Páginas

24 abril 2009

Domingo 26 de abril

Domingo III de PASCUA
26 de abril de 2009 (ciclo B, año impar)



Primera lectura
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3, 13-15. 17-19)

En aquellos días, Pedro dijo a la gente:

«El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando habla decidido soltarlo.

Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos.

Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que habla dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.

Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 4, 2. 7. 9 (R/.: cf. 7)

R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.

O bien:
Aleluya.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» R/.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. R/.

Segunda lectura
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados
y también por los del mundo entero

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 1-5)

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.

Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.

Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.

Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.

Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.

Palabra de Dios.

Aleluya
Lc 24, 32

Señor Jesús, explícanos las Escrituras;
haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas.

EVANGELIO
Así estaba escrito: el Mesías padecerá y
resucitará de entre los muertos al tercer día

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas (24, 35-48)

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: — «Paz a vosotros.»

Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.

Él les dijo: — «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: — «¿Tenéis ahí algo que comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: — «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: — «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Palabra del Señor



COMENTARIO

Vosotros sois testigos de esto

La conversión es un tema fundamentalmente pascual y resuena en la Palabra de Dios que proclamamos hoy. Jesucristo resucitado se aparece a los Apóstoles, les enseña y les manda a predicar la conversión y el perdón de los pecados.

La conversión (cambio de mentalidad), es una renuncia al pecado, una "penitencia". Este pesar, que mira hacia el pasado descansando en la misericordia de Dios, va acompañado normalmente de una “conversión”, por la que el hombre se vuelve hacia Dios e inicia una vida nueva. Penitencia y conversión son condiciones necesarias para recibir la salvación que trae el Reino de Dios.

Puede parecernos extraño que se nos plantee ahora, en el tiempo pascual, el tema de la conversión, pero hemos de darnos cuenta de que este tema, la conversión y el perdón de los pecados, se nos plantea constantemente a lo largo de todo el año litúrgico, y, con ello, la Iglesia quiere que nos demos cuenta de que ésta es una actitud fundamental y básica en cualquier cristiano: el que se convierte puede recibir la salvación de Dios. El que vive de cara a Dios le puede encontrar y recibir en su vida.

Por ello, la Palabra de Dios nos recuerda en la primera lectura, cómo hubo mucha gente que rechazó a Jesús, y san Pedro advierte con claridad a los judíos que se conviertan y se arrepientan para que puedan recibir la salvación, el perdón de los pecados.

El Evangelio nos presenta a Jesucristo resucitado que se aparece a sus Apóstoles. Con estas apariciones sucesivas, se quiere poner de manifiesto la realidad de la resurrección de Jesucristo. Y, al mismo tiempo, se nos plantea también el tema de la fe. Ver y tocar a Jesús no basta para creer. Muchos judíos le vieron y tocaron, y no creyeron sino que le rechazaron y mataron. La fe exige la conversión del corazón, no se apoya en los signos sensibles, sino en la confianza en Dios.

La fe que exige Jesús es confianza y abandono, por el cual el hombre renuncia a apoyarse en sus pensamientos y sus fuerzas, para abandonarse a la palabra y al poder de Aquel en quien cree. La fe, que exige un sacrificio del espíritu y de todo el ser, es un acto de humildad al que muchos se resisten. La fe, cuando es fuerte, obra maravillas, especialmente el perdón de los pecados y la salvación, para la cual es condición indispensable.

El mismo Jesucristo resucitado, presente hoy en la Iglesia, que se nos aparece en la proclamación de la Palabra de Dios, y, especialmente, en la Eucaristía, nos invita a abrirle el corazón para convertirnos, reconocerle a Él como el único Señor y único Maestro y decidirnos, así, a vivir como hijos de la luz, viviendo en la verdad, guardando sus mandamientos: así obtendremos la salvación, el perdón de los pecados.

El Evangelio nos invita a vencer la incredulidad y a creer en la resurrección de Cristo, porque sus discípulos están llamados a ser testigos precisamente de este acontecimiento extraordinario. La resurrección de Cristo es el dato central del cristianismo, verdad fundamental que es preciso reafirmar con vigor en todos los tiempos (cf. Benedicto XVI, Regina Coeli, 30-IV-2006).

Compromiso semanal

¿Cuál es tu actitud ante la Palabra de Dios y la Eucaristía? ¿Cómo puedes mejorarla?

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Hechos 3, 13-15. 17-19. Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.

A partir de la admiración que ha provocado el milagro, Pedro proclama la Resurrección de Jesús y su papel en la salvación de los hombres. Los que reciben con asombro los hechos de Dios son invitados por la palabra del Apóstol a descubrir el sentido de lo que está sucediendo. No basta “saber” para salir de la ignorancia: es necesario cambiar de actitud. Destaca la necesidad y urgencia de la conversión para acoger la oferta de salvación, cumpliendo así el plan de Dios. Aceptar que el paralítico ha sido curado en nombre de Jesús, es aceptar que el resucitado es el Dios de la vida, actúa en la vida y transforma nuestra existencia por el perdón que sigue al arrepentimiento.

Salmo 4, 2. 4. 7. 9. Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.

Este salmo es una bella oración que nos invita a confiar en Dios, a pesar de las dificultades. El salmista ha experimentado el amor de Dios en profundidad: el Señor le dio anchura en el aprieto. Puede, entonces, resistir ante sus enemigos y animar a sus amigos. El Señor resucitado es el más firme apoyo de la fe y de la esperanza de la Iglesia. Si recibimos la luz del rostro de Dios experimentamos alegría y paz. Al llegar la noche acogemos con confianza el sueño, muerte aparente e imagen de nuestra vida escondida con Cristo en Dios.

2ª lectura: 1 Juan 2, 1-5a. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y por los del mundo entero.

Contra los autosuficientes, Juan ha declarado la universalidad del pecado como experiencia personal de cada hombre. Pero si hay pecado, existe también el perdón, porque tenemos un abogado ante el Padre: Jesucristo. Vivir en la luz supone reconocer que somos esclavos y pecadores. Saberse pecador y pedir perdón es encaminarse hacia la comunión con Dios. El conocimiento de Dios es palabrería vana si no se dan dos condiciones: la aceptación de Jesús como el enviado de Dios y la conducta ética–moral derivada y exigida por la acción salvadora de Dios.

Evangelio: Lucas 24, 35-48. Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día.

Esta es una preciosa catequesis para que aprendamos que el Señor vive y está presente entre nosotros. Los discípulos habían recibido ya el testimonio de Pedro, pero necesitan la experiencia personal del encuentro con Jesús resucitado. Esta experiencia personal es el fundamento de la fe de los creyentes de todos los tiempos, aunque el testimonio de otros sea indispensable. Jesús les descubre el sentido profundo de la Escritura y les envía como testigos a predicar la conversión y el perdón de los pecados. Para esta tarea cuentan con la ayuda y fuerza del Espíritu.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 27 Hch 6,8-15. No lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Sal 118. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
Jn 6,22-29. Trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que perdura para la vida eterna
Reza por los niños que van a recibir la Primera Comunión
Martes 28
San Pedro
Chanel, presbítero y mártir
Hch 7, 51-59 Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto expiró.
Sal 30, 3-8.17.21 A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Jn 6, 30-35 Mi Padre os da el pan del cielo.
Haz oración ante el Señor, en la Iglesia
Miércoles 29
Santa Catalina de Siena,
patrona de Europa
1Jn 1,5 - 2,2. La sangre de Jesús nos limpia los pecados.
Sal 102. Bendice, alma mía, al Señor.
Mt 11,25-30. Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla.
Reza por la nueva evangelización
Jueves 30
San Pío V, papa
Hch 8, 26-40 Siguieron su camino, y llegaron a un lugar donde había agua.
Sal 65, 8-9.16-17.20 Aclama al Señor, tierra entera.
Jn 6, 44-51 Yo soy el pan de vida bajado el cielo.
Reza por los que rechazan la Eucaristía.
Viernes 1
San José, obrero
Gn 1, 26-2,3 Llenad la tierra y sometedla.
Sal 89, 2-4.12-14.16 Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos.
Mt 13, 54-58 ¿No es éste el hijo del carpintero?
Dale gracias a Dios por todos los que te ayudan.
Sábado 2
San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia
Hch 9, 31-42 La Iglesia se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo.
Sal 115, 12-17 ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Jn 6, 60-69 Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios.
Reza por los alejados
Domingo 3
4º de PASCUA
Hch 4, 8-12 Jesús es la piedra que desechasteis vosotros.
Sal 117, 8-9.21-3.26.28-39 La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
1 Jn 3, 1-2 Somos hijos de Dios.
Jn 10, 11-18 Yo soy el buen pastor, que conozco a mis ovejas.
Reza por tu familia y por la parroquia


No hay comentarios: