quién es verdaderamente Dios: es el Padre misericordioso que en Jesús nos ama sin medida. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no menoscaban la fidelidad de su amor. En el sacramento de la Confesión podemos recomenzar siempre de nuevo con la vida: él nos acoge, nos devuelve la dignidad de hijos suyos. Por tanto, redescubramos este sacramento del perdón, que hace brotar la alegría en un corazón que renace a la vida verdadera. Queridos amigos, estamos en el tiempo de la Cuaresma, de los cuarenta días antes de la Pascua. En este tiempo de Cuaresma la Iglesia nos ayuda a recorrer este camino interior y nos invita a la conversión que, antes que ser un esfuerzo siempre importante para cambiar nuestra conducta, es una oportunidad para decidir levantarnos y recomenzar, es decir, abandonar el pecado y elegir volver a Dios (cf. Benedicto XVI, Homilía en el Centro Penitenciario para menores de Casal de Marmo, 18-III-2007).
¡No tengas miedo! Por muchos que sean tus pecados, por lejos que estés, Dios te espera. ¡Déjate amar por Él!
Compromiso semanal
Revisa tu vida a la luz de la Palabra de Dios. Pídele perdón al Señor por tus pecados y acércate al Sacramento de la Penitencia.

La Palabra del Señor, luz para cada día
1ªlectura: Josué 5, 9-12.
El pueblo de Dios celebra la Pascua, después de entrar en la tierra prometida.
                    Israel inicia una nueva vida: deja la vida errante del desierto y entra en la tierra prometida por Dios. Celebra la pascua y comienza un nuevo estilo de vida. Dios es fiel y cumple sus promesas.
Salmo 33, 2-7. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
            El Señor fue bueno para Israel: cuando el pueblo, oprimido en Egipto, acudió al Señor, “Dios lo escuchó y lo salvó de sus angustias”, Dios le dio una tierra fértil que manaba leche y miel. Pero las maravillas de Dios no son sólo acciones pasadas: si hoy la Iglesia recuerda las proezas de Dios a favor de Israel, es porque también nosotros nos acercamos a la tierra de promisión y somos dichosos cuando nos acogemos a él.
2ª lectura: 2 Corintios 5, 17-21. Dios, por medio de Cristo, nos reconcilió consigo.
                    San Pablo llama a los hombres a que acepten la reconciliación de Dios, no se resistan a ella: se dejen reconciliar por Dios en Cristo, no se empeñen en reconciliarse por sí mismos. Los hombres tienen necesidad de vivir en paz unos con otros; pero difícilmente lo lograrán si no viven en paz con Dios. Todo es ya nuevo porque ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo. Él cargó sobre sí el pecado de todos para que la humanidad viviera una vida nueva y libre.
                    Puedes leer Isaías 43, 14-21 y Romanos 5, 1-11.
Evangelio: Lucas 15, 1-3. 11-32. Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.
               Jesús nos muestra el amor de Dios. Dios toma la iniciativa para buscar incansablemente al hombre extraviado. Una vez hallado, desborda de alegría. Y esta alegría no se la guarda, sino que la comparte con la comunidad que debe también festejar el retorno. El hombre no puede permanecer pasivo ante esta actitud de amor. Tiene que dar una respuesta. Debe convertirse. Dios le perdona siempre, pero el hombre debe responder con amor, convirtiéndose. Sólo así llegará al gozo inmenso de la reconciliación. El centro de la parábola del hijo pródigo lo constituye el Padre y su misericordia. Jesús dice con parábolas lo que Él anuncia con su presencia y su vida. Así actúa Dios. Dios ama y sabe perdonar. No recrimina ni humilla al hijo, echándole en cara su mal proceder. Intenta facilitar la vuelta, en lugar de hacerla más dura y humillante. Es el momento de alegrarse. El hijo estaba perdido y lo ha encontrado. El perdón bien otorgado integra de nuevo, olvida las faltas, abre al amor. Jesús dispone del perdón de Dios, lo comunica con su presencia, lo anuncia con sus palabras. No cabe más que participar en el gozo mismo de Dios y hacer nosotros lo mismo.
Puedes leer Mateo 9, 10-13 e Isaías 49, 14-16.



CALENDARIO LITÚRGICO
Lunes 15
Santa Luisa de Marillac
Is 65, 17-21  Voy a crear una tierra nueva.
Sal 29, 2-6.11-13  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Jn 4, 43-54  El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino.
Pídele a Dios lo que más necesites
Martes 16

 
Ez 47, 1-9.12  Al regresar vi a la vera del río una gran arboleda.
Sal 45, 2-3.5-6-8-9  El Señor de los ejércitos está con nosotros.
Jn 5, 1-3a.5-16  El que me ha curado me ha dicho: toma tu camilla y echa a andar.
Pídele al Señor que sane tu corazón
Miércoles 17
San Patricio
Is 49, 8-15  ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura?
Sal 144, 8-9.13-14.17-18  El Señor es clemente y misericordioso.
Jn 5, 17-30  El Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace.
Haz una obra de caridad
Jueves 18
San Cirilo de Jerusalén
Ex 32, 7-14  Recuerda a Abrahán, a Isaac y a Israel, tus servidores.
Sal 105, 19-23  Acuérdate de nosotros, por amor a tu pueblo.
Jn 5, 31-47  Las obras que yo hago atestiguan de mí que el Padre me ha enviado.
Reza a la Virgen y pídele que te ayude a ser fiel.
Viernes 19
San José
2 S 7, 4-5a.12-14a.16  Tu casa y tu reino durarán por siempre.
Sal 88, 2-5.27.29  Su linaje será perpetuo.
Ro 4, 13.16-18.22  Fue la fe la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo.
Mt 1, 16.18-21.24a  José, su esposo, era bueno.
Da testimonio de Jesucristo.
Sábado 20
Jer 11, 18-20  Yo, como cordero manso llevado al matadero.
Sal 7, 2-3.9-12  Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Jn 7, 40-53  Surgió entre la gente una discordia por su causa.
Reza por los que rechazan a la Iglesia.
Domingo 21
5º de CUARESMA
Is 43, 16-21  No penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
Sal 125, 1-6  El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Fil 3, 8-14  Olvidando lo que he dejado atrás, me lanzo de lleno a la consecución de los que está delante.
Jn 8, 1-11  El que esté sin pecado que le tire la primera piedra.
Reza por tu familia y por la parroquia

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