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22 abril 2009

Domingo 19 de abril

Domingo de la divina misericordia
19 de abril de 2009 (ciclo B, año impar)



Primera lectura
Todos pensaban y sentían lo mismo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4, 32-35)

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.

Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 117, 2-4. 1 6ab- 18. 22-24 (R/.: 1)

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

O bien:
Aleluya.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna en su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor c1uien lo a hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Segunda lectura
Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (5, 1-6)

Queridos hermanos:

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él.

En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.

Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.

Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Palabra del Señor

Aleluya
Jn 20, 29

Porque me has visto, Tomás, has creído, — dice el Señor—.
Dichosos los que crean sin haber visto.

EVANGELIO
A los ocho días, llegó Jesús

+ Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 19-31)

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: — «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: — «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: — «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: — «Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó: — «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: — «Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomas: — «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás: — «¡Señor mío y Dios mío!»

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor



COMENTARIO

Paz a vosotros

La Palabra de Dios que proclamamos en este Domingo de la Octava de Pascua nos invita a descubrir que Cristo resucitado vive en su Iglesia.

El evangelio de san Juan narra que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos, encerrados en el Cenáculo, al atardecer "del primer día de la semana", y que se manifestó nuevamente a ellos en el mismo lugar "ocho días después". Por tanto, desde el inicio la comunidad cristiana comenzó a vivir un ritmo semanal, marcado por el encuentro con el Señor resucitado. La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón "día del Señor" o domingo (SC 106).

San Juan recuerda, asimismo, que en ambas apariciones el Señor Jesús mostró a los discípulos los signos de la crucifixión, bien visibles y tangibles también en su cuerpo glorioso. Esas llagas sagradas en las manos, en los pies y en el costado son un manantial inagotable de fe, de esperanza y de amor, al que cada uno puede acudir, especialmente las almas más sedientas de la misericordia divina.

Por ello, el siervo de Dios Juan Pablo II, valorando la experiencia espiritual de una humilde religiosa, santa Faustina Kowalska, quiso que el domingo después de Pascua se dedicara de modo especial a la Misericordia divina. (Cf. Benedicto XVI, Regina Coeli, 23-IV-2006).

Sin Iglesia no hay Cristo. Nadie puede tener a Dios por padre si no tiene a la Iglesia por madre, (S. Cipriano), y, por tanto, para ser cristianos hemos de ser cristianos en la Iglesia. Y, ¿por qué? Porque así lo ha querido Cristo. Cristo ha querido que sus discípulos formemos el Pueblo de Dios, ha querido que vivamos en comunidad. Y ese Pueblo de Dios, esa comunidad es la Iglesia.

La primera lectura, del libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta las características que debe tener la comunidad cristiana, la Iglesia: escuchar la enseñanza de los Apóstoles, participar en la Eucaristía, participar en la oración, vivir unidos y tener los bienes en común.

Escuchar la enseñanza de los apóstoles es escuchar la enseñanza del Papa y de los Obispos en comunión con él, aunque sea una enseñanza exigente y vaya contra las corrientes paganas de este mundo.

Participar en la Eucaristía significa participar asiduamente en la celebración de la Eucaristía, asistiendo a ella y comulgando -en las debidas condiciones-.

Participar en la oración significa que el cristiano ha de ser un hombre de oración -personal y comunitaria- y ha de pedir no sólo por sus necesidades personales, sino por las de toda la Iglesia.

Tener los bienes en común significa que el cristiano descubre que todos somos hermanos, hijos de un mismo Dios, y que, por tanto, hemos de ayudar a todo aquel que lo necesite, tanto en sus necesidades materiales como en las espirituales. Y ayudar en serio, no sólo compartiendo lo que nos sobra, sino lo que haga falta. ¿Qué más puedes hacer por la Iglesia? ¿En qué tienes que esforzarte más para ser mejor cristiano y mejor Iglesia?

Compromiso semanal

Pide al Señor la gracia de vivir plenamente el domingo como "pascua de la semana", gustando la belleza del encuentro con el Señor resucitado y tomando de la fuente de su amor misericordioso.

La Palabra del Señor, luz para cada día

1ª lectura: Hechos 4, 32-35. Todos pensaban y sentían lo mismo.

San Lucas nos presenta la vida de la primitiva comunidad cristiana, destacando el hecho de que los cristianos compartían sus bienes. No todos lo hacían ni estaban obligados a ello. Era la necesidad de los demás la que movía al desprendimiento efectivo de los bienes.

Salmo 117, 2-4. 16-19. 22-24. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Con este canto, el pueblo recordaba lo que el Dios misericordioso había hecho por él. Y como el recuerdo conduce a la esperanza, brillaba en sus corazones la seguridad de que Dios seguirá siendo fiel hasta el final.

2ª lectura: 1 Juan 5, 1-6. Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.

La fe verdadera, que es inseparable del amor, alcanza la victoria sobre el mundo y obtiene la vida eterna. La fe cristiana tiene dos efectos: introduce al creyente en la familia de Dios: el que mantiene la fe verdadera “ha nacido de Dios”; y la fe da al creyente la posibilidad de vencer las influencias nefastas del mundo. El que se mantiene en la confesión de la verdadera fe vive en el mundo de Dios, y Dios está por encima del mundo. Por eso, el creyente debe amar a Dios y a los hijos de Dios, y debe cumplir los mandamientos de Dios.

Evangelio: Juan 20, 19-31. A los ocho días, llegó Jesús.

Jesús se aparece a los discípulos. Con el hecho de mostrar las manos y el costado Juan quiere subrayar que se trata del mismo Jesús. El crucificado está vivo para siempre en medio de ellos. Tomás había dudado. Jesús le hace ver que está vivo. La respuesta de Tomás es sorprendente: Señor y Dios son los títulos con los que la Escritura llama a Dios. Así, Juan empieza y termina su evangelio proclamando que la Palabra, Jesús, es Dios. Jesús concluye enseñando que la fe no deberá fundarse en la vista sino en el testimonio de los que vieron. En adelante los cristianos serán dichosos cuando entren en comunión con Cristo por la fe, una fe basada en el testimonio de quienes vieron. Nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.



CALENDARIO LITÚRGICO

Lunes 20
San Vicente Ferrer
Ap 14, 6-7. Temed a Dios y dadle gloria.
Sal 95, 1-10. Contad a todos los pueblos las maravillas del Señor.
1 Cor 9, 16-19. 22-23. ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Jn 16, 15-18. Id y proclamad el Evangelio.
Visita a algún enfermo o anciano
Martes 21
San Anselmo,
obispo y doctor
Hch 4,32-37. Todos pensaban y sentían lo mismo.
Sal 92. El Señor reina, vestido de majestad.
Jn 3,5a.7b-15. Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Pídele al Señor el don de la comunión eclesial
Miércoles 22 Hch 5, 17-26. Los hombres que encarcelasteis están en el templo.
Sal 33. Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha.
Jn 3, 16-21. Dios mandó su Hijo para que el mundo se salve por Él.
Reza por los que rechazan la luz.
Jueves 23
San Jorge, mártir
Hch 5, 27-33 Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Sal 33 2.9.17-20 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Jn 3, 31-36 El que viene de lo alto está sobre mí.
Haz una obra de caridad.
Viernes 24
San Fidel de Sigmaringa, presbítero
Hch 5, 34-42 No cesaban de y anunciar que Jesús es el Mesías.
Sal 26, 1.4.13-14 Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
Jn 6, 1-15 Tomó los panes, y después de haber dado las gracias a Dios, los distribuyó entre todos.
Haz oración ante Jesús presente en la Eucaristía
Sábado 25
San Marcos, evangelista
1 Pe 5, 5b-14 Os saluda Marcos, mi hijo.
Sal 88, 2-7. 16-17 Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Mc 16, 15-20 Proclamad el Evangelio a toda la creación.
Reza por los sacerdotes y por las vocaciones
Domingo 26,
3º de PASCUA
Hch 3, 13-15.17-19 Matasteis al autor de la vida, pero Dios resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos.
Sal 4, 2.4.7.9 Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro.
1 Jn 2, 1-5a Él es víctima de propiciación por nuestros pecados.
Lc 24, 35-48. Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará.
Haz oración por tu familia y por la parroquia


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